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Reportajes

16 de Diciembre de 2021

20 cartas para Lucía

La imagen muestra a Lucía Hiriart

Nadie puede determinar cuántas misivas le fueron escritas a Lucía Hiriart por parte de familiares de detenidos de la dictadura pidiendo saber por los destinos de quienes fueron apresados, torturados, asesinados o desaparecidos. Imposible saber cuántas leyó o si sirvieron a favor de alguien. Nadie podrá saber si Lucía, que pretendió ser vista durante 17 años como una especie de “Madre de Chile”, sintió algo al leer los relatos de dolor e incertidumbre que tiene cada una de las cartas que han sido conservadas y son la radiografía íntima de la época más oscura del país en el siglo XX.

Por

La historia también puede ser contada de manera epistolar.

Escritas a máquina o con caligrafía, estas 20 cartas a las que accedió The Clinic están guardadas con celo en el Museo de la Memoria y en el Centro de Documentación de la Vicaría de la Solidaridad. Todas van dirigidas a Lucía Hiriart. Fueron escritas casi en exclusiva por mujeres que tuvieron que ponerse al frente de sus familias. Se suman los relatos de dos pequeños hermanos preguntando por sus abuelos a principios de la dictadura y el de un sacerdote que interpela a la Primera Dama en la época de la visita de Juan Pablo II.

Estos mensajes mayoritariamente fueron enviados por correo, entre la década del 70 y 80. Fueron como botellas en el mar que se terminaron estrellando siempre contra un muro de silencio. Las respuestas, cuando las hubo, eran partes mecanografiados con una fórmula de cortesía forzada y en que se avisaba que el recado enviado a Lucía sería investigado, por ejemplo, por la DINA.

Manuel Contreras, el director de esta fatídica dirección de inteligencia de la dictadura, era uno de las pocas personas en que Lucía confiaba. En el libro de “Doña Lucía, la biografía no autorizada” de la periodista Alejandra Matus, la ex jefa de gabinete de la Primera Dama, María Angélica Muñoz, decía que el “Mamo” le indicaba que contestara “que no había registro, que la persona había abandonado el país o que había fallecido por intento de fuga”.

En algunas de estas cartas no solamente sus remitentes piden explicaciones de la manera más cortés posible, también entregan datos y pistas que nunca fueron investigadas o que simplemente no importaron. Leerlas revuelve una herida que, casi cincuenta años después, no ha terminado de sanar y en la que Lucía nunca rindió explicación de nada.

1. “Mi hijo era un hombre bueno”

26/08/1974
Remitente: María Luisa Vidal

“Mi hijo Jorge Rubén Lamich Vidal fue detenido durante el Pronunciamiento Militar, el día 13 de septiembre de 1973, fue enviado al Estadio Nacional, saliendo en libertad el día 6 de noviembre pasado sin cargos en su contra, él había pertenecido al proscrito PC”, escribía esta mujer contando lo azotada que estaba por la tragedia sucedida con su hijo. No hablaba de su detención en el principal coliseo del país, sino del golpe vital que se desencadenó ese día de agosto cuando Lamich y el médico Héctor García fueron sacados desde sus domicilios en Buin para no volver más. Eran las 4 AM cuando ingresaron dos carabineros, cuatro militares y dos civiles. En la carta, su madre cuenta que alcanzó a despedirse de sus dos hijas pequeñas de 6 y 9 años, antes de que lo metieran a furgón blanco y negro.

Lamich era una figura reconocida en la zona, presidente del sindicato de la construcción y ex candidato comunista a regidor. Junto al doctor fueron sometidos a brutales torturas en el cuartel Chena de la Escuela de Infantería de San Bernardo. Oficialmente se le acusó de envenenar el agua y el pan de la comuna de Buin. “Mi hijo era un hombre sano, bueno, abominaba la violencia, era un hombre que le trabajaba a mucha gente del pueblo, era excelente maestro constructor, el mejor de los hijos, trabajó para educar a sus hermanos menores cuando mi marido murió en un accidente de tránsito hace 26 años…”, indica en la carta María Luisa.

El 4 de octubre de 1974, el comandante de Escuadrilla y jefe del departamento Confidencial del Ministerio del Interior, Enzo di Nocera, le envió una carta de respuesta a la madre de Lamich indicando que el 14 de agosto Jorge se había abalanzado contra un conscripto en medio de un careo, disparándole y causándole la muerte: “Tenga plena seguridad que los hechos narrados obedecen a la verdad”, aseguraba el oficial.

