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Reportajes

27 de Septiembre de 2021

“Hablar de suicidio no mata, el silencio sí”: Radiografía a Chile

Patricio Vera

En Chile, hay alrededor de 1.800 personas que mueren anualmente por suicidio. En el mes de septiembre, conocido por destacar la prevención del suicidio a nivel mundial, es importante conocer las cifras para dirigir los recursos y reflejar estos datos en un mejor acceso a la salud mental. Pero no nos podemos olvidar que estas cifras representan vidas y familias que quedan con el dolor y la culpa que involucra que un ser querido se quite la vida.

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Cuando suena el teléfono en Línea Libre, el canal de apoyo psicológico para niñas, niños y jóvenes, para contener, intervenir en crisis y ayudar a orientar con inquietudes de salud mental o vulneración de derechos, Diego Riveros, psicólogo del canal, respira antes de contestar. “Los motivos de consulta pueden ser variados. Pero de esos motivos de consulta, en promedio, tres diarios se relacionan con comportamiento de riesgo suicida”, dice.

Un comportamiento que se va generando a partir de una mezcla de factores, cuenta Emanuel Pacheco, padrastro de Katherine Winter, joven de 16 años que murió por suicidio en mayo del 2018. “Es una mezcla entre ‘me siento solo, me siento como una carga y siento que lo que estoy viviendo va a ser permanente’. Entonces cuando esas tres burbujas, por así decirlo, se unen, es que genera ese dolor, el cual te lleva a pensar que la única forma de terminar con eso es terminar con tu vida”, explica sobre lo que viven las personas con ideación suicida.

Cuando la acción es tardía

Según cifras oficiales, alrededor de 1.800 mueren por suicidio al año en el país. Personas que viven un dolor tan grande que no saben de qué otra forma superarlo, más que quitándose la vida. Como recalcan los psiquiatras, es un suceso por el que todos podemos pasar, y a la vez, un suceso prevenible.

Estas cifras sirven para conocer, informarnos y enfocar los esfuerzos a proteger a estas personas y el círculo afectado, pero cada estadística es una representación de una persona. Niño, niña, adolescente, joven o adulto mayor, cada uno puede pasar por una experiencia que lleve a estas decisiones que se cree, especialmente este año, puede llegar a un riesgo excepcional considerando la situación de salud mental en la población. Y para evitarlo hay que atrevernos a mencionarlo, conversarlo, discutirlo sin prejuicios y enfrentarlo como comunidad en lugar de individuos alienados. Porque el número representa a quiénes llegan a la muerte, pero la cifra de intentos de suicidio es desconocida y mucho mayor.

Mundialmente el suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte, según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud. En 2019, más de 700.000 personas murieron por suicidio, muy superior a los fallecidos por VIH o cáncer de mama.

En Chile, el 2019, hubo 1.900 muertes por suicidio y el 2020, 1.593, según el informe creado por el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud. La información de 2019 a 2020 aún está sujeta a cambios a medida que se actualizan los datos. Las cifras oficiales llegan hasta el 2018 debido a la sensibilidad de la información, la validación de los datos tiene que ser rigurosamente analizada, lo que se demora dos años aproximadamente.

Las cifras a nivel global siempre muestran que hay más muertes por suicidio en hombres que en mujeres. En Chile, ocurre lo mismo: por cada cuatro hombres que mueren por suicidio, muere una mujer por la misma causa. Como indican las tasas, en 2018 la tasa de suicidios en hombres fue de 17,5 muertes por 100.000 habitantes hombres, mientras que en mujeres fue de 3,5 por cada 100.000 mujeres.

Tasas observadas de mortalidad por suicidio en Chile 2000-2018. Crédito: DEIS, 2021.

Al observar por edad, las tasas más altas están en la población entre 45 y 54 años, con una tasa 13,8 por 100.000 habitantes. A nivel mundial, las tasas de suicidio más altas se ubican en la población de 70 años y más, lo que muestra cierto patrón en la población de mayor edad con tasas de muerte siempre de las más altas en relación a los otros grupos de edad, como se explica desde el Programa Nacional de Prevención del Suicidio del Ministerio de Salud.

