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28 de Enero de 2021

Orgasmos para todas: La sexóloga que reivindicó el placer femenino

Tiene 35 años y hace 9, creó Vulva Furiosa en Facebook e Instagram, donde tiene más de 140 mil seguidores y ha desinhibido la sexualidad de las mujeres. Laura Leal dicta talleres prácticos de eyaculación femenina, da coaching para parejas y enseña sobre autonomía del goce.

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En su primer taller sobre sexualidad femenina llegaron solo dos señoras de la tercera edad. Se habían inscrito por curiosidad, con ganas de aprender sobre prevención y enfermedades. No imaginaban que Laura Leal les hablaría por primera vez, en su vida, sobre el goce, el autoplacer y los orgasmos. 

Cuando la terapeuta sexual estaba enseñando una imagen de la vagina y explicaba la función del clítoris, una de las participantes tomó la palabra.

—Me da mucha rabia ver esto a mi edad. Tengo 4 hijos, 8 nietos, voy a cumplir 70 años y primera vez que sé que tengo este órgano —comenzó a llorar y sentenció—: Siento que mi vulva está furiosa.

A partir de esa intervención el curso tomó otro rumbo. Al pequeño grupo, se le había unido la auxiliar que estaba limpiando la sala. En conjunto, las cuatros mujeres abrieron un círculo de intimidad. Se abrazaron, lloraron y conversaron sobre los abusos vividos, los tabúes y lo postergado que estaba la sexualidad femenina.

El boca a boca hizo lo suyo: a la segunda sesión llegaron 5 mujeres, a la tercera 12, luego 20, y después 30. “Llegó un momento en que tuve 40 mujeres en una sala”, cuenta la sexóloga Laura Leal (35). La mayoría eran mujeres de la tercera edad, pero también había unas cuantas jóvenes.

“Habían mujeres que sí la pasaban bien y le decían a  la otra que era muy cartucha, o unas decían «yo tengo juguetes» y otras decían «noo, yo no conozco ninguno» y agendábamos ese tema para otras sesiones” cuenta Leal.

Archivo personal

Lo conversado en esa primera clase fue fundamental para que dos años después, la terapeuta pusiera en marcha “Vulva Furiosa”, un espacio en el que miles de mujeres conversan sobre sexualidad de manera transversal.  Entregan consejos, se desahogan y forman parte de una comunidad que reúne más 145 mil seguidores en Instagram y 50 mil en Facebook.

                                                                ***

Laura Leal nació y creció en Lo Espejo, ahí asistió en una escuela de monjas durante la enseñanza básica, donde “todo era represión: «No vayan juntas al baño», «tápense», «bájense el jumper», «vayan a misa»” , recuerda la psicóloga.

En su adolescencia, ya en otro colegio, se rebeló. Pasaba gran parte de la semana con Daniela, su mejor amiga “Siempre carreteábamos en la casa de ella y su mamá era la que nos daba la información, nos educaba”, afirma Leal.

—Si quieren tener sexo, usen condón —decía la madre de su amiga, mientras se los entregaba.

—Cuídate, no te embaraces, pásalo bien —agregaba.

Para Laura, ella fue su primer referente en el goce sexual, ya que fue la primera en explicarles que en el sexo era para “pasarlo bien, no sólo para darles placer a los hombres”. Más tarde, su segunda fuente de información fue el porno, pero a partir de ahí comenzaron sus primeros cuestionamientos sobre el rol de la mujer en el sexo. 

                                                           ***

Cuando egresó, le comentó a su coordinador académico su interés en la sexualidad. Él le recomendó hacer su práctica en MUMS, una organización que vela por la liberación sexual y de género. “Entré a ese mundo y ¡lo amé! Empecé a leerme todos los libros, ir a las marchas y sentí que ahí estaba lo que me gustaba” recuerda Laura. 

Cursó varios diplomados sobre sexualidad, pero se dio cuenta que solo se abordaban patologías, embarazados no deseados e infecciones de transmisión sexual. “Nadie hablaba del clitoris, de la vagina, del sexo gozoso, cómo se hace para que las mujeres tengan orgasmos” reflexiona Leal, y en una de las clases expresó su inquietud.

—Los sexologos no hacemos eso —le respondieron fríamente. 