La justicia, a inicios del siglo XXI, sindicó al coronel retirado Germán Barriga Muñoz por el delito de homicidio calificado de Jorge Lamich y del médico Héctor García, entre otros muchos crímenes. “Don Jaime” o “Capitán Silvio” como era conocido cuando se convertía en torturador, decidió poner fin a su vida el 17 de enero del 2005, saltando al vacío desde el piso 18 de un edificio al costado de la Escuela Militar. A su familia le dejó una carta grabada en un CD: “He determinado tratar de irme de esta vida, porque no quiero ser un cacho viviente, lleno de dificultades y malestares sin solución en esta vengativa sociedad”.

2. “En medio de esta desesperación, recurrimos a usted”

14/10/1975
Remitente: Brunilda Rodríguez y Eloísa Mella

El marido de Brunilda –Bernardino Cayo– y el de Eloísa –Domingo Mamani– eran compañeros de trabajo en la Empresa Nacional de Explosivos (ENAEX). Cayo y otros ocho trabajadores de esta empresa fueron detenidos el 12 de octubre de 1973 por Carabineros y llevados a la Comisaría de Calama. Los incomunicaron por cinco días; y el día 17 fueron llevados a la cárcel pública de esta ciudad. Domingo Mamani, presidente del sindicato de ENAEX y socialista, había sido capturado días antes: el 30 de septiembre.

El 18, en ese presidio, 26 personas fueron asesinadas. La información oficial indicaba que habían querido escapar en medio de un traslado, justamente cuando en la zona estaba la denominada “Caravana de la Muerte” comandada por el general Sergio Arellano Stark. Fueron fusilados de manera despiadada, pero los cuerpos no se entregaron a los deudos.

La carta firmada por este par de mujeres, en representación de 26 familias, resumía el dolor de dos años sin respuestas. Habían enviado cartas a los jefes de zona, al intendente provincial y hasta al mismísimo Pinochet, preguntando dónde estaban . “Hemos venido pidiendo que nos sean entregados los cuerpos de las víctimas para darles una honrosa sepultura o en su defecto nos digan el lugar en donde fueron sepultados… En medio de esta desesperación y conocedoras de su espíritu de bien en favor de la mujer chilena, es que recurrimos a usted”, les escriben a Lucía Hiriart.

En 1987 se encontraron las primeras fosas camino a San Pedro de Atacama en las que había diversas piezas óseas de algunos de eso 26 fusilados. De Domingo Mamani aparecieron dos muelas; de Bernardino Cayo hasta la actualidad no hay rastros

3. “Apelo a su buen corazón”

05/08/1976
Remitente: Úrsula Trujillo Morales

“Hace un año, que me encuentro desposeída de mi casa, provocan por haber sido detenida con mi esposo e hija de 10 años. Desde esa fecha el 12 de Sep. De 1975. Yo estoy en libertad desde casi un año. Mi esposo continúa detenido. Desde la fecha de detención, 12 de Sep. de 1975, yo he hecho todas las gestiones legales para recuperar mi casa, ya que me encuentro en la difícil situación de tener que vivir sola, mientras mi hijita separada de mi hijita por no contar ni siquiera con una habitación para compartir con ella. Mientras esto sucede, mi casa permanece cerrada por orden del supremo Gobierno. Yo apelo a su buena voluntad y buen corazón para que interceda en mi caso”.

4. “Como madre puede entender mejor que nadie”

19/12/1975
Remitente: Adriana Balladares Balladares

La familia Pardo Balladares llevaba un año rota. Con 53 años en 1975, Adriana Balladares le escribía a Lucía para pedir la liberación de su hijo Luis Pardo Balladares y su esposa María Cristina Zamora Eguiluz, ambos estudiantes de Medicina de la Universidad de Chile y detenidos en el campamento Tres Álamos, a esa fecha, por más de 12 meses.

La hija de ambos, de dos meses de vida, tuvo que quedar a cargo de los abuelos paternospese a que hemos hecho todo lo que está de nuestra parte para reemplazarles con cariño y dedicación. A raíz de las crisis nerviosas que he sufrido, padecí de una trombosis que me que ha quitado parcialmente la vista, amenazando con perderla totalmente; todo ello, más la crianza de la pequeña niña, ha derivado, además, en ingentes gastos; mi esposo es músico y debido a la vigencia del toque de queda… prácticamente sus ingresos se han reducido a cero”.

Ambos jóvenes habían recibido visas para irse a Inglaterra, pero ni así habían podido salir del encierro: “Al denegarles su libertad ¿se toma o no en cuenta el inmenso daño que se ha causado a una pequeña de un año de edad? Son todas ellas interrogante que, estoy segura, Ud. como madre puede entender mejor que nadie”.

Un año después, en octubre de 1976, María Cristina y su hija Jimena salían en avión rumbo a Inglaterra, donde viven hasta hoy. Luis se les uniría en diciembre de ese año, todos con una beca familiar para estudiar del World University Service.

