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5 de Octubre de 2021

El lado menos visible de la violencia contra las mujeres: Los golpes en la clase alta chilena

Patricio Vera

En 2017, 31% de las mujeres en la clase alta chilena declaró haber sido víctima de violencia psicológica, física o sexual. A pesar del alto porcentaje, prácticamente no se habla de esta situación que difiere, en sus características, de las agresiones sufridas en otras clases sociales. La periodista Rosario Moreno, quien investigó este tema, desmenuza las particularidades del fenómeno en el sector ABC1. Y advierte: “El miedo a que se sepa la verdad es tremendo”.

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Según la Cuarta Encuesta de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de la Violencia Intrafamiliar y en Otros Espacios, realizada por el Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD), en 2020 un 41,4% de las mujeres reconocieron haber sufrido violencia al menos una vez en su vida. En 2012, la cifra era de 32,6%.

En un estudio anterior, en 2017, el CEAD había detallado que 31% de las mujeres en la clase alta de entre 15 y 65 han sido víctimas de violencia psicológica, física o sexual.

Pese al alto porcentaje, poco se habla de las agresiones contra las mujeres en la clase alta chilena. Ya sea desde las políticas públicas o desde la academia, o incluso dentro del auge del movimiento feminista que Chile ha visto en los últimos años, esta es una arista que no ha sido del todo abordada.

Intrigada por esta situación, la periodista Rosario Moreno decidió realizar una investigación sobre la violencia contra las mujeres del sector ABC1 de Chile. Tras 180 horas de entrevistas a más de 90 actores, el resultado fue el libro “Cariño Malo” (Planeta, 2021).

La obra cuenta con 76 testimonios en primera persona, 30 de víctimas de 18 a 71 años, y 46 de expertos relacionados con el tema, como abogados de familia, peritos, carabineros y psicólogos. Todos coinciden en algo: en las mujeres de la clase alta chilena que han sufrido algún tipo de violencia impera el miedo. Al agresor, al qué dirán, a la soledad, a la falta de dinero (…). Un miedo que Rosario Moreno considera diferente al que se vive en las clases medias y bajas.

“Es tan grande que, si hacen una encuesta con esas mujeres, aunque sean anónimas, ellas van a mentir por miedo. Hay esa idea de ‘deber ser’, de no defraudar a su tribu. Y contar lo que sufren es feo, desarma todo: la casa bonita, el colegio bonito, el auto bonito. El miedo a que se sepa la verdad es tremendo”, sostiene, añadiendo que en las 7.000 páginas de transcripción de sus entrevistas la palabra que más apareció fue justamente esa: miedo.

Pese al alto porcentaje, poco se habla de las agresiones contra las mujeres en la clase alta chilena. Ya sea desde las políticas públicas o desde la academia, o incluso dentro del auge del movimiento feminista que Chile ha visto en los últimos años, esta es una arista que no ha sido del todo abordada.

Ese temor lleva a que las mujeres del sector ABC1 no denuncien, y, por ende, no haya una preocupación pública. Se desata una profunda y preocupante espiral de silencio, sostienen los expertos entrevistados en el libro.

En plena introducción del libro Rosario Moreno grafica el nivel del miedo: “Hubo una mujer a la cual le hice la entrevista que me llamó a las dos semanas para pedirme que fuera a su casa. Ahí me contó que no había podido dormir desde que había entregado su testimonio, que tenía miedo y que prefería no salir en el libro. Le expresé que no había problema, que la idea no era atormentar a nadie, pero fuerte fue mi impresión cuando me pidió la grabadora para borrar el audio de la entrevista. Si bien le dejé en claro que debía confiar y que una cosa así no se pedía, se lo iba a conceder, porque -le insistí- no quería atormentar a nadie más de lo mal que ya había pasado. Tomó la grabadora de manera desesperada y buscó hasta apretar delete”.

Más allá de ese sentimiento, ¿hay otros factores distintivos en la violencia que sufren las mujeres de la clase alta? Teniendo como base a “Cariño Malo”, The Clinic conversó en profundidad con la autora sobre esas posibles diferencias.

1 – Feminismo y machismo

Aunque, como bien destaca en el libro el psiquiatra forense y terapeuta de parejas Rodrigo Dresdner “el machismo no escapa a ninguna capa social, sino que es transversal a cualquier tipo de personalidad y a cualquier estrato socioeconómico”.

En el caso particular del sector ABC1, Rosario Moreno plantea que la mujer de la clase alta es “mucho menos libre que las mujeres de la clase media y baja. En la clase alta hay mucho temor a ser uno mismo porque se vive con muchos estereotipos, muchas obligaciones sociales, mucho de responder al entorno”.

