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2 de Junio de 2021

Esteban Abarzúa: “El colocolino es terraplanista frente al descenso”

Esteban Abarzúa

Durante la última temporada, Colo Colo casi se fue al descenso. Los últimos 12 partidos fueron una verdadera montaña rusa de emociones para un equipo, y una hinchada, poco acostumbrada al sufrimiento. The Clinic conversó con Esteban Abarzúa, autor de "Sangre Altiva y Noble Corazón", el libro que retrata los días más oscuros del Cacique y que lo tuvieron a punto de caer a la Primera B.

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“Pelear abajo es más rudo que pelear arriba. No tienes armas, no tienes pólvora y tus hombres están heridos”. Con esas palabras, el periodista y escritor Esteban Abarzúa describe el aciago momento que atravesaba Colo Colo en el último tranco de la temporada 2020-2021.

Esta “travesía por el desierto” comenzó un 8 de diciembre de 2020, con la derrota del Cacique por 2-0 contra La Serena que los dejaba en la última posición del torneo. Según el escritor, ese día se abrió una brecha en el tiempo. “Quedamos consternados y rabiosos, como diría un poema de Benedetti”, dice. Durante los 73 días siguientes, los albos iban a tener que batallar por mantener la categoría.

El autor de “Soy del Colo” (Lolita Ediciones, 2013) decidió entonces dejar testimonio en un blog que tenía botado hace varios meses: Sangre Altiva y Noble Corazón. Comenzó a escribir, casi religiosamente, todas las semanas, casi como midiéndole el pulso al hincha colocolino en sus horas más oscuras. Ese testimonio es ahora el debut de su propia editorial, Deadball.

Sangre Altiva y Noble Corazón, por Esteban Abarzúa (Deadball Editorial, 2021)

“Esa noción de ser hincha en las buenas y en las malas era bien a la colocolina, nunca habíamos tomado nota de cuáles eran realmente las malas. Al menos para la generación de nosotros, porque la última vez que Colo Colo fue penúltimo fue el año ’45, ya había pasado mucho tiempo. Teníamos una noción exitista también. Salir sexto era pésimo, pero pelear el descenso no sabíamos que existía”, cuenta.

– ¿Cuál era la idea inicial de esto?

La idea era generar un poquito de espíritu colocolino para hacer reaccionar a la gente, hacernos entender que no nos podemos dar por vencidos, no nos podemos entregar hasta que realmente ocurra. También significó editar la figura del Tano Pasman, porque muchos empezaron a imaginarse qué tipo de Tano Pasman iban a ser cuando Colo Colo descendiera. ¡Pero no, faltaban 12 partidos! Esa era una tentación un poco siniestra, no nos podíamos entregar así como así.

– Pero el libro da esa sensación de alguien que se está preparando para lo peor…

Uno no podía decir lo que iba a pasar, pero el riesgo de descender era real. No se puede negar esa posibilidad. Yo siempre digo que el colocolino es terraplanista frente al descenso. Es decir, no existe posibilidad de descender, aunque estuviéramos últimos. Si bien algunos decían que estábamos casi descendidos, como colocolino tenías que rebelarte. Colo Colo está lleno de actos de rebeldía, lo que pasa es que el equipo estaba acostumbrado a ganar, los hinchas estaban malacostumbrados.

“Esa noción de ser hincha en las buenas y en las malas era bien a la colocolina, nunca habíamos tomado nota de cuáles eran realmente las malas. Salir sexto era pésimo, pero pelear el descenso no sabíamos que existía”

– En el libro aparece constantemente el fantasma de River Plate, otro equipo grande del continente que sufrió el descenso hace algunos años.

El de River Plate es un descenso catastrófico porque se llenó de sensaciones negativas en el último tramo de su campaña. En el partido con Belgrano, los hinchas entraron a la cancha y fueron ellos mismos los que, en cierto modo, provocaron su descenso. Cuando hay un partido por jugar, son 90 minutos y puede pasar cualquier cosa. Entonces, los hinchas no pueden generar las condiciones para que su propio equipo descienda. Yo me preocupé de ese escenario, donde el hincha, en vez de apoyar, podía generar un ambiente negativo, de mucha crítica a los jugadores o de amenazas de muerte. Había que neutralizar toda la mala onda que había contra Colo Colo.

2020: EL AÑO ANTICOLOCOLINO

– En un momento dices que el año 2020 fue el más anticolocolino de la historia. De hecho ocupas este concepto alemán del Schadenfreude, que es la sensación de alegría por el sufrimiento del otro…

Justamente, porque había mucha gente que quería que Colo Colo descendiera, para darle una dosis de su propia medicina, según ellos. Hay muchas cuentas pendientes de los anticolocolinos que seguramente querían cobrar. Todo el tema de la “operación salvataje” es una creación artificial para que los árbitros se sintieran presionados en cobrar contra Colo Colo en situaciones límites. Entonces, por eso te digo que, más que prepararse para el desenlace, que era imprevisible, era prepararse para la última batalla.

