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Entrevista Canalla

19 de Marzo de 2021

Berta Lasala, actriz: “La televisión chilena es muy fome”

Ha vuelto con todo a la pantalla. Está en el programa Milf y también en la serie “62. La historia de un Mundial”, en la que forma un matrimonio junto a Daniel Alcaíno, su marido real. Aquí habla de fútbol, de lo difícil que ha sido tolerar a Yerko Puchento, de su extraña vida matrimonial y de los cambios que haría en la televisión chilena.

Por

“Me gusta el fútbol, me gustan los partidos importantes”, confiesa la actriz Berta Lasala, cómodamente instalada en el Zoom. Le gusta, dice, la alegría que da a la gente. Le gusta, añade, que la gente, tal vez el pueblo, o algo semejante a los compungidos, sean los ganadores, y que vean los partidos mimetizados con los ídolos, “como si ellos ganaran las lucas que está ganando  el crack”, añade.

-¿Valora la estética del fútbol?

-Me gusta la fiesta del fútbol, el espectáculo.

-¿Valora la estética de un enganche ofensivo?

-No.

-¿Un taco displicente en mitad de cancha, pero lleno de gracia?

-Eso tampoco- responde intrigada.

-¿El fervor de la galería, la pasión de la multitud?

-¡Sííí, eso sí!

-¿El Fifo Eyzaguirre, lateral efervescente del 62, o Alexis Sánchez, delantero explosivo del 2015?

-Alexis. Es que lo he visto jugar. Yo soy joven igual…

-Tengo la sensación que debía haber elegido al Fifo, como promoción de su último trabajo…

-Ups.

-Qué.

-La embarré…- admite, con una sonrisa italiana. 

Ocurre que Berta, por estos días, encarna a la madre de un futbolista de la Roja en la serie de TVN “62. La historia de un Mundial”: Berta es Elena. Y Elena es la madre de Eyzaguirre, un talento con perspectivas. De manera que Berta, como madre de un lateral ficticio, un émulo del Fifo, admite con simpatía, claro, que ve fútbol, ve esa clase de partidos que exaltan a la ciudadanía, los cruciales, a la Roja de Todos. El fútbol como una tensión familiar, todos adheridos a la bandera y al pisco sour. Y Berta dice que, desde el sillón, comanda el siguiente chillido:

-¡Ceacheííí…!

Y si uno le dice, velozmente, elija entre Leonel Sánchez, el atrevido de la franja izquierda en 1962, o Carlos Caszely, Berta confiesa sin demora:

-¡Caszely!

-Pero cómo…

-¡Es que también lo vi jugar! 

-¿Jorge Toro, creativo y lúcido del 62, o Maradona, que en paz descanse?

-¡Maradona!

-¿La Roja del 62 o la Roja Campeona de América el 2015?

Berta, la futbolizada, al fin lo piensa.

-La del 62…¡Ahí sí!

El dato estremece: Colo Colo secó su cuerpo por toda la infancia. Colo Colo la cubrió en el invierno. Le otorgó higiene en momentos de soledad. El cacique fue una capa heroica al salir de la ducha.

La gloriosa Roja sin sponsors. La camiseta pobre, el sueño ilimitado. La Roja dotada de ídolos callados: Toro, Campos, Robledo, Rojas. Y a Berta, según parece, le gusta ese tipo de épica, el héroe que surgió desde el barro. Y entonces, rastreando hitos de su biografía futbolística, mira hacia un costado y recuerda:

-Yo, cuando chica, tuve una toalla con el escudo de Colo Colo.

-¿De dónde la sacó?

-Mi padrastro me la dio. Como no tenía un hijo hombre siempre me daba regalos masculinos.

-¿La usó?

-¡Por muchos años! Hasta que se deshizo lamentablemente…

El dato estremece: Colo Colo secó su cuerpo por toda la infancia. Colo Colo la cubrió en el invierno. Le otorgó higiene en momentos de soledad. El cacique fue una capa heroica al salir de la ducha. 

