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Entrevistas

3 de Diciembre de 2021

“Me parece inexacto afirmar que los comunistas han incomodado al candidato Boric”: historiador Alfredo Riquelme analiza el presente del PC

Boric en Maipú. Entrevista Alfredo Riquelme. Agencia Uno

La derecha ha repetido hasta el cansancio que el PC es una piedra en el zapato para Boric. Pero Alfredo Riquelme, historiador UC y estudioso de este partido, argumenta en contra de esa idea. Además, habla sobre las condiciones para que se de un “cambio de era” en el conglomerado y comenta sobre la tensión que se puede gestar en la interna del comunismo por los acercamientos del abanderado de Apruebo Dignidad con la ex Concertación.

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“Es completamente engañoso el eslógan que repiten día a día desde la derecha y la extrema derecha, según el cual Gabriel Boric es ‘el candidato del Partido Comunista’”, opina Alfredo Riquelme, profesor titular del Instituto de Historia de la UC.

A eso se suma otro discurso, más bien alarmista, que la derecha chilena ha replicado hasta el cansancio: el gran problema de la candidatura presidencial de Gabriel Boric sería la presencia del Partido Comunista en su proyecto de gobierno, donde las propuestas del abanderado pasarían a segundo plano ante la presión del colectivo del martillo y la hoz.

De hecho, el rival del diputado magallánico utiliza ese argumento casi como un lema de campaña. Cuando José Antonio Kast se alzó con el triunfo en la primera vuelta del 21 de noviembre, frente a sus seguidores aseveró, ni más ni menos, que “este diciembre no solamente vamos a elegir un presidente. Vamos a elegir entre libertad y comunismo. Entre democracia y comunismo”.

Más allá de esta dicotomía que busca instalar el republicano, es cierto que algunas movidas recientes del comunismo le abrieron flancos a Boric. Está, por ejemplo, la declaración donde el PC validó las elecciones en Nicaragua, consideradas por organismos internacionales como ilegítimas debido a los arrestos de líderes opositores por parte del régimen de Daniel Ortega.

Rápidamente, y en una reacción inédita por la rígida orgánica interna que caracteriza al PC, rostros jóvenes del partido, como las diputadas Camila Vallejo y Karol Cariola, se desmarcaron del comunicado, cuadrándose con el mensaje de condena a las violaciones de DD.HH. que había emitido Boric.

Luego vino el tropiezo de Daniel Jadue, alcalde de Recoleta y una de las figuras del PC, quien se lanzó contra los votantes de Franco Parisi mientras Boric diseñaba una estrategia para capturar al casi 13% del electorado que se inclinó por el ingeniero comercial. Los adherentes de Parisi son “tremendamente individualistas y con poca conciencia de clase, y lo único que buscan es más plata en el bolsillo con los bonos de término de conflicto”, señaló, por entonces, Jadue.

Y todo en medio de un buen momento electoral para el comunismo: tras las elecciones generales, el PC pasó de tener nueve diputados a 12 y, por primera vez en 48 años, la colectividad logró quedarse con dos asientos en el Senado.

Para analizar el presente del PC chileno y el impacto que tiene en la candidatura de Gabriel Boric, The Clinic conversó con Alfredo Riquelme, profesor titular del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Doctor en Historia por la Universidad de Valencia (España). Es autor, además, de “Rojo Atardecer. El comunismo chileno entre dictadura y democracia” (2009) y coautor de “Chile y la Guerra Fría global” (2014), entre otras publicaciones.

Alfredo Riquelme. Crédito: Archivo Personal.

-Frente a la contingencia electoral, y los roces que ha habido entre el PC y la candidatura de Gabriel Boric, ¿considera que el PC se ha transformado en una “piedra en el zapato” para el abanderado de Apruebo Dignidad?

-No lo considero así. Es cierto que, desde antes de la primera vuelta, ha habido notorias declaraciones desafortunadas de algunos de sus dirigentes, sobre todo del candidato que Boric derrotó ampliamente en las primarias. Y que éstas se han reiterado después del domingo 21 desde las mismas bocas. Sin embargo, al PC como institución y a sus dirigentes más validados por la ciudadanía, los veo muy alineados con el candidato y respaldando la transformación de Boric en un liderazgo nacional que se proyecte mucho más allá del 20 a 25% del electorado que representa Apruebo Dignidad, aspirando a representar en la segunda vuelta del 19 de diciembre un arco mucho más amplio de ciudadanas y ciudadanos, que supere el 50% de los votos.

-¿Por qué, a su juicio, se repiten una y otra vez episodios donde los comunistas incomodan al candidato; y luego deben retractarse? ¿Es estrategia o sólo torpeza?