– También calificas el 2020 como una “paliza emocional” para el colocolino, como una montaña rusa de emociones.

Es que hay que pensar cómo fueron los partidos. Era terrible estar viendo que, pasara lo que pasara en el partido, en los últimos minutos te podías ver enfrentado a una catástrofe, que te anularan un gol, que te hicieran un gol o que tú mismo hicieras un gol. Era una situación bien traumática estar sentado en el sillón, lamentablemente sin poder ir al estadio, porque por último sientes que estás empujando al equipo hacia la victoria. Pero uno estaba en su casa, mirando perplejo lo que ocurría y con esa funesta sensación de que al último minuto ibas a llorar de alegría o de pena.

– El inicio del 2020 lo sitúas en la muerte del hincha Jorge Mora, El Neco, quien fue atropellado por un camión de Carabineros y que le siguió un polémico fallo de la jueza Acevedo ¿Qué tan profundo fue ese hecho para el colocolino?

Es bien duro. De partida, hay que dejar constancia que era otro contexto. El tema de la dignidad se venía discutiendo en los meses previos. Más allá de la posición política que uno tenga, que te vengan a decir que la muerte de una persona está justificada porque era colocolino y había ido al estadio, no es posible. Lo de Jorge Mora es algo que necesitamos recordar como colocolinos y como chilenos, porque no puede volver a ocurrir. No puedes ir al estadio y volver en un ataúd simplemente por ser un hincha de fútbol. Y después, que la persona que tiene que juzgar diga que los hinchas ven los partidos en estado etílico, es lamentable. El caso de Jorge Mora tiene que ver con la dignidad humana.

– ¿El 2020 está marcado por la muerte para Colo Colo?

Sí, porque el caso de Jorge Mora se suma a lo que pasó después con la pandemia. Si es cierto eso de que Colo Colo es Chile, que es la mitad más uno, muy probablemente la mayoría de las personas que murieron por la pandemia fueron colocolinos. Todo eso es parte de un círculo que todavía no está cerrado, que vivimos y lo vamos a recordar.

– También hubo jugadores que parecían estar malditos esa temporada. Pienso en Nicolás Blandi o Leo Valencia, que estaban llamados a ser los referentes y terminaron siendo un fiasco.

Es bien difícil para el hincha lidiar con ese tipo de jugadores, porque de una u otra manera, si Colo Colo se salvaba, iba a ser por uno de ellos. Parraguez, por ejemplo. ¿Cuál es la conclusión de su desempeño esta temporada, si le hizo el gol a Coquimbo, el gol a Unión Española, esa jugada a lo Ronaldinho contra Audax que termina en el gol de Mouche? Uno empieza a sumar los puntos de esas jugadas y fue un jugador que matemáticamente te salvó.

– ¿Y cómo se termina relacionando el hincha con esos jugadores?

Uno lo puede mirar con agradecimiento hoy día, pero en ese momento tenías que pensar que uno de esos zombies te iba a salvar, y uno como colocolino no podía criticarlos porque eran los instrumentos de esa salvación. Hay una relación bien especial con esos jugadores. Imagino lo que deben haber sentido muchos hinchas, que nunca habían apoyado a jugadores que fallaran goles solos o que no sabían devolver una pared. Parraguez es un jugador al que le tiras un pase tranquilo y te devuelve una sandía, pero le tiras una sandía y te puede devolver una joya. De hecho, es increíble que ese jugador, que jugó tan mal toda la temporada, que fue reserva de Blandi, de Paredes y de Morales, haya sido el 9 más importante de Colo Colo.

– También fueron surgiendo héroes improbables. Pienso, por ejemplo, en Gabriel Suazo, a quien tú le partes pidiendo que no le de más pases al rival ¡por favor! y se destapa en el clásico con la U. O Jeyson Rojas, que era un juvenil, que jugaba de central, pero que lo improvisan de lateral y la rompió. O el mismo Pablo Solari en el partido decisivo.

Los tres son casos distintos. Suazo tiene un poco más de experiencia en primera y en ese momento estaba a punto de convertirse en exjugador de alto rendimiento. Su historia depende mucho de sus virtudes y sus defectos. Y los otros son juveniles, que todavía tienen que escribir su historia. Ellos todavía pueden fracasar, no está escrita la última palabra. Pero ellos simbolizan ese momento. Quedan en la memoria colectiva de los colocolinos y eso no se olvida jamás. Solari queda congelado como un jugador de 19 años, dedicándole el gol a su abuelo. Hay jugadores que no van a salir de Talca, todos los que participaron de esa… Iba a decir hazaña, pero esto no es una hazaña. De toda la travesía del descenso.

– Hay un momento en tu libro en que le das una vuelta a qué significa ser colocolino. No sabes si son ganadores, rebeldes o agrandados. Tras esa temporada, ¿llegaste a una respuesta?

