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7 de Enero de 2022

Cadena de esperanza: Cinco eslabones clave en la campaña de vacunación, a un año de su inicio

Cadena de vacunación: cinco eslabones clave de la campaña

Inmunizar a millones de personas requiere del esfuerzo de muchos actores, en una cadena larga y compleja. Están quienes negocian la compra de vacunas para el país, los que planifican la logística, y quienes finalmente la aplican, entre otros. A un año de que aterrizaran las primeras dosis en Chile, recopilamos testimonios de las personas que componen estos eslabones, y que trajeron esperanza frente a una pandemia que parece interminable.

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Veníamos de meses de encierro. De imágenes que mostraban a las UCI colapsadas por pacientes en estado grave, mientras diariamente se contabilizaban decenas de fallecidos. Pero el 24 de diciembre de 2020, casi como un milagro navideño, aterrizó en Santiago la esperanza.

Ese día, el presidente Sebastián Piñera se movilizó al aeropuerto de la capital para recibir el primer lote de vacunas contra el Covid-19 que llegaba a Chile. Eran 10.000 dosis de la fórmula de Pfizer, destinadas a inocular a personal de salud de primera línea, de las UCI del Bío Bío, Magallanes, La Araucanía y la Región Metropolitana. Trabajadores que, en una gesta épica, cumplían su labor en medio del desgaste y la incertidumbre.

A poco más de un año de ese hito, cuando la vacunación para la población general parecía aún lejana, los datos hablan de un proceso que fue, a todas luces, extraordinario. Es cosa de comparar con otros países. Según las cifras del MINSAL, actualizadas al 5 de enero de 2022, un 91,4% de la población objetivo en Chile ha recibido al menos una dosis. Quedan atrás potencias como Reino Unido (75,9%, de acuerdo con el conteo de Our World in Data), Alemania (73,6%) y Estados Unidos (73,6%).

Es tal la disponibilidad de vacunas en Chile que, para finales de enero, el MINSAL anunció la aplicación de una cuarta dosis -la segunda de refuerzo- en grupos de riesgo. Además de Chile, sólo Israel, considerado un país líder en el mundo en cuanto a la vacunación, se encuentra en la misma fase.

Llegar a este punto no ha sido fácil. Inmunizar a millones de personas requiere del esfuerzo de muchos actores, desde distintas áreas, en una cadena sumamente larga y compleja. Están, por ejemplo, los tomadores de decisiones, y quienes negociaron la compra temprana del medicamento. También las personas que se dedicaron a certificar la seguridad de la vacuna, mediante la investigación académica. No menos importantes son quienes se preocuparon de conservarlas y distribuirlas -las vacunas de Pfizer debían mantenerse a -70° C de temperatura- a lo largo del país. Y, por último, aquellos que se encargaron del paso final, colocando las inyecciones en los brazos de los chilenos.

Aquí, cinco testimonios de personas clave en este proceso.

1. Rodrigo Yáñez, el subsecretario que gestionó la compra de vacunas

Uno de los mayores logros que se le reconocen al segundo gobierno de Piñera es la compra temprana de vacunas. Y si se le quieren atribuir esas intensas negociaciones con las farmacéuticas a un solo nombre, ese sería Rodrigo Yáñez (42), actual subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales.

Rodrigo Yáñez

Mientras el virus se propagaba descontrolado, y en paralelo surgían múltiples proyectos de vacuna, fue el mismo Presidente quien le encargó a Yáñez, en mayo de 2020, la tarea de amarrar las suficientes dosis para Chile, recoge La Tercera.  A través de una serie de videoconferencias y más de un viaje, el abogado fue cerrando acuerdos con los laboratorios.

Según el recuento del mismo medio, entre los triunfos de Yáñez figura cuando convenció a los agentes de Pfizer de que consideraran a Chile como un país de “ingreso medio”, algo que habría reducido en el precio final que el Estado desembolsó por las vacunas.

Yáñez explica a The Clinic que, desde abril de 2020, “el Gobierno activó tres caminos para la compra de vacunas: ensayos clínicos, negociaciones directas con los laboratorios y Covax (el mecanismo colaborativo de la Organización Mundial de la Salud). El foco de la estrategia fue abarcar y cerrar negociaciones con varios laboratorios internacionales, con el fin de diversificar riesgos. En este sentido, el manejo de planes alternativos ha sido beneficioso, considerando los retrasos en las entregas registrados en todo el mundo”.

