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28 de Enero de 2021

“Un chileno, un árbol”: recordada promesa de Piñera llega a su recta final bajo el ojo de expertas

Reforestación en el Cerro Renca. Foto: CONAF

En 2019, el presidente anunció que antes del fin de su mandato esperaba completar la plantación de 18 millones de árboles, meta que, posteriormente, fue aumentada. Hasta la fecha se han entregado casi 19,5 millones de ejemplares. Especialistas valoran la iniciativa, pero critican su falta de diversidad y la baja en el presupuesto ejecutado.

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Fue aproximadamente un mes antes del estallido social. El 23 de septiembre de 2019, el presidente Piñera se encontraba en la sede de la ONU en Nueva York con motivo de la Cumbre de los Bosques Lluviosos. “La reforestación, el aumento de la masa de bosques es el cuarto factor crucial para poder cumplir con esta meta de ser un país carbono neutral. (…) En Chile, hemos desarrollado un programa que es plantar un árbol por chileno, que ya está muy avanzado y esperamos completarlo antes que termine nuestro gobierno, lo cual significa 18 millones de árboles. Si extendemos esto a todo el mundo, tendríamos 7 mil millones de nuevos pulmones colaborando en la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global” anunció al final de su exposición.

Su promesa no tardó en despertar comentarios en redes sociales, por lo ambiciosa que resultaba. Y es que lo que no mencionó el mandatario en ese entonces -y que hoy es explicado por CONAF a The Clinic a través de una minuta- es que el Programa de Arborización comenzó en 2010  y que contemplaba una meta de entregar 17 millones de árboles en un período de 8 años, cifra que ya se había alcanzado en 2017. El compromiso se renovó en 2018 con la ejecución del Plan de Reforestación Urbana “Un chileno, un árbol”, proyecto que provenía del programa de gobierno de Piñera. Su meta era entregar entre 5 y 6 millones más antes del fin del período presidencial. 

Es decir a fines del mandato de Piñera, CONAF deberá hacer entrega de entre 22 y 23 millones de árboles, plantados en la última década. Según la corporación, “a la fecha se han entregado casi 19,5 millones de árboles y arbustos”.

Y aunque aún falta por cumplir la meta, en general es una cifra bien valorada por las expertas consultadas por The Clinic. Si bien consideran que ha sido una política pública que ha tenido impacto en distintas localidades, advierten sobre algunos aspectos que sería bueno evaluar: la eficacia de los seguimientos y la mantención de la flora, la poca diversidad de especies (o el sobreuso del quillay) y una preocupante baja en la ejecución presupuestaria, específicamente desde el 2014 en adelante.

Parque Pichidangui en la comuna de Los Vilos. Foto: CONAF

ALTA SOBREVIVENCIA

Si bien el anuncio del presidente iba dirigido a plantar un árbol por chileno, las cifras entregadas por CONAF hablan de la entrega de estas especies, ya sea a personas individuales -como funcionaba en años anteriores- como a municipios, organizaciones o comunidades. Y ellos mismos lo aclaran en su minuta: “las plantas entregadas y monitoreadas presentan una tasa de plantación entre el 85% al 90%. Adicionalmente, la Corporación ha desarrollado muestreos, de los cuales se desprende que la sobrevivencia de las plantas entregadas fluctúa entre el 60% y 70% en promedio”.

“Su promesa no tardó en despertar comentarios en redes sociales, por lo ambiciosa que resultaba. Y es que lo que no mencionó el mandatario en ese entonces -y que hoy es explicado por CONAF a The Clinic a través de una minuta- es que el Programa de Arborización comenzó en 2010…”

Al respecto, Francisca Subiabre lamenta que para evaluar la eficiencia de estos programas sean solo los números los que respalden estos temas. Sin embargo, la paisajista de Fundación Mi Parque considera que son porcentajes bastantes altos. Hace una comparación: “En los seguimientos de nuestros proyectos tenemos diferenciados los parámetros de sobrevivencia para árboles y arbustos. En los árboles presentamos un 90% y en arbustos estamos por el rango que ellos mencionan. Para mí, está bastante bien”.

Cynnamon Dobbs, académica del Centro de Modelación y Monitoreo de Ecosistemas de la Universidad Mayor, también considera que son buenos números, pero que “siempre la idea que hay es ir subiendo. Y lo que a mí no me queda claro, es después de cuánto tiempo hacen esta evaluación, porque lo clásico que hace CONAF es que analiza pasados sólo tres años”. Aclara que, en los casos de plantaciones urbanas, por lo general se usan individuos pequeños, y lo ideal sería evaluarlos, a lo menos, después de cinco años. “La mayoría de las veces se hace seguimiento a plantas que miden 20 cms. y eso es muy poquito”.

