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Entrevistas

15 de Octubre de 2021

Guarequena Gutiérrez: “La política migratoria siempre ha sido o puede ser excusa de los populistas”

Archivo personal

La exembajadora en Chile del autoproclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, repasó lo que fueron sus 16 meses como representante, lo difícil que fue trabajar sin equipo, sin sueldo, sin un espacio físico. También se refirió a su presente, lejos de ese puesto y trabajando en una empresa privada. Sobre la situación migratoria, afirma que “los venezolanos no queremos nada gratis”. En conversación con The Clinic, comenta sobre las soluciones que se pueden buscar y su parecer del momento político actual, en un año marcado por las elecciones y el trabajo de la Convención Constituyente. “Ojalá que el chileno no vote desde la guata, sino desde la razón”, sostiene.

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Libertad y Dignidad. Esas son las palabras que Guarequena Gutiérrez (38) se tatuó en las muñecas de sus brazos luego de venirse a vivir en Chile. “En una dictadura, sea de izquierda o de derecha, comunista o no, esos son valores que se pierden en una sociedad. Le agradezco  mucho a Chile que haya recobrado la libertad, la dignidad, que puedas tener un salario con el cual puedas pagar tus servicios que, aunque no sean económicos, los pagas y los tienes. En Venezuela no”.

También agradece la libertad de expresión. “Acá uno puede decir lo que uno considere con respeto, y no sentir que alguien te está persiguiendo por lo que dijiste, o no tienes que tuitear con mucho cuidado”, dice.

La venezolana llegó a Chile el 26 de septiembre de 2018 con la Visa de Responsabilidad Democrática, documento anunciado cinco meses antes por el presidente chileno Sebastián Piñera para ciudadanos y ciudadanas venezolanas que quisieran migrar al país. El visado permite un año de residencia temporal, prorrogable por otro año más.

Durante ese periodo, asumió el 29 de enero de 2019 como embajadora en Chile del autoproclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó. El cargo de representante fue reconocido tanto por el mandatario como por la cancillería chilena.

Al año de estar en Chile, y al no cumplir los requisitos para solicitar la visa de permanencia definitiva, Gutiérrez pidió la prórroga de su visado por un período de 12 meses y así fue como pasaron 16 meses en los que ejerció dicho rol.

En paralelo, en la embajada de Venezuela, ubicada en Bulnes 2021, en la comuna de Providencia, el embajador de Nicolás Maduro, Arévalo Méndez, continuaba sus funciones.

Acá uno puede decir lo que uno considere con respeto, y no sentir que alguien te está persiguiendo por lo que dijiste.

¿Cómo vivió la situación de que el gobierno de Sebastián Piñera la reconociera como representante de la Asamblea Nacional de Venezuela, pero que su labor diplomática no?

-Realmente fue difícil, porque te reconocen representante diplomático de una institución, pero a la vez reconocen al representante diplomático de un régimen violador de Derechos Humanos. Pero, como siempre lo dije y lo mantengo, cada país es autónomo en el reconocimiento de las autoridades que convengan mejor para su país. Cada presidente en democracia decidirá a quien apoya para lo que le funcione mejor, lo que más convenga. Tuvimos una relación como corresponde con la Cancillería chilena, a pesar de que nunca tuve una acreditación como diplomática, siempre tratamos de ver los temas consulares y sobretodo el tema de apoyo a la comunidad inmigrante venezolana en Chile, siempre la mantuvimos de la mano del Estado chileno y del poder Ejecutivo chileno.

Para ella, el único gran obstáculo para ejercer su trabajo fue el no poder atender dentro de la embajada de Venezuela. “Atendíamos en un café, en una plaza, en una oficina que nos cedieron prestada por un tiempo, pero nunca tuvimos una sede física para atender y escuchar a la población venezolana”, cuenta.

Cada presidente en democracia decidirá a quien apoya para lo que le funcione mejor, lo que más convenga.