El subsecretario se detiene en que obtener “las vacunas necesarias para la población responde a un trabajo colectivo desde el gobierno con la comunidad científica y universitaria. A ello debemos sumar el rol de las universidades y los ensayos clínicos, y haber actuado con agilidad y de manera despolitizada. Nuestra estrategia fue muy pragmática en apostar por distintas alternativas desde el comienzo. Aquí no estuvo ninguna vacuna fuera de carrera por razones políticas o de otra índole. Lo único que importaba era que fuese una vacuna segura y eficaz”.

“Un país actuando solo no logrará superar esta crisis, y que la cooperación internacional ha sido clave en la gestión de la crisis. Es decir, sin comercio, no hay vacunas”, sostiene Yáñez.

Complementa la idea afirmando que todas las transacciones “se vieron beneficiadas por el trato otorgado por los distintos Tratados de Libre Comercio que Chile ha firmado con países proveedores de los distintos bienes”. Y toma ese factor como “una de las principales lecciones de la pandemia”: que “un país actuando solo no logrará superar esta crisis, y que la cooperación internacional ha sido clave en la gestión de la crisis. Es decir, sin comercio, no hay vacunas”.

2. Alexis Kalergis, el investigador que fortaleció los lazos con Sinovac

En tiempos normales, el proceso para desarrollar una vacuna, incluyendo las diversas etapas de ensayo clínico, tarda, en promedio, entre 10 y 15 años. La vacuna para combatir el Covid-19, en cambio, vio la luz en aproximadamente un año. Ese logro, en un plazo récord, no habría sido posible sin una comunidad científica que, a nivel global, centró sus esfuerzos en dar con el antídoto.

En Chile, hubo investigadores que se abocaron a lo mismo. Uno de ellos es Alexis Kalergis (51), doctor en inmunología y microbiología, director del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia, y director de los estudios de la vacuna Sinovac en Chile.

Alexis Kalergis

Esta última labor fue fundamental para que el país tuviese acceso temprano a las dosis de Sinovac, y Kalegris, también académico UC, relata a The Clinic cómo fue el proceso. “Revisamos rigurosamente alternativas de colaboración internacional buscando proyectos de vacunas que cumpliesen varios parámetros fundamentales”, explica. Esos criterios eran cuatro: que la vacuna tuviese un “muy buen perfil de seguridad”, un “perfil favorable de inmunogenicidad (la capacidad de generar una respuesta inmune) y presencia de todos los antígenos del virus”, un “perfil favorable de eficacia”, y “condiciones de almacenamiento idealmente entre 2°C y 8°C, compatibles con nuestras condiciones de vacunación masiva”.

La inyección China fue la elegida. A mediados del 2020, la UC con Sinovac firmaron un convenio de colaboración científica para desarrollar vacunas. “Tuvimos otras oportunidades de colaboración internacional”, dice Kalergis, pero se priorizó Sinovac por sus “ventajas”, como que “puede generar una respuesta inmune más integral, que reconoce a todos los componentes estructurales del virus”. En simple, “es beneficioso (para protegerse) frente a la aparición de variantes nuevas”.

El acuerdo con Sinovac, sostiene Kalergis, facilitó “la posibilidad de acceder de forma prioritaria y preferente a un suministro de dosis para su uso poblacional en Chile”. Asimismo, las investigaciones y ensayos que se llevaron adelante tuvieron un “impacto global”, al aportar datos para los procesos de vacunación en otros países.

Kalergis también resalta la importancia de la divulgación científica, que él y otros investigadores han impulsado. “Porque no serviría de mucho una vacuna espectacular si la ciudadanía no la usa por desinformación o falta de confianza”, sintetiza.

Mirando el proceso chileno, el académico apunta a que su éxito se basa en una “combinación de varios factores, como la existencia de una base científica y clínica en el desarrollo de vacunas, una muy buena articulación con el poder Ejecutivo, una agencia regulatoria sanitaria nacional de máximo nivel, un programa de vacunación muy efectivo por décadas y una cultura ciudadana en temas de inmunización”. No obstante, advierte que esta estructura “es algo que debemos seguir fortaleciendo, porque esta no es la primera ni será la última pandemia”.

Proyectando hacia el futuro, Kalergis asegura que en los próximos meses seguirá la ejecución de “estudios científico-clínicos controlados en población adulta e infantil”, que aporten información para definir, por ejemplo, la necesidad de dosis de refuerzo.

