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6 de Mayo de 2021

Desinversión, acusaciones de compadrazgos y la explosión del caso coimas: Todo lo que rodeó el fin de la producción de vacunas en Chile

Foto: Agencia UNO

El 2002, el gobierno de Ricardo Lagos firmó el acta de defunción de la producción de vacunas en Chile. La planta venía arrastrando problemas presupuestarios por más de una década y la decisión estuvo rodeada por una pugna política del PPD al interior del Minsal que terminó con una autoridad renunciando y otra marginada de su cargo tras ser vinculada al caso coimas.

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“El ISP llegó a una situación de desinversión que se hacía insostenible en el tiempo”. Esa es la conclusión a la que llegaron las investigadoras Cecilia Ibarra y Mirtha Parada en un estudio financiado por Conicyt sobre la larga tradición de producción de vacunas que se realizó en el país entre 1887 y 2005.

La investigación sitúa en el año 2002 la fecha de clausura del Departamento de Producción de Vacunas, que funcionaba bajo el alero del Instituto de Salud Pública (ISP), organismo heredero de los extintos Instituto de Higiene e Instituto Bacteriológico, precursores en la elaboración de sueros y vacunas a nivel nacional. Tras su cierre por decreto, quedó un stock que se siguió envasando hasta el 2004 y que caducaron finalmente en 2005. Todo bajo el gobierno de Ricardo Lagos.

La investigadoras subrayan que “el cierre de la producción de vacunas es un hecho del que no se encontró un documento oficial”. Sin embargo, establecen que, desde su creación en 1979, el ISP fue mandatado para cumplir “un rol preferentemente regulador”, mientras que sus funciones de producción fueron relegadas a un segundo plano.

Ricardo Lagos, Presidente de Chile (2000-2006). Foto: Agencia UNO

Justamente, a partir de esa fecha, el discurso dominante comienza a plantear la imposibilidad del ISP de ser “juez y parte”, al producir y regular vacunas. “Esta ideología ha tenido como consecuencia el abandono de las actividades productivas del ISP en sueros, vacunas y medicamentos”, señalan en la investigación.

Dichas visiones no cambiaron con el retorno a la democracia. El estudio apunta que en los años ’90, los laboratorios privados comenzaron a ejercer presión para detener definitivamente la producción de vacunas. Además, por parte de las autoridades, salvo un empuje inicial de retomar la actividad, finalmente no se priorizó su presupuesto y la producción de vacunas cayó en la desinversión.

Según la investigación, hacia el año 2002 “el Ministerio de Salud comisionó un estudio de evaluación técnico-económica de la producción del ISP, que habría informado la decisión de cierre. La evaluación se basó en un análisis de costos y beneficios económicos, que mostraba que era necesario invertir en tecnología, con costos de inversión tan altos que era inviable su factibilidad económica. La posibilidad de lograr rentabilidad aumentando el tamaño del mercado a base de exportaciones resultaba poco realista dada la pérdida de presencia como proveedor internacional”.

Dra. Jeanette Vega, exdirectora del ISP. Años después se desempeñó como subsecretaria de Salud Pública y directora de Fonasa en los gobiernos de Michelle Bachelet. Foto: Agencia UNO

En diálogo con The Clinic, la dra. Jeanette Vega, quien era directora del ISP en esa época, confirma esta tesis y recuerda que la decisión del cierre se debía a que “hacía mucho tiempo que en Chile ya no se fabricaban vacunas, excepto la veterinaria Fuenzalida/Palacios (que combatía el virus de la rabia)”.

“El organismo regulador, el ISP, no podía ser al mismo tiempo fabricante de vacunas. Por lo tanto, había que generar un proyecto para hacer una planta productora de vacunas que tuviera las condiciones de buenas prácticas en manufactura y que estuviera separada de la agencia reguladora. Eso tenía un presupuesto, pero no tengo idea qué pasó después, por qué eso no se implementó”, señala.

El ministro de Salud de entonces, Osvaldo Artaza, aclara a The Clinic que esa fue una alternativa que “se exploró” al interior del Minsal, sin embargo, se terminó descartando, puesto que implicaba una inversión millonaria y ciertas condiciones que “en ese momento, el país no tenía”, particularmente en términos de capacidad de innovación y desarrollo.

UN AMBIENTE ENRARECIDO

Ibarra y Parada relatan en su investigación que, a inicios del siglo XXI, los profesionales del ISP ya temían un inminente cierre. Crearon entonces el “Comité de Defensa de las Vacunas del ISP”, que incluso llegó a exponer en el Congreso Nacional. Sin embargo, detallan que, si bien el conflicto llegó a tener cobertura mediática, los medios optaron por darle “más espacio a las comunicaciones de los laboratorios comerciales”.

En el debate se involucraron otros organismos gremiales, como la Frenpruss y el Colegio Médico, quienes criticaron la medida y apuntaron directamente al subsecretario de Salud, Gonzalo Navarrete, a quien le atribuían la decisión de poner fin a la producción de vacunas. De hecho, la secretaria general del Partido Comunista (PC), Gladys Marín, llegó a presentar un recurso de protección en su contra.

La resistencia al cierre también contó con el respaldo de tres diputados DC: Patricio Cornejo, Carlos Olivares y Pablo Lorenzini. Este último, incluso llegó a decir en agosto del 2002 que había “mano negra”, por el lobby y la influencia que ejercieron los laboratorios privados en la decisión de cerrar el Departamento de Producción de Vacunas.