Su equipo de trabajo a tiempo completo lo conformaban dos mujeres, una que apoyaba la parte política y otra el lado social.  Además, relata, había otras ocho personas que colaboraban con las notas de prensa, coordinar la agenda, organizar los gremios de la comunidad venezolana, atender emprendimientos, gestionar ayudas sociales o dar asesorías, ya que para ellos todo es nuevo, hasta el sistema de salud.

“Suena fácil si fueran dos o tres personas, pero recordemos que son casi 500 mil personas (migrantes) de manera regular, más los que están de manera irregular, es una demanda de trabajo muy grande”, explica.

¿Se complejizó el escenario con la pandemia?

-Mucha gente nos llamó desesperada para saber cómo irse a una residencia sanitaria. Cuando eres migrante por lo regular no vives solo, porque el costo es mucho más alto, vives con familia o alquilas entre varias personas. Otra situación fue la violencia intrafamiliar, que se da mucho en la migración también. Por muchas razones eran llamadas que se atendían a toda hora. Hechos de salud, por ejemplo, había una persona que se le venció la cédula y era una persona VIH positivo, entonces no sabía cómo seguir el tratamiento de los retrovirales y había que explicar esto en los centros de salud y lograr que lo siguieran atendiendo. Son casos fuertes. Todo esto era algo que ocurría antes de la pandemia, pero se agudizó mucho más, porque muchos chilenos y extranjeros quedaron sin trabajo, hasta bolsas de mercadería hubo que repartir.

Gutiérrez explica que cerca del 60% de la población venezolana reside en la región Metropolitana. Durante el tiempo que duró su cargo viajó a las ciudades de La Serena, Coquimbo, Iquique, Antofagasta, Valparaíso y Viña del Mar.

Las principales demandas que identificó fue la solicitud del pasaporte venezolano. Reconoce que “esa fue una gran tarea pendiente de mi gestión y sigue pendiente con el actual embajador del presidente Guaidó (Carlos Millán)”.

La abogada y técnico en administración renunció en junio de 2020 al cargo, cuando faltaban tres meses para que terminara la prórroga de su visa y debiese solicitar la permanencia definitiva.

Entre las razones que esgrimió para su renuncia estaba el tener un trabajo con contrato para regularizar su situación migratoria. ¿En qué condiciones se encuentra ahora?

-Cuando me correspondía la permanencia definitiva los analistas de ese entonces veían algo que le demuestre al Estado chileno que tienes de qué sostenerte económicamente en Chile, que tienes un vínculo laboral formal para estar acá. Pese a todo el trabajo que tenía, que se veía hasta mediáticamente, no era algo que podía demostrar: no tenía un contrato de trabajo formal notariado, no tenía las cotizaciones de AFP suficientes, entonces iban a transcurrir los 90 días de que se venciera esa visa y tenía que emitir esa solicitud. La Cancillería chilena respondió que ellos no me iban a dar status migratorio en Chile como representante diplomática del gobierno del presidente Guaidó. Entonces, con mucho dolor lo tuve que hacer, porque si no voy a quedar irregular en Chile y seria bien incoherente ser la representante diplomática y estar irregular. 

Actualmente está en lo que llama “la dulce espera de 24 meses” para obtener la permanencia definitiva. “Esperemos que ahora con el Servicio Nacional de Migraciones todo salga más rápido. Sabemos que van a aumentar la cantidad de funcionarios, toda la comunidad migrante venezolana espera que eso agilice nuestros procesos”.

La Cancillería chilena respondió que ellos no me iban a dar status migratorio en Chile como representante diplomática del gobierno del presidente Guaidó.

“La mayoría de los chilenos son muy solidarios”

Por estos días, Guarequena Gutiérrez se desempeña en una empresa privada, dedicada a las ventas y lejos del mundo político y social de su país. Su vida la desarrolla mayoritariamente en Santiago centro, donde están su casa y su trabajo.

-¿Qué opina de los chilenos y las chilenas?

