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30 de Abril de 2021

Escribir el futuro | Claudia Apablaza: Cuando todo pase, si es que pasa algún día

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Cuando todo pase, si es que pasa algún día

No sé realmente lo que va a pasar en la postpandemia, ni siquiera si habrá algo después de todo esto. Mientras escucho que algunos serán seres más conscientes, como dicen, porque han aprovechado la pandemia para crecer interiormente, viajar ya no por países, sino que por la profundidad de sus recuerdos y emociones, para sanar algunas heridas postergadas, barrer con ciertas amistades tóxicas, elevarse, cambiarse a casas con patios en comunas alternativas, incluso a mejores casas en la playa, leer a los filósofos griegos o esa novela de 500 páginas postergada por años, usar sólo ropa reciclada y no apoyar más a la industria textil que es la que más contamina, volverse veganos, usar más bicicleta, dejar el auto estacionado, subir cerros con amigos, alimentarse saludablemente, aprender nuevas cosas, como a hacer pan de masa madre, comidas sin gluten ni carbos, además de exquisitos batidos de frutas y verduras. Aprovechar del 10% en monociclos o monopatines electrónicos. Mientras algunos saldrán a la calle a abrazarse, a tomar una champaña, o a ese curso de yoga o pilates que tenían postergado, limpiar a fondo sus casas, hogares y observar por redes sociales con felicidad cómo los canales de Venecia se cristalizaron al fin e incluso la fuente de Trevi; mirar cómo correrán los pumas y animales exóticos por algunas comunas acomodadas, o el smog que dejará de circular sobre las grandes capitales. Mientras algunos aplaudirán la supuesta muerte del capitalismo, el neoliberalismo y todo lo post, para dar paso a la circulación de la economía de los afectos como forma de pensarnos en comunidad y en armonía, la llegada de colegios en casa, homeschool como les dicen, u otros alternativos, o incluso la llegada a la luna del dueño de Netflix acompañado de ese artista de salón y el chino que se ha enriquecido más con la crisis sanitaria. 

Mientras todo eso pasa en un sector de la población, en el “otro” la enfermedad se irá acrecentando incluso más allá de su fin material, seguirá ahí como ese órgano vacío que sigue funcionando en el aire cuando es amputado de lo que fuertemente lo sostenía. Mientras algunos celebran, otros verán cómo se radicalizará la supremacía de “la economía de la muerte”, como la llama la gran teórica y escritora mexicana Sayak Valencia, donde va a circular con mayor profundidad y esmero esa terrorífica consigna de “quién merece vivir, y quiénes se dejan de lado”. Porque para algunos será un largo duelo de décadas, por haber perdido a sus seres queridos, sus trabajos, sus casas, sus padres ancianos, sus hermanos, profesores y amigos, por no haber alcanzado la larga lista de la cama crítica, la salud privada, la vacuna oportuna, el seguro complementario, incluso ese registro social de hogares tan esquivo, el bono de la clase media. Mientras algunos celebrarán, para otras será el largo duelo de las amigas perdidas y violentadas, esas mujeres que desaparecieron en medio de este terrorífico mal sueño. También el luto de los niños vulnerados por padres enfermos y deprimidos. Porque mientras algunos estarán celebrando con ese vino caro, para otros será una larga agonía, donde no habrá tiempo para buscar un descanso justo, después de largas jornadas de trabajo, porque mientras algunos estarán celebrando, otros no despertarán nunca de esta larga y gran pesadilla.

*Claudia Apablaza es escritora y editora. Ha publicado, entre otros títulos, “Diario de las especies” (2008), “Siempre te creíste la Virginia Woolf” (2011) y “Diario de quedar embarazada” (2017). En 2015 fundó la editorial Los libros de La Mujer Rota. 

Revisa todos los capítulos de “Escribir el futuro” AQUÍ.

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