Actualmente, Alexis Kalergis trabaja, junto a otros científicos, en el desarrollo de una vacuna chilena contra el Covid-19, “que esperamos avanzar hacia fases clínicas prontamente”. El anhelo, señala, “es lograr que, en un futuro cercano, además de la imagen esperanzadora del desembarque de aviones con vacunas que llegan a Chile (…), podamos nosotros embarcar aviones, en nuestros aeropuertos, con vacunas desarrolladas y manufacturadas en nuestro país, para que vayan a todo nuestro territorio, así como en ayuda de otros países”.

Mirando el proceso chileno, Kalergis apunta a que su éxito se basa en una “combinación de varios factores, como la existencia de una base científica y clínica en el desarrollo de vacunas, una muy buena articulación con el poder Ejecutivo, una agencia regulatoria sanitaria nacional de máximo nivel, un programa de vacunación muy efectivo por décadas y una cultura ciudadana en temas de inmunización”

3. Daniela Espinoza y Felipe Muñoz, el “dúo dinámico” del Departamento de Inmunización del MINSAL

Como ente rector de la política sanitaria, era desde el MINSAL que emanaban las órdenes y procedimientos de la campaña. Esa planificación estuvo a cargo de múltiples equipos y funcionarios, algunos parte del Departamento de Inmunización. Y en sus filas, existe un “dúo dinámico”, aseguran, entre risas, quienes los conocen.

Daniela Espinoza (41) es enfermera, y hace aproximadamente diez años trabaja en el departamento, al igual que Felipe Muñoz (35), ingeniero comercial. Hoy, Daniela se desempeña como directora del Centro Logístico de Vacunación, mientras que Felipe actúa como Coordinador Administrativo y de Abastecimiento.

El dúo dinámico.

El diseño de la campaña de inmunización se venía afinando al menos seis meses antes de que aterrizaran las primeras vacunas, explica Daniela. En esa etapa preliminar, “el trabajo de nosotros fue estar preparados, con diferentes escenarios, para poder implementar la vacunación. Ver cómo se iba a trabajar con la red intersectorial, con la red de atención primaria (…). Nosotros hacemos lineamientos técnicos de cómo debe colocarse una vacuna, cómo debe prepararse, mantenerse en cadena de frío, etc.”, añade la enfermera.   

Felipe, por su parte, tuvo que estudiar al detalle “todas las vacunas que estaban en el mercado” y las condiciones que requerían para su distribución y aplicación, presentando esos datos al resto del equipo. Así, “cuando ya se iban concretando los acuerdos, empezamos a ver la parte logística”.

“El trabajo de nosotros fue estar preparados, con diferentes escenarios, para poder implementar la vacunación. Ver cómo se iba a trabajar con la red intersectorial, con la red de atención primaria (…). Nosotros hacemos lineamientos técnicos de cómo debe colocarse una vacuna, cómo debe prepararse, mantenerse en cadena de frío”, explica Daniela Espinoza.   

¿Por qué dúo dinámico? “Somos áreas complementarias: yo veo la parte administrativa, más logística; Dani ve la parte más técnica desde la enfermería (…) Nos apoyamos en lo profesional, y confiamos mucho el uno en el otro”, señala Felipe. “De a poco hemos ido confiando en nuestras competencias técnicas (…), tener la confianza de decir: sabes, esto yo creo que no, hay que mejorar”, complementa Daniela. Pero lo que los une es, sobre todo, la amistad. “Mantener una relación de amistad y cariño nos ayudó a fortalecer lo técnico y también, un poco, a soportar la presión”, dice Daniela.

Justamente, y cómo muchos de los eslabones de esta gran cadena, las jornadas de trabajo eran largas e intensas. Las reuniones podían ser de noche o muy temprano en la mañana, y a Felipe, por ejemplo, le tocó viajar a La Araucanía esa Navidad de 2020, para chequear que el plan funcionara al pie de la letra. Ese mismo día, Felipe se emocionó hasta las lágrimas: “Habíamos trabajado mucho, y lo habíamos dado todo. Y todo había salido súper bien”. “Profesionalmente era muy desafiante, pero, en lo personal, estaba esta esperanza”, agrega. “Necesitábamos, de alguna manera, poder contener esta pandemia que estaba creciendo”.

Felipe (a la izquierda de la imagen), apareció en televisión coordinado el envío de vacunas.

Luego, vinieron los resultados. Chile fue calificado, en el extranjero, como un caso modelo, por su rápida y eficaz campaña de vacunación. Ver las carpas de los vacunatorios móviles instaladas, “los equipos desplegados tal cual uno los había programado; los buses saliendo para los operativos… da emoción”, señala Daniela.

Felipe afirma que “lo que pasó con este proceso, desde el punto de vista de salud pública, es de una magnitud que no tiene comparativa”, y que quizás ellos, al estar involucrados directamente, no podían percibir a simple vista.