Desde Inglaterra, Jimena Pardo, la hija de esta pareja y la nieta que cuidó Adriana, recuerda: “Desgraciadamente la carta no sirvió para liberar a mis padres, porque quedaron presos hasta el 76. Su libertad fue el resultado de la presión y solidaridad de familiares, grupos y organizaciones de derechos humanos en Chile y en la comunidad Internacional. Mi abuela era una mujer increíble, porque de su forma trato de ayudar a mis padres, los íbamos a ver en Tres Álamos y a veces era posible una visita con los dos presentes. Logré conocer a mi abuela en Chile en 1996 cuando volvimos por primera vez”. 

5. “Me han informado de su gran sentido humano”

07/10/1976
Remitente: María Luisa Salinas Salinas

Jorge Francisco Lamas Salinas llevaba 17 meses preso en Puchuncaví. Egresado de Mecánica Industrial, su detención había llevado a serios problemas económicos a su familia, al punto de no poder pagar las cuotas de las viviendas sociales CORVI. Su madre, María Luisa, esperaba un milagro al pedir una audiencia con doña Lucía:

“Recurro a Ud., con la desesperación de una madre que ya no tiene a quién recurrir y qué camino tomar. Señoras de mi población me han informado de su gran sentido humano y me han alentado a escribirle, diciéndome que Ud. sabrá comprender el drama que estoy viviendo y me ayudará a solucionar mi problema”.

Se desconoce si hubo respuesta.

6. “Tras su silencio se sigue escondiendo un drama”

28/10/1975
Remitente: Raquel Díaz Campusano

Habían pasado 13 meses desde que Manuel Villalobos Díaz había sido capturado por Osvaldo “El Guatón” Romo. Fue golpeado frente a su familia y subido a una camioneta Chevrolet C-10 color rojo y con patente de la Municipalidad de Las Condes. Manuel estaba en el MIR desde los 14 años y tras el golpe de estado intentaba hacer una radio clandestina. Tenía 22 años.

Raquel Díaz, su madre, le escribía a Lucía con profundo dolor. Su esposo había intentado hablar con Pinochet en seis ocasiones y Raquel ya le había escrito previamente a la Primera Dama. Nunca tuvieron respuesta: “… tras su silencio se sigue escondiendo un drama QUE CADA VEZ MAS SE PRESENTA COMO UN CRIMEN QUE SE QUIERE OCULTAR: mi hijo salió vivo de su casa esposado por agentes de DINA, dependientes de vuestro esposo: NUNCA MAS VOLVIO.

“Ud. se ha referido a los que significa ser madre, a propósito del Año Internacional de la Mujer, ha aludido a los más nobles sentimientos humanos, ayer, conversando con mujeres evangélica. Pero ¿por qué ni siquiera una palabra, para una madre de carne y sangre, sobre un problema concreto: LA VIDA DE SU HIJO”, exigía Raquel. No hubo respuestas desde Chile. El nombre de Manuel Villalobos a apareció en la única edición de un periódico fantasma -“O´Dia” de Curitiba, Brasil– sumándolo en la nómina de 119 chilenos que según este medio habían muerto en un enfrentamiento ficticio en Argentina.

El 2016 la justicia ratificó la condena a 8 años de presidio contra Miguel Krassnoff Martchenko, ex oficial de ejército, y Ciro Ernesto Torré Sáez, ex oficial de carabineros. El agente Basclay Humberto Zapata Reyes fue condenado a 7 años. Todos ellos en calidad de autores del delito de secuestro calificado.

7. “¿Dónde quedó su ropa?, ¿y mi hijo?”

30/07/1980
Remitente: María Olga Ojeda Reyes

Cinco amigos salieron desde Valdivia a carretear a Niebla, el 19 de enero de 1980. Entre ellos iba Pedro Luis Catalán Ojeda, quien trabajaba como ascensorista de la municipalidad valdiviana. La madrugada de esa noche en Niebla, Carabineros lo interceptó junto a su grupo saliendo desde una discoteca. Fueron detenidos por sólo 15 minutos.

Luego, durante el día, se fueron a la playa y estando bajo el efecto de alucinógenos -según revela la información del Museo de la Memoria- fue detenido nuevamente junto a otro joven. Ambos fueron conducidos al retén de Niebla, donde se perdió la pista de Pedro para siempre. “Desde esa fecha no he sabido de mi hijo, han sido nulos mis reclamos ya que no se ha hecho una investigación a fondo, porque los amigos que andaban con mi hijo dicen en Carabineros, Investigación e incluso en el Juzgado que no saben nada de él, únicamente que se fue sin su ropa solamente el slip. Y con estas declaraciones queda la incógnita ¿dónde quedó su ropa? ¿Y mi hijo?”, escribe María Olga Ojeda, su madre.