-Tienen que cuidar su democracia. Entiendo que se puede perfeccionar, que hay desigualdades que uno las ve como extranjero, que hay injusticias que uno las ve, pero no da la razón para dañar 18 estaciones de metro por supuestamente 30 pesos, cuando los más perjudicados fuimos los usuarios del metro, nosotros mismos. No hay razón para ejercer la violencia, ni en ese momento, ni la que vivimos en Iquique por la xenofobia. Siempre condenable la violencia, la de Maduro y la de quien sea. Puedo entender que haya molestia, pero pensar desde la guata y no pensar desde la razón y desde la lógica… creo que eso puedo decirles a los chilenos, que cuiden mucho la democracia que tienen.

Guarequena Gutiérrez. Crédito: Archivo personal

¿Y qué piensa del trato a los migrantes en general y, en particular, a los venezolanos?

-La mayoría de los chilenos son muy solidarios, muy abiertos en el sentido de entender la situación por la que nosotros estamos pasando. Ustedes tienen heridas históricas desde Allende y Pinochet, y las siguen teniendo porque apoyaron a uno o apoyaron al otro. Tengo 38 años, cuando llegó Chávez tenía 15, no voté por él, pero hay una herida que está allí independiente que no haya votado por él. Lo mismo pasa aquí y se siente esa división y ese dolor que hay en la población chilena. Por eso creo que tienen el don de ser empáticos con nosotros, porque saben por lo que estamos pasando. Lo que vimos recientemente no denota para nada lo que es el sentir chileno para la comunidad extranjera ni para la comunidad venezolana.

No hay razón para ejercer la violencia, ni en ese momento, ni la que vivimos en Iquique por la xenofobia.

¿Piensa quedarse en Chile?

-No lo sé. Pero sí te puedo decir que para mí es muy importante dónde está mi familia, y mi familia está ahora en Chile. Mi hermano, mamá, sobrino, tíos, están todos acá. Pero eso no quiere decir que yo no pueda pensar en Venezuela.

¿Cómo se entiende que el actual presidente chileno cuando estuvo en Cúcuta se abriera a recibir a ciudadanos venezolanos en el país y después expulse a otros durante su misma gestión?

-La mayoría de los venezolanos que han entrado de manera irregular desconocen si el presidente Piñera fue a Cúcuta. No están acá porque el presidente Piñera los haya invitado. Él estuvo en Cúcuta apoyando al presidente Juan Guaidó, con el presidente de Paraguay y con el presidente Duque de Colombia, para apoyar la ayuda humanitaria que entrara a Venezuela. Hubo un apoyo previo, en 2018, cuando el presidente Piñera instaura la Visa de Responsabilidad Democrática. Mucha gente se vino con esta visa y mucha gente quiso traerse después a su esposa e hijos, y ahí se trancó el proceso, no hubo la capacidad. Para nosotros, más que lo de Cúcuta, creemos que tiene que haber una sola línea de tiempo y de decisiones. Si estás dando la Visa de Responsabilidad Democrática, como dice su nombre, tienes la responsabilidad democrática de Chile con esos venezolanos víctimas de un régimen violador de Derechos Humanos.

Lo que vimos recientemente no denota para nada lo que es el sentir chileno para la comunidad extranjera ni para la comunidad venezolana.

En algún momento se depositó la esperanza en Guaidó para mejorar la situación en Venezuela. Pero pareciera que las cosas no han cambiado tanto. ¿A qué diría que se debe esto?

-Todo lo que se hace por el país de uno y lo que también está haciendo el presidente Guaidó junto con los parlamentarios de la legítima Asamblea Nacional de Venezuela es un sacrificio muy grande. Pero también yo hago una autocrítica. No es solamente que Juan Gerardo Antonio Guaidó nos vaya a sacar, o Guarequena Gutiérrez, no es así. Creo que también las sociedades necesitan aprender entre todos. Chile lo vio cuando estuvo la Concertación, hubo que crecer políticamente, lograr acuerdos entre todos y es parte de lo que no se está viendo en Venezuela. Claro que todos tenemos una esperanza de que haya un cambio en Venezuela, pero las capacidades deben construirse y entre todos, no es solamente responsabilidad del presidente Guaidó hacer un cambio en Venezuela.

Este es el tercer país de la región con mayor cantidad de población venezolana. ¿A qué atribuye el auge de la migración irregular a Chile en el último tiempo?

