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Entrevistas

28 de Septiembre de 2021

Francisca Vargas Rivas, experta en migración: “El Estado no solo ha desprotegido, sino que ha abandonado a las personas migrantes y a los habitantes de la zona norte de nuestro país”

Archivo personal

Para la directora de la Clínica Jurídica de Migrantes y Refugiados de la UDP, los ataques contra las personas migrantes en el norte del país serían un reflejo de la lógica de la política gubernamental migratoria. “El Estado, en su conjunto, ha fallado en este deber de protección al no visualizar respuestas verdaderamente eficaces y desde una perspectiva de derechos humanos”, dice a The Clinic.

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En medio de la crisis humanitaria que se vive en la región, la discusión sobre las políticas públicas para hacer frente a la problemática ha cobrado relevancia, al igual que las exigencias por una respuesta efectiva de parte del Gobierno de Chile. 

Dos días después de los hechos de violencia ocurridos el pasado sábado en Iquique, el presidente Sebastián Piñera se refirió a los ataques, condenando el daño y la quema de pertenencias de los ciudadanos extranjeros asentados en una plaza de la ciudad, todo ello en medio de una marcha contra los inmigrantes. “Estamos haciendo todo lo necesario para que ese crimen no quede impune y sea severamente sancionado de acuerdo a la ley”, señaló el presidente.

Francisca Vargas Rivas es abogada de la Universidad Diego Portales. Actualmente se desempeña como directora de la Clínica Jurídica de Migrantes y Refugiados de la UDP, la que pertenece al departamento de Clínicas de la Facultad de Derecho y al Centro de Derechos Humanos de la misma casa de estudios. La entidad, que surgió en 2008, busca orientar y representar legalmente a la población migrante solicitante de asilo y refugiada en Chile. 

En entrevista con The Clinic, la académica se refirió al rol que juega el discurso oficial en la instalación de una mirada negativa hacia la migración, la importancia de optar por la regularización de las personas migrantes al interior del país con un enfoque de derechos humanos y la necesidad de implementar campañas antirracistas y antixenofóbicas.

-Con respecto a los hechos de violencia y xenofobia durante la llamada marcha “No + migrantes”, ¿cómo refleja esto la mirada que se tiene sobre la migración en Chile?

-Yo creo que lo que pasó esta semana es el reflejo más claro de la visión que se tiene en Chile sobre la migración. Cuando digo la visión, me refiero básicamente a la lógica o la política gubernamental sobre la migración. En lo que respecta a las personas, hay extremistas, pero también hay grupos que apoyan a las personas migrantes, entonces yo creo que no podemos generalizar. Pero sí creo que es un espejo importante de cómo Chile maneja las migraciones. No podíamos esperar nada muy distinto si teníamos un discurso público que constantemente liga migración con delincuencia y tenemos políticas migratorias absolutamente restrictivas. En el inconsciente, esto va generando un discurso xenófobo, racista y de odio finalmente. 

-Pensando en la situación actual, ¿cuál es el camino que se debiese seguir y qué políticas públicas se deberían implementar?

-Yo creo que hay dos caminos paralelos. Uno, que tiene que ver más con la cuestión migratoria jurídica y otro que tiene que ver con la cuestión migratoria más de percepción social. En lo primero, lo jurídico, tenemos que modificar nuestras políticas migratorias que hoy son restrictivas a políticas más flexibles y de regularización. En los países donde las políticas siguen esta lógica, todo el fenómeno migratorio es menos caótico que lo que es acá. Menos caótico para las personas migrantes, los nacionales y las autoridades. Modificando esto, teniendo otro tipo de visados, flexibilizando los requisitos, otorgando los visados, mejorando los procedimientos de asilo, permitiendo el cambio de estatutos migratorios. Todas estas modificaciones de la política migratoria hacia la regularización, yo pienso que pueden ir en un mucho mejor camino para disminuir los ingresos por pasos no habilitados y para lograr que la migración sea verdaderamente ordenada, segura y regular. El segundo camino paralelo, creo que el Estado debería, no tibiamente como lo ha hecho, sino que fuertemente, realizar campañas antirracismo, antixenofobia y dejar de criminalizar la migración en el discurso. La suma de estas dos cosas en este camino, va a provocar que la migración no sea vista como algo a lo cual hay que temer, como algo malo, sino que vayamos comprendiendo la humanidad detrás de cada persona migrante. 

https://www.theclinic.cl/2021/09/28/como-se-explica-el-odio-cronica-internacional-analiza-la-marcha-anti-inmigrantes-que-mostro-el-lado-mas-inhumano-de-chile/

-Sobre el actuar del Gobierno, ¿cuál es su responsabilidad frente a la crisis que se está viviendo en el norte del país? 