La respuesta de Lucía H. de Pinochet, como le gustaba firmar, llegó el 20 de agosto de 1980. El parte mecanografiado, con el sello de la Presidencia, decía: “Junto con acusar recibo de la nota que le enviara, le comunica que la hizo remitir a SR. INTENDENTE REGIONAL DE LA X. REGION”.

8. “Quedo en espera de su grata respuesta”

18/11/1981
Remitente: María Olga Ojeda Reyes

Yo Sra. Lucía le envié fotocopia de la nota respuesta del 20 de agosto de 1980; y hasta la fecha no se ha podido sacar nada en limpio sobre este caso; yo le envié una nota a la Srta Ministro de Justicia de Chile con fecha 18 de noviembre de 1981 sobre lo mismo y si Ud. Sra. Lucía me ayuda en mi caso seré su eterna agradecida

Ya que este caso me tiene muy afectada y he recurrido a todos los medios posibles para que siquiera me entreguen el cadáver de mi hijo para darle cristiana sepultura

Ud. Sra. Lucía como madre sabrá considerar mi caso. Sin más por el momento quedo en espera de su grata respuesta que de seguro me va hacer favorable

De Pedro Catalán nada más se supo. El 2019, casi cuatro décadas después, un ministro en visita inspeccionó el retén de Carabineros de Niebla, último lugar en que estuvo el joven.

9. “La única esperanza en este momento de dolor es Ud. Señora Lucía”

18/11/1981
Remitente: María Olga Ojeda Reyes

Hasta la fecha Señora Lucía no han llegado a mi hogar ningún funcionario de Justicia o Investigaciones, desconozco totalmente el resultado de esta misión, lo que me tiene profundamente angustiada, deprimida y abandonada.

La única esperanza en este momento de dolor es Ud. Señora Lucía y creo que Ud. podrá venir en mi ayuda. Se lo pido con todo el corazón de una Madre afligida que pide a Dios por el hijo desaparecido y por la salud de la Primera Dama de la Nación

La María Olga Ojeda falleció el 5 de septiembre del 2001, a los 81 años. Nunca más supo de Pedro.

10. “Lo mínimo que puedo solicitar es saber dónde se encuentra”

25/11/1976
Remitente: Adriana Arismendia Alvarado Herrera

Soy una esforzada mujer trabajadora, madre de ocho hijos y que he colocado siempre la mejor de mis energías para dar lo mejor a los míos y procurar su felicidad y bienestar. He estado casada por muchos años con Julio Roberto Vega Vega, carpintero, de 61 años, que ahora falta del hogar desde hace más de 3 meses”, escribía Adriana Arismendi a Lucía Hiriart.

El 16 de agosto, Julio Roberto Vega, antiguo militante comunista y presidente del Sindicato de Obreros Municipales de Renca, iba a comprar un remedio a la farmacia para su esposa cuando fue interceptado por agentes civiles que se lo llevaron en un auto rojo. En el paso desde su detención hasta la escritura de la misiva, su familia ya sabía dónde estaba:

Por informaciones de personas diferentes, he sabido que mi conyugue se encuentra, o se ha encontrado detenido en ‘Villa Grimaldi’, recinto de detención en el sector de Peñalolén, dependiente de la DINA. Además, he sido seguida en la calle y mi hogar vigilado por desconocidos, todo lo cual me corrobora en lo expuesto, esto es, que mi conyugue se encuentra incomunicado por los servicios de seguridad”.

Cuatros testigos, posteriormente, testificaron haber visto a Julio Roberto Vega en Villa Grimaldi. Algunas veces en el sector de “La Torre”, en donde los aislaban y los dejaban ver el patio una vez al día. Otras en la “parrilla”, una especie de catre metálico, en que estaba desnudo y siendo torturado. Luego poco se sabe qué ocurrió con el carpintero.

Lo mínimo que puedo solicitar, aunque sé que debería estar gozando de plena libertad, es saber dónde se encuentra, visitarlo y atenderlo, y con esto calmar la gran inquietud que embarga a mis hijos”, finaliza Adriana en su carta.

Posterior al envío de esta correspondencia, su casa fue allanada en tres ocasiones en 1977. La causa fue archivada en 1981.

