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Reportajes

31 de Marzo de 2021

No seamos como EE.UU: Mujeres asiáticas cuentan el racismo que sufren tras un año de pandemia en Chile

Francisca Chekal (@franchekal). Foto: Álbum personal

El 16 de marzo, en Atlanta, Robert Aaron Long disparó en tres salones de masajes asiáticos y asesinó a ocho personas: seis de origen oriental. Expertos señalan que estos hechos pueden tener origen en el discurso trumpista del “virus chino”. Un fenómeno que se ha sentido en Chile, pero a menor escala. Eso comentan cuatro mujeres descendientes de chinos y coreanos que viven en Santiago, Quillota y Temuco.

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Hace dos semanas, Zhiying Gao Feng (20), estudiante de Derecho, chilena, hija de padres chinos, iba por una calle transitada de Temuco a hacer unas entregas de papelería que vende por su tienda virtual. Paró en un semáforo en rojo y a su lado había una señora que la miró detenidamente. Acto seguido, comentó en voz alta sobre su calidad de “extranjera”, alegó que ella venía a quitarle el trabajo y la tachó de “inmigrante ilegal”. Zhiying la ignoró, y otro hombre, amablemente, la alejó del lugar diciendo que “la ignorancia se pega peor que el coronavirus”.

“¡Desde que comenzó la pandemia los comentarios racistas por mi apariencia han aumentado mucho!”, reclama Francisca Chekal (27), influencer, egresada de Derecho, chilena de padres coreanos. Vive en Santiago. “Automáticamente me relacionan al coronavirus. Me lo han dicho en la calle varias veces, incluso la semana pasada”, cuenta. Tiempo atrás, estaba en un restaurant, cuando una pareja mayor llegó a la mesa de al lado y antes de sentarse, se miraron indecisos. “Uno ya sabe y se escucha inmediatamente el ‘ch…’ de cuando me dicen china. Fue claro que dudaron porque soy asiática y para ellos automáticamente estoy contagiada”.

Sua Cho (17) va en cuarto medio, vive en Quillota y tiene nacionalidad chilena y surcoreana. El año pasado comenzó a ser muy activa en redes sociales como Tik Tok e Instagram, donde hoy tiene más de 50 mil seguidores. Ahí se dio cuenta que “la gente puede ser bastante cruel: me comentaban que mis ojos y nariz eran muy pequeños, que me llevara el coronavirus, que me devolviera rápido a ‘mi país’. O cuando salía a la calle me miraban raro, o se arreglaban la mascarilla cuando estaba cerca, como si yo fuera el virus”.

Zhiying Gao Feng (@_chini__). Foto: Álbum personal

Según expertos, la xenofobia y el racismo en la sociedad chilena no son nuevos, pero se han visto incrementados por la pandemia. Claro que no al nivel de Estados Unidos, donde -como muestran videos que se han difundido- han aumentado acciones violentas contra ciudadanos orientales, llegando al extremo del ataque perpetrado a mediados de marzo por Robert Aaron Long (21), quien disparó al interior de tres salones de masajes asiáticos y mató a seis mujeres de origen oriental. En Chile, aunque estamos lejos de eso, se han ido conociendo testimonios de personas asiáticas que sufren acoso y discursos de odio en la calle y también, en gran medida, por redes sociales.

The Clinic contactó a algunas de estas víctimas, además de analizar con expertos este fenómeno que, según relatan los testimonios, ha ido en aumento tras la llegada del Covid-19.

HISTORIA CONOCIDA

“He sufrido discriminación por mi apariencia durante el año pasado, pero también durante toda mi vida viviendo en Chile. Y les ha pasado a mis papás, a mi hermana, a mis amigos coreanos y familiares que viven en Chile… Prácticamente, a todas las personas asiáticas que conozco han vivido lo mismo”, dice Gou Lee (21), estudiante de vestuario, chilena, quien reside en Santiago.

Sua Cho (17) va en cuarto medio, vive en Quillota y tiene nacionalidad chilena y surcoreana. El año pasado comenzó a ser muy activa en redes sociales como Tik Tok e Instagram, donde hoy tiene más de 50 mil seguidores. Ahí se dio cuenta que “la gente puede ser bastante cruel: me comentaban que mis ojos y nariz eran muy pequeños, que me llevara el coronavirus, que me devolviera rápido a ‘mi país’. O cuando salía a la calle me miraban raro, o se arreglaban la mascarilla cuando estaba cerca, como si yo fuera el virus”.