-En esos episodios he visto más torpeza que estrategia; pero, como ya decía, me parece inexacto afirmar que los comunistas han incomodado al candidato. Agregaría ahora que las declaraciones inoportunas que algunos han hecho han terminado por incomodar más a su propio partido que al candidato. En este marco, otros y, sobre todo, otras dirigentas comunistas han estado muy bien afiatadas con Boric, comenzando por quienes forman parte de su misma generación política y que están entre las figuras del PC más apreciadas por la opinión pública, como Karol Cariola y Camila Vallejo. 

“Es evidente que estos imprescindibles giros pueden generar tensiones

-¿Qué tipo de tensiones podrían surgir en la interna del PC por los acercamientos de Boric, de cara a la segunda vuelta presidencial, con la ex Concertación?

-Esta es una muy buena pregunta y alude a dos aspectos capitales y estrechamente imbricados de la actual coyuntura política y su proyección a los eventuales cuatro años de gobierno de Boric: la amplitud de las alianzas y los acuerdos programáticos que liderará si logra la adhesión de la mayoría absoluta de electores y se convierte en presidente de Chile.

“En la primera de las cuatro semanas que median entre la primera y la segunda vuelta, Gabriel Boric ha tenido mucho más que acercamientos con la ex Concertación. Ha recibido el respaldo de cada uno de sus partidos y de sus principales figuras para la definición electoral del 19 de diciembre. Y en su carta a la Junta Nacional de la Democracia Cristiana, ha establecido lo que podríamos llamar la “doctrina Boric” respecto a la imprescindible amplitud de las alianzas no sólo para ganar estas elecciones, sino para hacer realidad el proyecto de cambios que encabeza, al afirmar que “(…) para realizar grandes transformaciones se requiere de grandes acuerdos que corrijan las injusticias del presente sin renegar de los avances del pasado (…)”. Esta convicción ha ido acompañada de la incorporación a su equipo programático de expertos provenientes del ámbito de la centroizquierda, en ámbitos como la economía, el medio ambiente, la seguridad ciudadana y las relaciones internacionales”.

-Y sobre las tensiones…

-Es evidente que estos imprescindibles giros pueden generar tensiones y ha habido algunas señales de ello en el ámbito programático; pero creo que no pasarán a mayores. Desde que Boric se impuso a Jadue en las primarias, el Partido Comunista ha entendido que la última palabra la tiene el candidato y -en caso de ganar las elecciones- la tendrá el presidente. En esto fue muy claro Teillier incluso antes de la primera vuelta. Cuando Boric fijó una línea roja ante las violaciones a los derechos humanos en dictaduras “de izquierda” del continente, el presidente del partido señaló: “El PC acatará, aunque se expresen diferencias”. No veo ninguna razón para que no rija el mismo criterio respecto a los ajustes programáticos a los que obliga la segunda vuelta y la composición política del Congreso Nacional producto de las elecciones del pasado 21 de noviembre.

– ¿Y comparando con lo que se está viendo en la derecha?

-En este sentido, me atrevo a predecir que entre los partidos que apoyan a Boric no veremos nada semejante al berenjenal en que parecen estarse convirtiendo los ajustes programáticos en la candidatura de Kast. La gran diferencia es que las convicciones de Boric le permiten situarse como un liderazgo articulador entre la izquierda y la centroizquierda; mientras que las de Kast no le permiten jugar un rol similar entre las posiciones iliberales que él mismo representa y las de liberales que exigen un compromiso mínimo con principios civilizatorios tan básicos como el habeas corpus que su propuesta programática amenaza.

“Es un partido menos hermético y creo que esta tendencia continuará”

-Usted ha dicho que, en esta nueva etapa, el PC tendrá que morigerar su “imaginación revolucionaria” para plegarse a una deliberación pluralista y acuerdos democráticos. ¿A qué se refiere con ese concepto de “imaginación revolucionaria”, específicamente? ¿Y cómo podría el Partido hacer esa morigeración?

-Con el concepto de “imaginación revolucionaria” me refiero específicamente -en la actual coyuntura chilena- a la expectativa abierta en octubre de 2019 de lograr un cambio histórico mediante una especie de “revuelta permanente”, y a la visión desde julio de este año de la Convención Constitucional como representación de un “poder popular” antagónico hacia los “poderes constituidos”; es decir, hacia el Gobierno y el Congreso.

-¿Cómo podemos leer ese fenómeno tras los resultados de la primera vuelta?

