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5 de Mayo de 2021

¿Qué conversaban Isabel Allende y su hija Paula sobre el feminismo?: Un video de hace más de 30 años da la respuesta

Isabel y su hija Paula, credito fundacion Isabel Allende

En 1984 ó 1985, no lo recuerda con precisión, la escritora conversó de feminismo, aborto y literatura con un canal de televisión. En el diálogo está acompañada de su hija Paula, quien moriría de manera imprevista unos años después y eso se convertiría en la mayor tragedia personal de la autora más leída en lengua española. Aquí, ad portas de que debute en Chile una serie inspirada en su vida, reproducimos esa entrevista que fue realizada en Venezuela después de publicar “De amor y de sombra”.

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“Lo que empezó como una carta de despedida para mi abuelo se convirtió en una novela, que sin sospecharlo conmovería al mundo entero”, dice Isabel Allende en la pantalla sobre la historia de su libro “La casa de los espíritus” (1982), sus inicios y el asomo del éxito internacional.

La frase del comienzo la dice en la pantalla la actriz nacional Daniela Ramírez, quien encarna a Isabel Allende en la serie “Isabel”, emitida en Estados Unidos por HBO Max, y que en los próximos meses debutará en televisión abierta por Mega, en Chile, y vía streaming en Amazon Prime Video, en Latinoamérica.

Afiche serie “Isabel”.

Dividida en tres episodios, la serie retrata los comienzos literarios de Isabel Allende, la escritura de su primer bestseller, “La casa de los espíritus”, acompañada de la agente española Carmen Balcells, su exilio en Caracas, Venezuela, donde estuvo 13 años, y acaso la mayor tragedia de su vida: la enfermedad y muerte de su hija Paula, interpretada en la serie por Catalina Silva.

Conocida por su labor como periodista en la revista Paula, a fines de los 60, por entonces Isabel Allende estaba casada con Miguel Frías, interpretado en la serie “Isabel” por el actor Néstor Cantillana. La pareja tuvo dos hijos, Paula, quien nació en 1963 y Nicolas, nacido en 1967. Pero, tras el golpe militar, la narradora decidió salir de Chile. Fue así como en 1975 llegó a Caracas, Venezuela, donde se quedó hasta 1988.

La actriz Daniela Ramírez como Isabel Allende.

“Si no hubiera pasado esos años en Venezuela, yo hoy no sería escritora”, ha dicho Isabel Allende, de 78 años, quien después de vivir en Caracas se instaló en Estados Unidos. “En Venezuela no pude encontrar trabajo de periodista con lo que empecé a escribir”, agregó hace algunos años la autora Premio Nacional de Literatura 2010 y elegida una de las 100 mujeres más inspiradoras e influyentes por la BBC en 2018. Hoy es la escritora más leída en lengua española con 75 millones de copias vendidas.

Esa experiencia lejos de Chile, en busca de un empleo en Venezuela y la escritura de cartas destinadas a su abuelo materno, Agustín Llona, es mostrada en la serie “Isabel”, dirigida por Rodrigo Bazaes (“Los 80”). Es el origen y el despegue en el mundo literario de la escritora que ha publicado más de 25 títulos autobiográficos, cuentos de amor, novelas históricas, policiales y juveniles.  

“Al final del año se habían juntado quinientas páginas en una bolsa de lona y comprendí que eso ya no era una carta, entonces anuncié tímidamente a la familia que había escrito un libro. ¿Cómo se titula?, preguntó mi madre. Hicimos una lista de nombres, pero no logramos ponernos de acuerdo en ninguno y por fin tú, Paula, lanzaste una moneda al aire para decidirlo. Así nació y se bautizó mi primera novela, ‘La casa de los espíritus’”, se lee en “Paula”, uno de los libros más populares y reeditados de Isabel Allende.

El ejemplar fue publicado en 1994, pero la escritora lo comenzó a redactar en 1991 cuando Paula Frías, sicóloga y educadora, entró al hospital en Madrid, España, por un resfrío y dolor de estómago. Pero, a las pocas horas de su ingreso hospitalario ya estaba en cuidados intensivos y entrando en un coma que se extendería por un año. Afectada por complicaciones de la porfiria, Paula inició una lenta agonía, hasta quedar en estado vegetal y morir finalmente, el 6 de diciembre de 1992, a los 29 años, en California, EE.UU., donde su madre la había trasladado.