-Chile fue uno de los países mejor evaluados en manejo de la pandemia, donde se vacunó mayor porcentaje con primera y segunda dosis, ya estamos en la tercera. Ha crecido económicamente, durante la pandemia no fue un país que tuvo un decrecimiento como tuvo Perú o Colombia. Brasil también tenía un alto índice de mortalidad. Al tener Chile mejores condiciones económicas que otros países de la región, es fácil saber dónde se va a ir la gente, al lugar que te puedan ofrecer mayor crecimiento económico y social. Por eso muchas personas están viniendo a Chile y no solamente de Venezuela: de Colombia, Perú, Ecuador y Argentina también.

Si estás dando la Visa de Responsabilidad Democrática, como dice su nombre, tienes la responsabilidad democrática de Chile con esos venezolanos víctimas de un régimen violador de Derechos Humanos.

Hace unas semanas en Iquique, región de Tarapacá, hubo manifestaciones contra la inmigración en que quemaron las pertenencias de personas migrantes, entre las que estaban venezolanos y venezolanas. El hecho fue noticia mundial. ¿Qué sintió en ese momento?

-Con el corazón devastado, porque sabemos que incluso se quemaron documentos de estas personas, los bienes de estas personas, y uno sabe lo que cuesta sacar un pasaporte venezolano, y son sus enceres, son seres humanos, independiente de la forma en la que entraron a Chile, y hay que tomar en cuenta la razón por la cual vienen. Hay puntos que habíamos tratado en distintas mesas nacionales de migración, esto se veía venir. Ya habíamos visto la crisis del 2019 en Tacna. Cuando en algún país de la región hay una crisis política y social, las personas van a ir al país donde mejor van a conseguir condiciones y tienen que estar preparados para esto.

¿Cómo se pueden preparar las autoridades?

-Hoy vemos decisiones del gobierno de Chile que van a haber unos refugios, albergues para estas personas, pero más allá de eso hay que estudiar y analizar, hacer propuestas de la colocación laboral de estas personas, porque ¿qué capacidad tiene Chile de mantener a cientos de ciudadanos venezolanos en un albergue en Iquique o en la zona norte?, hay que coordinar con el Ministerio del Trabajo una gran bolsa nacional de trabajo. Mientras estas personas estén trabajando su inclusión también va a ser mucho más fácil.

¿Ha podido organizar o gestionar ayuda para esas personas?

-Hubo un recogimiento de enseres para ellos, tenemos grupos de WhatsApp de venezolanos que estuvieron recogiendo de alimento, pero esos son paños de agua caliente que se ponen a una situación que hay que ver cómo se soluciona. Por más que uno haga las propuestas, quien tiene la palabra o el poder de ejecutarla es el gobierno de Chile junto con organismos internacionales, OIM, Acnur, que reciben muchísimo dinero para atender a la migración venezolana, entonces también están en la responsabilidad de ver qué propuestas de acción tienen.

“La migración engrandece a los países siempre y cuando esté regulada”

Tras renunciar como representante, Guarequena Gutiérrez comenzó a trabajar en el Centro de Estudios Horizontal, vinculado al partido Evópoli, estuvo cerca de seis meses y ahora es “miembro asociado”. Allí ve aspectos de migración y género, que reconoce son sus temas. Además, recientemente fue parte del comando de Ignacio Briones en materia de inmigración.

-¿Cuáles eran los aspectos prioritarios y claves en este programa?

-Fui la coordinadora programática del tema migración y estamos a la orden para el comando de Sichel. En el de Briones fui autora y coautora, y tuvimos un eje de tres etapas para atender la migración: antes de la frontera, en la frontera y dentro de la frontera. Antes de la frontera son fortaleciendo la Cancillería chilena para fortalecer los consulados de Chile en el mundo, para que las personas que deseen venir a vivir puedan tener un abanico de visas a las cuales postular. La migración engrandece a los países siempre y cuando esté regulada. Si cierras las vías que te puedan pedir una visa formal y que puedan venir a tu país legalmente, vas a aumentar que te entren por la frontera de manera ilegal. La otra es fortalecer el cuidado de la frontera, porque independientemente que haya fortalecimiento de los consulados, robustecimiento de la Cancillería, y este tipo de visas, hay personas que van a entrar por la frontera y hay que fortalecer ese resguardo, que además es muy amplio por su condición geográfica. Y la otra es dentro de la frontera, con casos como el mío y el de la mayoría de los extranjeros que estamos acá, es automatizar procesos desde el Estado. No puede ser que por la burocracia chilena un proceso se demore.

