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Opinión

19 de Julio de 2021

Columna de Rafael Gumucio: El Cid Campeador

Agencia Uno

Lo que la ciudadanía ha dicho mil veces en estas últimas elecciones es que ya no cree ni en los dos grandes bloques, ni en los micro bloques dentro de los bloques. Confía en las personas y en la coherencia personal de sus discursos. Quiere que le cuenten historia. En se sentido, la manera majadera en que Sichel contó la leyenda de su meritocracia fue perfectamente lúcida. Boric la interpretó de manera geográfica, mostrándonos la historia de un joven sensible y provinciano que se asoma al mundo de Santiago.

Rafael Gumucio
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La leyenda cuenta el Cid Campeador, muerto ya, pero montando su caballo, ganó su última batalla. Lo hizo en parte porque nadie esperaba que pudiera seguir peleando. Lo hizo, venció, pero no pudo, naturalmente, celebrar su victoria. Algo se podría decir de parecido con la ex Concertación. Esta elección la ganó claramente tanto en su encarnación derechista, Sichel; como en su consecuencia de izquierda, Boric. Ambos descendientes del tronco demócrata cristiano (Boric por el padre), ambos estudiaron Derecho en democracia, ambos beneficiarios de las políticas de los gobiernos de centro de izquierda y ambos críticos de ese legado, hasta tal punto en el caso de Sichel que llegó a gobernar con la alianza contraria.

Sichel enarboló el amarillo como su color, pero Boric se hizo con el discurso de la renovación socialista, el que no puede creer en Cuba, el que se plantea lejos de los buenos muy buenos y los malos muy malos e incorpora temas y formas de lucha distinta. No es un amarillo, claro, pero lo que lo diferencia de la versión más izquierdista del amarillismo es a esta altura sólo una cuestión de edad y de trayectoria. Ni Yasna ni Paula tienen grandes diferencias ideológicas con Gabriel, pero Gabriel tiene aún la ilusión de no verse manchado por la vieja política de siempre. Aunque su firma en el pacto de noviembre lo hizo conocer todos los infiernos de los que se juegan por la responsabilidad política en vez del coqueteo con el lado salvaje que tan mal el salió al pobre Jadue.

Su soberbia, su sordera, su machismo intrínseco, su obcecación, le jugaron al candidato comunista una mala pasada. Pero no estoy seguro que sus defectos personales, que salieron a la luz de manera espectaculares, son los únicos causantes de su desastre. Más que su estupidez, sorprendente en un hombre tan inteligente, fue justamente el énfasis en un programa que no piensa en Chile ni mira a los Chile su primer error. Su segundo error es también uno de sus aciertos, que es la legión de seguidores y bot odiosos y sedientos de venganza que se dedican a destrozar a cualquiera que critique al líder.

Ni Yasna ni Paula tienen grandes diferencias ideológicas con Gabriel, pero Gabriel tiene aún la ilusión de no verse manchado por la vieja política de siempre. Aunque su firma en el pacto de noviembre lo hizo conocer todos los infiernos de los que se juegan por la responsabilidad política en vez del coqueteo con el lado salvaje que tan mal el salió al pobre Jadue.

Habría que sumar a esos defectos uno último. Jadue es comunista, ahí reside su capacidad para sobrevivir a todo y hacer política, pero ahí reside su principal debilidad. Es también en el otro lado la debilidad de Lavín, y su relación con la UDI. Los dos partidos pertenecen a la Guerra Fría y es ésa, y sus consecuencias, la que han terminado en Chile. La UDI y el Partido Comunista permiten a los que son parte de ellos entender el mundo de una sola y definitiva vez, pero quienes no pertenecen al club temen justamente la manera perfectamente clara en que ven las cosas.

Lo que la ciudadanía ha dicho mil veces en estas últimas elecciones es que ya no cree ni en los dos grandes bloques, ni en los micro bloques dentro de los bloques. Completamente neoliberales, confía en las personas y en la coherencia personal de sus discursos. Quiere que le cuenten historia y en ese sentido la manera majadera en que Sichel contó la leyenda de su meritocracia fue perfectamente lúcida. Boric la interpretó de manera geográfica, mostrándonos la historia de un joven sensible y provinciano que se asoma al mundo de Santiago. ¿Qué cuento contó Lavin, Jadue, Briones, Desbordes? Trataron de hacer política, de convencer con su currículum en el servicio público o en el caso de Briones, intentar no aparecer ni en su propia campaña. No nos contaron un cuento, así que tampoco nadie quiso saber en que termina.

Para que haya otra vez tiene que haber un “había una vez”. Eso es algo que quedó más claro que nunca la noche de este domingo. También quedó claro una vez más que como dijo el escritor argentino César Aira, los chilenos prefieren algo nuevo a algo bueno. Sobre todo cuando ese algo bueno es bastante malo. Más aún cuando eso aparentemente nuevo conecta con algo esencialmente antiguo que parecía haber cambiado y no cambió: el chileno ante todo y sobre todo es una criatura de centro izquierda. Puede virar a la derecha y a la izquierda cuando no funciona nada de lo que funcionaba, pero apenas hay algo parecido a un programa de reforma más o menos coherente, votará por él. El Cid ganó esa batalla a muerte. Esa es una buena noticia. La mala es que está muerto, y dado las vacilaciones de Yasna y la falta de fuego de Paula, todo indica que no va a resucitar.

¿Qué cuento contó Lavin, Jadue, Briones, Desbordes? Trataron de hacer política, de convencer con su currículum en el servicio público o en el caso de Briones, intentar no aparecer ni en su propia campaña. No nos contaron un cuento, así que tampoco nadie quiso saber en que termina.

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