“No, yo quiero hacer eso. ¡Quiero trabajar en eso!” pensó la terapeuta. Ahí fue cuando se ofreció a dictar talleres gratuitos en la  Oficina de la Mujer de la Municipalidad de Lo Espejo. Luego de tres años comenzaron a pagarle una pequeña suma. Siguió replicando la instancia en los municipios de La Granja, Estación Central y Pedro Aguirre Cerda, entre otros.

“Me empezó a ir bien, me invitaban a dar talleres de sexualidad y prevención, pero yo siempre quería meter el placer. Para mí el placer y el autoplacer siempre han sido herramientas de prevención”, cuenta la sexologa.

“Sabían que yo les hablaba de placer a los adolescentes y no les gustaba mucho, pero hay que hablar de eso porque no todo es negación. Hay que decirles que tienen que la sexualidad es con placer y así se previene el abuso en el pololeo”

Al poco tiempo, empezó con charlas para padres, hijos y guías en el grupo scout de Lo Espejo, gracias a un fondo INJUV que ganó e invirtió en modelos anatómicos del pene, la vulva y la pelvis, preservativos, test de embarazos y libros sobre la materia. Además compró vaginas, penes y pechos de goma, que adquirió en un sex shop.

“Sabían que yo les hablaba de placer a los adolescentes y no les gustaba mucho, pero hay que hablar de eso porque no todo es negación. Hay que decirles que la sexualidad es con placer y así se previene el abuso en el pololeo” explica. 

Archivo personal

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“Mi deseo era ayudar a otras mujeres a tener orgasmos” dice la terapeuta. Ella los tenía desde los 10 y a los 30 comenzó a averiguar cómo enseñarlo de manera práctica, no solo en la teoría. Así llegó a Betty Dodso, la sexologa gringa que desde los años 70’ impartía cursos sobre sexo y orgasmos a sus pares. 

Estaba en ese proceso, cuando comenzó a hacerse conocida en redes sociales y las agrupaciones feministas de diferentes universidades empezaron a invitarla a dar charlas de “Autonomía del Goce”, donde hablaba del autoconocimiento y la masturbación. En ellas, solía recibir comentarios sobre las fotos referenciales que enseñaba. «Esa vagina es de barbie. No es real» «Mi vulva no es así» «La mía tiene pelos», hasta que un día tomó cartas en el asunto. 

Archivo personal

—Acá yo les estoy mostrando modelos anatómicos, pero si ustedes quieren yo les muestro mi vulva para que veamos una real, para que la conozcan y cuando la vean, también puedan ver la suya y conocer su cuerpo y su capacidad —dijo Laura con nerviosismo, mientras temblaba.

—Ya… ¿en serio? —preguntaron algunas, impactadas.

—Sí, yo no tengo ningún problema porque estamos entre mujeres y para mí, la educación sexual tiene que ser real —dijo la sexóloga, con convicción.

“Ahí me baje los calzones y mostré mi vulva furiosa. Fue hermoso. Me acuerdo que no se acercaban y yo les decía, pero vengan aquí, cerca, para que puedan ver bien, prendan sus teléfonos y acérquense. Iban de a una, todas mirando y decían «Ohhh, nunca había visto un clítoris, los labios, los orificios para eyacular…» «Yo pensaba que orinaba por la vagina» «Nunca había visto que la vagina se abre, si tú haces que se abra»”, relata Laura.

—Oye, pero la mía es distinta —dijo una de las universitarias.

— A ver, muéstrala —contestó otra. 

De pronto una de las chicas se bajó los calzones. “Era totalmente distinta a la mía. Y ahí, sin darnos cuenta, estábamos todas mostrando nuestras vulvas, impactadas de la belleza de las otras” recuerda la terapeuta.

“No tengo ningún problema porque estamos entre mujeres y para mí, la educación sexual tiene que ser real”

Fue una dinámica que comenzó a repetirse en los talleres de otras universidades. Con tal recibimiento, Leal decidió publicar en la cuenta de Vulva Furiosa, el primer curso práctico de eyaculación femenina que impartiría. Llegaron cerca de 40 mujeres, en su mayoría jóvenes.

“Siempre busque trabajar sólo en eso, pero igual me costó harto porque habían muy pocos trabajos sobre sexualidad en Chile y no podía dedicarme a la terapia independiente porque no me conocía nadie” reflexiona hoy, a pocos día de lanzar la Escuela Autonomía del Goce, una instancia que buscará enseñar sexualidad desde distintas aristas. 


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