Y otra vez, dice, en Arica, donde residía su familia, entró a la cancha aferrada a la mano del goleador de Deportes Arica. Ella, de ocho años, y la estrella de la región, juntos, caminando por el pasto, glorificados. Y escuchó a la barra que estallaba. Por allá el padrastro, amigo de Pedro García (el entrenador de Arica), guiñando un ojo al hijastro hombre que era mujer.  

-Era tanta gente…- recuerda Berta, parcialmente ida.

-¿Recuerda quién era ese significativo crack que iba con usted?

-Pucha, no tengo idea…- y queda pensando.

-No se preocupe…- y el reportero aprovecha ese vacío emotivo para ajustar el Lenovo y enfocar con disimulo la reducida escenografía que expone de fondo la actriz: lo que vemos es una muralla blanca, un sofá y a ella en la mitad, Berta, 50 años según dice, un look sencillo, aspecto de 16 horas de un día hábil, pelo negro, brazos blancos. Vemos a una hija de italianos, una Lasala, o una La Sala, pues hasta en el apellido lleva el espectáculo. Una Gina Lollobrigida de la nueva era que, de pronto, explota como una tifosi ante un ruido que le quita concentración:

-¡¡¡TE DIJE QUE NO PUEDO AHORAA!!!- grita hacia una puerta- ¡¡¡ESTOY EN UNA ENTREVISTAAA!!!

Es que el bambino, Emiliano, rondaba por ahí.

Y, bueno, la donna perdió la paciencia.

Pero luego ella agrega suavemente:

-Perdona…¿en qué íbamos?

Y lo que vemos, entonces, es una Sofía Loren nativa de Iquique por cuyas venas corre Italia y la teatralidad. Vemos a la madre de Luisa y de Emiliano. Y a la flamante abuela joven, la abuelazurri: Berta, desde hace ocho meses, es la Nona. Luisa tuvo un hijo, tuvo a su nieto.

-¡Es lo máximo!

-¿Cómo se llama?

-Tao.

-¿Cómo dice?

-Tao. Ay, sí, es que son otras generaciones…

Y, entre todas esas características, además vemos en pantalla a la señora de Daniel, a la señora de Yerko Puchento. Ahí está la esposa de dos impredecibles.

-Uf- suspira a la italiana. 

Berta y Daniel acumulan quince años de casados, un hijo, peleas, risas, fotos, cama matrimonial y un televisor en la pieza. 

-El otro día estábamos viendo tele. Yo iba a recibir un premio y veíamos la transmisión…

-La felicito…

-Por una teleserie… Y entonces, justo cuando gritan mi nombre, Daniel cambió de canal…

-¿Por qué hizo eso?

-¡Es que puso el partido de Colo Colo! Y me decía: “Felicitaciones, sí, pero este partido es clave”. Y yo no me pude ver a mí misma…

Berta vive en un nido futbolizado dentro y fuera de la casa. Berta y Daniel son pareja en la vida real y ahora también son pareja en la vida de mentira.

Y lo que vemos, entonces, es una Sofía Loren nativa de Iquique por cuyas venas corre Italia y la teatralidad. Vemos a la madre de Luisa y de Emiliano. Y a la flamante abuela joven, la abuelazurri: Berta, desde hace ocho meses, es la Nona. Luisa tuvo un hijo, tuvo a su nieto.

Berta y Daniel son un matrimonio en la serie “62. La Historia de un Mundial”. Y si consultamos cómo es estar casada con Daniel Alcaíno en esas dos vidas, en la real y en la televisada, Berta toma aire:

-A ver…

Y suspira melodramáticamente. 

Mi hombre

-Bueno- explica- yo soy bien mandona. Y cuando actuamos yo me pongo a mandarlo.

-¿Qué le dice?

-Le digo: “Daniel, estás sobreactuando”. O le digo: “¿Por qué pones esa cara? No es natural. Nunca pones esa cara”.

