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Actualidad

16 de Marzo de 2021

El nuevo muro de Berlín: Urbanistas y arquitectos proyectan el futuro de la Plaza Baquedano sin la estatua

Foto: Agencia UNO

Los expertos concuerdan en que el significado de Plaza Italia ya no es el mismo. Desde el 2019, no son pocos quienes ya se han acostumbrado a llamarla por su nuevo nombre: Plaza Dignidad. The Clinic conversó con tres profesionales para profundizar en la representación que tiene ahora ese espacio urbano y cómo se debe proyectar en un escenario donde las autoridades han optado por levantar una nueva cortina de acero para proteger un pedestal vacío.

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Plaza Italia, Plaza Baquedano o Plaza Dignidad. Todos estos nombres sirven para referirse a un mismo espacio urbano que en los últimos años se había erigido como uno de los puntos neurálgicos más transitados del país.

El eje donde Vicuña Mackenna se encuentra con la Alameda y avenida Providencia también había adoptado un carácter de punto de encuentro para celebrar hazañas deportivas y victorias políticas, como ocurrió en los plebiscitos de 1988 y 2020.

Sin embargo, desde el 2019 que su significado ya no es el mismo. Dicho espacio oscila entre la ocupación policial y las protestas sociales. El último episodio implicó el retiro de la estatua ecuestre del general Manuel Baquedano tras los continuos intentos por derribarla.

Acto seguido, la autoridad mandó a edificar cuatro paredes de acero de tres metros de altura -sólo 60 centímetros menos que el Muro de Berlín- para custodiar la base del monumento. The Clinic conversó con tres arquitectos y urbanistas para proyectar ese espacio urbano.

Masivo despliegue policial en Plaza Baquedano. Viernes 12 de marzo. Foto: José Francisco Zúñiga, Agencia UNO

LA PLAZA: UN ESPACIO EN DISPUTA

La arquitecta Isabel Serra, académica e investigadora del Laboratorio Ciudad y Territorio de la U. Diego Portales, explica que el centro simbólico para la ciudadanía se ha ido moviendo a lo largo de la historia. Primero fue Plaza de Armas, después la Plaza de la Constitución y, durante la Dictadura, el eje del Paseo Bulnes.

La Plaza Baquedano, hasta antes del 2019, tenía una “fuerte vocación de nudo vial”, donde confluían tres parques, distintos barrios residenciales, turísticos y comerciales, y combinaban las dos principales líneas de Metro, sin considerar la futura Línea 7. Su rol como centro de manifestaciones era esporádico: “Tenía un carácter puntual o temporal que se resolvía en tres o cuatro horas”, aclara.

Dicho significado estaría en proceso de cambio, según el arquitecto Francisco Vergara Perucich, director del Centro Producción del Espacio (CPE) de la U. de Las Américas, quien define la plaza como “un espacio en transición hacia una nueva forma urbana. Ya no va a ser el espacio que era antes”.

Luis Fuentes, doctor en arquitectura y director del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la U. Católica, añade que “lo interesante que está pasando con esta crisis del significado de ese espacio urbano es justamente la importancia de la ciudad como un nodo que no sólo tiene preponderancia en términos del transporte, sino también hoy día es un espacio político que está en disputa”.

“Lo interesante que está pasando con esta crisis del significado de ese espacio urbano es justamente la importancia de la ciudad como un nodo que no sólo tiene preponderancia en términos del transporte, sino también hoy día es un espacio político que está en disputa”.
Luis Fuentes, geógrafo y urbanista

En ese sentido, Vergara Perucich complementa que la decisión sobre el futuro de ese espacio no le corresponde al Gobierno, sino que debe ser trasladada a una conversación ciudadana. “No creo que sea tan importante cambiar la plaza aún. No es la élite ni somos los urbanistas ni los arquitectos los llamados a repensarla. Es fundamental escuchar la impugnación que hay en esta plaza”, subraya.

“Se puede abrir un momento histórico similar al constituyente donde no seamos los técnicos los que definimos qué va a pasar con ese espacio, sino que la ciudadanía, en un proceso participativo, abierto, e incluso asambleísta. Es posible que no tenga por qué cambiar, o bien, puede cambiar el sentido. Es posible que esa plaza pueda ser algo así como una nueva Plaza de la Constitución”, añade.

Serra concuerda. Para ella, también habría que esperar que “las cosas se apacigüen”, para poder “reconfigurar la plaza a partir de una visión ciudadana, más que desde una lógica vial, política y económica”. Todo esto bajo “un contexto post-estallido y post-pandemia”.

¿LA FRONTERA?

La Plaza Baquedano históricamente ha cargado con un significado simbólico que la ubica justo al medio de una ciudad segregada entre ricos y pobres. Esa frontera es lo que sustenta la frase “de Plaza Italia para arriba y de Plaza Italia para abajo”, refuerza Fuentes.