La situación en Chile para este grupo también ha evidenciado altas tasas, como explica Ana Paula Vieira, Presidenta de la Fundación Míranos, que pone foco en la prevención del suicidio en adultos mayores. La experta dice que ocurre mucho más en adultos mayores hombres que en mujeres, si normalmente la razón entre suicidios masculinos en comparación a femeninos es de 4 es a 1; en el caso de adultos mayores la razón aumenta a 10 es a 1. Por lo que, por cada 10 adultos mayores hombres que mueren por suicidio, muere una mujer mayor por el mismo motivo. “Hay algunas características que pueden explicar esto. Los hombres sobre 60, en general, son de una época donde escuchaban que los hombres no lloran. Entonces ellos aprendieron de una forma a ocultar sus emociones. Pueden tener más dificultad en expresar sus sentimientos, en pedir ayuda. Tampoco participan mucho de actividades recreativas, por lo que viven más aislamiento, lo que es un factor de riesgo”, explica Vieira.

Tasas observadas de mortalidad por suicidio en Chile según edad en 2018. Crédito: DEIS, 2021

Aunque observar las cifras y estadísticas para identificar en qué segmentos ocurren más suicidios sirve para informarse y planear estrategias de prevención, no hay que olvidar que detrás de estos números hay personas, familias y círculos profundamente afectados. Son experiencias traumáticas que llevan a los familiares a sentirse culpables por años o para siempre en algunos casos. Los entrevistados para este reportaje, luego de haber sufrido pérdidas, han volcado sus esfuerzos en entregar las herramientas que pueden prevenir llegar a estas trágicas situaciones.

Todos son vulnerables. Bajo la tormenta perfecta todos somos vulnerables, tú, yo, cualquiera”, enfatiza la Directora ejecutiva de la Red de Equipos de Prevención del Suicidio (REPS), Psicóloga y Magíster en Conducta Suicida, Claudia Baros. “Hay un estigma con el suicidio como que le va a pasar a otro, como que es de otro, de alguno que tiene un problema porque es más vulnerable. No. A cualquiera le puede pasar. La conducta suicida es demasiado dolor emocional, un dolor emocional que se vive tan intensamente que sientes que no lo puedes soportar. Cualquier ser humano tiene todos los mecanismos biológicos para sentir un dolor intenso. Hay muchas experiencias que son dolorosas y si son demasiadas nos botan. A todos nos puede pasar, y a la vez, todos podemos prevenir. Todos podemos ayudar y prestar una oreja. Es algo comunitario”.

Claudia Baros.

Un recuerdo cercano

Venía de un viaje cuando murió su hijo de 20 años en 2005, cuenta Paulina del Río, presidenta de Fundación José Ignacio que se enfoca en la prevención de suicidio y en el acompañamiento a las familias que han vivido pérdidas. “Cuando llegué a Chile, él todavía estaba en el Servicio Médico Legal y me permitieron verlo. Lo que fue muy importante porque tenía que verlo. No podía convencerme de que estuviera muerto y de ahí para adelante… todo fue un shock”, dice.

– ¿Cuándo se te pasó el shock?

– A los tres meses. Un día entrando a la casa me doy cuenta de que José Ignacio no está y no va a estar nunca más– dice, 16 años después.

Quitarse la vida es un fenómeno muy complejo y difícil de entender. Para Paulina una de las herramientas que ayudaron en su proceso de duelo fue volcar su energía en ayudar a otros jóvenes que pasan por lo mismo. “Escribí en un blog donde los niños compartían métodos y escribí: ‘Mi hijo se suicidó, no tuvo a nadie que lo escuchara, si quieres hablar con alguien, estoy aquí’. Empezaron a llegar cientos de mensajes y desde ahí comencé con la fundación”, cuenta Paulina.

De la misma manera, Emanuel Pachecho, padrastro de Katherine Winter y su mamá, Evanyely Zamorano, crearon en 2018 la Fundación Summer, especialmente enfocada en adolescentes y jóvenes que viven ciberacoso. “Lastimosamente, al igual que en situación de ciberacoso que es lo que más estudiamos, hablar de suicidio sigue siendo muy tabú. El acceso a una buena calidad de salud mental es muy complejo. Conseguir una cita con un psicólogo y poder llegar a tener una terapia que sea continua, aún sigue siendo difícil. Por lo tanto, el espacio de contención se limita a ojalá la familia, pero si la familia no tiene las herramientas para hacerse cargo, acompañar de una forma correcta o escuchar. se hace mucho más complejo conseguir ayuda”, dice Emanuel sobre la situación actual en Chile, donde se invierte el 2,1% del total del presupuesto de salud en salud mental, según los últimos informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

