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16 de Septiembre de 2021

La historia del Doctor Lucha, el ginecólogo enmascarado

Dr Lucha

Rubén Márquez no es solo un doctor: es el Doctor Lucha. Así se denomina a sí mismo. Aquí, este ginecólogo-obstetra oriundo de Venezuela cuenta cómo ejerce en Chile su profesión con una máscara de luchador mexicano, cómo logró un vínculo con el Rey Mysterio y explica en qué se asemeja su labor en los partos con la vida de un superhéroe o un luchador de la WWE.

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El Doctor Lucha tiene 33 años, mide más de un metro ochenta. Bajo su bata blanca se nota un cuerpo fornido, de luchador. Su rostro lleva encima una máscara.

A diferencia de la mayoría de los enmascarados, Doctor Lucha no vive una doble vida. Su traje lo ocupa en su trabajo: como si Peter Parker llegara vestido con su atuendo del Hombre Araña a El Clarín a despachar sus fotografías. El Doctor Lucha, sin embargo y a diferencia de Parker, no es un fotógrafo freelance; él es un médico gineco-obstrerta, su nombre real es Rubén Marquez y llegó desde Barquisimeto (Venezuela) a Santiago hace más un año.

Reparte su rutina entre la vida con sus padres en un departamento-estudio que comparten en Independencia y las consultas y ecografías que realiza a mujeres embarazadas en el Centro Médico Nataniel, ubicado en el centro de Santiago. Allí trabaja hace meses.

Y si bien el Doctor Lucha no lanza telarañas, ni puede trepar edificios, él considera que su oficio es homologable a las luchas de los superhéroes de los cómics y también a los combates sobre un ring de lucha libre: pelear por la salud de los bebés es para él la más importante batalla.

A partir de esa concepción de su trabajo, desde hace más de cinco años que realiza su labores de médico personificando a sus ídolos de la lucha libre y de las historietas. Su historia, como la de todos los superhéroes y luchadores, está cargada de dificultades, conflictos y villanos.

Dr Lucha
Dr Lucha

Nace el Doctor Lucha

Antes de que el Doctor Lucha naciera como tal, incluso antes de que su alterego Rubén Márquez llegara al mundo, su madre emigró desde Chile a Venezuela escapando de la dictadura de Augusto Pinochet. Se instaló junto a sus padres en Barquisimeto, la capital del estado de Lara, en el noroeste de Venezuela.

Con el paso de los años, la mujer comenzó a trabajar como secretaria y se enamoró de un contador venezolano. Juntos formaron una relación, lograron comprar una casa y construir una familia. Sus hijos, entre ellos Rubén, nacieron en una ciudad que a principios de siglo prosperaba junto al chavismo.

Rubén asistió al colegio mientras con Hugo Chávez era presidente de Venezuela, decidió que quería ser doctor y estudiar Medicina cuando el cáncer ya aquejaba al mandatario y obtuvo su título -en la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado- poco tiempo después de que Chávez falleciera, ya cuando su principal aliado, Nicolás Maduro, lo había sucedido en el poder.

Márquez vio a lo largo de los años como su país se fue empobreciendo. Si bien estudió gratis en la universidad, el dinero apenas le alcanzaba para las guías, los utensilios e implementos que debía llevar a clases. Mientras estudiaba, debió vender hot-dogs en la calle; también petardos en carnavales para poder financiar sus estudios.

Una vez titulado, su primer trabajo lo realizó en una zona rural, como política de retribución a la gratuidad universitaria. Fue destinado a Sarare, una ciudad agrícola ubicada a poco más de una hora de viaje de su casa en Barquisimeto.

La idea inicial de Rubén era ser cirujano plástico o especializarse como otorrino, pero ejerciendo la medicina en la zona rural, sus planes cambiaron:

“Allá era gente de campo que se alimentaba bien, eran tipos más sanos que las personas de ciudad donde se ven más infartos y cosas de ese tipo. Entonces allá lo que más llegaban eran heridos por peleas, emergencias por accidentes laborales y, principalmente, muchos partos. Me empezó a gustar atenderlos, brindarle atención a las embarazadas, allí me enamoré de la obstetricia”, comenta Rubén

Durante el tiempo que ejerció en “rurales” Rubén atendió cientos de partos. Traer niños al mundo se transformó en su vocación. “Allá además las pacientes tienen más bebés, van de cuatro ó cinco, no como en la ciudad que la gente quiere tener uno o dos”, agrega.

Por su trabajo en Sarare, Márquez cuenta que fue ascendido a subdirector del hospital, cargo que desempeñó durante ocho meses. En el hospital vivió en carne propia las grietas del chavismo, las que se extendieron al área de la salud.

Cuenta que por falta de recursos los pacientes debían llegar con sus implementos para poder ser atendidos, que algunos debían trabajar durante meses para poder costearlos. La situación para él no era muy distinta, sólo ganaba 20 dólares y algunos días ni siquiera podía regresar a su casa y debía dormir en el hospital, donde aprovechaba de alimentarse.

Luego de su trabajo en Sarare, Rubén trabajó en distintos centros de salud, además realizó un posgrado donde se especializó en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Central Universitario Doctor Antonio María Pineda, en Barquisimeto.

