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Opinión

16 de Agosto de 2021

Columna de Camila Sáez y Carmen Castillo: La lactancia oculta

Cuando las campañas de fomento a la lactancia dejan entrever que hay niños de primera y de segunda categoría dependiendo de si recibieron o no leche materna, o que los niños que no son amamantados no generarán un vínculo natural de apego con su madre, cruzan la línea imaginaria que hay entre proteger la lactancia y forzarla.

Camila Sáez y Carmen Castillo
Camila Sáez y Carmen Castillo
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Solo el 60% de las madres en Chile está amamantando a sus hijos de manera exclusiva hasta los 6 meses. La cifra fue dada a conocer en el marco de la Semana de la Lactancia Materna, que se celebró recientemente, y fue presentada por el gobierno como un desafío: la sociedad completa debe poner de su parte para proteger y fomentar la lactancia con el fin de aumentar este número. Pero, ¿qué pasa con el 40% de mujeres que no lo hace? Son mujeres que permanecen ocultas, muchas veces sintiendo culpa por no haber logrado esta meta que se les impone.

¿Qué pasa con el 40% de los niños que no reciben leche materna de manera exclusiva? Según la información que circuló ampliamente este mes, estarían expuestos a múltiples enfermedades que podrían afectarlos de por vida y correrían el riesgo de haber comprometido su desarrollo físico, intelectual y emocional, pues, según se difunde, la leche materna es el único alimento óptimo y que contiene los anticuerpos necesarios para el crecimiento. Además, sería la práctica de amamantar la que genera el apego emocional entre la mamá y el bebé.

Cuando se presentan campañas de fomento a la lactancia materna desde el punto de vista de las madres que lo logran, el mensaje es positivo. Pero escondemos que como país estamos dejando atrás al 40% de las mujeres que por diversos motivos no lograron una lactancia “exitosa” o no quisieron amamantar. A ellas no solo les decimos que fallaron, sino que les fallaron a sus hijos, además de estar generando una presión enorme sobre las que se encuentran hoy en ese proceso.

Existe un consenso universal de que la lactancia materna es una práctica beneficiosa y debe fomentarse. Eso no lo ponemos en duda y aplaudimos y apoyamos a las mujeres que libremente han decidido llevarla a cabo, solidarizando cuando denuncian que son juzgadas o apuntadas con el dedo cuando amamantan en lugares públicos o cuando deciden amamantar a niños que ya no son bebés. También somos mujeres, y pensamos que en cuestiones de lactancia debemos estar unidas, pues son cosas que nos atañen a todas como género. Por eso apoyaremos también cualquier iniciativa que se desarrolle en pos de proteger la lactancia, como la extensión del postnatal y otros derechos laborales.

Pero cuando las campañas de fomento a la lactancia dejan entrever que hay niños de primera y de segunda categoría dependiendo de si recibieron o no leche materna, o que los niños que no son amamantados no generarán un vínculo natural de apego con su madre, cruzan la línea imaginaria que hay entre proteger la lactancia y forzarla. Y la salud mental de las mujeres en etapa de embarazo y puerperio pasa a segundo plano.

La lactancia oculta, aquella del 40%, no merece ser reforzada con sentimientos de culpa. Los beneficios de la leche materna los sabemos de sobra. Las campañas sobre lactancia y los recursos que se destinan a este fin podrían estar más bien orientados a aquellas madres que por distintos motivos presentan dificultades para amamantar y necesitan apoyo, y no a intentar convencer a las mujeres de amamantar a toda costa o amenazarlas de estar sacrificando la salud de sus hijos si no lo hacen.

Cuando se presentan campañas de fomento a la lactancia materna desde el punto de vista de las madres que lo logran, el mensaje es positivo. Pero escondemos que como país estamos dejando atrás al 40% de las mujeres que por diversos motivos no lograron una lactancia “exitosa” o no quisieron amamantar.

Estas campañas tampoco debieran desconocer que hay muchas mujeres que, pese a todos sus esfuerzos, no lo logran, y que hay muchas otras que tampoco desean amamantar. A ellas no debemos crucificarlas, sino apoyarlas y orientarlas con información sobre los distintos tipos de lactancia a los que pueden optar según sus necesidades y las de sus bebés.

Podríamos soñar que a futuro las campañas sobre lactancia pudieran eliminar conceptos discriminatorios como “lactancia materna” para referirse exclusivamente a amamantar y “lactancia artificial” cuando debemos alimentar a nuestros hijos con leche de fórmula, como si no fuera su madre la que los alimenta con amor, y como si la mamadera contuviera una sustancia química en lugar de leche. Podríamos soñar también que a futuro esta semana dejara de segregar y abrazara todas las distintas formas de lactancia que existen, que son una realidad y son las opciones con las que cuentan muchas familias para alimentar a sus bebés, ya sea por opción o por necesidad.

El mundo ha cambiado y ya no existe una sola forma correcta de alimentar a nuestros bebés. Visibilicemos que también hay distintos tipos de familias: mamás ausentes, mamás trabajadoras, mamás con VIH, mamás adoptivas, mamás transgénero, familias monoparentales, con padres del mismo sexo, niños y niñas que se crían con sus abuelos y una infinidad de situaciones que hacen que muchos deban recurrir a otros tipos de lactancia. Y, por último, soñemos que durante la Semana de la Lactancia Materna todos los medios de difusión colaboraran con información útil acerca de lactancia mixta, lactancia diferida, lactancia compartida, con leche de fórmula, con leche donada y una infinidad de formas válidas de alimentar a nuestros niños, que permanecen ocultas y que también son lactancia.

Podríamos soñar que a futuro las campañas sobre lactancia pudieran eliminar conceptos discriminatorios como “lactancia materna” para referirse exclusivamente a amamantar y “lactancia artificial” cuando debemos alimentar a nuestros hijos con leche de fórmula, como si no fuera su madre la que los alimenta con amor, y como si la mamadera contuviera una sustancia química en lugar de leche.

*Camila Sáez es periodista y escritora, autora del libro “No somos nanas, memorias de Ruth Olate” y cofundadora del movimiento También es lactancia. Carmen Castillo es escritora, emprendedora e influencer, conocida en redes sociales como Carmen Tuitera, y cofundadora del movimiento También es lactancia.

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