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La Convención

11 de Junio de 2021

Columna de Valentina Rosas: Participación, el anhelo de la ciudadanía

Hoy debemos comprender un proceso constituyente que no se limita a los 155 convencionales y una participación ciudadana que no se agota en el voto.

Valentina Rosas
Valentina Rosas
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Hace unos días tuvimos una oportunidad única: conocer y escuchar a 107 de los y las 155 constituyentes que este año trabajarán para redactar una nueva Constitución Política.  El encuentro entre los y las convencionales, el rector de la UC, Ignacio Sánchez, el rector de la U. de Chile, Ennio Vivaldi, y el equipo de Tenemos que Hablar de Chile generó alta expectación y no era para menos: fue la primera vez que muchos de las y los constituyentes compartían un mismo espacio virtual. Podríamos decir que en la cita estuvo todo el país representado, dado que hubo constituyentes de los 28 distritos, de todas las listas y al menos la mitad de los pueblos originarios.

La invitación fue abierta. El objetivo de esta era compartirles los principales hallazgos de las conversaciones digitales que impulsamos el año pasado y también cumplir con la promesa que adquirimos con los y las participantes: que lo que nos dijeron no quedaría en nada, que lo compartiríamos con las más diversas autoridades y figuras líderes. Desde enero pasado nos hemos enfocado en cumplir esa palabra empeñada y ya hemos socializado los resultados con el Gobierno, las autoridades del Congreso, rectores y rectoras de universidades, líderes gremiales, culturales y otras organizaciones de la sociedad civil. En este último encuentro, el punto era poner a disposición de la Convención el informe que contiene los anhelos e inquietudes de la ciudadanía de cara a los cambios que vivimos, con el deseo de que lo acojan como un insumo a la hora de trazar una nueva hoja de ruta para Chile.

“El objetivo de esta invitación abierta era compartirles los principales hallazgos de las conversaciones digitales que impulsamos el año pasado y también cumplir con la promesa que adquirimos con los y las participantes: que lo que nos dijeron no quedaría en nada, que lo compartiríamos con las más diversas autoridades y figuras líderes”.

Pero un segundo tema nos resultaba igual de fundamental, que era abrir la conversación sobre cómo fomentar la participación ciudadana. Una de las ideas principales que rescatamos de los diálogos y que presentamos a los convencionales es la participación no como un accesorio, sino como un complemento de la acción de los representantes. En nuestra propia experiencia, vimos lo importante, lo complejo, pero lo absolutamente necesario que es articular espacios para la participación sobre todo de aquellas personas que normalmente no saben o no pueden participar. Con esa convicción, fuimos en búsqueda de aquellos sectores que usualmente están marginados de estas instancias, tales como las personas privadas de libertad y habitantes de sectores rurales que no cuentan con la tecnología necesaria.

Observamos que en esta materia los y las constituyentes tienen mucho que aportar. En un 2020 marcado por las cuarentenas, la distancia social y la incertidumbre, también los candidatos y candidatas a ese cargo encontraron novedosas formas para estar cerca de las personas y recoger sus opiniones, escuchar sus malestares y compartirles sus visiones sobre el país. Sus experiencias pueden ser una tremenda fuente de información e inspiración.

En el encuentro vimos la diversidad de puntos de vistas y realidades que representa cada constituyente. Eso mismo ocurría en las conversaciones digitales que impulsamos, en las que personas desconocidas entre sí se reunían a hablar sobre qué mejorar, cambiar o mantener del país, y cómo cada participante podía contribuir a eso. En esos diálogos vimos roces, diferencias de opinión y —tal como ocurre entre amigos, al interior de una familia o en una sala de clases— sabemos que durante el desarrollo de la Convención pasará lo mismo. Pero tal como primó en nuestras conversaciones ciudadanas el respeto mutuo y la buena voluntad para dialogar, sabemos que nuestros nuevos representantes sabrán hacer lo mismo. La composición de la Convención refleja esa heterogeneidad del país, que es tan celebrada porque entendemos que ahí radica nuestra riqueza.

“En un 2020 marcado por las cuarentenas, la distancia social y la incertidumbre, también los candidatos y candidatas a ese cargo encontraron novedosas formas para estar cerca de las personas y recoger sus opiniones, escuchar sus malestares y compartirles sus visiones sobre el país. Sus experiencias pueden ser una tremenda fuente de información e inspiración”.

Vimos, también, una disposición al diálogo que nos llenó de esperanza. Dialogar no significa transar en las creencias y opiniones personales. Mucho menos negociar o convencer o encontrar o no la razón al otro; sino algo más sencillo, pero no por ello menos importante (que por varias razones nos cuesta): entendernos. Conscientes de los distintos proyectos políticos que cada una y uno impulsa, a la luz de este primer encuentro, desde Tenemos que Hablar de Chile estamos convencidos de que el diálogo no es un anhelo vago, sino una forma concreta de responder a las demandas ciudadanas. Mucho se ha hablado de un llamado ciudadano a renovar la política, pero esto es mucho más que la integración de nuevos actores al ajedrez. También se exigen nuevas lógicas, nuevos lenguajes, nuevas actitudes.

Hoy debemos comprender un proceso constituyente que no se limita a los 155 convencionales y una participación ciudadana que no se agota en el voto. Hoy tenemos un gran desafío, generar más espacios de escucha, diálogo y participación. Porque la ciudadanía no quiere ser simple espectadora de los cambios que estamos viviendo, sino que quiere ser la protagonista de la creación de un país donde todas y todos podamos vivir mejor.

Mucho se ha hablado de un llamado ciudadano a renovar la política, pero esto es mucho más que la integración de nuevos actores al ajedrez. También se exigen nuevas lógicas, nuevos lenguajes, nuevas actitudes”.

*Valentina Rosas es subdirectora de Tenemos que Hablar de Chile, una plataforma de diálogo e incidencia ciudadana impulsada por la Universidad Católica y la Universidad de Chile.  

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