“Fue en mayo de 2018 que perdimos a Katy por suicidio y a mí me pasó que no entendí qué significaba eso. Me costó hablar de suicidio por lo menos unos 7 meses, incluso decir la palabra. Porque no podía entender cómo mi hija había tomado esa decisión y siempre pensé que estaba para ella, que estábamos con ella, que la acompañábamos, pero cuando empecé a estudiarlo me di cuenta de que no estábamos capacitados para haberla ayudado como ella necesitaba que la ayudáramos”, cuenta Emanuel de su experiencia. Fue luego de estudiarlo e ir de a poco comprendiendo el suceso que se dieron cuenta que es prevenible. “Ahí dijimos que tenemos que crear una fundación para comunicar esto, para hablar con papás, para hablar con familias, para hablar con colegios, para capacitar profesores y estar atentos en comunidad a quienes puedan estar pasando por esto”, agrega. 

Emanuel Pacheco.
Katherine Winter.

Factores de riesgo

¿Cuál es el perfil de las personas que cometen suicidio?

La respuesta de todos los psicólogos y psiquiatras entrevistados es que el suicidio es multicausal. Se debe a una suma de sucesos que van gatillando la idea de quitarse la vida. “Una seguidilla de dolores que te van haciendo sentir que la vida es muy difícil de continuar. Que este dolor que estás sintiendo es demasiado complejo y todas estas personas que han estado al borde, que lo han intentado literalmente te dicen que quieren arrancarse el pecho, quieren dejar de sentir el dolor que están sintiendo y su cerebro les hace creer que la única forma de terminar con este dolor es terminar con su vida”, dice Emanuel.

Uno de los factores para este tipo de comportamiento se relaciona con eventos negativos que las personas han sufrido en su vida y entre los cuales no han encontrado una red de apoyo suficiente o necesaria, explica Diego Riveros, psicólogo del canal Línea Libre de Fundación para la Confianza. “Desde ahí vemos cómo a lo largo de su vida se van aislando o desarrollando sentimientos de desesperanza o distanciamiento. Por eso es tan importante hablar del riesgo del comportamiento suicida más que desde el suicidio que es el extremo más radical. Que una persona llegue a suicidarse quiere decir que ya atravesó toda esta escala. En la que vamos viendo que al principio a lo mejor comenzó a aislarse, a mostrar desmotivación con cosas que le gustaban. Algunos pueden comenzar a tener conductas de riesgo como el consumo problemático de alcohol o alguna sustancia, escasas redes de apoyo están entre los factores que pueden llevar a alguien al riesgo del comportamiento suicida”, explica desde lo que ve en la fundación, donde reciben 800 llamados mensualmente, ya sea pidiendo apoyo psicológico o en momentos de crisis.

Diego Riveros

Es importante enfocarse en las etapas de transición entre la niñez y adolescencia y entre la adolescencia y la adultez. Etapas en que se puede ser más proclive a presentar mayores niveles de estrés y conflictos emocionales. “Son épocas donde se generan rupturas en las etapas vitales de cada uno, lo que puede aumentar la posibilidad de tener algún riesgo de comportamiento suicida. Y así, se puede acrecentar el desarrollo de la desesperanza, la soledad, una baja autoestima, bajas relaciones interpersonales”, dice el psicólogo, quien afirma que mirar los datos sirve para el desarrollo de políticas públicas que busquen prevenir. “Creo que lo más importante es cómo reflejamos esos datos en un mejor acceso a la salud mental”, enfatiza Diego Riveros.

Suicidio Femicida

En abril, Antonia Garros Hermosilla habría cumplido 28 años. Pero, 5 años atrás, el 7 de febrero del 2017 murió por suicidio. A diferencia de las vidas de los jóvenes anteriormente mencionados, con Antonia se habla de otro concepto, el de la inducción al suicidio. Llevaba dos años en una relación tóxica y su mamá, Consuelo Hermosilla, hoy dirige una fundación para abordar el tema de la violencia en el pololeo y lucha constantemente para que se apruebe la “Ley Antonia” que tipifica la inducción al suicidio como delito y está en trámite desde 2017.

