Entrevistas
19 de Mayo de 2024Claudio Alvarado (IES): “La centroderecha ha estado desorientada y la tentación de pensar que la presidencial va a ser ‘coser y cantar’ es muy grande”
¿Puede jugarle en contra a una derecha que aspira volver a La Moneda idealizar los períodos de Sebastián Piñera? Esa reflexión es la que invita a hacer el director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad en el último número de la revista del centro de pensamiento. Afirma que pese al ciclo político favorable a las derechas, no hay una elección ganada. A días de la penúltima cuenta pública del Presidente Gabriel Boric, plantea que el gobierno "no va a tener logros si no es con el concurso al menos de una porción significativa de la oposición".
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Claudio Alvarado, director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), advierte que la derecha corre el riesgo de “mitificar” la figura del fallecido expresidente Sebastián Piñera.
La aseveración, que puede resultar controversial para algunos sectores de Chile Vamos —particularmente para el “piñerismo” más duro— el abogado la explica así: el sector, que hoy es el mejor aspectado en los sondeos presidenciales con la alcaldesa Evelyn Matthei como su carta, debe abrirse a discutir sin eufemismos los traspiés y los errores de manejo político del exmandatario si busca volver a La Moneda
Es ese el argumento que desarrolla en el último artículo de la revista del centro de estudios, Punto y coma que hace una radiografía a las derechas, pasando por la nueva derecha —encarnada en el Partido Republicano— o en los escindidos de la centroizquierda que respaldaron el Rechazo el 4-S.
—La muerte del expresidente Piñera, en condiciones particularmente trágicas, determinó parte importante del rol histórico que le dio Chile Vamos en los homenajes, incluso el propio Presidente Gabriel Boric pero, ¿cuál es el ejercicio que planteas tú al sector?
—El ejercicio que tiene que hacer la centroderecha es difícil. Ascanio Cavallo dijo pocas horas después del fallecimiento trágico del expresidente Piñera que aquí podría estar naciendo un mito para las derechas. Y los mitos tienen, por supuesto, un lado positivo: generan relatos, discursos, épicas. Pero también te pueden obnubilar y perder de vista las cosas negativas. Lo que planteo es que la centroderecha requiere hacer el esfuerzo, sobreponerse a la tentación de quedarse solo en el mito e intentar formular una autocrítica razonada que mire no solo las luces, sino también las sombras de lo que fueron los dos gobiernos del expresidente Piñera.
Hay momentos luminosos sin duda, pero también hay algunas constantes que le dificultaron la tarea al expresidente que tienen que ver —básicamente— con el manejo de los conflictos políticos. Sobre todo en el segundo período, tuvo una dificultad para ofrecer gobernabilidad al país. Ciertamente soy muy crítico de la oposición de la época, Piñera enfrentó la oposición más desleal del Chile postdictadura, pero al mismo tiempo ese no fue el único problema y hay que sacar lecciones del caso.
—¿Por qué a Chile Vamos le ha costado tanto rearmarse, o ser oposición? Tras su muerte ha quedado expuesto que nadie ha ocupado el rol articulador que tenía el expresidente.
—Piñera dejó un vacío muy significativo al interior de la centroderecha porque estaba muy activo a la hora de fallecer: reunía gente, articulaba liderazgos, propuestas, ofrecía insumos a los parlamentarios de su sector. Pero hay que distinguir dos períodos de Chile Vamos desde que asumió el Presidente Boric. Una primera etapa tiene que ver con el periodo previo al plebiscito del 4 de septiembre del 2022, ahí Chile Vamos logró hacer cosas muy interesantes, estar a la altura de la circunstancia, porque cuando recién asumió Boric, no era para nada obvio que se iban a articular las cosas del modo que favorecieran un triunfo del rechazo. Sin embargo, eso terminó resultando bien (…). Y una de las cosas que hizo la centro derecha después del plebiscito fue honrar la palabra empeñada de habilitar un segundo proceso constitucional. Eso le generó costos electorales, con sus bases, y ese segundo momento no se logró manejar como se esperaba… En parte por el resultado del Consejo Constitucional.