11. “Ha sido siempre un hombre irreprochable”

20/11/1975
Remitente: Eliana Jiménez Jaramillo

Más de una década de casados llevaban Eliana y Carlos, y tenía dos hijos de 8 y 11 años, cuando él fue detenido el 30 de agosto de 1975. Fue llevado a “Tres Álamos”, sin ninguna acusación formal. En su carta a Lucía, Eliana lo deja claro:

No me extraña nada que no haya cargos en contra de mi marido. Ha sido siempre un hombre irreprochable, buen esposo y padre de familia, trabajador infatigable con el objeto que nada faltara en el hogar, y que los niños crecieran en un ambiente sano y afectuoso. Estoy segura que Ud. como esposa y madre, comprenderá muy bien los motivos de mi angustia

Afortunadamente Carlos fue liberado y la familia se radicó en Pichilemu. Carlos fue presidente de la agrupación de ex presos políticos de este poblado litoral. Además, intentó ser electo concejal en 1992, 1996 y 2004, sin votos suficientes. Escribió tres libros. Falleció a los 75 años, en diciembre del 2014.

12. “La ausencia de Raúl está dañanando la vida misma de la familia”

18/04/1977
Remitente: Molly Romero Silva

La ausencia del hogar de Raúl Montoya Vilches está dañando gravemente la salud física y mental de todos nosotros y amenazando la vida misma de la familia”, puntualizaba Molly Romero Silva en su corta misiva a Lucía Hiriart. Raúl, su marido, 43 años, había sido detenido por la DINA el 21 de julio de 1976 al salir de su hogar en la zona del Club Hípico de Santiago.

Raúl Montoya, electricista, era militante comunista. Hasta antes del golpe, representaba a los trabajadores en la CORFO y -según revela el libro “Operación Exterminio”, de Carmen Hertz, Apolonia Ramírez y Manuel Salazar- elaboraba los discursos sobre temas laborales a Salvador Allende. Al “Picho”, como le decían, el aparato represivo lo tenía entre ceja y ceja. Su labor rearticulando al Partido Comunista desde la clandestinidad le convirtió ser un objetivo. Nunca se supo más de él.

Esta carta fue la segunda que su esposa le envío a Lucía y en ella le agradecía una respuesta que la esposa de Pinochet le había mandado. Molly Romero murió en 2010 sin saber el paradero de su marido. Su hija Vilma Montoya sigue la lucha por justicia: “Nosotros como hijos no vamos a dejar nunca de querer saber una noticia de nuestro padre”.

13. “Mi petición Sra. Lucía es que se investigue la situación de mi marido”

10/11/1975
Remitente: María Luisa Gutiérrez Carrasco

Mi esposo VICTOR MANUEL OSORIO NUÑEZ, de 54 años, inválido desde hace aproximadamente 18 años por lo que se encuentra jubilado del Servicio de Seguro Social, se encuentra actualmente detenido y desde hace aproximadamente dos meses en el Campamento de Prisioneros Tres Álamos. Se encuentra casi ciego completamente, además de su delicada salud por las tres operaciones que ha tenido que sufrir: tiene duodeno plástico, y otras complicaciones, y le está vedado, por prescripción médica hacer cualquier tipo de esfuerzo físico

***

“Por otro parte, jamás podremos comprender la dureza de esta medida que se ha tomado con mi esposo, privándole de libertad, con las condiciones en que está y dejándolo detenido sin que haya cargos en su contra. Un hombre en su situación dedicado toda la vida a trabajar, y hoy completamente inválido, no puede seriamente ser considerado como un peligro para la Seguridad Nacional”

***

Estimada Sra., Ud. como esposa y madre debe comprender la terrible situación en que me encuentro y la angustia que vivo día a día al no saber cuándo terminará esta dramática incertidumbre. Mi petición Sra. Lucía es que se investigue la situación de mi marido, se considere su gravísimo estado de salud, y en mérito a los antecedentes se determine su libertad

El 7 de abril de 1976, el decreto N° 366 fijaba la expulsión de Víctor Osorio del país.

14. “Hay una herida clavada en el corazón de miles de hermanos nuestros”

12/06/1986
Remitente: Alejandro Goic Karmelic

Faltaban 10 meses para que el Papa Juan Pablo II, visitara por primera vez Chile con Pinochet aún al mando del Gobierno. Fue en junio de 1986 cuando el obispo auxiliar de Concepción, Alejandro Goic, decidió enviarle una carta a la señora Lucía:

Hay una herida clavada en el corazón de miles de hermanos nuestros, hijos de esta tierra, impedidos de vivir en ella, alejados de sus seres queridos, de sus tradiciones. Me estoy refiriendo obviamente al drama del exilio que ya se prolonga por tantos años

***

El lunes 9 del corriente, se presentó en la Corte de Apelaciones de Concepción, el Sr. Dr. EDGARDO CONDEZA VACCARO, quién lleva 12 años en el exilio”, contaba el obispo.

El doctor Condeza Vaccaro fue el primer exiliado en volver al país de manera ilegal y ponerse en manos de la justicia para determinar el poder volver a vivir en Chile. Fue expulsado el 17 de junio de 1974.