“¿Dónde andas, Paula? ¿Cómo serás cuando despiertes? ¿Serás la misma mujer o deberemos aprender a conocernos como dos extrañas?”, escribió su madre en “Paula”.

Isabel Allende, por Lori Barra.

Sin embargo, alguna vez, ambas dieron una entrevista, madre e hija juntas, como dos cómplices del mismo universo. “Esa entrevista fue en mi casa en Caracas, Venezuela. Fue después de publicar ‘De amor y de sombra’ así que supongo que debe ser en el año 1984 ó 1985”, señala Isabel Allende vía email a The Clinic. “Pero no tengo idea quién la hizo ni para qué medio. ¿Cómo sobreviven estas cosas en el éter?”, se pregunta la autora. 

“Esa entrevista fue en mi casa en Caracas, Venezuela. Fue después de publicar ‘De amor y de sombra’ así que supongo que debe ser en el año 1984 ó 1985”, señala Isabel Allende vía email a The Clinic. “Pero no tengo idea quién la hizo ni para qué medio. ¿Cómo sobreviven estas cosas en el éter?”, se pregunta la autora. 

En el video, disponible en YouTube, que lleva un sello de Canal Perucultural, la narradora es quien tiene el mayor protagonismo en la entrevista. Su hija Paula la observa, la admira y también opina sobre feminismo, el rol del hombre dentro de la pareja, en un diálogo grabado hace más de 30 años. A continuación, reproducimos esas palabras de Isabel y Paula.

La entrevista: libertad e igualdad

Son poco más de cinco minutos, donde el entrevistado le comienza preguntado a Isabel Allende sobre la lectura feminista de su novela “La casa de los espíritus”. La escritora, de vestido largo y pelo castaño, está junto a su hija, en su hogar en Caracas, Venezuela. Paula lleva el pelo largo, oscuro, tiene una actitud de calma y contemplación.

La escritora responde de manera clara y fehaciente. “Es muy diferente la realidad del tercer mundo a la realidad de los países desarrollados. Las prioridades en el tercer mundo son tales que la mujer no puede estar en una lucha por el detalle de la emancipación, sino que está por los grandes temas: por igualdad de derechos ante la ley, por la patria potestad de los hijos, por leyes de divorcio, de aborto, por iguales salarios”, señala. 

Isabel y su hija Paula, crédito Fundación Isabel Allende.

La narradora continúa: “Esos son los grandes temas que discute la mujer en el tercer mundo y que, lentamente, está obteniendo. Pero, el pequeño detalle, si el jefe te miró o no te miró detrás de la computadora o si te corrieron mano detrás de la puerta… ese detalle que es lo que se discute hoy en los países industrializados, a nosotros todavía no nos llega. Por otra parte, nosotros entramos a la lucha de la emancipación de la mujer, después que los países desarrollados y nos saltamos, por lo tanto, toda una etapa muy radical, que yo creo que fue equivocada, errada. No se puede plantear la emancipación de la mujer como una guerra contra el hombre, puesto que somos complementarios, somos todos raza humana. Somos padres y madres de todos nosotros”, responde Isabel Allende mientras su hija Paula, la joven entonces de 21 ó 22 años, mira la cámara con cierta ternura, timidez y desconfianza, ante el discurso resuelto de la madre.  

“No se puede plantear la emancipación de la mujer como una guerra contra el hombre, puesto que somos complementarios, somos todos raza humana. Somos padres y madres de todos nosotros”, responde Isabel Allende mientras su hija Paula, la joven entonces de 21 ó 22 años, mira la cámara con cierta ternura.

Luego, el periodista arremete y le pregunta a la escritora, quien por esos años era considerada “la mujer del boom latinoamericano”: “¿Pero cómo es tu novela, en tu novela da la impresión, a veces, de una guerra entre las mujeres contra…” 

Casi de inmediato, responde Isabel Allende, en una reflexión extensa y fluida, donde alude a sus dos primeras novelas. “En ‘La casa de los espíritus’ son dos mundos separados, porque la novela comienza a principios de siglo, cuando las mujeres eran educadas completamente diferentes de los hombres y vivían en un mundo segregado. En una especie de gineceo. Entonces eso está planteado como dos mundos diversos, en los que se manejan valores diferentes, por eso hay esa separación”, dice Allende y luego se refiere a su obra “De amor y de sombra”, publicada en 1984.

