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Opinión

1 de Junio de 2011

“Yo no soy una persona para que me digan cosas ordinarias”

Esta es una historia que se repite. Desde los tiempos de Álvaro Ballero. La historia de alguien que sale de un reality. Una historia de fama, de ego y de adolescencia. De personajes que esconden personas. Ésta es Tanza Varela, la nueva gran estrella del firmamento televisivo.

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Fotos: Patricio Miranda

 

Por qué te viniste de Temuco, es la primera pregunta.

Apartar la grabadora, es la primera respuesta.

Ella, que nació en Temuco, que supo cómo subir el rating del reality de Año 0 del canal de los Luksic con un beso a Roxana Muñoz y con un diccionario completísimo de garabatos, y que estuvo peleando y mostrándose, y peleando los cuatro meses que duró el reality, dice:

-No. Eso no. No hablo de mi vida.

-¿Y de qué hablai entonces?- le pregunta su novio Chanchulín-Claudio Valdivia-el hermano del Mago Valdivia, o como sea más conocido.

-No sé. Del reality-, dice Tanza Varela que, sin querer, hace la diferencia entre reality/vida, entre mostrar la vida en un reality/mostrar la vida en serio, y tira una respuesta apurada

-En realidad es súper corto. Me vine por trabajo de mis papás.

Llega a Santiago a los doce, colegio San Francisco del Alba, Las Condes. Deja de ir a los quince para salir en la tele. La edad -dice- en que los viejos empiezan a enloquecerse con ella.

Gusto de paco

Como a toda la gente famosa, a Tanza Varela -veinte años, rubia no natural, cara perfecta, cuerpo con más kilos de los que debiera– le pasan cosas en la calle. Alguien la saluda, alguien la mira con cara de reconocimiento, alguien -un hombre mayor- la ve y se para frente a ella, como si el tiempo estuviera detenido, para decirle:

-Uhhh, Tanzita.

Tanza explica:

-Me pasa desde chica. De toda la vida. De los quince años, más o menos. Los viejos me miraban y se hipnotizaban. Me decían que yo era Lolita. Salía a carretear con gente más grande y los viejos vueltos locos me tocaban las manos.

-¿Te sentís bonita?

-Sí. Es que siempre me pasó que mi mamá me llevaba para cualquier lado y le preguntaban por mí. No es por creerme ni nada, pero la paraban siempre. Siempre, siempre, siempre le decían que yo era la más bonita de Temuco. Y cada vez que las personas me miran, me dicen: “Ay, erís demasiado demasiado, demasiado bonita” ¿cachai?

-¿Te gusta gustar?

Me encanta igual. Pero hasta ahí no más. Como sí, pero no te acerquís tanto. Porque me han dicho unas cosas. Me han dicho de todo, la verdad. Es impresionante. Y se atreven los viejos. De hecho ayer, cuando salí con la que me maneja, me tiraron una -no me acuerdo bien- pero un viejo así como de sesenta años me tiró una muy buena. Ah, sí. Me dijo: “Si la belleza fuese un pecado, tú no tendrías perdón de Dios”.

-Ah, pero eso igual es educado.

-Es que me dicen de todo pero no cosas ordinarias. Yo no soy una persona para que me digan cosas ordinarias

-¿Cuáles son esas personas?

-No ordinarias, pero no sé, como la Marlen Olivarí, que con esas medias pechugas… ¿Me entendís o no? Yo soy más como pendejita angelical. No sé. Estoy acostumbrada a que los viejos me hueveen. ¡Y los carabineros! No sabís, hueón. Yo tengo una hueá con los carabineros pero así mal. Mal, mal, mal, mal. El otro día iba por la calle y pasa una patrulla de carabineros, y bajan el vidrio y me hacen señas. Y eso antes de entrar al reality.

 

 

El beso a Roxana

Tanza le gusta a los carabineros. Tanza le gusta a los viejos. Tanza no le gusta al CNTV, que dijo de ella cuando estaba en Año 0: “Es demasiado agresiva y tiene un vocabulario demasiado grosero y deslenguado”.