Es por ello que me dirijo a Ud., movido por la más alta autoridad moral de la tierra, que pide ‘poner fin en todos los países la tragedia del exilio’ y, por la voz suplicante de una madre generosa, ya anciana, que quiere tener el consuelo de sentirse acompañada en sus últimos años de su hijo amado”, expresaba el sacerdote, quien finalizaba con lo positivo que sería este paso para la reconciliación nacional y colocando como nota final que la carta sería dada a conocer a la opinión pública.

***

Inusualmente el 26 de junio de 1986, Lucía contestó algo más allá de una pauta tipo, expresando que resolver la situación de Condeza escapaba de su ámbito de acción, pero que el Gobierno estaba estudiando qué decisión tomar: “Pienso que es muy triste indudablemente, para una madre, no tener cerca a su hijo, pero también creo que el hijo que le preocupa eligió libremente un camino distanciado de la paz común y por las actividades contrarias al orden se fue de su país”.

15.“Rogamos a Nuestro Señor que inspire la humana piedad en Ud.”

17/03/1976
Remitente: Rosa del Carmen Ortega Albornoz

Habían transcurridos seis meses desde la detención de Mario Ortega Rojas el 8 de septiembre de 1975, a las tres y media de la madrugada. Eso había causado una fisura tan poderosa en su familia, que una de las hijas, Rosa Ortega Albornoz, de 20 años, decidió pedir ayuda a Lucía Hiriart.

Mi hermano mayor hubo de abandonar sus estudios en la Universidad de Chile, en la Primera Región (ciudad de Arica); el segundo hermano de nosotros está cumpliendo con su deber militar, en el Regimiento de Transportes de la capital. Y yo no he podido seguir ninguna carrera debido a la situación económica… Mi otra hermana -la chica- sufre mucho por la ausencia de papá, debido a que es la regalona, por ser la menor. Además la niña necesita tratamiento, ya que tiene sus caderas desviadas

***

Respecto a Mario, Rosa escribe: “En la hoja de vida interna, en el sitio de su detención en “Tres Álamos”, consta que es tranquilo, sin alteraciones a la disciplina que allí se exige. Está bien catalogado, se le quiere por su trato afable y respetuoso”

“Rogamos a Nuestro Señor que inspire la humana piedad en Ud. y acojan el pedido de esta familia desamparada. Sufrimos, no sólo por la ausencia de papá, sino además por ver martirizada a nuestra madre, con la ausencia de nuestro ser querido. Ella sufre –y como buena madre- en silencio y en la soledad de su vida enclaustrada en el dolor. Llora a espaldas nuestras, y eso lo sabemos y nos impacta hasta la desesperación, respetable y benefactora señora”.

16. “Ud. comprenderá la angustia de esta esposa y madre chilena”

12/02/1976
Remitente: Graciela Tobar Garrido

Mi marido don EDUARDO REYES CARDENAS, 28 años, contador, fue detenido el día 16 de enero del año actual. Desde entonces ha permanecido incomunicado, y no he podido por tanto visitarlo ni apoyarlo en la forma que estoy cierta lo necesita. De acuerdo con nuestra vigente legislación, su incomunicación debería haber durado sólo 5 días, pero se ha prolongado ya por cerca de un mes”, relata la mujer.

Su hijo de dos años, explica, es el más afectado por la ausencia de Eduardo. Cuenta además que pudo interponer un recurso de amparo, pero que lo único que consiguió fue que le dijeran que su marido estaba en el campamento Cuatro Álamos. Graciela quería verlo, hablarle y que lo liberaran.

Estoy cierta que Ud. comprenderá la angustia de esta esposa y madre chilena, y me apoyará para el feliz resultado que solicito”.

El 17 de noviembre de 1976, a través del decreto exento N° 2344, fue liberado Eduardo Reyes junto a otros 168 detenidos, desde el Campamento Puchuncaví.

17.“Sra Lucía yo le escribo como una niña de 9 años que soy”

30/08/1976
Remitente: Ninoska Henríquez Araya

Escrita a mano, con lápiz mina y en hoja de cuaderno, la carta de Ninoska, es sobrecogedora:

Sra Lucía yo le escribo como una niña de 9 años que soy, y estoy muy preocupada porque se ha dicho que el 3 de septiembre es el día de los abuelitos. Yo quiero saber dónde puedo saludar a los míos que fueron sacados un día 2 de abril en la noche desde nuestra casita”

***

Los abuelos de Ninoska eran Bernardo Araya Zuleta (68), ex diputado del Partido Comunista, y María Olga Flores Barraza (61). Ambos fueron detenidos en Quintero, junto a Juan Flores Barraza, su cuñado, y a tres nietos: Wladimir Henríquez (15), Eduardo Araya (9) y la autora de esta carta: Ninoska Henríquez (9).

