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13 de Julio de 2024

Endeudados por el delivery: los jóvenes que gastan más de la mitad de su sueldo en Uber Eats, Rappi y Pedidos Ya

Las aplicaciones de delivery revolucionaron la forma de consumo, pero también alteraron la manera en que nos endeudamos. Aquí la historia de dos jóvenes que gastaron más de la mitad de sus ingresos en pedidos, alcanzando el mismo gasto que podría tener un mes de dividendo o la cuota de un auto. También la situación de una sociedad sin tiempo, de personas que prefieren no cocinar, y la de un mercado que, según expertos en banca y adicciones, limita la conciencia del gasto hasta un punto en que la burbuja de deudas explota.

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A los 24 años, Nicolás se trasladó a Santiago desde Chañaral, una ciudad de poco más de 12 mil habitantes en la región de Atacama. Se instaló en un departamento de 30 metros cuadrados en la Avenida España, centro de la ciudad. Cada mañana salía desde allí a su trabajo a medio tiempo, en la municipalidad de Tiltil, y a sus clases de psicopedagogía en una universidad.

Su vida se redujo a eso: la lejanía con su empleo lo obligaba a levantarse a las 6 de la mañana, y el trabajo y las clases lo hacían llegar pasadas las diez de la noche. La falta de tiempo lo empujó a descargar varias aplicaciones de delivery, las mismas que no funcionan en su pueblo del norte. La oferta, dice, lo deslumbró: probó churrascos, pizzas, baldes de pollo frito y hamburguesas.

Dentro de este último producto, encontró un local con un precio que le pareció razonable: dos hamburguesas por el costo de una. Pidió la misma promoción un día, luego dos, una semana consecutiva, hasta que prácticamente completó el mes realizando el mismo pedido.

“Costaban 12 lucas las dos, pero eran brígidas, eran bacanes. Buen porte. Las pedía cuando venía de la pega para acá y me comía una en la noche cuando llegaba y la otra la guardaba para llevarla de almuerzo. Pedí varios días por comodidad y fui dándole y fui dándole…”, recuerda Nicolás. 

El precio de 12 mil por dos comidas puede sonar conveniente, pero a ese costo hay que sumarle el envío, el gasto por servicio y, dependiendo del ánimo de Nicolás, la propina para el repartidor. Esos cobros asociados al pedido lo hacían totalizar casi $15.000 pesos. El mes en que Nicolás comió casi exclusivamente hamburguesas, llegó a gastar $250.000, más de la mitad de su sueldo de $470.000 que recibía en su trabajo a medio tiempo y lo que equivale a casi 17 promociones y 34 hamburguesas en 30 días. 

“… y fui dándole ¿cachai? Hasta que un día me habla mi vieja y me dice: oye te voy a bloquear la tarjeta. Me dijo: ‘estay gastando mucho. Salió 250 lucas este mes solo en Rappi’”, recuerda Nicolás, quien hoy tiene 26 y que en ese tiempo, por su sueldo, no tenía acceso a tarjetas de crédito y ocupaba la de su madre. 

“Me mandó el pantallazo y solamente lo de Rappi eran $256.000 más o menos(…) tuve que pagárselo en algunos meses”, recuerda.

El problema del “me lo merezco” en el delivery

Según el estudio 5C de Cadem, en el último año un 48% de sus encuestados, ponderados en distintos niveles socioeconómicos, de edad, género y región aseguraron haber tenido alguna experiencia directa con empresas de delivery en 2024. El mismo sondeo estableció que un 12% de los encuestados usó una de esas plataformas en los últimos 7 días. 

Pero, ¿cómo un gasto que parece secundario puede significar más de la mitad de la torta de ingresos de Nicolás y otros usuarios de las aplicaciones? ¿cómo una persona puede llegar a gastar en hamburguesas lo mismo que podría gastar en arriendo, educación u otros gastos? Para Jorge Berríos, director del diplomado en finanzas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, la poca conciencia, la nula educación financiera, la baja percepción del gasto y la banca otorgando créditos hasta cinco veces superiores a un sueldo “configuran una tormenta perfecta”. 