-¿Y él se ofende? Perdone, pero Daniel es Premio Caleuche 2016…

-Me dice: “Pero si es mi cara típica. Siempre tengo esta cara”. Yo le digo: “Jamás. Es muy rara”. 

-¿Está diciendo que Daniel tiende a exagerar?

-Totalmente. Yo creo, eso sí, que es un gran comediante.

-¿Le gusta cuando él actúa con más normalidad? Por ejemplo, en Los 80 no hacía muecas exageradas…

-¡Ahí me encanta! ¡Lo hizo increíble!

Admite que ellos, Berta y Daniel, son un matrimonio real compuesto de dos planetas distintos. Berta es un planeta que no hace muecas para actuar porque proviene del cosmos de las teleseries; Daniel gesticula porque proviene del sistema solar del teatro. Berta ve televisión; Daniel lee libros con conceptos políticos. Berta escucha música feliz, carente de contenido; Daniel, con los ojos humedecidos, escucha los contenidos que rasguea Silvio Rodríguez. Berta es práctica y Daniel le pone color. El otro día Berta se reía con unas amigas a raíz de un chiste simpático, y Daniel, con el ceño fruncido, ponía la oreja en un parlante para escuchar la entrevista al Comandante Ramiro.

-Ay- le gritó ella- si la puedes ver mañana…

-¡Esto es una exclusiva, un poco de respeto por favor!

Berta no es tan política, Daniel es un planeta que alza el puño izquierdo. Berta, dice, es amarilla y Daniel parece que está enrojecido. 

-¿Es verdad que Daniel es comunista?

-¡Pero si no es comunista! Incluso se lleva súper bien con mi familia y ahí son todos medios fachos.

Y agrega:

-Y, bueno, Daniel es fanático de los ochenta y yo soy más de los noventa.

-Disculpe, pero tengo entendido que tienen la misma edad…

-Ya, ya, yo soy como de los noventa igual…- zanja con seriedad la duda.

-¿Usted fue reventada en los noventa?

-Fui a Spandex. Y eso. Pero no, bien tranquila.

-Perdone que la remita al intenso lenguaje de la época, pero… ¿usted atracó?

-Yo era malísima para atracar. Es que, más encima fui mamá muy joven.

Egresó de Teatro, actuó en las teleseries de Pablo Illanes. Bailó, se hizo famosa, alcanzó la gloria, tuvo a Luisa, crió a Luisa, luego amó a Daniel, tuvieron un hijo interplanetario, bajó el ritmo, se puso más exigente, y ya volvió. 

-Y, entre todo es, es la esposa de Yerko Puchento…

-Ay, sí.

-¿Está cansada de ser la esposa de Yerko Puchento?

-Noo. Para nada.  

-¿Su vida sería más fácil sin Yerko?

-Naa, si a veces era muy bueno…- opina entre risas.

Y aclara que fue duro. Que Yerko generó tensión en la casa y que, en ocasiones, “sobre todo al principio”, le sacó carcajadas. Pero la mayoría de las veces, dice, le generó estados de alta tensión. Ella, apenas Yerko llegaba de alguna actuación, le hablaba frontalmente:

-¡Pero cómo dijiste eso!

-No pasa nada, tranqui- respondía Yerko, tal vez poniéndose el pijama de modo imperturbable.

-¡Cómo que no pasa nada!- gritaba su esposa- ¡Nos van a funar!

-Tranquila, tranquila- acotaba Yerko.

Admite que ellos, Berta y Daniel, son un matrimonio real compuesto de dos planetas distintos. Berta es un planeta que no hace muecas para actuar porque proviene del cosmos de las teleseries; Daniel gesticula porque proviene del sistema solar del teatro. Berta ve televisión; Daniel lee libros con conceptos políticos. Berta escucha música feliz, carente de contenido; Daniel, con los ojos humedecidos, escucha los contenidos que rasguea Silvio Rodríguez.