Los trasladaron a Santiago, los vendaron y en una casa en Santiago procedieron a torturar a Bernardo en un segundo piso, mientras el resto de la familia escuchaba todo en el primero. Al día siguiente, el 3 de abril, se llevaban a los abuelos con destino desconocido. Al resto, incluyendo a Juan Flores, los liberaron.

***

Yo me pongo la mano en mi pequeño corazoncito y me dan deseos de gritar basta devuélvanmelos es lo más querido de mi vida y termino llorando. Yo le pido a Ud. que se ponga la mano en su corazón grande y bondadoso y le responda a esta nietita triste y enferma porque ya son 5 meses que no los veo”

Carta de Ninoschka Henríquez Araya
Carta de Ninoschka Henríquez Araya

***

“Lucía Hiriart de Pinochet, saluda muy atentamente a la señora NINOSCHKA HENRIQUEZ ARAYA y, junto con acusar recibo de la nota que le enviara, le comunica que la hizo remitir al SEÑOR DIRECTOR DE DINA para su estudio y posterior resolución.

Aprovecha la oportunidad para reiterarle sus atentos y cordiales saludos.

Santiago, 7 de septiembre de 1976”

Esa fue la respuesta.

Respuesta de Lucía Hiriart

18. “Le ruego por favor comunicarme algo”

07/12/1976
Remitente: Wladimir Henríquez Araya

Escrita a mano, con tinta y una caligrafía pulida. Con 15 años Wladimir, el nieto de Bernardo Araya y María Olga Flores, hermano de Ninoska, contestaba a nombre de la familia:

Para nosotros la respuesta fue muy dolorosa ya que la DINA así se le llama a ese organismo que tuvo tan mala actuación con nosotros no nos ha comunicado hasta aquí nada

***  

Le comunico que el 1 de diciembre, mi abuelito cumplió 68 años, recordamos en aquel día lo feliz que hemos sido siempre, todos unidos pasando junto a ellos ese día, para todos nosotros fue muy triste y recordamos muchas cosas, le enviamos una nota al Cardenal y le dijimos que rogara por la vida tanto nuestra como la de mis abuelitos

***

Le ruego por favor comunicarme algo, nosotros sufrimos mucho como niños sin saber de su suerte, su salud, creo que el derecho a la vida, a la felicidad y a la unidad de la familia puede ser lo más grande de un ser humano. Aquel día cuando salieron cientos de presos políticos, nosotros con ansias y mirando con los ojos llenos de lágrimas mirábamos y al fin, no quedaba otra cosa que preguntar por ellos

***

Señora Lucía, mi abuelita es una mujer que siempre acompañó en la vida diaria de mi abuelito, ella sólo ha sido la esposa, la madre y la abuelita y no la mujer política, como se lo podría decir o acusar también, ella que nunca se alejó de su hogar y vivió siempre preocupada por la familia, hoy se encuentra privada de tenernos juntos, pienso señora que ella también debe estar sufriendo por todos nosotros

***

El aparato comunicacional de la dictadura, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, informó a la CEPAL que Bernardo Araya había salido de Chile el 7 de abril de 1976 a través del aeropuerto de Santiago y que, en la misma fecha, su mujer había salido rumbo Argentina por el paso Los Libertadores. No hay registros oficiales de su paso. Fueron vistos por última vez en el cuartel Venecia de la DINA. Por su desaparición fueron condenados el 2018 diez agentes de la ex DINA, entre ellos Manuel Contreras, Pedro Espinoza y Ricardo Lawrence.

Carta de Wladimir Henríquez Araya
Carta de Wladimir Henríquez Araya
Carta de Wladimir Henríquez Araya
Carta de Wladimir Henríquez Araya

19. “Me siento desesperada”

24/06/1975
Remitente: Malucha Solari

Mi nombre es Malucha Solari. Fui Primera Bailarina Solista de Ballet Nacional Chileno de la Universidad de Chile… Llevo trabajando profesionalmente en la vida artística de Chile durante 33 años”, con esa presentación se dirigía a Lucía Hiriart una de las más destacadas bailarinas de la historia del siglo XX en el país. La tragedia acaecida en tantas familias con la persecución de los militares a los partidarios de la UP, también tocaba a Malucha Solari.

Los hermanos Mario (21) y Patricia (23) Peña Solari, sobrinos de Malucha, fueron detenidos por agentes del Estado el 9 y 10 de diciembre de 1974. Ambos estudiantes universitarios, militantes del MIR, recientemente huérfanos de madre y padre, fueron trasladados -según el relato de testigos-  al cuartel denominado “Venda Sexy”, en las calles Irán con Los Plátanos.

