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Entrevista Canalla

25 de Junio de 2021

Ernesto Belloni, comediante y empresario: “Mis seguidores todavía me piden que me rasque el traste”

Dice que tiene guardado al Che Copete. Dice que los tiempos han cambiado. Él también ha cambiado: hoy hace menos humor y más negocios. Produce un multivitamínico, longanizas, da charlas motivacionales. Pero, anuncia, el Che Copete todavía tiene su público y en cualquier momento volverá.

Por

“Yo solía estar nervioso”, reconoce esta figura, Ernesto Belloni, hito del humor criticado, leyenda viva de la talla de oficina, creador del borracho de happy hour: el zigzagueante, el efervescente, el Che Copete, insigne chileno con el marrueco abierto. “Pero ahora -prosigue- consumo antes de cada comida una pastilla de este multivitamínico…”

-Jaa…

Y Ernesto -64 años, casado, tres hijos, humorista en etapa de reflexión, empresario en fase de construcción-, sonriente, con pose de spot, muestra el envase de unas vitaminas. En el envase se aprecia una foto estampada de Ernesto Belloni, un Belloni antiguo, joven y audaz, de pelo untado en gel, un humano sano en vías del éxito.

-En esto estoy- avisa.

-¿En el mundo del fármaco?

-En calmar a la gente.

-¿La gente no está calmada?

-Estás más huevón. La gente está como el forro.

-¿Y la gente no se está riendo?

-Poco.

Lo que pasa es que ahora Ernesto es mucho más serio que antes. Ernesto, por ejemplo, es un abstemio que vive pensando en negocios. Este señor ahora es un emprendedor en completo estado de sobriedad que produce vitaminas. Y otras cosas. Un día, hace un año, fue al doctor y le dijo:

-Estoy sin energía.

-Usted necesita magnesio- le dijo el doctor.

-…y, dígame, doctor… ¿qué es esa huevada?- le respondió, con franqueza, Ernesto.

Y el doctor, en fin, le dijo que también necesitaba vitamina B6, vitamina B12, vitamina D, por Dios, señor Belloni, le apuntó el doctor, si bien extrañamente el colesterol lo tiene controlado, usted es un débil irresponsable que anda por la vida ignorando el magnesio. Y Ernesto llamó a un laboratorio y gritó: “¡Quiero magnesio! ¡Y vitamina B12! ¡Y una serie de otras huevadas!”. Y desde el laboratorio dijeron: “Le haremos una pastilla que contenga todo eso”. Y así empezó. Le hicieron esos comprimidos y Ernesto, con astucia, primero se los hizo probar a sus hijos y, tras detectar que no ocurría nada anormal, comenzó una producción local. A baja escala. Contrató a unos jóvenes, contrató a uno de sus hijos. Y estampó una foto de sí mismo en el envase, “a puro Photoshop”, confiesa sin miedo, endurecido por el marketing.

-Puta, y ahora me ha ido el descueve con el multivitamínico que contiene magnesio y otras huevadas- reconoce el empresario. Una pastilla y estarás en control de ti mismo. ¿Nervios, ansiedad, tendencia a devorar la totalidad del refrigerador? Ja. Basta. Ahora Un Producto Belloni te energizará. Serás fuerte. Serás atlético y vistoso.

Lo que pasa es que ahora Ernesto es mucho más serio que antes. Ernesto, por ejemplo, es un abstemio que vive pensando en negocios. Este señor ahora es un emprendedor en completo estado de sobriedad que produce vitaminas.

-¿Cómo se llama el multivitamínico?

-AN X1 Control.

-¿Qué?

-Es un nombre serio…

-Sí, claro, y… tímidamente pegajoso…

-Claro. “Señorita, ¿le queda AN X1 Control?” ¡Fácil!

-El nombre seduce…

-Ha funcionado. Y regula el apetito.

Hay, entonces, dos Belloni: uno es el antiguo, el que deslumbró al Kike Morandé y al zorrón que se plasmó un polero en la tetilla (“Los amigos del Kike, todo ese circuito social, me quieren más que la cresta”, analiza), el Belloni de la era del Che Copete (“El Che Copete está encerrado”, sentencia), el que vivió entre tangas (“Nunca miré a una mujer en el camarín”, tajante), el calentón criollo que enfocaba escotes (“Me ajustaba al libreto”, declara), el que orinaba en las plantas (“Jajaja”, se deja llevar), el simpático de la barra (“Todos se han curado alguna vez”, lanza con seguridad). Y el otro es el solemne, el Belloni con conducta de empresario, el alcohólico reformado post Festival 2019, el post Estallido, el sensato que calma la ansiedad de la gente.