Yo creo que el tipo de equipo que es Colo Colo no cambia el espíritu original. Cuando Arellano funda un club, no lo funda para ser campeón, sino para desarrollar ciertos valores a través del deporte. Después se transforma en el equipo que ha sabido ser campeón. Entonces, claro que se pierde un poco de vista ese espíritu original. Lo que se logra en la temporada 2020-2021 también tiene algo valioso, la conclusión fundamental que yo puedo sacar ahí es que Colo Colo sigue siendo compañía para mucha gente, que de una u otra forma no te abandona.

– ¿Entonces, cómo definirías al hincha de Colo Colo?

Hay distintos tipos de colocolinos. Por ahí yo escribí que si a Colo Colo le sacaran a todos los hinchas que no tienen problemas socioeconómicos, que son de estratos medios o altos, Colo Colo seguiría siendo el equipo más popular de Chile. Seguiría teniendo más hinchas que los demás. Entonces, para esa gente que realmente lo pasa mal, Colo Colo sigue siendo una compañía. Y lo que se produce en 2020 es que ese compañero habitual requería también sentirse acompañado.

– ¿Crees que eso le llegó al jugador? ¿Lo sintieron en los momentos claves?

No sé si los jugadores lo sintieron, pero creo que el hincha sí estuvo a la altura. Yo no escuché el “Que se vayan todos” en ningún momento de esta campaña, que es la clásica queja del hincha colocolino cuando se pierden tres partidos. Eso es gratificante. Uno puede subestimar lo que pasa en Twitter, pero masivamente los hashtag eran #VamosColoColoCTM. Esa fue la forma de demostrar que el equipo emocionalmente no estaba solo y que iba a enfrentar ese momento tan difícil con el apoyo de la gente. El viaje a Talca en ese sentido es muy simbólico. En plena pandemia, miles de colocolinos salieron a las calles a demostrar cariño a un equipo que, en cualquier otro momento, era para lapidarlo.

LA LITERATURA DE FÚTBOL

– Hay una cierta tendencia en la literatura futbolera actual de llevar las redes sociales al libro, como lo hizo Roberto Meléndez con Barrio Bravo, que es muy distinto a lo que hacen, por ejemplo, Chomsky o Guarello. ¿Tú te sientes parte de esa tendencia?

Es que hay distintos públicos. Cuando yo escribí mi primer libro el 2002, el único que había era “Cosas del fútbol” de Pancho Mouat. Y claro, hoy día aparecen 50 libros de fútbol. Claramente no hay una sola forma de escribirlos, ya sea desde la academia, o el rigor periodístico, o el rigor histórico. Hay distintas formas de vivir el fútbol.

El primer libro de Meléndez marca algo especial, porque se cuenta algo de otra manera, aunque lamentablemente después repite el mismo registro y pierde de vista la creatividad. Pero esa tradición viene de la literatura futbolera, desde Nick Hornby con “Fiebre en las gradas”. También en España hay un trabajo que es muy interesante, que es la colección de Hooligans Ilustrados, donde está toda la camada de nuevos columnistas del fútbol español.

– ¿Qué es lo que une a todos estos autores?

Son registros que se pueden enriquecer con experiencia propia, un relato más íntimo que yo traté de hacer en “Soy del Colo”, pero sobre todo en este libro, que es más un relato de las emociones partido a partido. Eso es tan parte de la historia como un gol, la atajada de un arquero o un título que se perdió en el último minuto. Los sueños o las pesadillas que uno vive también son parte de una biografía.

“Si a Colo Colo le sacaran a todos los hinchas que no tienen problemas socioeconómicos, que son de estratos medios o altos, Colo Colo seguiría siendo el equipo más popular de Chile”

Por ejemplo, hay tres libros de Católica que son bien interesantes y cada uno tiene su propia personalidad, que son “Soy de Católica” de Diego Zúñiga, “Todavía cruzado” de Álvaro Bley, y otro que estoy leyendo ahora que se llama “Las cosas que hice por la Cato” de Joaquín Escobar, que son derechamente fantasías, pero que determinan la forma de ser hincha de un equipo.

Esta es finalmente la razón por la que la gente se acerca al fútbol. Si vamos a hablar solamente de sociedades anónimas, de acciones en la bolsa, los derechos televisivos de la Premier League, de cuánto vale el pase de Messi o de cuánto tiene que ser el sueldo de Cristiano Ronaldo, estamos un poco equivocados si creemos que eso es lo fundamental en el fútbol. El fútbol es lo que le pasa uno mientras se está jugando un partido.

– Este proyecto también es bien indie, creaste tu propia editorial para poder sacarlo. ¿Por qué optaste por este camino?

Hace tiempo que vengo con la idea de sacar una editorial pequeña, dedicada a libros relacionados con el deporte. En estos momentos estoy en proyectos con Planeta, pero son otras las condiciones completamente distintas. Es como jugar en primera división. Pero en el circuito comercial no caben todas las ideas. Algunas cosas más íntimas o de alcance más corto pueden tener un mercado distinto.

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