“En la segunda novela, que sucede toda en la década del 70, eso no se plantea así, porque ya esa etapa se superó. Y se plantea como una complementación, en la cual la mujer tendrá que seguir peleando siempre por sus derechos porque no le van a regalar nada, no le van a regalar ni la dignidad, ni el respeto, ni la libertad ni la igualdad. La tiene que luchar y conseguir día a día, pero no como una guerra contra el hombre, sino como una guerra que ella tiene que dar y creo que la tiene que dar con el hombre, porque el machismo mutila también al hombre, así como convierte a la mujer en un ciudadano de segunda categoría y hace de ella una víctima, también lo hace del hombre, lo mutila afectivamente, pone sobre sus hombros toda la responsabilidad económica. Lo obliga a ser agresivo, ambicioso, protector cuando, tal vez, él no es así, hay personas que no son así, porque obligarlo por un esquema prefabricado, a comportarse de esa manera. Entonces creo que el machismo no nos hace bien a nadie”.  

“El machismo mutila también al hombre, así como convierte a la mujer en un ciudadano de segunda categoría y hace de ella una víctima, también lo hace del hombre, lo mutila afectivamente, pone sobre sus hombros toda la responsabilidad económica”.

En ese instante, el periodista toma su lugar y dice, abriéndose el plano de la cámara: “¿Y qué opina tu hija de esto?”, para después agregar: “Perdón, ¿cómo te llamas?”.

“Paula”, señala la joven con marcado acento venezolano, o como escribiera su madre en el título autobiográfico “La suma de los días” (2007) “Tienes el sello indeleble del Caribe, donde creciste”.

Isabel y su hija Paula, crédito Fundación Isabel Allende.

Paula comenta en el video: “Yo en cierto modo, estoy muy de acuerdo con mamá. Pienso, que una sociedad machista, realmente minimiza el potencial de desarrollo tanto de un hombre como de una mujer. Evidentemente, en una sociedad subdesarrollada, como en la que vivimos, la mujer mucho más que un hombre, pero evidentemente hay muchos hombres que son extraordinariamente sensibles, afectivos, que eso lo tienen mutilado, pero que no pueden expresar esa sensibilidad. Porque un macho es un macho, un macho no llora, un macho no puede demostrar afecto. Y eso, con una capacidad muy importante, que está completamente reprimida, olvidada en su expresión”.

Rápidamente, Isabel Allende toma la palabra. “Yo creo que hay un punto que también es importante, que es la conformación de la pareja. Qué clase de pareja puedes formar tú, si no están los dos de pie de igual a igual. La verdadera pareja, la verdadera compañía, la verdadera complicidad, se establece con un igual. Y eso es una de las peores cosas, creo yo del machismo, la incapacidad de conformar una verdadera pareja, que mutila tanto al hombre como a la mujer. Le hace tanto daño a él como a ella… ¿No sé si estás de acuerdo con eso?”, le pregunta Isabel mirando a su hija.

Isabel Allende, por Lori Barra.

“Sí”, responde Paula, gesticulando con su mano izquierda, “porque cuando tú no puedes ver a la pareja como tu igual, que tiene derecho a sentir y a expresar su derecho y sus deberes cumplirlos de igual manera que tú, pues eso no puede ser una sociedad en el plano de la igualdad, tiene que ser una persona por encima de otra…”, señala Paula y en ese momento la narradora interrumpe a su hija.

“Sí”, responde Paula, gesticulando con su mano izquierda, “porque cuando tú no puedes ver a la pareja como tu igual, que tiene derecho a sentir y a expresar su derecho y sus deberes cumplirlos de igual manera que tú, pues eso no puede ser una sociedad en el plano de la igualdad.

Isabel Allende agrega, moviendo sus brazos, acomodándose en su puesto y levantando un poco más el tono de su voz, que en “el plano sexual también ¡Qué clase de pareja vas a ser en la cama con un tipo que tú crees que es superior a ti!”, y levantando la mano derecha como echando a alguien dice “¡Tres patadas le daría yo!”, para luego reírse a carcajadas. Y Paula complementa: “O tienes que hacerlo que crees que es superior a ti”. Y la madre arremete: “Ah ¡pero eso es peor! Hacerlo creer que es más que uno”, y ambas, madre e hija, terminan riéndose.

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