-También trabajo con la longaniza…- emite sorpresivamente.

-… no lo dudo…

De pronto, supone el reportero, a Ernesto se le pudo haber filtrado una ráfaga de Che Copete. Una referencia mundana a la masculinidad.

-No, huevón -aclara el emprendedor-, produzco longanizas. Se llaman Longanizas Don Che.

-Usted es una máquina.

-Y también tenía Longanizas La Camboyana…

-El nombre puede asustar, Ernesto.

-Pero tuve que frenar la producción. No están los tiempos para Longanizas La Camboyana.

El cómico ha derivado en un compulsivo del comercio. El actor ameno que lucía el ombligo, el ebrio que se pintaba de rojo la nariz, ahora es una pyme full time. Todo se puede vender. Vitaminas, longanizas, shows en vivo, shows envasados, charlas motivacionales destinadas al crecimiento interno. Bajó de peso y afinó el olfato económico.

-Peso 95 kilos. Mi récord son 120 kilos.

-¿Al estar más flaco es menos gracioso?

-Menos grasa, menos gracia. Eso dicen- responde sin titubear.

“Produzco longanizas. Se llaman Longanizas Don Che”.

-¿Le cuesta ser cómico, Ernesto?

Y Belloni se queda pensativo.

-Uno es lo que es. Uno siempre tiene su gente, su público.

-¿Chile está más fome?

-Más fome que la cresta. Bueno, siempre lo ha sido.

-¿Usted está más fome?

-Para algunos debo estarlo. Hay otros que siguen riendo de las mismas cosas de antes. Hay gente que pide al Che Copete.

-¿Dónde está el Che Copete?- preguntamos subiendo la voz.

Ernesto Belloni no demora un segundo.

-A ese huevón lo tengo fondeado.

COPETE PARA TODOS

Hubo un tiempo en que su sueldo lo obtuvo a base de eruptos. Hubo un tiempo en que pegaba su gruesa humanidad sobre el pantalón ajustado de una vedette.

-El libreto…

-¿Qué tenía el libreto?

-Me forzaba a puntear a las minas.

Fue un alcohólico glorificado. El héroe simpático, el bulto inerte dormido en el escenario. El vivaracho acomodado en los pechos de Marlén Olivarí. Morandé reía con lágrimas.

Y si uno le dice:

-Ernesto, ¿cuál es su virtud?

Él responde, a modo de currículum:

-Ernesto Belloni, nacido el 26 de noviembre del año 1956, no estuvo en ninguna universidad, no hizo un curso de nada. El señor Belloni únicamente es bueno para el hueveo. Y nada más.

Pero lo dice con seriedad.

Y ahora lo invade una culpa:

-Mi señora me decía: “¡Para qué te punteas a las vedettes!”

-¿Usted cómo se defendía?

-“Es el libreto, mi amor, el maldito libreto”, reclamaba yo, con la voz quebrada… Era espantoso…

-¿Y quién escribía los libretos?

-Puta, yo…

Y el héroe baja la cabeza.

-¿Y por qué esconde al Che Copete?

-Porque no es su momento. El Che Copete sabe que tiene que resguardarse un poco. Pero la gente me lo sigue pidiendo.

-¿Es verdad que el Che Copete causa carcajadas en cierta elite?

-Puta, me llaman los amigos del Kike Morandé. Me dicen: “Es muy simpático el Che Copete, mi señora dice que yo me copeteo y me pongo igual”. He hecho presentaciones en Las Brisas de Chicureo y ahí el Che Copete causa furor. A veces me llaman grupos de oficinistas, puros hombres, gente fanática del flato, esos que se ponen a mear en los floreros, y me piden que haga algún show. A ellos les gusta reírse de lo mismo de antes.

Mi señora me decía: “¡Para qué te punteas a las vedettes!”

-¿Qué es lo de antes?

-No sé… cómo se explica uno que lo que hacía reír a la gente el 17 de octubre del 2019, dejó de ser gracioso a partir del 18 de octubre del 2019…

-¿Chile cambió?

-Parece.

-¿Y el humor no había dado un giro antes de eso?

-Claro, sí, hay que insertarse en lo nuevo. No decir cosas ordinarias. El otro día hice un show y dije, en un desliz, la palabra: “Hueco”. Y me pifiaron.

-¿Y qué hizo?

-La cagué más…

-¿Qué dijo?

-“Reculo”, dije. Y me pifiaron. Y después dije: “Empecemos por atrás”. Y me pifiaron…

Retoma la mesura.

