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Opinión

20 de Julio de 2021

Columna de Ernesto Águila: Primarias, el día después

Agencia Uno

El resultado de las primarias redibuja el tablero político presidencial y parlamentario. En la derecha, el liderazgo de Sichel deja un electorado conservador y más duro disponible para un crecimiento de J.A. Kast. En el ámbito de la izquierda es altamente probable el surgimiento de una alternativa de la Lista del Pueblo, aunque se debe reconocer que esta también hubiese surgido en caso de ganar Jadue.

Ernesto Águila Z.
Ernesto Águila Z.
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Las recientes primarias de la izquierda y de la derecha han tenido resultados inesperados, no sólo porque sus triunfadores -Gabriel Boric y Sebastián Sichel- partían como retadores más que como favoritos, sino también por lo expresivo de los resultados.

La izquierda puede anotarse como un triunfo la mayor movilización que logró frente a la primaria de la derecha, poco más de cuatrocientos mil votos de diferencia, en el marco de unas primarias con una participación excepcionalmente alta. También se puede anotar como un logro que los dos candidatos de la izquierda obtuvieran más votos que el primero de la derecha y que Boric traspasara la barrera del millón de votos. Estos datos colocan a la candidatura de “Apruebo Dignidad” como la primera opción de pasar a segunda vuelta en noviembre.

A su vez, la reciente primaria ha terminado de consolidar un cambio generacional en los liderazgos en la política chilena, tanto en la izquierda como en la derecha, unido a una creciente participación de un electorado menor de 35 años que viene siendo decisivo para definir las elecciones. Esa arraigada idea de que las elecciones se ganan en el “centro” debiera revisarse a la luz de este nuevo votante que se mueve más por ciertos ejes temáticos (ecologismo, feminismo, diversidad, ciudad, regionalización y los múltiples problemas derivados de la precarización de la vida) que por una geometría basada en representaciones políticas que han ido quedando obsoletas.

¿Qué significa en la derecha el triunfo de Sichel? Por lo pronto, ha terminado por jubilar a un desdibujado Lavín. Detrás de su triunfo está el piñerismo y su votación se explica en gran medida por el disciplinamiento clientelar y los recursos de poder del Gobierno. Su guion de hombre de “abajo” e independiente se contradice con la poderosa red política y empresarial que lo rodea. En los próximos meses veremos un majadero esfuerzo por transformar su biografía en un programa.

El triunfo de Sichel representa una derrota para los partidos tradicionales de la derecha y la instalación de facto de un partido transversal -una suerte de piñerismo reciclado- que ha pasado a reemplazarlos y a manejar los hilos del poder. Representa una desinstitucionalización de la derecha política. Como mérito se debe reconocer que de los cuatro candidatos en competencia en su sector, era el único con alguna posibilidad -incipiente aun- de reconectar a la derecha con votantes más allá de las tres comunas del Rechazo.

Esa arraigada idea de que las elecciones se ganan en el “centro” debiera revisarse a la luz de este nuevo votante que se mueve más por ciertos ejes temáticos (ecologismo, feminismo, diversidad, ciudad, regionalización y los múltiples problemas derivados de la precarización de la vida) que por una geometría basada en representaciones políticas que han ido quedando obsoletas.

En la otra vereda seguramente correrá mucha tinta para explicar el contundente e inapelable triunfo de Boric sobre Jadue (con la excepción del voto en el extranjero, éste venció en todas las regiones del país y en 311 de las 346 comunas). El propio Jadue en su discurso de reconocimiento de su derrota intentó una explicación y una autocrítica. Apuntó a una cierta desunión y tendencia cainita en la izquierda y a una campaña que no supo poner al mundo independiente por sobre los partidos y que optó por lo identitario más que por la vida cotidiana y real de las personas. Habló de manera un poco hermética de “llegar tarde”. Seguramente le jugó en contra una campaña -en su discurso y estética- muy centrada en los convencidos y poco abierta a nuevos sectores y subjetividades. Lo contrario de lo que había hecho en Recoleta con sus “soluciones populares”. Finalmente, la fuerte apuesta por sumar al mundo social del 18-O no resultó exitosa, toda vez que éste parece no estar dispuesto a delegar su representación en actores distintos a ellos mismos.

