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Opinión

21 de Diciembre de 2021

Columna: La nueva presidencia de la Convención: un liderazgo social y transversal

Agencia Uno

Para nosotras, el rol de los movimientos sociales dentro y fuera de la Convención Constitucional será especialmente el de aportar a democratizar a cada paso las condiciones de participación y dotarnos de herramientas institucionales que nos permitan viabilizar los cambios y profundizar los sueños que nos han traído hasta este espacio diverso.

Movimientos Sociales Constituyentes
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Los resultados de la segunda vuelta fueron rotundos, y la victoria de Gabriel Boric muestra un compromiso fuerte de los pueblos de Chile para que lo nuevo se abra paso definitivamente. No solo ganó por 11 puntos al candidato de la ultraderecha, ganó convocando a amplios sectores de la sociedad que no habían participado antes en una elección, la participación es solo comparable a la del plebiscito de 1988. En ese marco, la Convención Constitucional juega un rol esencial y por lo mismo su defensa y cuidado son tareas cruciales para lo que viene. Es por eso que los desafíos del segundo ciclo de la Convención Constitucional son una enorme oportunidad. Será fundamental tomar en cuenta las visiones colectivas y los liderazgos que permitan canalizar los sueños de transformación que existen hoy en Chile, al mismo tiempo que sean cercanos, dialogados y transversales.

Si la Convención Constitucional fuese una Orquesta Sinfónica que compone su única obra al mismo tiempo que la interpreta, estaríamos entrando en un momento de tensión pausada, donde se comienzan a recibir y discutir las normas constitucionales que darán cuerpo al texto constitucional que terminará con la Orquesta tocando a máxima energía su último movimiento que seguro será un Allegro con brio. En ese escenario desde los movimientos sociales buscamos abordar de forma amplia los desafíos políticos que demandan construir esta obra colectiva.

Los desafíos del segundo ciclo de la Convención Constitucional son una enorme oportunidad.

Para nosotras, el rol de los movimientos sociales dentro y fuera de la Convención Constitucional será especialmente el de aportar a democratizar a cada paso las condiciones de participación y dotarnos de herramientas institucionales que nos permitan viabilizar los cambios y profundizar los sueños que nos han traído hasta este espacio diverso. En una composición clásica hay instrumentos que llevan la melodía y otros la sustentan desde abajo; sin embargo, la música contemporánea, la expresión artística en todos los espacios, permite que los protagonistas cambien y empujen los límites de lo tradicional para dar cabida a las necesidades más profundas de lo humano: el desafío de vivir juntos.

En el ámbito político, es necesario que los movimientos sociales sean visibilizados y legitimados como actorías políticas y sociales reconocidas por los demás partícipes del sistema. La participación activa en la construcción de los pactos sociales y políticos que sostendrán el país durante las próximas décadas es fundamental, así como avanzar hacia un Estado que promueva la potencia democratizadora que existe en los pueblos de Chile.

Las múltiples necesidades que tiene el país hacen que las comunidades se organicen para poder seguir viviendo. En vez de apoyar la creación que nace del abandono, el Estado se convierte en un obstáculo. Un ejemplo de lo anterior es que cuando el Estado falla en asegurar una cuestión básica para la vida como es el agua, niñas y niños de comunidades afectadas ven vulnerados derechos fundamentales, como la educación o la salud, y por tanto se difuminan buena parte de sus futuros posibles. Uno de nuestros principales desafíos será mostrar que la Convención Constitucional es un espacio necesario y útil, entregando herramientas concretas para salir de la crisis actual a través de una respuesta a las aspiraciones más sentidas del país.

En efecto, para nosotras el éxito del proceso constituyente pasa por lograr una inclusión activa de los sectores sociales que han sido marginados de las decisiones políticas en las últimas décadas. Desde allí venimos y nos organizamos, y por eso podemos entregar una capacidad de diálogo con grupos ajenos al sistema político actual, lo que es elemental para fortalecer la democracia. Para esto, el equilibrio entre la eficacia en la escritura de la Constitución y en la administración de la Convención con la construcción de formas crecientemente intensas de participación será fundamental.

La participación activa en la construcción de los pactos sociales y políticos que sostendrán el país durante las próximas décadas es fundamental, así como avanzar hacia un Estado que promueva la potencia democratizadora que existe en los pueblos de Chile.

Creemos que ese es el camino para alcanzar el principal objetivo de la segunda presidencia de la Convención: aprobar el plebiscito de salida con la más amplia participación posible. Esta es la principal vía para construir la legitimidad de un pacto social que nos permita comenzar a salir de las múltiples crisis en que estamos sumergidos hoy.

Las transformaciones producen resistencias y suponen dificultades. Debemos ser capaces de lidiar con ellas a través de mínimos comunes como la centralidad de los derechos humanos, el avance decidido en derechos sociales, la descentralización del poder, la plurinacionalidad, la democracia paritaria, la transición hacia otras formas de desarrollo y la búsqueda por hacer retroceder la crisis climática y la discriminación.

Nos toca abordar desafíos gigantescos como país, y desde los movimientos sociales hemos demostrado una capacidad indiscutible para ello: capacidad de unidad y conducción política y de administración dentro y fuera de la Convención, capacidad de diálogo transversal y enfocado en la búsqueda de soluciones reales para problemas concretos, arraigo popular y territorial. Venimos desde distintas regiones y realidades, representamos a quienes históricamente no han tenido voz y este es el momento para que desde la diversidad construyamos el país que soñamos.

Como país tenemos la oportunidad de ser un ejemplo ante el mundo para enfrentar creativa y democráticamente los desafíos del presente y el futuro: avanzar en un Estado descentralizado y garante de derechos, abordar la crisis climática; las transformaciones laborales y tecnológicas; la posibilidad de erradicar toda forma de discriminación y de vivir una vida libre de violencias; la apertura de diálogos interculturales, transgeneracionales y transdisciplinares que enriquezcan nuestra experiencia en este mundo cambiante.

Nos toca abordar desafíos gigantescos como país, y desde los movimientos sociales hemos demostrado una capacidad indiscutible para ello: capacidad de unidad y conducción política y de administración dentro y fuera de la Convención, capacidad de diálogo transversal y enfocado en la búsqueda de soluciones reales para problemas concretos, arraigo popular y territorial

Queremos encabezar el segundo tiempo del proceso constituyente. Es un desafío que nos convoca. También creemos que confiar en los pueblos de Chile es garantizar una Constitución ampliamente legitimada. Es esperar a que la música que se interpreta con aires de cordillera y mar termine su propósito: representar a todas y todos en la construcción colectiva de un país que se piensa a sí mismo, un país más justo y libre, donde exista una comunidad política cohesionada y no fraccionada, como ocurre hoy. Nuestra disposición está puesta en esa tarea.

*Firman esta columna: Cristina Dorador, Alondra Carillo, María Elisa Quinteros, Carolina Vilches, Manuela Royo, Vanessa Hoppe, Janis Meneses, Bastian Labbé, Alejandra Flores, Alvin Saldaña, Gloria Alvarado y Elisa Giustinianovich, miembros de Movimientos Sociales Constituyentes.

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