—¿Hay una desorientación?
—Desde ese minuto hasta ahora, la centroderecha ha estado desorientada y la tentación de pensar que la presidencia va a ser ‘coser y cantar’ es muy grande. La verdad es que electoralmente la centroderecha no va a tener ninguna elección ganada a priori, incluso cuando el cuadro político que vive Chile favorezca electoralmente a la centroderecha. Ahí me parece que tienen que jugar un rol clave los liderazgos presidenciales, partiendo por Evelyn Matthei y las directivas de los partidos.
Al sector le ha costado ofrecer propuestas alternativas claras. Sabemos cuáles son las críticas respecto al gobierno actual —que son muchas y yo comparto bastante— pero no conocemos también cuáles son las propuestas para volver a crecer, o en seguridad más allá de la mano dura, qué se va a hacer para ofrecerle gobernabilidad al país en caso de volver a La Moneda.
—Pero en términos de percepción, la ciudadanía sí parece una alternativa en el Partido Republicano. Eso cambia un poco el escenario para Chile Vamos.
—Si uno piensa en los republicanos, ¿cuál fue su momento estelar? Fue la elección del para el Consejo Constitucional del 7 de mayo del 2023. Electoralemente, aglutinó dos grandes públicos: capturó el voto antipolítica, el voto crítico del sistema, y el voto de los ciudadanos angustiados por la crisis de seguridad. Los motivos que llevan a los republicanos a tener un buen resultado electoral siguen existiendo y eso le da, me parece, parte importante de su empuje hasta el día de hoy, más allá de que su conducción en el Consejo no haya estado a la altura de las circunstancias. Entonces hay algo de ese momento que todavía sigue.
El partido, con excepciones, ha cultivado una forma de hacer política más disruptiva, menos tradicional, si se quiere menos dialogante. Y hay un porcentaje de gente que se ve conquistada por eso. Pero ese estilo de hacer política se ha mostrado muy ineficaz a la hora de alcanzar el poder. ¿Por qué? Ejercer el poder exige dialogar, ceder en las posiciones, articular mundos distintos, y entonces empiezan también a tener problemas de credibilidad. En ese sentido, todavía no es claro hacia dónde van a navegar en el caso hipotético de tener un buen resultado presidencial. Lo que sí sabemos es que la vez que le tocó conducir e intentar ofrecer gobernabilidad, que fue en el Consejo Constitucional, no estuvo a la altura de las circunstancias.
Alvarado: “El Presidente Boric no va a tener logros si no es con el concurso al menos de una porción significativa de la oposición”
—En los últimos sondeos de opinión, se ha reflejado que tras la polémica del “Perro Matapacos” al Presidente Boric se le fractura un porcentaje de su 30% de respaldo de base. ¿Pasan la cuenta los giros discursivos?
—El presidente se ha ido “desfondando” de lado y lado. Algunos no le creerán desde la centroizquierda, otros no le creerán desde la izquierda, desde su base de apoyo más histórica, pero lo que tienen en común es que el Presidente se ha vuelto poco creíble. Y el problema no son tanto los cambios de opinión, pero sí la falta de explicación, de una narración que haga sentido y que haga creíble que esos cambios de opinión responden a convicciones y no a meras tácticas coyunturales. Si uno mira el gobierno como una película completa y no solo la última semana, el zigzagueo ha sido muy significativo, lo que agrava la falta de una explicación.
Siempre lo resumo así: el Presidente pierde el plebiscito. Y lo que iba a ser un momento estelar según creían cuando llegan a La Moneda, termina siendo una derrota histórica. Luego el Presidente empieza a dar sucesivos signos de moderación: nombra a Carolina Tohá como ministra del Interior, hace un homenaje al expresidente Aylwin pocas semanas después, después empieza a andar una mesa de seguridad… Y de repente llegan los indultos.
—¿Ha faltado explicar a qué responden sus cambios de postura?