“El gasto en este ítem (delivery) está absolutamente exacerbado de acuerdo a la disponibilidad financiera que tienen las personas. Eso es porque la gente no mide al tener una capacidad financiera de hasta cinco veces un sueldo, porque tienen disponibilidad crediticia, pero eso hace que la gente se endeude más de lo que corresponde”, comenta Berríos.

Las deudas por pedir delivery son una realidad. Para Lucas Caro (29), quien trabaja en un Starbucks, también como músico y subiendo contenido promocionado a sus redes sociales donde tiene más de 10 mil seguidores, esas deudas le explotaron en la cara.

“Son dos palos y medio los que debo al banco. De eso, un millón debe ser por delivery, en un mes gasté más de $400 mil. No sé de donde sacar plata para pagar. Entonces, estoy llamando al banco para ver si puedo repactar esa deuda y me dicen que tengo que pagar un mínimo para acceder a eso”, cuenta Caro, que entre todos sus trabajos suma un ingreso de $900 mil y tiene un cupo en su tarjeta de crédito cuatro veces superior a ese ingreso.

Lucas nunca pensó que la suma de los “pequeños” gastos de sus pedidos pudiesen transformarse en una deuda que, a esta altura, supera lo que gana en un mes. Analizando su experiencia con las aplicaciones, el joven asegura que comprar comida mediante aplicaciones suprime su conciencia del gasto. Si pagar una cuenta en un restaurante con tarjeta o con efectivo se siente inmediatamente, el gasto al hacer click en la aplicación parece desvanecerse en su cabeza. 

“Por todo lo que hago durante el día, puedo llegar muy tarde en las noches. Casi siempre llego cansado después de la pega y digo ya ¿sabís qué? Quiero pedir algo para comer rápido. Quiero la inmediatez. No cocinar ni limpiar. Si tengo que pagar por comida y traerme para tres días, está esa sensación del ‘me lo merezco’”, comenta Lucas Caro. 

Para el profesor Jorge Berríos, el aumento de deuda en ítems como delivery y transporte por aplicaciones tienen que ver directamente con el aumento del consumismo en la sociedad. “Nosotros, independiente del modelo económico que tenemos, nos hemos puesto consumistas de lo rápido. Es más rico un Uber que una micro. ¿Qué es más rico: preparar comida o pedir el Rappi? Esto es un tema de comodidad y de disponibilidad financiera(…) los créditos que entrega la banca tienen responsabilidad en esto”, comenta. 

“Estamos hablando de todos los segmentos y de verdad me impresiona. Si ves los restaurantes en Alonso de Cordova, están llenos de motos y si vas a una parrillada en Cumming, los fines de semana, está lleno de motos. Estamos en una economía con problemas, pero nadie para. Es como si viviéramos en otro planeta”, agrega. 

Para Lucas Caro, el componente social es importante, sin embargo asegura que en su caso existe una especie de adicción en su forma de consumo a través de apps: “La inmediatez a mí me genera una comodidad bacán. Es como: ‘oye no me tengo que levantar y me llega comida rica’. Pongo una serie y chao, que me llegue. Entonces a eso estoy adicto, a la comodidad, y yo solo pago, pago, pago, pago”.

Vicente García-Huidobro, psicólogo y profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, se dedica al tratamiento de adicciones y para él “ha habido un desarrollo muy grande de las adicciones en el auge de las aplicaciones”. 

Si bien reconoce que gran parte del interés en ese segmento se ha centrado en las casas de apuestas online y la ludopatía, también considera que el consumo que se desarrolla en aplicaciones de delivery se pueden volver un elemento adictivo.

“En las aplicaciones se pierde completamente la dimensión de la valorización del dinero. Tu puedes gastar y no te das cuenta. A las personas cuando van saliendo de una adicción a las compras empiezan a entender lo que son $1.000, $10.000 o $100.000(…) la conexión con la realidad desaparece”, indica el experto. 