AUMENTAR LA DIVERSIDAD

La institución gubernamental menciona que el inventario promedio de los últimos tres años para la red de 30 viveros que posee a lo largo del país, ha promediado unos 4 millones de plantas divididas en 500 especies, siendo el quillay la predominante, con un uso de 20% en el Programa de Arborización. Añaden que la mitad de esta las plantas disponibles corresponden a especies nativas, pero solo un 5% serían especies nativas con problemas de conservación.

Parque Cerro El Sombrero, Melipilla. Foto: CONAF

Un porcentaje bajo, a juicio de Jadille Mussa, docente de Arquitectura del Paisaje de la Universidad Central. Explica, por ejemplo, que “la flora de la zona central tiene unas hojas muy duras y que resisten mucho a los embates de altas temperaturas y problemas de falta de agua”. Y menciona algunas especies con dificultades de conservación que han sido dejadas de lado en favor del quillay, tales como la palma chilena, el belloto o los tamarugos en el norte del país, que según ella “resisten muy bien la sequía que ya ha entrado hasta la séptima región”.

“La mitad de esta las plantas disponibles corresponden a especies nativas, pero solo un 5% serían especies nativas con problemas de conservación”.

La importancia de la diversidad -refiriéndose a la convivencia de árboles y arbustos- en estas políticas es fundamental. “Es súper bueno que incluyan los dos tipos de formas de vida. Una de las cosas que hacen que los ecosistemas sean más ricos en distintos ámbitos es que tengan lo que se llama complejidad estructural.  Eso quiere decir que uno deje de ver en las plazas solo pasto y después los árboles, porque eso es bastante pobre en términos de procesos ecológicos. Cuando tú agregas una capa de arbustos, lo haces es agregar complejidad y eso permite tener más espacio de hábitat para bichos o pájaros que ocupan esos espacios, por ejemplo”, dice Dobbs. 

Y agrega: “Mientras tú más diverso tienes el bosque, más posibilidades tienes de que ese bosque sea sano en el futuro, y que a la vez esté permita más procesos ecológicos, para que sea aún más resiliente y que eventualmente también te entregue más beneficios ecosistémicos”.

BAJA PRESUPUESTARIA

Volvamos a los números. En un gráfico presente en la minuta enviada por CONAF a The Clinic, se muestra la cantidad de plantas entregadas por año entre 2010 y 2019. Llama la atención que, si en 2013 se alcanzaron más de 5 millones de unidades, la evolución a la baja no llega ni siquiera al millón en los dos últimos años de la década. Y si pensamos en la proyección de plantar entre 5 y 6 millones de ejemplares en el actual periodo presidencial, aún no se estarían alcanzando la mitad, a falta de poco más de un año para que Piñera deje su cargo.

“Más me preocupa el tema presupuestario, porque claramente se condice esta disminución año a año con el impacto en la cantidad de especies que va bajando en la entrega” señala Subiabre, a pesar de que considera que es una política pública “dentro de todo, bien evaluada”.

“Mientras tú más diverso tienes el bosque, más posibilidades tienes de que ese bosque sea sano en el futuro, y que a la vez esté permita más procesos ecológicos, para que sea aún más resiliente

Plaza del Agua Comunidad Unión Altos Club Hípico en Antofagasta. Foto: CONAF

Mayor preocupación muestra Jadille Mussa, en relación con todos los incendios que ocurrieron en 2017 y 2018. “No es consecuente, porque fue la pérdida de biomasa forestal más grande en la historia de Chile, donde se quemaron más de 250 mil hectáreas, de las cuales muchas correspondían a bosque nativo”. Reforestar con especies nativas las ciudades -que son las grandes emisoras de CO2- explica “podría ayudar a disminuir un poco los distintos impactos que ha habido estos últimos años”.

Y es que la ejecución de fondos también ha disminuido drásticamente. Desde los casi 5 mil 800 millones que se usaron para el programa durante 2014, se observa que cinco años después, se llegó apenas a 1.516 millones. “A lo mejor lo que ha pasado, no lo sé, es que se puede haber mejorado el programa, porque es super simplista decir que un árbol por chileno no más, sin ninguna transferencia de conocimiento que a lo mejor tenga metas que no sean solo números” reflexiona al respecto Cynnamon Dobbs.

“Si pensamos en la proyección de plantar entre 5 y 6 millones de ejemplares en el actual periodo presidencial, aún no se estarían alcanzando la mitad, a falta de poco más de un año para que Piñera deje su cargo”

Y finaliza con una sugerencia: “Si esa determinación de presupuesto vale por el desarrollo de otro programa un poco más comprensivo con mejores estrategias me parecería bueno, porque estaríamos pensando a largo plazo lo que significó este programa, y a lo mejor sería una continuación de este, pero mucho más profunda”.

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