Cuenta que no sabe de ningún caso -y tampoco ella lo ha sufrido- de violencia física, pero sí verbal y sicológica. “Desde que nací siempre tuve que soportar comentarios fuera de lugar” recuerda. Agrega que, de pequeña, iba los sábados con sus amigas coreanas al Colegio Coreano de Chile a aprender el idioma, la cocina, juegos y bailes tradicionales. “Allá nos sentíamos súper libres de expresarnos en coreano, pero durante la semana, cuando íbamos a colegios chilenos, escondíamos todo eso, casi inconscientemente (…) cualquier tipo de pregunta relacionada con nuestra cultura la evitábamos como sea. Queríamos sentirnos parte del grupo, no como extranjeras, y todo el racismo y la xenofobia hizo que crezcamos rechazando la cultura”.

Aunque estos episodios son del pasado, Gou relata que últimamente sus padres le piden a ella y a su hermana “que cada vez que salgamos, andemos con más cuidado porque puede que el racismo esté más intenso de lo normal. Sobre todo luego de ver noticias en Chile y de otros países donde la violencia hacia los asiáticos se ha incrementado mucho”. 

Gou Lee (@omgou). Foto: Álbum personal

Para la socióloga y coordinadora de la Cátedra Racismos y Migraciones Contemporáneas de la U. de Chile, María Emilia Tijoux, evidentemente esto no es algo nuevo. “Existe incluso antes de que llegaran los inmigrantes. Está arraigado desde los pueblos indígenas, fundamentalmente por factores biológicos como los rasgos, las formas de los cuerpos, o también cultural por el origen de las personas” explica.

Marcos Andrade, abogado experto en derecho migratorio de la Universidad Austral, añade otro factor: “La xenofobia y el racismo están bastante asentados en Chile producto de un desarrollo histórico de la manera en que se formó el Estado Chileno (…) siempre favoreciendo la inmigración selectiva: considerando a europeos por sobre el resto. Especialmente cuando comenzó la inmigración china en el siglo XIX se recalcaba constantemente que había migrantes indeseables”.

Andrade considera que la actual vinculación racista de grupos asiáticos con el coronavirus genera “una situación contradictoria, porque en la juventud hay un arraigo a la cultura japonesa, al K-POP, etc., que sensibiliza con el #StopAsianHate. Pero, por otro lado, está la generación de 40 para arriba que todavía tiene este tratamiento al asiático como alguien de un valor menor, donde prácticamente el conjunto de países no existe. Asia existe, en una idea mental, sólo como un conjunto de personas que tienen los ojos rasgados. Esto demuestra cómo la xenofobia crece y se difunde en la ignorancia”.

Para la socióloga y coordinadora de la Cátedra Racismos y Migraciones Contemporáneas de la U. de Chile, María Emilia Tijoux, evidentemente esto no es algo nuevo. “Existe incluso antes de que llegaran los inmigrantes. Está arraigado desde los pueblos indígenas, fundamentalmente por factores biológicos como los rasgos, las formas de los cuerpos, o también cultural por el origen de las personas” explica.

“Hoy día lo que ha surgido contra la comunidad asiática es muy probablemente en Estados Unidos por los discursos de Trump cuando habló del ‘virus chino’. Al hacer eso, se construye realidad a partir de una frase. Cuando se dice ‘chino’, se alude a todo un continente, porque es muy difícil que la gente haga la diferencia entre los distintos países que conforman el continente. Finalmente, se acusa no a una persona, sino a toda una comunidad. Y el racismo funciona así, hace desaparecer las individualidades y castiga colectivamente” puntualiza Tijoux.  

María Emilia Tijoux. Foto: Álbum personal

Hace dos semanas, Sua subió un video a Instagram contando su experiencia con el racismo. Hoy tiene 510 mil reproducciones y casi mil 500 comentarios, de los cuales muchos relatan episodios similares. Zhijing hizo lo mismo, y su video tiene 195 mil reproducciones y 187 comentarios. Cuando lo compartí hubo mucha gente contándome su experiencia, dándome su apoyo e incluso mucha gente dándose cuenta que esas pequeñas ‘bromas’ no eran tales”, cuenta. 

Para ella es evidente que esta situación ha ido en aumento desde la pandemia. “Es preocupante ver lo que está sucediendo a nivel mundial… Yo lo sentí así cuando comenzó la situación de emergencia sanitaria: la gente me miraba con desconfianza, se alejaba y comentaba cosas, me señalaban con el dedo. Muchas veces para evitar estos malos ratos caminaba con la mirada hacia abajo”.

Tijoux explica que “el modelo norteamericano -como siempre- tiene mucha influencia sobre Chile, y en la cuestión del virus, por ejemplo, cuando uno ve desfilar personas con un cartel que dice ‘yo no soy un virus’ es algo muy violento. Es muy terrible lo que le puede pasar a una persona en caso de ser acusada de ser portadora de un virus que le ha hecho daño a todo el mundo”.

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HUMOR E IGNORANCIA

“La xenofobia es fruto de la ignorancia sobre el otro y sobre uno mismo” dice Marcos Andrade. Esta se traduce en el racismo que, dice Sua, para ella siempre estuvo: “Y se está normalizando y minimizando cada día más por la sociedad, al punto que para la gente todo es broma”.