Daniela (izquierda), en el vacunatorio que se instaló en el velódromo.

Daniela, desde la posición de enfermera, entiende que “invisiblemente, somos un pilar de la salud pública, y evangelizar cada día con la importancia de las vacunas, es siempre un desafío”. Por lo mismo, “existe una satisfacción y un reconocimiento ahora (…). Como hito de salud pública, para nosotros es realmente maravilloso”, cierra.

4. Juan Pablo Hernández, el jefe de distribución detrás de la logística

A nivel logístico, acopiar y distribuir una vacuna como la de Pfizer, que necesita conservarse a -70°C, es, por decir lo menos, complejo. Y ese aspecto fue uno de los tantos retos que enfrentó Juan Pablo Hernández (46), jefe de distribución de la empresa de logística farmacéutica Perilogistics.

Juan Pablo Hernández, en las bodegas de Perilogistics.

Conocida coloquialmente entre sus trabajadores como “Peri”, la compañía tiene 16 años de vida en el mercado farmacéutico chileno, focalizándose en la recepción, almacenaje y distribución de medicamentos. Hace más de 14 se dedican también al manejo de vacunas y, según explica el gerente general, Hermann Castro, hoy participan en “más del 80% de los programas de vacunación en Chile”.

En un año común y corriente, por el centro de Perilogistics, ubicado en la comuna de Macul, en Santiago, pasaban entre 8 y 10 millones de vacunas, principalmente fórmulas contra la influenza, hepatitis y difteria. Todo cambió en 2021: ese año, se encargaron de la logística para concentrar y distribuir a todo el país más de 46 millones de vacunas.

Uno de los refrigeradores utilizados con las vacunas Pfizer.

Juan Pablo, técnico en logística y operaciones industriales, trabaja en la empresa hace 13 años, y tuvo un rol clave en lo que fue la planificación de rutas, para que las dosis llegaran hasta el último rincón del territorio.

En el recuento de lo que fueron esos primeros viajes, con las primeras vacunas, Juan Pablo reconoce que hubo un proceso de aprendizaje que se dio en la marcha. Era fundamental que los plazos se cumplieran: desde que una dosis de Pfizer se descongelaba, para su transporte en camiones con cámaras temperadas entre 2°C y 8°C, la vacuna tenía una vida útil de tan sólo cinco días.

Los camiones cargados con contenedores refrigerados.

Todo tenía que salir a la perfección, lo que implicó una alta carga laboral, dejar “un poco de lado a la familia”, y con “jornadas largas y pesadas”, dice Juan Pablo. “Hubo semanas que trabajamos, algunos días, 24 horas”, agrega. A pesar de esto, recalca esa sensación de “compromiso” que tenían con el país: “Sí o sí, debíamos llevar, en consciencia y forma, las vacunas a los distintos puntos de Chile”.

Hubo escenas emocionantes entre medio. En plena Navidad de 2020, “nos quedó bien marcada la primera salida de las vacunas de las cámaras de frío y su trayecto a los transportes”, relata Juan Pablo. En ese momento, reinaba el silencio, como “un respeto con lo que se estaba viviendo”. Y, de repente, brotó un aplauso espontáneo.

Cada caja tenía su destino definido.

Juan Pablo destaca cómo eran recibidos los camiones a lo largo de Chile: “Hubo muchas muestras de cariño. A los chicos los esperaban con almuerzos, cenas, desayunos”. La prensa, y las autoridades políticas, también estaban ahí.

“Hoy, la sensación que tenemos es de gratificación. Esa disposición para el servicio, que nosotros prestamos, yo creo que nos deja el corazón lleno. Es gratificante el saber que tus conocimientos, y parte de tu vida, estuvo involucrada en esta gran campaña, que fue la distribución de las vacunas”, asevera Juan Pablo, quien reafirma que el compromiso sigue para lo que queda.

286 personas trabajan en Perilogistics.

“Al final, esto es nuestro trabajo”, complementa Hermann Castro. “Es lo que hacemos. Pero con un propósito que, para ninguno de nosotros, estaba en nuestros planes, y nos alegramos y damos gracias de haber sido parte”, dice, refiriéndose a ese “sentir que podemos hacer una gran diferencia. Somos un eslabón, parte de una larga cadena”.

Juan Pablo Hernández destaca cómo eran recibidos los camiones a lo largo de Chile: “Hubo muchas muestras de cariño. A los chicos los esperaban con almuerzos, cenas, desayunos”. La prensa, y las autoridades políticas, también estaban ahí.