“En esto se empieza a desarrollar un circuito de recompensas y el placer no solo está cuando llega el pedido a la casa, sino que está en todo el ritual. En una adicción más fuerte la persona ya no tiene satisfacción solo con el consumo”, agrega el experto. 

Para Nicolás, además de los elementos adictivos que reconoció sentir en un principio en su departamento en la avenida España, las formas de vida moderna lo condicionan a él y parte de su entorno a depender del delivery. 

“Me pasaba mucho eso. Yo llegaba chato de la pega. A veces todo el día en terreno, quería puro echarme, y pensaba en cocinar y me daba flojera. Entonces pedía y llegaba ahí al departamento(…) era el típico ‘me lo merezco’, pero finalmente, esto teriman sacándome mucho porque uno se limita, son 250 lucas menos. Puede ser la cuota de un auto, es brigido”, comenta. 

Cada vez cocinando menos

Álvaro Peralta, columnista de The Clinic conocido por su seudónimo Don Tinto, recientemente publicó su libro Recetas para gente sin tiempo, que ofrece soluciones de platillos que se pueden preparar en menos de 20 minutos. Para el periodista gastronómico la idea de su libro nació a partir de un contexto en el que “el chileno está cocinando poco”. 

Sobre el crecimiento del endeudamiento a partir de apps de delivery Peralta indica que: “Cuando la gente no tiene tiempo y no sabe cocinar mucho a veces se abruma. Ponte el caso que sean las ocho de la noche y va a pensar que va a estar una hora y no va a alcanzar a hacer nada y no es necesariamente así. Si uno tiene arroz, huevos o un pedazo de carne en 40 minutos se puede estar comiendo. Pero sin los conocimientos da la sensación de estar liquidado y que el delivery es la opción”, indica 

Para Lucas Caro, esa opción del delivery fue lo que lo llevó al límite de deber más de un millón de pesos solo en aplicaciones de reparto: “Es que un McDonald’s me sale 10 lucas con el envío es un poco más Pero si hago eso en el desayuno, almuerzo y cena, vamos sumando y ya te puedes llegar a gastar 50 lucas en el día”, señala.

Según el último informe de morosidad realizado por la Universidad San Sebastián A marzo de 2024, Chile acumuló 4.045.945 de personas con compromisos impagos, de ellos 2,4 millones pertenecen al grupo socioeconómico D; es decir, familias con ingresos mensuales de poco más de 500 mil pesos. 

Para José Uribe académico de la misma casa de estudios, indica que los gastos asociados a los pedidos muchas veces termina aumentando el nível de deudas de los usuarios por delivery. 

“Hay veces que solo el envío sale $3.000. Entonces eso si lo multiplicas por los días de la semana en una semana son 15 lucas y en el mes son 60 lucas al mes. Solo en el envío, eso es harto. Si tomamos la media de ingreso de Chile que son $600mil, una persona que hace eso gasta el 10% de su sueldo solo en envíos. Si la persona ahorrara en AFP estaría gastando lo mismo en ese envío que en su ahorro”, señala. 

 Para el experto una de las soluciones al endeudamiento tiene que ver con mantener un balance de ingreso y egresos. “Yo cada cosa en la que gasto la anoto, yo sé cuánto gasto, cuánto tengo y si eventualmente pasa algo la plata está dentro de lo que puedo contar. Yo soy super metódico, pero tengo amigos que compran por Mercado Libre como condenado y en puros gastos de envío son $50.000”. 

Para Lucas Caro la solución a su consumo solo se vio condicionada por su compleja situación financiera, hoy asegura estar haciendo acciones que le ayuden a reducir sus gastos en esos ítems. “Ahora por ejemplo me estoy yendo en bici a la pega para no gastar en Uber y también me dije voy a bajarle a la comida. Si tengo comida en la casa, me tengo que hacer un horario, una rutina y empezar a cocinar. Ya prácticamente la tarjeta de crédito no existe. Ahora me pegó el palo y me cocino, pero la verdad lo debí haber frenado mucho antes.

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