-Nos criaron así…- reflexiona.

“A veces me llaman grupos de oficinistas, puros hombres, gente fanática del flato, esos que se ponen a mear en los floreros, y me piden que haga algún show. A ellos les gusta reírse de lo mismo de antes”.

-¿Qué le piden sus seguidores?

-Mis seguidores todavía me piden que me rasque el traste. En serio. Un señor bien elegante me dijo una vez: “Eso de rascarse el trasero lo encuentro genial…”. O que haya flatos. Que esté con el ombligo al aire. Ese público todavía existe. Pero está agazapado, en silencio. Tan agazapado como el mismo Che Copete, que está en el clóset. Pero ya llegará el día en que el Che Copete saldrá del clóset.

-Perdone, ¿insinúa que el Che Copete se tornará gay?

-¿Ah? ¿Gay?

-Pensé que había aportado con una metáfora al decir que el Che Copete saldrá del clóset…

-Chuta… No lo había pensado…

-Podría ser interesante. O que se llame simplemente el Che…

-¡Claro! ¡Y que sea un borracho de izquierda!

Y Ernesto ríe, modernizado, como si hubiese modificado su humor.

Como si hubiese dado un giro.

Entonces, claro, está el Ernesto Belloni de antes, el Che Copete erotizado, el que punteó. Y está el otro, el nuevo, el que vende cosas. El que fue sacudido por la pandemia. El que le habla a la gente sin aportar un chiste. El Belloni que cuenta la verdad.

-Sí, amigo, yo le enseño a la gente que fracasar no tiene nada de malo.

Y anuncia teatralmente:

-Yo doy charlas motivacionales. Yo le digo a la gente: “Tú eres el arquitecto de tu vida”.

“Un señor bien elegante me dijo una vez: “Eso de rascarse el trasero lo encuentro genial…”. O que haya flatos. Que esté con el ombligo al aire. Ese público todavía existe. Pero está agazapado, en silencio. Tan agazapado como el mismo Che Copete, que está en el clóset. Pero ya llegará el día en que el Che Copete saldrá del clóset”.

EL ORADOR

Así empiezan sus charlas:

“Hola. Mi nombre es Ernesto Belloni. ¿Saben por qué estoy aquí? Porque quiero devolver la mano…”.

Las charlas las destina a gente triste, a familias quebradas. A los vulnerables. Las graba en un estudio de televisión y las cede a alguna municipalidad.

-No son humorísticas- advierte.

Es como si allí hablara un Che Copete que pasó por Alcohólicos Anónimos. Este hombre que da charlas parece un Che Copete rehabilitado.

-Noooo…- niega Ernesto- les cuento mi experiencia solamente.

Los puntos esenciales que transmite Ernesto Belloni son los siguientes:

1) “Eres el arquitecto de tu vida”. Está en ti, asegura. Tú puedes, mírame, yo soy Belloni, un huevón que sólo sabe huevear, y he logrado una familia, tres hijos, una mujer que amo.

2) “Aléjate de las personas negativas”. Ahí no está el poder.

3) “Todo se vende”. Yo una vez, cuenta, me hice amigo de un hippie al que, con mucha emoción, le regalé unas piedras de colores que encontré en el mar. El hippie las vendió todas.

4) “Cuida la familia”. Ahí está el poder.

Y así levantó una vida. Hoy tiene más de siete propiedades y así amplifica sus ingresos. Aún, lealmente, sigue colgando del brazo de Viviana Rivas, su esposa. Alguna vez vendió candados, limpió letreros, limpió tiendas. Alguna vez convivió con tantos glúteos, de ellos, de ellas, y fue un borracho épico, el mejor ebrio de nuestra historia. Hoy vende longanizas. Hoy vende unas vitaminas llamadas AN X1 CONTROL. Hoy, según parece, está diferente.

-Uno aprende. Uno va cambiando.

-¿Volverá el Che Copete?

-Mi plan es hacer un show con la Kathy Barriga. Eso tengo en mente.

-¿Y sigue nervioso o ansioso?

-Noo… con estas vitaminas imposible…

Añade:

-Eso sí, aún con estas vitaminas… yo sé que no me moriré viejo. Yo creo que me voy a morir más pronto que tarde…

“Mi plan es hacer un show con la Kathy Barriga. Eso tengo en mente”.

-¿Qué es lo que quiere hoy?

-Fíjate que lo que más quiero es descansar- y, entre suspiros, el productor de un multivitamínico, el hombre que se llenó de magnesio, por un rato parece apagado. En poco rato más este empresario tendrá que volver a trabajar.

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