-El resultado de las elecciones del 21 de noviembre pasado muestra que esa expectativa y esa visión se habían convertido en peligrosos espejismos. La crisis de gobernabilidad democrática y la crispación política que se ha prolongado por dos años, en medio además de una agobiante pandemia y un exasperante incremento de la inseguridad, inclinaron ya hacia el candidato presidencial de la extrema derecha y su oferta de orden a cualquier precio, a un porcentaje de electores que le permitió lograr la primera mayoría en la primera vuelta presidencial. Esto tendría que hacer meditar a unas izquierdas que también han salido fortalecidas de las mismas elecciones, de los enormes riesgos asociados a la polarización que provoca el choque entre las imaginaciones revolucionaria y contrarrevolucionaria.

“Pienso que los comunistas chilenos tienen en su cultura política los recursos para dar el giro hacia la morigeración de la imaginación revolucionaria que las circunstancias exigen. Tienen también más de una experiencia histórica que les puede servir de advertencia, así como más de una que le puede servir de incentivo”.

-Con el surgimiento de liderazgos jóvenes en el PC, como Camila Vallejo y Karol Cariola, ¿estamos ad-portas de un “cambio de era” en el partido? ¿Lo ve menos hermético y más indisciplinado?

-Claramente es un partido menos hermético y creo que esta tendencia continuará. Sigue siendo, en cambio, un partido disciplinado, lo que puede hacer posible que experimente cambios políticos de envergadura sin precipitar crisis desmedidas, si sus instancias dirigentes actuales o futuras son capaces de seguir conduciéndolos con pericia. Sin embargo, creo que la pericia política sumada a la disciplina, con todo el valor que tienen sobre todo en períodos críticos, pueden no resultar suficientes para enfrentar los desafíos políticos presentes y futuros.

Alfredo Riquelme se detiene aquí para hacer un análisis con perspectiva histórica: “Los tiempos parecen propicios para cambios de envergadura (en el PC). Su 7,21% en las elecciones para el Senado y su 7,35% para la Cámara de Diputados lo ha convertido en esta coyuntura en el partido más votado de la izquierda y la centroizquierda; pero que esto lo haya logrado con cifras de un dígito indica sobre todo el desplome y/o la dispersión de la votación de los demás partidos de este amplio fragmento de nuestro espectro político. Ahora bien, la actual votación comunista -incluyendo su 9,23 % obtenido en las elecciones municipales de mayo de este año- representa un porcentaje del electorado que llega a alrededor de la mitad del alcanzado en los momentos de mayor gravitación política del PC durante el siglo XX: 16,5% en las municipales de 1947, 16,6% en las parlamentarias de 1969, 17,1% en las municipales de 1971 y 16,0% en las parlamentarias de 1973”.

-¿En qué se traduce ese desempeño en las urnas?

-Incluso en esos períodos de su mayor gravitación en la política institucional del siglo XX, que se sumaban a su papel como uno de los principales articuladores entre lo social y lo político, el PC no alcanzó nunca el respaldo ciudadano necesario para convertirse en antagonista por sí mismo de la disputa hegemónica por la orientación de la sociedad y del Estado. Es por esto que su incidencia en la política nacional siempre ha sido en el marco de alianzas políticas y sociales amplias en las que ha jugado un papel más o menos gravitante, pero nunca hegemónico. Lo mismo sucede ahora. Por esto, es completamente engañoso el eslógan que repiten día a día desde la derecha y la extrema derecha, según el cual Gabriel Boric es “el candidato del Partido Comunista”.

-¿Y volviendo a lo del “cambio de era”?

-Es en el marco de esos límites históricos y políticos que situaría la respuesta a la pregunta de un “cambio de era” en el PC, marcado por sus liderazgos jóvenes y más carismáticos: éste se producirá en la medida que estos sean capaces de sumar a la articulación entre lo social y lo político, la superación largamente postergada de su adhesión a un corpus de representaciones ideológicas inspiradas en experiencias que en nada contribuyen a pensar el cambio histórico en sociedades pluralistas y democráticas como la nuestra. Se producirá también si, junto con ello, asumen sin complejos la necesidad de pensar una red de alianzas complejas, de escala variable -por así decirlo-: de gobierno y de gobernabilidad, de transformación del modelo de desarrollo y de construcción de la nueva institucionalidad democrática, que involucre a las mayorías ciudadanas imprescindibles para elegir al próximo presidente y, luego, aprobar la propuesta de nueva Constitución.

-En sintonía con la pregunta anterior, y pensando en algunos de los episodios tensos que ha protagonizado con el candidato Boric, ¿cómo podemos leer hoy la figura del alcalde de Recoleta, Daniel Jadue?

-Daniel Jadue es hoy, en Recoleta, junto a Irací Hassler, en Santiago, y demás alcaldes y, sobre todo, alcaldesas comunistas y del Frente Amplio electas en mayo pasado, un destacado exponente de la red de liderazgos municipales de izquierda que se ha ampliado y de la cual fue un adelantado. Su proyección nacional, en cambio, se ha debilitado considerablemente.

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