¿Qué piensa de la política migratoria de Sebastián Piñera de “ordenar la casa”?

-El nombre totalmente de acuerdo. Un presidente como padre del país tiene que ordenarlo, tiene que saber quién entra, quién sale, qué hace, guardando las libertades individuales, pero hay que saber en qué situación están las personas. Pero también tienes que tener mecanismos efectivos que le den respuesta a esas personas para que puedan trabajar, pedir un crédito, homologar su título académico o certificado de oficio en caso de que lo tuvieran. La balanza tiene que tener dos cosas: ordenar la casa, es un tema, pero también tienes que darle la oportunidad a esas personas de que vengan a hacer el bien, que tengan su permiso de trabajo y se puedan insertar en la sociedad chilena.

Fui la coordinadora programática del tema migración (de Briones) y estamos a la orden para el comando de Sichel.

En un próximo gobierno, le gustaría que se entendiera que la población migrante “está en Chile y vino para quedarse”, que no es un tema temporal. “Las personas no se van a ir porque haya vuelos de expulsión”, explica. A su vez, quiere que se comprenda que los migrantes pueden hacer un gran aporte.

-¿Cree que la situación actual migratoria puede ser un caldo de cultivo para políticos populistas?

-Siempre. La política migratoria, sobretodo de los más vulnerables, siempre han sido o pueden ser excusa de los populistas. Siempre hay gente que está tratando de manipular y ganar adeptos o destrucción de su oponente político. Más allá de todo eso, el migrante debe ser visto como un ser humano que merece respeto, dignidad y que además en el tema electoral puede votar. El venezolano hoy es el que menos vota de la comunidad migrante, porque es el que tiene menos tiempo, pero en algún momento va a ser mayoría. Mi preferencia de voto tiene que ver con la capacidad de ese político de ser empático con mi causa, con argumentos. Los venezolanos no queremos nada gratis. La mayoría queremos tener trabajo, una buena renta líquida que nos permita tener vivienda propia y calidad de vida.

-En este año de elecciones usted ha llamado a votar. ¿Qué expectativas tiene del futuro del país?

-En donde hay democracia, siempre estoy llamando a votar. La comunidad nuestra es la que tiene menos peso electoral en este momento, pero va a tener un peso electoral grande. Imagínate 500 mil venezolanos votando, pueden ser tres a cuatro comunas de Chile y hacen el peso de una elección presidencial. En las elecciones no va a haber tanta participación de los venezolanos, pero ojalá sí haya bastante participación la comunidad extranjera y que el chileno vaya también a votar. Que no vote desde la guata, sino desde la razón. 

El migrante debe ser visto como un ser humano que merece respeto, dignidad y que además en el tema electoral puede votar.

En paralelo, se desarrolla el trabajo de la Convención Constituyente. ¿Cómo lo ve?

-Pienso igual que como están las proyecciones que ha hecho Cadem. Cada día goza de menos credibilidad el proceso constituyente. Cuando vemos que están legislando materias que no es para legislar ellos, cuando vemos lo que se han demorado, cuando vemos que pasan los meses y están hablando de que si le alcanzan los sueldos o no, y no de hacer la nueva Constitución que se merecen los chilenos. En el plebiscito de salida pueden votar que no, esa es una opción, porque hasta ahora no hemos visto un gran avance.

¿Qué siente?

-En Venezuela hubo un proceso constituyente y lo llevaron a término, de hecho lo aprobaron luego, pero hoy en día ni las propias personas que redactaron esa Constitución la respetan. Para los venezolanos es un motivo de alarma.

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