5. Elizabeth Trigari, la enfermera que colocaba las vacunas en Curicó

Puede haber mucha planificación previa, o gestiones para conseguir y distribuir las dosis de manera adecuada. Y aunque todos esos pasos son fundamentales para llegar a la ansiada inmunización, esta no se concreta hasta que una persona, dotada de conocimientos técnicos, pincha el brazo de la otra. Ese es el trabajo que cumplieron (y siguen cumpliendo) las enfermeras y los enfermeros de Chile.

Elizabeth Trigari (47) tiene una amplia experiencia en ese sentido. Desde hace 26 años es enfermera, y lleva 16 desempeñándose en la atención primaria (APS). Desde diciembre de 2020, mismo mes en que aterrizó el primer envío de Pfizer, Elizabeth es subdirectora del CESFAM Betty Muñoz Arce, de Curicó, donde lidera un equipo de 12 enfermeras en un centro que tiene asignada una población de 25.000 personas. Elizabeth es, además, presidenta de la Asociación de Profesionales de APS en Curicó.

Elizabeth colocando una vacuna.

La funcionaria recuerda que, al principio de la campaña, reinaba la “desinformación”. Dice que se “enteró por la prensa” de los pormenores del calendario de vacunación. Eso se tradujo en semanas “congestionadas”, en las que habían “muchos grupos etarios” agendados.

Un episodio que Elizabeth destaca es cómo se recibió la noticia de la llegada de las vacunas en la primera línea. Ese mandato de que, además de las labores de testeo, trazabilidad y seguimiento de pacientes con Covid-19 que venían realizando, tendrían que dar abasto para inocular a decenas de miles de personas.

“Fue bien complejo, porque veníamos con todo este proceso de desgaste, pero desde hace mucho tiempo estábamos conscientes de que la única posibilidad era la vacuna (…). Era esa responsabilidad que tú sabes que tienes que cumplir; tienes que apechugar nomás. Es como cuando eres mamá, y tienes a un hijo enfermo”, comenta.

El equipo de enfermeras del CESFAM.

Entre las dificultades que se vivieron en esa etapa inicial estaba la “disparidad de vacunas”. “Capacitamos a grupos específicos con vacunas específicas”, explica Elizabeth, ejemplificando con que hubo personal que se especializó en Sinovac y otros en Pfizer. Además, había una enfermera que se encargaba del “screening” para mantener cierto orden, “porque el riesgo de error, con el volumen de vacunas que teníamos, era enorme, por el manejo diferenciado: tenías que abrir un vial para 6 personas, otro para 5, otro para 2”.

Algo que Elizabeth no olvida son las reacciones de parte de los vacunados. “La gente estaba muy feliz, muy agradecida (…) al final, esto era devolvernos la esperanza”, señala, agregando que la población venía, producto de las cuarentenas, con la salud mental “tremendamente deteriorada”. “El pago emocional que hemos tenido (las enfermeras, por esto) ha sido tremendo”, opina.

“Fue bien complejo, porque veníamos con todo este proceso de desgaste, pero desde hace mucho tiempo estábamos conscientes de que la única posibilidad era la vacuna (…). Era esa responsabilidad que tú sabes que tienes que cumplir”, recuerda la enfermera Elizabeth Trigari.

También recuerda con cariño cómo asistían los adultos mayores. Iban “lindos, terneados, a ponerse su vacuna. Era todo un evento. Ellos también motivaron mucho al resto de la población, sobre todo a los más jóvenes”.

Con la vista puesta en el futuro, y entendiendo que el proceso ha sido positivo, Elizabeth advierte que no hay que quedarse con “un mensaje exitista” con respecto a la vacuna. “La gente se está quedando con este concepto de que estás inmunizado, y ya prácticamente tienes o puedes saltarte todo el resto de las medidas sanitarias. Eso me parece un riesgo enorme, porque la vacuna es una parte, pero existe todo lo demás: la ventilación, el aislamiento, el uso de la mascarilla, lavado de manos”, plantea la enfermera.

Elizabeth adelanta que ya están planificándose en el CESFAM para programar “dos refuerzos masivos”, pensando en la cuarta, y también una quinta dosis, esta última quizás en septiembre. Destaca, no obstante, que la experiencia las ha ayudado a optimizar cada vez más el proceso.

Campaña de vacunación en Curicó.

De todas formas, espera que su equipo pueda tomarse vacaciones este verano, algo que, por el escenario urgente, no habían logrado concretar. “Hay que recargar pilas”, concluye.

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