En su libro hay diferentes testimonios sobre eso. Un ejemplo: “Mi marido me pega un combo en el ojo y me empuja con el brazo. Caigo por la escalera y quedo botada en el suelo del primer piso (…) cuando llegué a casa de mi suegra, ella me dijo: ‘Qué horror, ponte algo, porque te van a ver todos y qué van a decir”.

Además, la autora -también licenciada en Historia- plantea que el machismo en Chile está más arraigado en la clase alta, donde la crianza de los hijos es notoriamente distinta dependiendo de su sexo: “La mujer siente en la clase alta que tiene que cumplir, cumplir, a lo que le pida el hombre y esto está mal”.

En el caso particular del sector ABC1, Rosario Moreno plantea que la mujer de la clase alta es “mucho menos libre que las mujeres de la clase media y baja. En la clase alta hay mucho temor a ser uno mismo porque se vive con muchos estereotipos, muchas obligaciones sociales, mucho de responder al entorno”.

En ese sentido, podría ser más difícil, de acuerdo con la autora, que las mujeres del sector alto se identifiquen con las demandas del feminismo, como la ruptura de los roles de género tradicionales.

Un ejemplo claro de ello fue lo que ocurrió tras la publicación del libro. Según Rosario Moreno, muchas mujeres se acercaron a ella diciéndole que lo habían recomendado a sus amigas, madres e hijas. Pero no a sus hijos, padres o amigos. “Cariño Malo no es un libro para mujeres. Es para todos”, puntúa.  

2 – Redes de apoyo

“Yo estaba distante y él me decía: ‘¿Qué te pasa? Estás como arisca. ¿Acaso ya no me quieres?’. Yo le respondía que estaba cansada, que tenía que estudiar. También pensaba: ‘¿Y si lo denuncio?’, pero me respondía a mí misma: ‘Qué persona ABC1 va a la cárcel por violación?’. O sea… ¡Nunca en mi vida había escuchado eso! ¡Jamás!”.

El testimonio recogido en el libro es un claro ejemplo, para Rosario Moreno, de cómo la violencia contra las mujeres de la clase alta queda impune. En muchos casos, sostiene, porque las redes de apoyo del agresor son muy grandes.

“Hay redes de contactos interrelacionadas que hacen con que desgraciadamente no se hable más abiertamente sobre la violencia”, sostiene la autora. Por ejemplo: el maltratador puede ser familiar de amigos de la víctima, conocido de toda la vida o jefe de alguien cercano. Destapar las agresiones físicas y psicológicas, para muchas, es sinónimo de un efecto dominó que puede afectar a otros seres queridos.

3 – Pobreza encubierta

En muchos testimonios se revela que, tras la violencia psicológica, física y sexual, las mujeres de la clase alta se enfrentan a la violencia económica.

“Llegué a tocar las puertas de la Junji para que por favor tuvieran a mis niñitas gratis.

-Perdón, señora, pero esto es para gente pobre- me dijeron.

-Yo no tengo ni uno – repliqué.

-Cómo no va a tener.

-¿Quiere que se lo demuestre? -insistí.

-Por favor -me contestaron. Les llevé mi liquidación de sueldo de recepcionista y recién ahí me creyeron”.

Según Rosario Moreno, “todos creen que la gente de la clase alta se rasca con sus propias uñas, pero eso solo ocurre con los hombres”. Esa creencia, lo hacen ver diferentes personas en su libro, produce un trato discriminatorio a las mujeres de la clase alta, quienes plantean que son víctimas de una “pobreza encubierta”.

Muchas de las historias contadas muestran a mujeres que o no estudiaron en la universidad, o estudiaron, pero no ejercieron su profesión tras el matrimonio. Aun así, viven, como se describe en diferentes relatos, sin contabilizar sus gastos y, por lo general, cuentan con -en promedio- seis millones de pesos mensuales para ellas y sus hijos.

“Entonces, cuando una mujer decide separarse: ¿de dónde va a sacar seis millones? Aunque ella quiera volver a trabajar, pocos la van a aceptar porque lleva 20 años sin ejercer. E incluso si trabaja, difícilmente va a ganar más de 600.000 pesos”, plantea la autora, añadiendo que las pensiones alimenticias no alcanzan para estas mujeres.

En ese sentido, Rosario Moreno considera que la ayuda estatal es discriminatoria con las mujeres de la clase alta y defiende que la Justicia debería entender esa realidad distinta. “El hombre cuando se casó le pidió a la mujer que no trabajara porque la quería en la casa, quería tener hartos hijos, etc. Fue un acuerdo de pareja. Entonces, si hubo un acuerdo de pareja inicial, ¿por qué al momento de separarse le vas a bajar el nivel socioeconómico a esos hijos y a esa exseñora?”.