El triunfo de Boric fue creciendo como posibilidad mientras avanzaba la campaña, y éste mostraba solidez y solvencia en los debates. Fue ganando credibilidad presidencial y logró conectar con las generaciones mayores. Se posicionó como un liderazgo nuevo, pero también dio señales de reconocerse en una historia más larga de luchas sociales, de la izquierda y, especialmente, del socialismo chileno. Quizás su mayor acierto electoral fue entender que a una sociedad y un pueblo tan golpeado por la pandemia y las crisis social y económica, no se le podía hablar sólo desde las emociones de la rabia y el dolor, sino también desde la esperanza.

Por otra parte, el resultado de la primaria deja en una situación crítica a Unidad Constituyente o ex Concertación. Sichel hará uso de su pasado DC -ya invocó a Frei Montalva en sus discursos de triunfo en las primarias- para entrar a disputar el espacio socialcristiano; y Boric tiene una gran potencialidad de crecimiento hacia el mundo socialista y de centroizquierda. El escenario dibujado por algunos estrategas de la opción de la senadora Provoste, en el que luego del 18 de julio se abría un espacio amplio de centro –el “ancho camino del medio”- frente a las candidaturas de Jadue y Lavín, que evaluaban como las más polarizantes, hoy se ve desdibujado por los triunfos de Boric y Sichel. La senadora Provoste sigue siendo una candidata competitiva, pero luego de la primaria ha visto reducido su espacio político-electoral.

El escenario se vuelve más crítico para la opción de Paula Narváez: si su candidatura termina resignándose frente a la DC, dejará todo el espacio socialista libre al liderazgo de Boric y del FA, pero la opción de llegar a noviembre, que está siendo seriamente considerada, choca con el interés de los parlamentarios de reelegirse y arriesga una debacle electoral para el PS. La otra alternativa es apoyar la opción de Boric y volver, así, a domiciliarse en la izquierda, lo que no se ve fácil dadas las desconfianzas instaladas y los problemas que traería consigo intentar construir una lista parlamentaria común.

Por otra parte, el resultado de la primaria deja en una situación crítica a Unidad Constituyente o ex Concertación. Sichel hará uso de su pasado DC -ya invocó a Frei Montalva en sus discursos de triunfo en las primarias- para entrar a disputar el espacio socialcristiano; y Boric tiene una gran potencialidad de crecimiento hacia el mundo socialista y de centroizquierda.

El resultado de las primarias redibuja el tablero político presidencial y parlamentario. En la derecha, el liderazgo de Sichel deja un electorado conservador y más duro disponible para un crecimiento de J.A. Kast. En el ámbito de la izquierda es altamente probable el surgimiento de una alternativa de la Lista del Pueblo, aunque se debe reconocer que esta también hubiese surgido en caso de ganar Jadue. La buena participación lograda por la derecha en su primaria, unida a una posible dispersión de candidaturas en el mundo de la izquierda y de la centroizquierda, ha aumentado las posibilidades de que la derecha pase a la segunda vuelta. Una disputa en segunda vuelta de Apruebo Dignidad y la derecha, es decir, de Gabriel Boric y Sebastián Sichel, configura un escenario en que la primera opción la tendría el candidato de Apruebo Dignidad. Si así fuera, se habría elegido efectivamente en la primaria de la izquierda del domingo el próximo presidente de Chile.

Si la candidatura del diputado Boric nació en un momento para resolver un problema de identidad y cohesión de un FA en crisis, hoy se ha vuelto una opción presidencial real. Gobernar y no decepcionar no es fácil en nuestro país, ampliar las alianzas sin perder coherencia programática tampoco. Un gran desafío, sin duda, para el liderazgo de Gabriel Boric y para una izquierda que deberá aprender a mantenerse unida, desarrollar confianzas, y adquirir disciplina y agudeza táctica para enfrentar obstáculos y adversarios muy poderosos.

*Ernesto Águila es analista político y académico de la Universidad de Chile.

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