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Opinión

21 de Julio de 2021

Columna de Ricardo Araya: Salud mental, jóvenes y pandemia: complejas decisiones

Agencia Uno

El impacto real sobre la salud mental de los jóvenes no se conocerá por un buen tiempo. Chile debería hacer un gran esfuerzo para que esta generación de jóvenes, especialmente aquellos que ya están en situación de vulnerabilidad, no sea desproporcionadamente afectada por esta pandemia.

Ricardo Araya
Ricardo Araya
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El Covid-19 pareciera respetar la vida de niños y adolescentes (jóvenes). En Chile y Gran Bretaña no mas de 100 jóvenes han muerto por Covid-19. Como las muertes y hospitalizaciones parecen marcar el paso de las decisiones de los gobiernos para lograr un equilibrio entre contener la pandemia y abrir la economía, no sorprende que el impacto de la pandemia entre los jóvenes no sea un tema de preocupación pública aún. A menudo, la asociación entre jóvenes y pandemia es para enrostrarles que sus conductas indebidas contribuyen a esparcir el virus. Una percepción odiosa que no ayuda en nada.

La evidencia global en torno al impacto de la pandemia en la salud mental de los niños y jóvenes recién empieza a acumularse y tomará tiempo antes de que tengamos claridad en torno a estas tendencias. No hay muchos estudios que cubran periodos pre- y post-pandemia y los existentes tienen muchas limitaciones. No es fácil realizar investigaciones rigurosas en tiempos de pandemia. Eso sí, ya hay alguna evidencia que sugiere que la salud mental de los jóvenes que ya venía empeorando antes de la pandemia pareciera haber continuado esta tendencia durante la pandemia, especialmente en los grupos más vulnerables. En Gran Bretaña, por ejemplo, las derivaciones a centros de atención de salud mental para jóvenes se han triplicado desde el comienzo de la pandemia. Una proporción importante de los jóvenes lo esta pasando mal y con la excepción de los familiares o amigos cercanos, no muchos se percatan de esto.

Es bueno separar las consecuencias adversas sobre la salud mental producto de la infección misma de aquellas relacionadas con las medidas adoptadas para detener el avance de la pandemia.

Dentro de las relacionadas con la infección misma, es importante recordar que los jóvenes sí se infectan y transmiten el virus a otras personas. A pesar de que la infección aguda a menudo cursa con síntomas leves, las consecuencias mentales a largo plazo son aún desconocidas. No obstante, ya se reportan casos del así denominado “Covid Largo” en jóvenes relacionados con la esfera mental. No está claro si estos síntomas son de causa biológica o psicológica, pero que existen es una realidad indesmentible. Potencialmente, muchos jóvenes podrían transformarse en enfermos crónicos.

Hay muchas razones por las cuales cuidar la salud mental de los niños y adolescentes es importante y esto es independiente de la pandemia.

Una de las razones más importantes es que la mayoría de los trastornos mentales comienzan en etapas tempranas de la vida. Si se quiere prevenir hay que actuar precozmente. A menudo los enfoques preventivos son más difíciles de “vender” a la clase política porque los resultados no son demostrables en el corto plazo. Sin embargo, para los que trabajamos en el mundo de la salud pública, la prevención es “oro”.  Si no actuamos a tiempo, como podría ser ahora con la pandemia, solo queda tratar la enfermedad, a veces de por vida.

Hace unos días un candidato a presidente de Chile fue acosado para que revelara sus trastornos mentales. Lo poco que dijo (comprensible dado el estigma aún vergonzosamente prevalente) fue interesante. Su trastorno comenzó cuando tenía 12 años y podría durar de por vida.

Se consideraba afortunado de recibir tratamiento en un país donde solo una proporción pequeña tiene acceso a este. Chile, orgulloso de ser considerado un país desarrollado o a las puertas del desarrollo, “muestra la hilacha” del sub-desarrollo subyacente con la baja inversión estatal en salud mental.

Ya se reportan casos del así denominado “Covid Largo” en jóvenes relacionados con la esfera mental. No está claro si estos síntomas son de causa biológica o psicológica, pero que existen es una realidad indesmentible.

En Europa, la mayoría de las escuelas están abiertas, pero con múltiples medidas de protección, incluyendo detección y aislamiento rápido de casos. En Chile, muchos colegios privados están abiertos, pero no así los del sector público, donde la mayoría de los jóvenes reciben su educación. Si no vas a la escuela, tu desarrollo intelectual y psicológico se ve afectado y estás privado de otras cosas que son importante para la salud mental (incluyendo comida). Para los jóvenes de escasos recursos, los años alejados de la sala de clases y con escasas posibilidades de acceder a la limitada oferta digital en educación, contribuirán a disminuir el desigual acceso a oportunidades para una vida más plena. Es urgente considerar qué medidas se deben poner en práctica, incluyendo la necesidad de vacunar a jóvenes, para lograr la apertura de las escuelas.

En torno a la salud mental de los jóvenes durante la pandemia, solo tres comentarios adicionales.

Primero, muchas de las situaciones afectan la salud mental están relacionadas con las etapas del desarrollo en que se encuentra la persona. El estar aislado en casa no afecta mayormente a un niño de 6 meses, pero para un adolescente el encierro y la falta de contacto social (a pesar de los celulares) pueden ser muy dañinos.

Chile, orgulloso de ser considerado un país desarrollado o a las puertas del desarrollo, “muestra la hilacha” del sub-desarrollo subyacente con la baja inversión estatal en salud mental.

Segundo, los efectos adversos de la pandemia han sido mucho más marcados en los estratos socio-económicos más bajos. No es lo mismo llevar la cuarentena en una casa amplia con jardín, que hacinado y sin acceso a un área donde “airearse”. No es igual vivir la cuarentena en un hogar que vive con la incertidumbre si habrá comida esa noche, que cuando el puchero diario está asegurado. La salud mental de todos, jóvenes o viejos, es muy sensible a aspectos relacionados con el contexto socio-económico en que vivimos.

Tercero, los servicios de salud mental para niños y adolescentes son el pariente pobre de los sistemas de salud, en Chile y globalmente. En países como Chile, esta falencia se cubre en parte con el apoyo psico-social que recae en el sector educacional. Con las escuelas cerradas, incluso este ‘esqueleto’ de apoyo psico-social no está presente.

No es lo mismo llevar la cuarentena en una casa amplia con jardín, que hacinado y sin acceso a un área donde “airearse”. No es igual vivir la cuarentena en un hogar que vive con la incertidumbre si habrá comida esa noche, que cuando el puchero diario está asegurado.

El impacto real sobre la salud mental de los jóvenes no se conocerá por un buen tiempo. Frente a un situación de esta magnitud y considerando lo que está en juego, Chile debería hacer un gran esfuerzo para que esta generación de jóvenes, especialmente aquellos que ya están en situación de vulnerabilidad, no sean desproporcionadamente afectados por esta pandemia que amenaza con quedarse.

* Ricardo Araya es psiquiatra de la Universidad de Chile, académico del King´s College London e investigador senior del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay).

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