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Opinión

28 de Agosto de 2009

Descomunal cobro de Essbío

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Por

Fernando Javier Pradenas Mellado / RUT 5.968.535-K.

Uno de mis hijos intenta poner en marcha un negocio, utilizando para ello una casa habitación con giro comercial. Su cuenta normal de consumo de agua es de aprox.$ 40.000 (ya exagerado para el nivel real de consumo, pero asumido por ahora). En el mes de junio llegó lla cuenta de mayo, (sospechosamente atrasada, a diferencia de las anteriores), por un valor de $ 680.000, que equivalen a un gasto de más menos 600 mts. cúbicos de agua. O sea, 600.000 litros.
Cuando se acude a la oficina de Essbío a solicitar la revisión de esta irracionalidad, (por ponerle un nombre decente) que no resiste ningún tipo de análisis, la persona que atiende, demostrando una aterradora ignorancia del tema unida a una abismante falta de sentido común y de mínima sensatez, ni siquiera se sonrojó para extender un formulario de repactación. Aún más, ratificando su total y más absoluta ignorancia respecto de lo que estaba hablando, sugirió que aquella brutalidad se debía a “fugas, goteras u otras filtraciones”.
Obviamente este ingenuo y neófito funcionario, además de tener un nulo sentido de las proporciones, no tiene la más mínima idea de lo que significa gastar 600.000 litros de agua en 1 mes, y a él le parece que es de lo más fácil consumir 20.000 litros de agua diarios en una casa habitación, o sea, abastecer CINCO carros de bomberos al día durante 30 días, o llenar DOS veces al mes una piscina olímpica, por homologar la equivalencia con algún referente ubicable.
Por cierto, resulta desconcertante y hasta traumático observar que quien sostenga esta demencialidad, sin ninguna duda no puede distinguir la diferencia entre una hormiga y un elefante.
Era tal su ignorancia, que, no valiendo la pena tratar de que dimensionara la barbaridad que estaba sosteniendo, acudimos a la Superintendencia respectiva.
Nueva sorpresa no tuvo límites: Nos encontramos con el mismo nivel de desconocimiento y falta de sentido común que en Essbío. De modo que esta oficina, con un desparpajo rayano en lo increíble dictaminó, después de 3 semanas de estudio y análisis de los antecedentes que proporcionó Essbío, que el procedimiento estaba correcto, por lo que no queda más que pagar.
Esta ratificación se basa en la prueba que Essbío hace al medidor.
Afortunadamente soy Técnico Instrumentista Industrial, y en los 38 años que llevo ejerciendo mi profesión he conocido, desarmado, reparado y PROBADO muchos de este tipo de medidores, que son ampliamente utilizados para medir caudales de fluídos líquidos, y le puedo asegurar que la prueba que realiza Essbío no tiene NINGUNA sustentación técnica, llegando a ser ni siquiera un mero trámite, para constituirse en un verdadero y GROSERO chiste, evidenciando una realidad que si hasta ahora alguien la ha mencionado, la ley no la ha corregido, y que muestra con absoluta claridad dos aspectos que sobresalen:

1. Que la ignorancia del tema (o la mala fe) es generalizda en los especialistas, carencia que puede ser minimizada con el sentido común, cuando éste existe, y que, además, se aprovechan escandalosamente de la ignorancia de los consumidores.
2. Que Essbío, en definitiva, NO TIENE la capacidad técnica que el manejo del tema requiere, especialmente en lo que respecta al procedimiento de testeo de los medidores, cumpliendo el trámite con una prueba infantil que no tiene ninguna validez ni sustentación técnica.
Para ilustrar en pocas palabras, estos “ especialistas ” desconectan el medidor a la salida, colocan un tacho y dejan correr el agua hasta que éste se llena. Lugo comparan: tantos litros en el tacho, tantos litros indica el aparato.
El procedimiento es absolutamente incorrecto mientras no contabilicen los 6 o 7 integradores que muestran el consumo, y NO SOLO cuando comparan con el primero. De hecho, este medidor, que ya tiene años de uso, falló cuando la contabilización era la que correspondía a las unidades de 1000.
Por lo tanto, esta “prueba” no dice absolutamente nada y se invalida por sí sola.
Solicitamos la revisión del aparato por un Organismo eterno, a lo que se nos manifestó que estos son los únicos que pueden hacerla por cuenta propia. Que la S.I. no tiene facultad para hacerle esta exigencia a Essbío. Si la queremos hacer, debemos enviar el aparato a una empresa de Iquique, y todo por costo nuestro, siendo este costo muy aproximado al costo de la cuenta.(¡Qué casualidad!).
El Sernac también se lavó las manos expresando que ellos no tienen la competencia para acoger este tipo de reclamos.
Resultado final: hay que pagar. Es decir, una vez más, la Superhistoria de la lógica chilena : ganó el pez más grande.
Independiente de tan abismante protección que la ley otorga a estos organismos omnipotentes, expresada en una enorme lista de negativas a las dudas y requerimientos del consumidor, las grandes preguntas que quedan instaladas son:

-¿Debemos aceptar los consumidores que la ley legitime la estupidez y la falta de sentido común de los funcionarios de estas empresas?

-¿Es posible que lo que no dice la norma no sea percibido por un funcionario, cuando para ello NO NECESITA más que una humilde cuota de sentido común?

-¿A tal punto llega la voracidad de estas empresas, que se niegan groseramente a reaccionan ante lo que es de una obviedad perceptible hasta por un niño?

-¿Es posible, en el Chile de hoy, que la ley sea incapaz de pararle los pies a estos organismos, a los que se suman grandes y poderosas cadenas comerciales, verdaderos pacman devoradores sociales, otorgándoles manga ancha para que practiquen la piratería legitimada con los consumidores, amparados en su condición monopólica, dejando al consumidor en la más ABSOLUTA Y BRUTAL INDEFENSIÓN?

Mientras estos actos de abuso incalificable y alevosos y francamente aberrantes no desaparezcan, la palabra PROGRESO, en este país, NO TIENE NINGUN SENTIDO.
Todos los días, muchas personas como nosotros son víctimas de estas empresas endiosadas y amparadas en una legislación absolutamente ABÚLICA, pusilánime, permisiva, contemplativa y complaciente. Y para disfrazar esta escandalosa inclinación preferencial, se instala una tapadera como el Sernac, que no tiene NINGUNA capacidad ejecutora y que se limita a indicarle al consumidor que si quiere solucionar su problema debe recurrir a un abogado, con lo que lo dejan en el mismo punto de partida. Es decir, arréglatelas solo.
Tengo la plena certeza que si esta exposición se hiciese pública por algún medio de comunicación, el resultado sería, sin duda, un lloriqueo masivo y una cantidad de “representantes” aparecerían como por arte de magia haciendo pomposas y tecnificadas declaraciones, tratando de justificar lo injustificable y de explicar lo inexplicable.
Esa sería su reacción, porque para eso sí que están atentos. Pero una cosa es que en los diarios, las radios y la TV alguien pueda decir cualquier cosa, y otra cosa, absolutamente distinta, es lo que sucede en la realidad. Y, lamentablemente, no es sólo MI realidad: es la de miles de chilenos que somos, de cualquier forma, esquilmados, asaltados, pirateados, por estas empresas que se aprovechan de las necesidades básicas de las personas, de la falta de competencia y de las increíbles facilidades que les da una “legislación” que no tiene cómo ocultar su abierto favoritismo por los poderosos e inviolables intereses de estos señores feudales del tiempo moderno, verdaderos pistoleros de la sociedad que no tienen ninguna forma de negar ni ocultar lo turbio y torcido de su proceder. Sólo se amparan en su GRAN ESCUDO, LA LEY.
Una vez más, como en tantas cosas en Chile, la culpa no la tiene el chancho, sino el que le da el afrecho. Con verdadera impotencia, como familia debemos resignarnos a aceptar este abuso descomunal, y dejo esta amarga experiencia en sus manos, y mi esperanza, junto a la de miles de chilenos, que algún diá veremos cómo los chanchos ( que este país cría y protege con tanto esmero y amor), dejan de engordar.

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#abuso#agua potable#Esbbío

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