Muchas de las historias contadas muestran a mujeres que o no estudiaron en la universidad, o estudiaron, pero no ejercieron su profesión tras el matrimonio. Aun así, viven, como se describe en diferentes relatos, sin contabilizar sus gastos y, por lo general, cuentan con -en promedio- seis millones de pesos mensuales para ellas y sus hijos.

Asimismo, diferentes expertos mencionados en el libro comentan sobre mecanismos irregulares que utilizan muchos hombres para evadir su responsabilidad de pagar las pensiones.

“Algo súper fuerte y común en la clase alta es la violencia patrimonial y las sociedades falsas, las que, lamentablemente, la ley no contempla. Hay mujeres que dejan de trabajar, o que trabajan parcialmente, para apoyar a carrera profesional de la pareja, y al momento de divorciarse o liquidar la sociedad conyugal, (las mujeres) tratan de pedir compensación, pero ellos se despojan de los bienes para no entregarles nada”, comenta Cinthia Muñoz, perito privada social y económica.

“’¿Cómo lo podemos hacer para esconder mis ingresos?’, esa frase la he escuchado muchas veces por teléfono, cuando los hombres me llaman para pedir asesoría”, cuenta María Pía Correa, abogada de familia.

4 – Educación

En uno de los relatos, una joven relata que fue víctima de distintas formas de violencia y que, tras separarse de su expareja, decidió realizar charlas contando su historia. La entrevistada se pregunta por qué en los colegios -incluso en aquellos como el que ella estudió, considerado uno de los mejores del país- no se enseña qué es una relación sana o tóxica.

Se trata de un punto que Rosario Moreno considera central y que expuso recientemente a la Comisión de Familia del Congreso. “Los colegios tratan la sexualidad y las drogas, pero no van al tema de fondo que es enseñar desde niños lo que es la autoestima y el buen trato. Porque cuando una persona sabe lo que quiere, sabe sus límites, se va a atrever a decir no cuando no quiere algo, ya sea para el alcohol, las drogas o para una relación de pareja”, comenta.

“’¿Cómo lo podemos hacer para esconder mis ingresos?’, esa frase la he escuchado muchas veces por teléfono, cuando los hombres me llaman para pedir asesoría”, cuenta María Pía Correa, abogada de familia.

La autora plantea que, si los hijos aprenden esos cursos en los colegios, no van a aceptar que sus padres traten mal a sus madres, ni tampoco respaldarán a amigos maltratadores.   

Asimismo, hace un llamado a las universidades: “si bien existen iniciativas aisladas de capacitaciones de relaciones sanas o teléfonos de denuncia, a estas alturas debieran darse cursos obligatorios sobre convivencia saludable”.

Rosario Moreno en una charla sobre su libro en una universidad.

5 – Religión

“No le conté nada (a mi amiga) por ¡vergüenza! ¡Toda mi vida me enseñaron que había que llegar virgen al matrimonio y se me había ido todo a la mierda!”, relata una víctima tras haber sido violada por su pareja.

En uno de los relatos, una joven relata que fue víctima de distintas formas de violencia y que, tras separarse de su expareja, decidió realizar charlas contando su historia. La entrevistada se pregunta por qué en los colegios -incluso en aquellos como el que ella estudió, considerado uno de los mejores del país- no se enseña qué es una relación sana o tóxica.

En la clase alta, comenta Rosario Moreno, hay familias a las cuales mantener los sacramentos religiosos es algo muy relevante. Esto, sumado a los factores anteriores, hace con que muchas mujeres opten por quedarse con su agresor.

Asimismo, en muchos casos, hay víctimas que no se identifican como tales porque la violencia sexual que sufrieron fue al interior de un espacio considerado sagrado (el matrimonio): “a mí me decían: ‘bueno, él era mi marido’ y yo les tenía que explicar en la propia entrevista que no porque era su marido significaba que podía hacer lo que quisiera con su cuerpo’. Ellas creían que no existía la violación en el matrimonio”.  

Los celos, gritos, amenazas, manipulación, empujones, golpes, control y aislamientos no son conductas normales en una relación de pareja. Si eres víctima de algo así, recuerda que no estás sola. Si eres testigo o víctima de violencia, llama a cualquiera de los siguientes números: Fono Familia de Carabineros (149); Policía de Investigaciones (134); Fono de orientación y ayuda por violencia contra las mujeres (1455); Fono Denuncia Segura (600 400 0101); WhatsApp Mujer (+569 9700 7000).

También puedes leer: La pesadilla de Francisca Moll


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