El restaurant de sándwiches de pollo frito ChickenLoveYou nació en agosto pasado y ha tenido gran éxito en Santiago. Ellos protagonizaron una polémica que fue denunciada por Gou, Sua y otras influencers asiáticas a principios de marzo. Una de sus especialidades se llamaba “닭고기가 아니라 박쥐”, pero que se podía pedir como “El Coreano”. Lo que mucha gente no sabía, era que esas letras se traducían como “no es pollo, es murciélago”. Felipe Sánchez, dueño del local, dio una declaración pública pidiendo disculpas.

Para ella es evidente que esta situación ha ido en aumento desde la pandemia. “Es preocupante ver lo que está sucediendo a nivel mundial… Yo lo sentí así cuando comenzó la situación de emergencia sanitaria: la gente me miraba con desconfianza, se alejaba y comentaba cosas, me señalaban con el dedo. Muchas veces para evitar estos malos ratos caminaba con la mirada hacia abajo”.

Gou cree que “la gente en Chile no es mala (…). Estoy segura de que no es con malas intenciones, pero siento que cuando se mandan comentarios racistas lo hacen por ignorancia o porque piensan que es chistoso”. Comentarios de ese tipo son los que decidió enfrentar Francisca, que “a diferencia de muchos asiáticos acá, estoy mucho expuesta a que me ataquen virtualmente por redes sociales”. Tiene 118 mil seguidores en Instagram y su técnica es “educar y perdonar, no puedo responsabilizarme por la ignorancia y malicia de la gente. Descubrí que el acto de decir lo que tengo que decir y luego ser compasiva frente a tanto desconocimiento, me libera a mí de sentirme amargada”.

CONTRADICCIÓN CULTURAL

Las cuatro mujeres con que conversaron The Clinic comentan que, a raíz de sufrir estas discriminaciones desde niñas, en algún momento se avergonzaron de algún aspecto de sus orígenes. Zhiying evita hablar en chino con sus padres en público porque la gente los mira raro. Gou se negaba a hablar en coreano cuando le pedían en su colegio, inventando que no lo dominaba bien. A Sua lo que más le duele es salir en familia y ver como los pasan a llevar a todos. Francisca ya encontró el método de reaccionar, pero dice que antes respondía a enfrentamientos más desde la venganza que desde la educación. “Al menos yo y mis cercanos hemos desarrollado una piel dura frente al problema”, dice.

“Me gustaría destacar también que mucha gente lucra con la cultura asiática en torno a ropa, comida, cosmética, música” dice Sua. “Pero cuando se trata de defender a la gente asiática que está sufriendo racismo… ¿dónde están todas esas personas? El racismo es una minoría la que lo sufre y, por ser minoría, no es escuchada. Seamos empáticos y no hablen por la gente que sí sufre a diario, minimizando las situaciones y llamándolos exagerados”, emplaza la joven chileno-coreana.

Sua Cho (@suaamonicaa). Foto: Álbum personal

Andrade considera que la actual vinculación racista de grupos asiáticos con el coronavirus genera “una situación contradictoria, porque en la juventud hay un arraigo a la cultura japonesa, al K-POP, etc., que sensibiliza con el #StopAsianHate. Pero, por otro lado, está la generación de 40 para arriba que todavía tiene este tratamiento al asiático como alguien de un valor menor, donde prácticamente el conjunto de países no existe. Asia existe, en una idea mental, sólo como un conjunto de personas que tienen los ojos rasgados. Esto demuestra cómo la xenofobia crece y se difunde en la ignorancia”.

Esta contradicción, Tijoux la califica como una de las cosas más increíbles del racismo y la xenofobia. Da el ejemplo de lugares ampliamente visitados como Machu Pichu, o la gastronomía peruana que es tan codiciada, pero que en Chile no  quieren aceptar a comunidades peruanas viviendo cerca. “Es exactamente lo mismo”, dice.

Para los expertos, la xenofobia y el racismo es un fenómeno que afortunadamente no ha alcanzado índices de violencia como los vistos en Estados Unidos, pero que igual es algo que debería preocupar y que debe ser parte de la conversación en el proceso constituyente. “Hay que hacer de alguna manera un tratamiento jurídico para ponernos de acuerdo como sociedad cuáles son las líneas rojas que no vamos a traspasar: qué es lo que no vamos a permitir y es súper clave tener claro cuáles son los grupos protegidos”, propone Andrade.

En los comentarios de los videos publicados en redes denunciando estas situaciones se ven múltiples experiencias similares a las de este reportaje. Las mujeres contactadas por The Clinic también señalan que recibieron cientos de mensajes con otros casos. Afirma Zhiying, para finalizar: “Lo cierto es que esta situación data de hace mucho tiempo, pero, de alguna u otra forma, se ha visto ocultada”.

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