Es difícil verificar cifras de estos hechos, como explica Consuelo Hermosilla, directora de Fundación Antonia. No se trata solo de un evento, hay que conocer el contexto para aclarar que un suicidio femicida, no corresponde en la lista de suicidios, sino que de suicidios inducidos por terceros. Este año, han ocurrido al menos tres sucesos de este tipo, según la Red Contra la Violencia hacia las Mujeres.

“Suicidio femicida no es un término que la gente conozca. La gente escucha suicidio y da por hecho que si tú te quitaste la vida es responsabilidad tuya. Todavía no somos capaces de apuntar a quién tiene la responsabilidad, del agresor o agresora. Es muy complejo y si la familia o el entorno de la víctima no busca realmente de qué se trataba o si no se trata de aclarar, para la gente todo termina siendo responsabilidad de la persona que se quitó la vida”, dice Consuelo.

Consuelo Hermosilla.

Consuelo cuenta que su hija estaba en una relación de dependencia emocional, como ocurre con muchas personas en relaciones que involucran abuso y violencia. “Tienes a una persona, que es de las pocas relaciones que te quedan porque es una manipulación constante donde tratan de alejarte de tus amigos y familia. Esa persona te dice que no sirves para nada, que no le haces falta a nadie, que te mates… Con la misma mano que te hizo cariños un día, ahora te arrastra por el piso del departamento desde el pelo”, dice Consuelo.

Y es una violencia que viven muchas mujeres que van a su fundación buscando ayuda. Mujeres que han sido manipuladas por años y que realmente comienzan a creer lo que los agresores les dicen, hasta el punto de que ellas mismas justifican los actos del agresor, explica Consuelo. “Escuchamos a algunas personas que nos dicen: ‘él actúa así cuando en su casa le hacen problemas’. Realmente piensan que él agresor o la agresora no son los causantes, no es quien elige eso, es como que fueran personas que no tienen voluntad. Termina siendo tanto la violencia psicológica que puede dejar secuelas que son irreparables”, dice. Por lo que es esencial hablar del tema, preguntar por quienes se cree pueden vivir estas situaciones y entregar los espacios para la conversación abierta y sin prejuicios. 

“Hablar de suicidio no mata, el silencio sí”

Cuando Ana Paula Vieira, Directora de la Fundación Míranos era niña, perdió a dos personas mayores muy cercanas por suicidio. “Hombres mayores cercanos a mi familia y me llamó mucho la atención principalmente por el silencio de estas muertes. No se hablaba casi nada”, dice. Dedicó su vida a trabajar con personas mayores y se dio cuenta de que el suicidio en esta población etaria es alto, muchísimo más de lo que se habla.

“El nombre yo lo elegí como desde las propias personas mayores diciendo ‘Míranos nosotros estamos aquí, también necesitamos de apoyo en salud mental’. Entonces fue una necesidad de visibilizar y apoyar”, explica Ana Paula. Dice que es importante que estas personas y todos tengan factores de protección. Estar en compañía, pertenecer a grupos y redes de apoyo, tener acceso a la salud mental, entre otros. “Las personas mayores también tienen que hablar de lo que sienten, de lo que necesitan y derivarles oportunamente el acceso a la salud mental y para esto hay que hablar de suicidio. Hablar de suicidio no mata, el silencio sí”, agrega.

Ana Paula Vieira

Y durante la pandemia entre quienes han pensado en suicidarse, los que presentan más intentos de suicidio son las personas mayores de 60 años, explican en un estudio de la Red de Equipos de Prevención del Suicidio (REPS). Es decir, que de quienes han tenido pensamientos suicidas, el 47,1% tienen sobre 60 años, y a la vez, son el grupo que menos busca ayuda cuando presentan conducta suicida.

Suicidio en pandemia

En Chile, durante la última década, la tasa de suicidio venía disminuyendo del 2010 al 2019 excepto en los adultos mayores, explica Álvaro Jimenez, psicólogo, académico de la Facultad de Psicología UDP e investigador postdoctoral de Imhay. ”Chile tuvo un aumento en las tasas de suicidio muy importante entre el 2000 y el 2010. Eso produjo que comenzarán a implementarse varias políticas de prevención como el Programa Nacional de Prevención del Suicidio que comenzó el 2013”, dice el académico.