-Yo creo que es absoluta. Desde los estándares internacionales, en materia de Derechos Humanos, los Estados tienen el deber de proteger a todas las personas que habitan el territorio, y ese deber de protección es para nacionales y para extranjeros. Como yo lo veo, siento que el Estado no solo ha desprotegido, sino que ha abandonado a las personas migrantes y a los habitantes de la zona norte de nuestro país. Con esta visión securitista de la migración, donde como única respuesta a una crisis humanitaria global y continental, doy como única respuesta la sanción en vez de respuestas humanitarias y desde la lógica de los derechos humanos, no estoy siendo consciente de la realidad y estoy haciendo políticas públicas que tienen sentido en mi cabeza, pero que en la práctica solo generan caos. La responsabilidad es absoluta y creo que el Estado, en su conjunto, ha fallado en este deber de protección al no visualizar respuestas o soluciones verdaderamente eficaces, eficientes y desde una perspectiva de derechos humanos. Para mí, eso no es nada más que porfiadez de creer que lo que pasa en mi cabeza es la única respuesta posible. No es que las políticas migratorias del gobierno sean malas en abstracto. Son válidas, solamente que de toda la gama de herramientas de política migratoria tú tienes que seleccionar aquellas que más se ajustan a tu objetivo en esta realidad. La gente no va a dejar de venir y ese es el gran problema, cerrar las puertas en vez de regularizar. 

-El discurso oficial habla de una “crisis migratoria”. ¿No debería analizarse con un enfoque de derechos humanos y abordarse como una crisis humanitaria?

-Sí, absolutamente. Pero yo distinguiría: hay dos crisis acá. Hay una crisis que es la crisis del continente, una crisis humanitaria que ocurre en Venezuela, en Haití y en menor medida en otros países del Cono Sur. Esa es la crisis humanitaria que provoca, a su vez, una crisis humanitaria en nuestro país cuando el Estado no es capaz de dar las respuestas apropiadas. No hay una crisis migratoria, el problema no son los migrantes, el problema es la respuesta que da el Estado que se cierra a un único camino posible que le dijimos que no iba a funcionar y lo único que hace la autoridad es insistir en vez de trabajar en respuestas adecuadas. Es una crisis humanitaria que genera una crisis de derechos humanos, y estas dos en su conjunto juegan como una gran crisis que el Estado no es capaz de abordar.

-En la migración, uno de los grupos más afectados son los niños y niñas. ¿Qué medidas deberían considerarse para asegurar su bienestar?

-El Estado, a través del Gobierno y de las distintas autoridades, debería partir, en mi opinión, desde una lógica general. No criminalizar la migración, más bien buscando la regularización migratoria, entendiendo que las personas están y van a seguir estando. Son personas que van a trabajar igual, cuyos hijos van a ir al colegio igual, que van a comprar en el supermercado y van a pagar el IVA igual. Entonces, opto por la regularización. Y eso que aplica para todas las personas, va a tener especial repercusión en los niños y niñas. En la medida en que el grupo familiar está bien, los niños y niñas van a estar bien. Y en este contexto, debería pensarse en mejores políticas de inclusión para niños y niñas. En educación vamos relativamente bien, pero en salud no siempre los niños y niñas pueden acceder a un CESFAM y todo esto requiere además de trabajar el discurso. Genial que niños y niñas puedan estudiar, pero si seguimos teniendo discursos racistas, xenófobos, criminalizadores de la migración, entonces el funcionario del CESFAM no va a dejar de tratar mal a la mujer migrante. 

“La responsabilidad es absoluta y creo que el Estado, en su conjunto, ha fallado en este deber de protección al no visualizar respuestas o soluciones verdaderamente eficaces, eficientes y desde una perspectiva de derechos humanos”

-En su opinión, ¿la política migratoria actual estaría tomando en consideración los derechos humanos de las personas migrantes que llegan al país?