Mientras todo eso ocurría, sus padres y hermano decidieron irse de Venezuela. El destino era lógico. Por la nacionalidad de su madre, sus familiares se vinieron a chile y se instalaron aquí. Cuenta que el viaje lo realizaron a través de un avión dispuesto por el gobierno chileno.

Él se quedó solo en la casa familiar. No quería dejar de lado lo que había logrado, pese a que su salario disminuyó a solo cinco dólares y que por la crisis no podía ni siquiera cargar con combustible su vehículo. Empezó a caminar más de una hora a su trabajo.

En medio de esa crisis personal y laboral nació el Doctor Lucha. La historia es sencilla. A Rubén le encantaban los personajes de la lucha libre como “El Enterrador” (conocido en Chile como Undertaker) y Rey Mysterio. Convencido de su pasión, le solicitó a una paciente realizar el parto utilizando la máscara. La mujer accedió y desde allí nunca más se la sacó.

Desde ese primer parto, la voz se empezó a correr, Rubén cuenta que padres lo buscaban para que atendiera los partos de sus hijos, El Doctor Lucha amplió su abanico de máscaras, a las de lucha libre que ya coleccionaba le agregó varias otras de superhéroes como Spiderman o Deadpool.

De ese primer parto que atendió enmascarado, el doctor además compartió un vídeo en Intagram. La publicación fue replicada por páginas de lucha libre en Latinoamérica, y el trabajo de Ruben se comenzó a popularizar entre los fanáticos de la disciplina: incluso llegó a sus ídolos de los combates como Cinta de Oro y Rey Mysterio, quienes le han enviado mensajes de apoyo y admiración a través de sus redes.

De Barquisimeto a Santiago

Pese a querer quedarse a “dar la pelea” en su país, el Doctor Lucha decidió venirse a Chile a mediados del año pasado. La inseguridad, la inflación , los cortes de luz, agua y el bajo salario se hicieron insostenibles.

Rubén Márquez fue el último del clan familiar en dejar el hogar en Barquisimeto. Pasado los 30 años hizo las maletas, puso el candado en su casa y la dejó abandonada. El hombre dejó todo atrás, a excepción de sus máscaras que iban en el interior de su equipaje.

Al llegar a Chile, Rubén intento homologar su título; cuenta que realizó la prueba Eunacom. Según la Superintendencia de Salud, Ruben Márquez, el Doctor Lucha, se encuentra habilitado para ejercer la medicina en el país.

Actualmente se desempeña en la Centro Médico Nataniel, y pese a que aún no ha realizado atenciones en partos en Chile, él sigue vinculado a la salud en maternidad realizando atenciones y ecografías a mujeres embarazadas. Cuenta que la dirección de la clínica no le ha reprochado que haga sus atenciones enmascarado. “Mientras haga bien mi trabajo, no debería haber problemas”, asegura.

Márquez cuenta que en Chile ha atendido a muchos de sus compatriotas, muchos de los cuales han llegado a Chile por vía terrestre, cruzando la mortal frontera de Colchane. Dice que ha visto casos de complicaciones médicas por lo extremo de los viajes, aún así considera que los venezolanos que arriban aquí, al igual que su personaje, tienen un espíritu combativo.

“El venezolano siempre está de buen animo, incluso en los peores momentos. Cuando pasa algo malo uno hace una burla y ya, pasó. Nos reímos de la adversidad”, comenta.

Pese a que reconoce que desea volver a atender en partos, ya que ése es el único lugar donde se siente “un verdadero héroe”, él sigue brindando atención con sus máscaras. Lo hace cuando toma las ecografías, también cuando su pacientes vienen a agradecerle y presentarle a sus guaguas tras los nacimientos.

“La mayoría de las veces son las mismas pacientes que me pidan que ponga la máscara. Me dicen: ‘¿Doctor y su máscara’. Ya casi todos me conocen. Después vienen con sus guaguas y me piden fotos”, añade.

La popularidad del Doctor Lucha ha ido en incremento desde su llegada a Chile. Hoy tiene más de 13 mil seguidores en redes sociales e incluso fue invitado al programa de La Red “Chilezuela“, dedicado a la comunidad venezolana, lugar donde contó su historia a cientos de sus compatriotas.

Con respecto a la máscara, asegura que más allá de sus pasiones personales con la lucha libre, ella también ayuda a generar complicidad y cercanía con sus pacientes.

Él se preocupa de eso: en su consulta además hay serpentinas, confeti y globos. Incluso junto a sus colegas ideó un juego para revelar el sexo de los hijos a sus padres, el que consiste en un globo de color que debe ser reventado según corresponda: azul en caso de los niños y rosado en caso de las niñas.

El Doctor Lucha decoró su consula para recibir pacientes.

Pero no sólo eso, el Doctor Lucha asegura que lo contactaron de clubes de lucha libre chilenos para participar en alguno de sus combates, esta vez no como doctor, si no como luchador.

“Si es que eso llega a pasar, me tendré que hacer una máscara propia. Yo me llamo Doctor Lucha, entonces tengo que tener mi traje propio para diferenciarme porque ahora uso de personajes que ya existen”.

https://www.theclinic.cl/2021/09/14/marcelo-cicali-dueno-del-bar-liguria-lo-que-menos-toma-la-gente-de-izquierda-es-whisky/

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