Diputado Pablo Lorenzini (DC). Foto: Agencia UNO

En octubre de ese año, la dra. Jeanette Vega, quien era directora del ISP, dimitió a su cargo. Una nota de El Mercurio publicaba que los argumentos oficiales de su renuncia tenían que ver con la resistencia de los gremios a los cambios. Sin embargo, a la interna, se apuntaba a una pugna política con Gonzalo Navarrete y su red de “compadrazgos” dentro del ISP.

“La doctora Vega se cansó del ‘cahuineo’ de los gremios y los compadrazgos del subsecretario Gonzalo Navarrete”, acusaba un cercano de la doctora. De hecho, además del cierre del Departamento de Producción de Vacunas, a Vega también se le acusaba por “irregularidades administrativas”: honorarios no justificados, no presentación de declaración de intereses y alhajamiento de oficinas, según reportaba el mismo medio.

Siempre de acuerdo a El Mercurio, el destino de Vega se definió en una reunión de la comisión política del PPD, donde ella explicó la situación interna del organismo. Pese a que el presidente del partido, Guido Girardi, le pidió que se quedara, hubo un grupo que sugirió su renuncia. La movida era compleja porque el ISP era una repartición tradicionalmente vinculada a militantes del PPD.

Gonzalo Navarrete, exsubsecretario de Salud. Foto: Agencia UNO

Por su parte, en La Tercera enfatizaron en su quiebre con los gremios, quienes la acusaban por su “tono tecnócrata” y a veces “autoritario”. También aseguran que la paciencia de Vega se agotó tras el apoyo de diputados DC a funcionarios del ISP, sin que fuera defendida por ningún personero de su partido.

Lo más complejo es que, sólo días después, Navarrete fue sacado de la Subsecretaría de Salud Pública por acusaciones que lo vinculaban a una de las aristas del caso coimas junto a otros dos militantes del PPD: José Concha, director del Sesma; y Daniel Farcas, director del Sence.

¿SE PUEDE RETOMAR LA PRODUCCIÓN DE VACUNAS?

“A mí me tocó firmar el papel de defunción”, es lo primero que recuerda Osvaldo Artaza, quien era ministro de Salud de Lagos, al recordar la clausura del Departamento de Producción de Vacunas del ISP. Sin embargo, toma distancia de las pugnas políticas que habían al interior de su cartera y asegura que “yo no vi esas cosas, porque estaba preocupado por la reforma de salud”. Aún así, aclara que “no tuvieron injerencia” en la decisión del Minsal.

“Siempre en la vida de Chile han habido roscas políticas. No voy a decir que eso no ha existido. El tema es que no fueron la razón para que no se siguieran produciendo vacunas en Chile, que por lo demás, lo que se producía era una cuestión mínima, de muy escasa sofisticación, eran cosas muy elementales. No vamos a decir que lo que se perdió eran las joyas de la corona“, añade.

Para Artaza, la muerte de la producción de vacunas en Chile se generó primero por una “desinversión” que se arrastró durante varios años y que posteriormente comenzó a generar “problemas de calidad en la manufactura”. En ese sentido, plantea que haber mantenido ese centro de producción no hubiera sido un mayor aporte para la actual pandemia. “Eran unas vacunas muy sencillas y prehistóricas, no tenían capacidad para generar vacunas de la tecnología de ahora”, precisa.

No obstante, el exministro asegura que actualmente sí están las condiciones para retomar la actividad. “Hay capacidad de investigar en un montón de universidades en nuestro país, hay interés de grandes empresas de asociarse. Hay que crear una entidad donde se junten todos estos actores y tiene que ser independiente del ISP, que es el órgano que tiene que controlarlo”.

Osvaldo Artaza, exministro de Salud de Ricardo Lagos. Foto: Agencia UNO

Un matiz plantea la dra. Jeanette Vega, quien si bien reconoce que “todos los países del mundo aspiran a tener producción propia de vacunas”, lo cierto es que ese mercado de producción “está altamente concentrado y tecnologizado”. Incluso agrega que esa falencia ha quedado patente con la pandemia del Covid-19: “La capacidad de producción actual en el mundo es menor que las vacunas que se requieren para toda la población”.

Para ella, retomar esta actividad, implicaría priorizar e invertir en investigación y desarrollo. “En general, los países destinan un 5% de su PIB en esa área. Nosotros tenemos cerca de un 1% y está asociado solamente a proyectos de investigación. Es decir, no hay financiamiento estructural para generar centros de innovación y desarrollo”.

Vega explica que en Latinoamérica hay sólo tres países que tienen plantas maquiladoras de vacunas, es decir, que no producen vacunas nuevas, pero sí reproducen las que ya existen: Argentina, Brasil y México. “Esos tres países, ahora en la epidemia de Covid, no han podido surtir sus necesidades, ni siquiera en sus mercados locales. Los tres están importando”, subraya.

En ese sentido, valora las iniciativas que se han anunciado en la U. de Chile y la U. Católica, pero puntualiza que “no es lo mismo anunciar una planta de producción local, en la cual efectivamente lo que se produzca tenga patente acá, que tener un local en Chile donde se van a producir vacunas Sinovac o de cualquier otra empresa. Son dos cosas totalmente distintas”.

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