-Absolutamente no. Yo creo que la política migratoria actual tiene una visión unidireccional securitista. La mira solo desde su perspectiva como Estado y solo desde la óptica de seguridad nacional, sin entender que el otro que viene es un ser humano que tiene derechos humanos que no pierde por el hecho de migrar, los trae consigo. Y una visión completamente sesgada que no entiende las causas estructurales de la migración en estos tiempos y en este continente. Y es por eso que las respuestas que se dan son inapropiadas. Por lo tanto, yo creo que la política migratoria de este Gobierno es un fracaso. Solo han aumentado los ingresos por pasos no habilitados, solo ha aumentado la vulnerabilidad de las personas migrantes. De 15 mil solicitudes de asilo pendientes, solo siete fueron reconocidas durante el año 2020. Y 2.500 rechazos. Hay algo ahí que está fallando, no puede ser que el 99% de las personas estén equivocadas en su búsqueda de protección internacional. En migración en general tenemos expulsiones colectivas, expulsiones ilegales, la gente no tiene acceso a la información, no tiene dónde hacer preguntas, los procesos de visado demoran a lo menos un año. No es que no tenga cosas buenas, hay cosas positivas, por ejemplo los trámites online, eso está súper bueno. Es un camino en el que hay que seguir avanzando, pero todo eso se pierde en este discurso criminalizador. 

-En Chile, se ha instalado este discurso que relaciona a los inmigrantes con la delincuencia. ¿Cómo esto contribuye a la estigmatización de los migrantes?

-Contribuye en un 100%. En nuestro inconsciente está la lógica del racismo, lamentablemente. Sin embargo, cuando tú tienes un discurso público, político que viene de tus autoridades, personas en las que tú tienes algún grado de confianza que te dice que la migración es delincuencia, que lo único que hace es mostrarte la migración como algo negativo y que mientras menos haya, va a ser mejor, solo exacerba estas ideas históricas que hay en nuestras cabezas de blanquitud y de superioridad. Y eso lleva a la xenofobia, el racismo y la aporofobia, el miedo a la pobreza. 

-¿La política y el discurso oficial influyen en esta mirada hacia la migración?

Si tú en los medios de comunicación escuchas a una autoridad pública refiriéndose a las personas haitianas que venden Super8, si escuchas o ves en la televisión a las personas extranjeras esposadas, vestidas con un overol blanco, subidas a un avión con dos policías, uno a cada lado, si tú ves que en cada noticia sobre un delito se pone “era colombiano”, “era peruano”, etcétera, cuando tú ves todo esto en los medios de comunicación, yo creo que un ciudadano/a común y silvestre no puede sino hacerse la imagen de que la migración es mala, es delincuencia y es peligro. Yo creo que ahí ha fallado este Gobierno en particular. No estoy diciendo que los anteriores lo hayan hecho mucho mejor, para nada. Especialmente ahora hemos visto cómo la exacerbación del discurso criminalizador ha llevado a la exacerbación del racismo y la xenofobia por parte de las personas. 

“Cuando tú tienes un discurso público, político que viene de tus autoridades, personas en las que tú tienes algún grado de confianza que te dice que la migración es delincuencia, que lo único que hace es mostrarte la migración como algo negativo y que mientras menos haya, va a ser mejor, solo exacerba estas ideas históricas que hay en nuestras cabezas de blanquitud y de superioridad”

-La pobreza y la delincuencia son dos conceptos que se suelen relacionar con los migrantes. ¿Cómo podemos romper con estos estereotipos y prejuicios?

-Yo creo que hay varios caminos para llegar a eso. Hay varios actores y actrices que tenemos que hacer cosas. Primero, desde el Gobierno y desde el Estado en general hay que modificar el discurso sobre migración. Más bien ver la migración como una oportunidad y como una cuestión de derechos humanos también. Las personas tienen derecho a decidir donde vivir, que obviamente tienen que cumplir las normas del lugar donde llegan, pero esas normas tienen que respetarse también. Todos tenemos que respetar las normas. Nadie dice que queremos una migración descontrolada, todo lo contrario, queremos que la migración sea ordenada, pero para todas las partes. Creo también que hay que iniciar desde el Gobierno, pero con mucha contribución de la sociedad civil, campañas anti racismo, pero tienen que partir desde la autoridad, porque desde la sociedad civil existen. Nosotros tenemos que apoyar fuertemente esto. Y por último, yo creo que la autoridad debería ser más dialogante con la sociedad civil, con la academia, con las instituciones pro, de y para migrantes.


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