—El Presidente tiene que entender que parte de su función es explicar lo que él va haciendo. Porque si no se da una explicación suficiente, estos cambios tan exuberantes solo parecen movidas coyunturales. Y la pregunta que se hacen sus partidarios, es, bueno pero ¿quién era Gabriel Boric finalmente?
—Se dice, incluso en su misma alianza, sobre todo dentro del Socialismo Democrático, que cuando hay posturas —por ejemplo— más controversiales para el Frente Amplio y el PC en seguridad, Boric intenta dar señales a ese mundo. Con el CAE, por ejemplo.
—Lo del CAE va a tener que explicarlo muy bien en la cuenta pública. Esa es una señal de todo lo que hemos hablado: de desorientación programática, de estar buscando siempre señales para un público en desmedro de otro, en este caso para su base histórica del Frente Amplio. Pero hace muy mal la propuesta, que iría de la mano de algo así como un impuesto a las personas que no tienen nada que ver con el CAE. Obviamente va a ser algo muy mal recibido. Y además, sabiendo que él se ha desgastado y ha medida que pasado el tiempo los mea culpa son más difíciles, las explicaciones son más difíciles y las justificaciones de este tipo de impuestos son cada vez más incomprensibles.
Falta una hoja de ruta clara, un hilo conductor, (el gobierno) no se decide qué tipo de izquierda quiere ser. Boric sigue soñando con la unidad de las izquierdas y, al menos cómo se ha dado en Chile, esto no tendría por qué ser siempre así. Es muy difícil. No se puede al mismo tiempo tener contento al Partido Comunista y a los herederos de la Concertación porque son dos mundos que programáticamente y políticamente no tienen nada que ver.
—Esta es la última cuenta pública en la que el Presidente Boric puede poner metas u objetivos para el 2024 y 2025. ¿Cuál debiera ser el tono?
—Un porcentaje importante de su misión es explicar, darle sentido a las cosas que ha venido haciendo. El Presidente el miércoles tuvo una “polémica” a propósito de un posteo de redes sociales, que lo molestaron con su metamorfosis y él entró en un diálogo, a mi juicio, muy poco productivo para su rol, pero en fin, entró en un diálogo, y dijo que seguía teniendo “los mismos principios”. Pero bueno, ¿a qué principios se refiere? Porque él hoy haría oposición de un modo diferente, ha hecho un mea culpa respecto a eso, fue muy ilustrativo el modo en que se comportó en el funeral de Estado del Presidente Piñera.
Yo no creo que siga teniendo exactamente los mismos principios con los que llegó a La Moneda, porque dudo que alguien de ese mundo crea que Chile debe ser un Estado plurinacional, por mencionar el ejemplo más evidente. Entonces, ¿de verdad son los mismos principios? El Presidente tiene mucho que explicar, por su propia tranquilidad, por la imagen que él quiere proyectar.
—¿Y en términos de políticas públicas?
—Dado que es su penúltima cuenta pública, la última que puede proyectar, tiene que poner sobre la mesa puntos de acuerdo con la oposición. El Presidente Boric no va a tener logros si no es con el concurso al menos de una porción significativa de la oposición. De hecho, se habla mucho de parte de la ministra Vallejo —y de otras personas en el oficialismo— del “obstruccionismo” de la oposición. A mí me parece que la oposición, como hablábamos antes, se le puede criticar falta de propuestas alternativas y otras cosas, pero obstruccionista no.
Los proyectos de seguridad se han aprobado con votos de oposición y, de hecho, con desfondes del Frente Amplio y el Partido Comunista, si uno mira la Ley de 40 horas, que es uno de los pocos logros legislativos del gobierno, se puede mostrar que son en concurso la oposición. Junto con la dimensión más narrativa de la cuenta pública, tiene que poner sobre la mesa puntos de acuerdo si es que quiere avanzar en algunas cosas importantes. De lo contrario, si sigue “toreando” a su adversario, no va a haber avance en pensiones, no va a haber avance en el pacto fiscal.