La buena noticia es que el año pasado hubo una reducción importante en la cantidad de suicidios anuales. Una disminución de un 16% si se compara con los tres años anteriores. En otras palabras, entre 2016 y 2019 hubo en promedio 1.864 suicidios por año, mientras que en 2020 hubo 1.571. Esto representa una tasa de 10 muertes por suicidio por cada 100.000 habitantes en comparación a una tasa de 8 suicidios por 100.000 habitantes en 2020. “Lo que significa que en 2020 hubo la tasa de suicidio más baja de las últimas dos décadas, desde el 2000 en adelante. Eso es super paradojal, porque los síntomas ansiosos y depresivos aumentaron y eso en los problemas de salud mental y del suicidio son factores de riesgo que están asociados, entonces podríamos haber esperado que aumentaran la cantidad de suicidios en la población”, dice Álvaro Jiménez.

Por otro lado, las conclusiones de un estudio que lidera Jiménez junto al economista Fabián Duarte, “Suicidio y cuarentenas durante la pandemia por Covid-19 en Chile”, reflejan que aumentaron de forma importante los síntomas ansiosos y depresivos: “El estudio mostró que en mayo del 2020 había un 22% de personas que presentaba síntomas ansiosos y depresivos moderados a severos. Es decir, que hay una alta probabilidad de que una de esas personas esté desarrollando un problema de salud mental propiamente tal. En octubre, el porcentaje de personas con estos síntomas aumentó a un 27%. Esa alza de 5% en esos meses es significativo y es importante considerarlo si uno toma en cuenta que se trata de poco tiempo. Entonces ese estudio permitió demostrar que la salud mental en los chilenos, al menos en la sintomatología más común de salud mental, estaba empeorando”.

Aunque las tasas han disminuido, se debe mantener y potenciar el foco en la salud mental y en el riesgo de suicidios. Especialmente porque los académicos entrevistados temen que esta disminución inicial en la tasa pueda llevar a un aumento en los próximos meses. “No debemos olvidar que el suicidio no es simplemente un acto individual, sino un hecho social que interroga la vida colectiva. El suicidio refleja el peso de las desigualdades sociales y materiales sobre las condiciones que hacen que una vida sea experimentada como digna de ser vivida. Como muestran los datos de una encuesta que hemos venido aplicando desde mayo, la realidad chilena no escapa a esta lógica”, explican los académicos en una columna en Ciper.

Una opción irreversible

“La pena y la culpa no desaparecen nunca. Va decreciendo, pero siempre aparece y aprendí que tengo que vivir con eso”, dice Paulina del Río sobre la muerte de su hijo. El suicidio no es un tabú en su vida ni en su familia, conoce de las herramientas para prevenir el fenómeno y dice que es esencial escuchar y validar las emociones del otro. “Son herramientas sumamente eficaces. Preguntar directamente si hay ideación suicida y entregarles la ayuda correspondiente con profesionales de la salud mental. Pero solo el sentirse escuchados y acompañados puede ayudar muchísimo”, agrega.

Paulina del Río.

“Si yo no lo hablo, el mensaje que estoy dando es que el otro no lo puede hablar, que hay un estigma, que está mal. Si yo pregunto directamente: ‘¿has pensado en el suicidio?’ Abro la puerta para conversarlo”, dice Claudia Baros.

Conocer los factores que llevaron a jóvenes como José Ignacio, Katy Winter y Antonia Garros a morir por suicidio nos acerca a comprender la complejidad del fenómeno. Las llamadas de auxilio están en todas partes. Y aunque equipos como los de Línea Libre funcionan como una sala de urgencia de la salud mental, hay muchos teléfonos que están constantemente sonando, muchas señales de alerta que pueden ser notadas previamente a llegar al número de muertes por suicidio.

Si tienes ideas suicidas o las has tenido en algún momento, te recomendamos que llames cuanto antes al Fono Salud Responde del Ministerio de Salud, al teléfono 6003607777, a través del cual especialistas te brindarán ayuda, o que te comuniques por chat con los profesionales de Fundación Todo Mejora en http://todomejora.org.

Números seguros:

  • Salud Responde: 600 360 7777
  • Fono Mayor: 800 4000 35
  • Fono Infancia: 800 200 818
  • Apoyo para niños, niñas y adolescentes: 1515
  • Fono Drogas y Alcohol: 1412
  • Fono orientación y ayuda para víctimas de violencia intrafamiliar: 1455

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