Para el geógrafo, una eventual remodelación de la plaza debería recoger el proyecto de nueva Alameda-Providencia, que data del año 2015. Esa iniciativa era “súper interesante, porque no es solamente la Plaza Baquedano, sino que toma todo el eje, desde Pajaritos hasta el sector oriente. Es un tratamiento integral para la vía más importante que existe en Chile”.

Fuentes valora que dicho proyecto tenía el mérito de ubicar al peatón como protagonista, y no al automóvil. “Dentro de ese proyecto, hay un diseño que es especial para el sector de Plaza Italia, que lo considera un espacio abierto, de celebración cívica y en donde no existe la segmentación que hay hoy, desde el punto de vista de los usos de ese espacio público. La Plaza Baquedano es un lugar inaccesible, tienes que violar las leyes del tránsito para poder llegar ahí. El diseño justamente toma ese elemento y lo abre para el tránsito de las personas”, recalca.

“El espacio de Dignidad tiene que ver con una mirada mucho más de abajo, de la ciudadanía, y eso va a generar una serie de valores y principios que nosotros deberíamos en algún momento conceptualizar y llevarlos a un espacio”
– Isabel Serra, arquitecta

Vegara Perucich tiene algunas dudas. Si bien reconoce que una ciudad para ricos y otra para pobres -como pasa con Santiago- es una idea propia del Apartheid sudafricano y “no es sostenible en el tiempo”, también subraya que no es tan cierto que sea una frontera.

“Debido al proceso de gentrificación de Santiago Centro y del cambio de residentes, hoy en día también es una comuna acomodada, sobre todo ese sector de Lastarria y el eje Alameda. Es todo un barrio en renovación donde no es tan fácil encontrar viviendas a bajo costo. No es cierto que ahí vive gente de bajos ingresos. Más que ser una frontera, es un hito simbólico”, puntualiza.

Por su parte, Serra le da un nuevo significado que también está lejos de entenderse como una frontera. Para ella, ese espacio urbano se ha inundado bajo “una lógica de poder social en contraposición al poder político y el poder económico. En el eje de la Alameda podemos identificar esos tres momentos”. Justamente, la Plaza Dignidad se ubica entre La Moneda y Sanhattan.

EL DILEMA DE LA ECONOMÍA

Además de ser un sector residencial, Plaza Italia también se había configurado como una zona que albergaba cierta actividad económica como restaurantes, bancos, hoteles y otros locales comerciales dedicados al comercio. Sin embargo, dicho sector se ha visto fuertemente golpeado, primero por el estallido social, y luego por la pandemia.

Para Luis Fuentes, dicha diversidad en el uso de suelo debe mantenerse. “Es importante que el Estado, mediante la inversión pública, pueda rescatar ese lugar para poder renovarlo, y que esas actividades puedan revivir. Está comprobado que este tipo de intervenciones en el espacio público gatillan posteriormente una activación de la inversión privada del lugar”.

Eventualmente, dicha iniciativa debería convivir con la carga simbólica que ha adquirido el lugar y funcionar como ocurre actualmente con lugares como El Zócalo de Ciudad de México o la Plaza Tiananmen en China. “No hay que olvidar que en ese lugar se desarrolló la reunión de personas más importante que ha existido en Chile”, argumenta.

“Sacar la estatua es un acto bastante interesante, es lo más democrático que se ha hecho hasta este momento. Dejar ese vacío en ese pedestal permite llenarlo con el significado que la ciudadanía quiera llenar”
– Francisco Vergara Perucich, arquitecto

Sin embargo, la arquitecta Isabel Serra discrepa con estas comparaciones: “No sé si tienen mucha relación, dado que esas plazas fueron modificadas a partir de unas lógicas más bien jerárquicas y patriarcales”, subraya. Para ella, “el espacio de Dignidad tiene que ver con una mirada mucho más de abajo, de la ciudadanía, y eso va a generar una serie de valores y principios que nosotros deberíamos en algún momento conceptualizar y llevarlos a un espacio”.

“Ojalá que la Plaza Baquedano o Dignidad pueda ir incorporando las nuevas demandas y los nuevos usos que va teniendo el espacio. Sobre todo en contexto de crisis climática, revolución tecnológica, cambio demográfico y cambio de era”, concluye.

Más cercano a esta mirada se encuentra el arquitecto Francisco Vergara Perucich. A su juicio, “el sacar la estatua es un acto bastante interesante, el vacío que está en ese pedestal es lo más democrático que se ha hecho hasta este momento. Dejar ese vacío en el espacio permite llenarlo con el significado que la ciudadanía quiera llenar”.

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