Opinión
14 de Junio de 2025

Matthei y Kast: la silenciosa primaria en la oposición

"Entre Matthei y Kast se está librando, en los hechos, una suerte de primaria silenciosa. Una disputa que no pasa por un cronograma formal ni por debates televisados, sino por una pulseada permanente por hegemonía dentro de la derecha. Aunque no lo digan, cada gesto y cada declaración se enmarca en esa carrera. Lo saben ellos y lo sabe la derecha", dice Marco Moreno en su columna de esta semana en la que se introduce en el escenario presidencial de la derecha, marcado por el alza en las encuestas por parte del abanderado del Partido Republicano.
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En las últimas semanas, Evelyn Matthei ha venido acrecentando ciertos rasgos de carácter que alimentan el debate sobre si estos están ayudando o perjudicando su campaña para llegar a La Moneda. Lo que parecía, hasta hace poco, una candidatura sólida, respaldada por su experiencia, por encuestas favorables y por el aura de “opción de gobierno” dentro de la derecha tradicional, hoy comienza a mostrar señales de nerviosismo. Y este nerviosismo está dejando huellas visibles en su comportamiento.
Más allá de sus discursos, es su lenguaje corporal y tono el que está llamando la atención: gestos de superioridad, pérdida de templanza, expresiones que buscan “marcar la cancha” frente a otros actores. El episodio más reciente —cuando mandó a callar a la vocera de Gobierno, Aisén Etcheverry— es apenas un síntoma de un estado de ánimo que no es nuevo, pero que se ha agudizado.
Esto instala una pregunta inevitable: ¿qué es lo que realmente la irrita? ¿Son sus potenciales rivales del oficialismo, como Carolina Tohá o Jeannette Jara? Todo indica que no. Ni el escenario parlamentario adverso (al competir la oposición en dos pactos y subpactos) ni las posibles candidatas del Gobierno parecen ser las principales fuentes de su incomodidad. La verdadera razón tiene otro nombre: José Antonio Kast.
Entre Matthei y Kast se está librando, en los hechos, una suerte de primaria silenciosa. Una disputa que no pasa por un cronograma formal ni por debates televisados, sino por una pulseada permanente por hegemonía dentro de la derecha. Mientras en público todo parece ordenado, en privado se vive una primaria silenciosa. Matthei y Kast compiten en el mismo espacio, le hablan al mismo electorado, se miden en las encuestas casi a diario. Y aunque no lo digan, cada gesto y cada declaración se enmarca en esa carrera. Lo saben ellos y lo sabe la derecha.
Para Matthei el dilema es complejo. Su fuerza política —Chile Vamos— la empuja a mantener un tono institucional, a presentarse como una opción presidencial de amplio espectro. Pero el crecimiento sostenido de Kast, su capacidad para fidelizar a la derecha dura y su narrativa sin matices en temas como seguridad y migración, obligan a la alcaldesa a endurecer su perfil. Y en ese intento corre el riesgo de desdibujarse.
Es esta tensión la que parece estar pasándole factura. Su carácter, de por sí frontal y a veces impulsivo, hoy se ve amplificado por la ansiedad de una competencia soterrada que no puede controlar del todo. Mientras Kast avanza, consolidando apoyos en los sectores más movilizados del electorado opositor y capitalizando mejor a los críticos y descontentos con el gobierno de Boric, Matthei navega entre la necesidad de no “kastearse” del todo y el temor a que, si no lo hace, su candidatura pierda impulso.
La pregunta que ronda es si este endurecimiento le suma o le resta. En su entorno hay división. Algunos creen que es necesario para retener a un electorado que podría tentarse con Kast. Otros advierten que perder la templanza puede hacerla ver menos presidencial, menos capaz de liderar una mayoría.
Al final del día las campañas son también pruebas de carácter, y las señales que hoy está enviando empiezan a abrir dudas entre sus propios aliados: ¿Podrá mantener la templanza necesaria para consolidarse como la opción de mayoría que tanto busca ser?
Lo cierto es que, sin mediar proclamación oficial, en la oposición se juega en los hechos una primaria silenciosa por ahora de baja intensidad pero de resultados inciertos para el bloque opositor. Y en esa contienda, Matthei sabe que no tiene margen para errores. Los próximos dos meses serán clave. Si logra ordenar su carácter y su estrategia, podría consolidar su ventaja. Si no, el nerviosismo de hoy podría ser el primer síntoma de una candidatura que tocó techo y comienza a retroceder.