Malucha Solari, el 9 de diciembre, esperaba a su sobrino en su casa. Nunca llegó. Al día siguiente su hermana fue capturada en el domicilio de los Peña Solari. Para junio de 1975, al momento de esta carta, la familia de los hermanos desaparecidos había hablado con todos sus contactos del mundo político e incluso el secretario ejecutivo de la CEPAL.

Me siento desesperada por la situación en sí misma y porque estoy convencida que no he hecho todo lo posible por ellos… Mi madre, una mujer luchadora que nos educó a todos, cinco hijos, con esmero y cariño y ha sido un ser humano maravilloso, cristiana, limpia, generosa y siempre dispuesta a ayudar, se encuentra a los 87 años en una situación que no logra entender. Ella insiste con lágrimas terribles para mí, que los niños ya están muertos. Yo estoy segura que no”.

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Malucha Solari fue la madre de Malucha Pinto, actriz y actual integrante de la Convención Constituyente. El 4 de julio del 2021, al ser investida en ese cargo, llevaba la foto de sus primos colgada en el pecho, tal como lo han hecho desde 1973 los familiares de los asesinados y desaparecidos en dictadura.

La actriz no conocía la carta que su madre le escribió a Lucía Hiriart. Leerla fue una sorpresa. Sólo sabía de una carta que su abuela le envió a la ex Primera Dama y que atesora. Pero de lo de su mamá, nada. “Yo creo que la escribió como uno de los últimos gestos posibles, después de haber ido a la morgue, a golpear a los centros de salud, a las cárceles. Seguramente después de todo ese largo recorrido sin respuestas, ella escribe esa carta. Uno como familiar se vuelve loco, qué más hacer para salvarles la vida, tengo que salir a gritar, qué más, es muy desgarrador y una situación desquiciante”, cuenta.

Para Malucha Pinto, ese momento en que sus primos fueron raptados y nunca más volvieron, le partió la vida en dos: “Es una herida que nunca se sana… Son fantasmas que nunca más se despejaron, yo hasta el día de hoy vivo con ellos. Es algo que se abre siempre y que se vuelve a abrir”.

20. “Que nuestros seres queridos vuelvan a los suyos”

19/05/1977
Remitente: Carmen Rosa Ramírez

El 22 de julio de 1976 desapareció María Galindo, ex dirigenta sindical de la Pesquera Boca Sur de San Pedro, que operaba en la clandestinidad bajo el nombre de “Renata”, se había unido al MIR y ayudaba a reagrupar a bases sociales. Carmen, su madre, no se sabe si fue ese día u otros anteriores. Solamente que días después, agentes de la DINA entraron a su casa con la llave de María.

Estas personas se negaron a dar ningún antecedente respecto de su paradero. Durante el mes de agosto una persona que estuvo detenida en ‘Villa Grimaldi’, recinto dependiente de la DINA, vio a María allí, en muy mal estado físico debido a los apremios que había recibido”, relata en su carta a Lucía Hiriart.

Los testigos que estuvieron en este centro de torturas, relatan que vieron a María. Que fue golpeada y violada. Sitúan la acción a mediados de agosto de 1976. María era oriunda de Coronel e hija de un minero del carbón, pero viajó desde el sur cuando ocurrió el golpe para apoyar a sus compañeros.

No puedo dejar de expresar que los más elementales derechos suyos como persona humana, su libertad, su salud, su integridad, e incluso su vida se encuentran peligrando. Las autoridades se han negado a reconocer su detención, a pesar de los testimonios existentes

Espero tener pronta respuesta y contar con su apoyo, de tal modo que esta situación, así como la que enfrentan otras familias chilenas, pueda ser superada pronto, que nuestros seres querido vuelvan a los suyos, y se haga justicia en estos casos.”

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“Lucia Hiriart de Pinochet, saluda muy atentamente al señora CARMEN ROSA RAMIREZ R. y, junto con acusar recibo de la nota que le enviara, le comunica que la hizo remitir a DINA, para su estudio y posterior resolución. Aprovecha la oportunidad para reiterarle sus atentos y cordiales saludos.

Santiago, 20 de junio de 1977”.

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El 18 de febrero del 2019, la Corte de Apelaciones de Santiago condenó a los ex agentes Miguel Krassnoff Martchenko y Pedro Espinoza Bravo a 5 años y un día de presidio, en calidad de autores del delito de secuestro calificado. De María Galindo nunca más se supo.

Agradecimientos por la facilitación del material epistolar: CEDOC Funvisol, Centro de Documentación Museo de la Memoria y Valentina Pacheco Parra, historiadora.


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