-Yo soy siempre yo. Siempre he sido yo. En el colegio era la típica pendeja que hacía lo que quería y no pescaba ni una hueá. Si mis profesoras me trataban mal no se la llevaban barata. Si me retaban yo les decía: “Qué te creís tú de venir a retarme”. Era súper distinta a mis compañeras. Pero yo te estoy hablando del colegio en Santiago. Acá me puse más pesada en el colegio. En Temuco era como angelical.

O más o menos angelical:

-Salía mucho con hombres. Pero nunca los agarraba para pololear. Me daba lata.

-El ponceo no más.

-Sí. No trataba de pololear ni nada.

-¿Por qué?

Para mi era un cacho. No sé. No me gustaba. No me interesaba. Prefería pasarlo bien, Qué se yo. Estaba con uno y me aburría. En sexto fue mi primer beso. Pero los hombres me aburrían. Me daban lata.

-¿Antes de Roxana Muñoz le habías dado besos a mujeres?

Tanza sonríe. Sonríe largo.

-Este es un diario y supongo que lo va a leer mi mamá.

-¿Te preocupa mucho lo que digan tus papás?

-Igual les tengo respeto. No sé. Pero no. Fue esa vez de actuación y listo.

El personaje Tanza

Tanza Varela -buena adolescente- transita, aunque parezca un verso de Arjona, entre ser frágil y ser ruda. Entre decir que se preocupa de lo que piense su mamá y decir que sus papás recién se enteraron de que iba a entrar a un reality cuando ya está casi adentro. Y de los días-reality dice:

-Fui, huevée, lo pasé bien. Y en un minuto dije:“Sabís que más, si me pongo las pilas puedo ganar pero siempre estaba con la cosa en la cabeza de que me quería ir, me quería ir y me aburría. Así que al final me fui a duelo y dije: “Ya, ya chao”. No. Si yo soy muy llevada a mis ideas.

-¿Pero cuando te decían que te estaba yendo la raja?

-Me asustaba y me quería quedar ahí para siempre.

-¿Por qué?

-No sé. Me daba nervios salir. No sabia que se venia.

Lo que se vino es lo que se le viene a cualquier ex reality con éxito. La ofertas de eventos en discoteques, las invitaciones a muchos programas, la posibilidad de ser notera para Canal 13 en la Copa América. Y la construcción del personaje que se hace imposible de conocer, salvo a ratos. Tal vez, cuando dice que cuando llegó de Temuco lo pasó mal porque era difícil cambiar de amigas a los doce. Tal vez, cuando dice que antes de venirse de Temuco le pasó lo más difícil que le ha pasado. Pero entonces Tanza, que pareció mostrarse completa por meses, dice que de eso no. Que de eso no puede hablar. Que sólo puede decir que eso le ayudó en el reality.

-Da lo mismo qué cosas he pasado. Es simple: lo que diga una cabra chica o lo que diga una persona que no es familiar mío, o que no es importante para mí, no me tenía que afectar en comparación a otras cosas. No tenía que pelearme. Al final, dejaba pasar las cosas

-Pero igual peleabas harto.

-Obvio, porque también me defiendo. Si no soy hueona, po. Tenía a cuatro pendejas en el reality huevéandome todo el día. Obviamente me defiendo. Si eran las típicas cabras tontas que no sé, nunca supe por qué ellas me tenían mala.

-El público del reality te amaba o te odiaba.

-Yo creo que a todas las personas se les quiere y se les odia en televisión.

-Hay gente más neutral. No sé. ¿Quién odia a Rafa Araneda?

-Pero piensa en mi personalidad también.

-¿Cómo es tu personalidad?

-Ah. no sé.

-Una niña en proceso de maduración-, dice su novio Chanchulín, que parecía estar dormido.

-¿Crees eso?

-Para nada-, responde sin mirar al novio y -a modo de desafío- dice:

-Anda a mi colegio y pregunta por mí alguna vez. Igual, a pesar de que yo era súper rebelde y loquilla, me llevaba bien con el director. Era tanto ya que me tenían buena.

-Un personaje, ya.

-Un personaje. Sí.

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