Algunas veces Yerko, aproblemado, le confesó que se había excedido. Una vez Yerko dijo algo ofensivo contra Calama y, al llegar a la casa, en momentos en que se deshacía del maquillaje, confesó:

-Se me pasó la mano.

Berta, en ocasiones, le sugería a Yerko que se quedara callado. Que controlara la adrenalina. Pero ahí, en vivo, Yerko perdía el control. Y a Berta, desde la casa, se le apretaba el estómago.

-Yo pensaba siempre en las demandas- comenta Berta.

-Más encima- enfatiza el reportero- alguna vez les espiaron los teléfonos… a usted, a Yerko, a todos…

-¡Terrible! ¡Quizás qué cosas escucharon! 

-¿Se refiere al contenido político?

-¡No, a las peleas, a los pelambres, quizás cuánta cosa! ¡Qué vergüenza!

Hoy Berta y Daniel se aman. Berta y Yerko se admiran. Tal vez, de alguna manera, entre los tres han criado a Emiliano, el hijo.

-Yo, eso sí, tuve varias pérdidas… tuve tres pérdidas. 

-Lo lamento.

Berta, por un momento, tiene otra voz.

-Nos costó tener a nuestro hijo…- medita.

Su mirada se congela.

-Yo era malísima para atracar. Es que, más encima fui mamá muy joven.

-Pero lo tuvieron…

-Lo tuvimos. Y es todo para nosotros.

Berta sonríe. Y especula:

-Uf, yo creo que va a ser un actor.

-No sería una sorpresa, Berta…

-¡Es que es tan pintamonos!- grita falsamente hastiada- ¡Imita a todo el mundo! 

Y vuelve a reír. Está brillando, feliz. 

Esta tele chilena

Berta Lasala hoy es una milf con mayúscula. En ese programa es una señora divertida sin libreto, al lado de más italianas, fomentando el poder de la naturalidad.

-Me acomoda mucho el formato.

-¿Cómo es la televisión en Chile?

-Pésima. La televisión en Chile es muy fome, predecible.

-¿Qué programa chileno ve a escondidas?

-“Me Late”. 

-¿Qué programas chilenos ve sin esconderse?

-Algunos del 13C.

Berta, en ocasiones, le sugería a Yerko que se quedara callado. Que controlara la adrenalina. Pero ahí, en vivo, Yerko perdía el control. Y a Berta, desde la casa, se le apretaba el estómago.

-¿Usted cree que los actores chilenos son de primer nivel mundial, como dicen muchos de los mismos actores chilenos?

-Hay de todo… buenos y otros que no tienen nada que hacer.

-¿Y si usted fuera la directora de programación de un canal bien grande…?

-Qué.

-¿Qué medidas tomaría inmediatamente?

Berta Lasala no demora un segundo.

-¡Pongo al aire todos los documentales de Maite Alberdi!

-¿Qué más?

-Saco todas las teleseries turcas de pantalla.

-¿Qué más?

-¡Elimino de raíz los matinales!

-¿Qué más?

-¡Repondría la teleserie “Adrenalina”! No, mejor, haría la segunda parte de “Adrenalina”. Con todos viejos.

Y otra vez le brillan los ojos a la actriz, a la Nona, a la mamá de un imitador. Está brillando el planeta Milf. 

-¿Cuál es la frase que todavía no le dice a Daniel Alcaíno?

-Le he dicho todo…

-¿Y la frase que le quiere decir a Yerko?

-“No hables más de política, mi amor”.

-¿Y cuál es el gol que sueña?

-El de la final del mundial…- y Berta, por última vez, sonríe serenamente. Como si fuera una sencilla napolitana que, en mitad de la tarde, se había puesto a conversar en la puerta de su casa.

-¡Repondría la teleserie “Adrenalina”! No, mejor, haría la segunda parte de “Adrenalina”. Con todos viejos.

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