Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

18 de Octubre de 2011

Garra Cruzada

Temores y exclusiones. Divisiones y no sólo rivalidades. La medida adoptada por la intendencia, el club de la franja y el municipio de Las Condes de limitar el número de personas que podían asistir al partido de fútbol contra Colo-Colo, de negar entradas para la venta a hinchas de este club y de resguardar el […]

Paula Vial
Paula Vial
Por

Temores y exclusiones. Divisiones y no sólo rivalidades. La medida adoptada por la intendencia, el club de la franja y el municipio de Las Condes de limitar el número de personas que podían asistir al partido de fútbol contra Colo-Colo, de negar entradas para la venta a hinchas de este club y de resguardar el sector del estadio de San Carlos de Apoquindo como si se tratara de un bunker es inaceptable.

La discriminación es tan abierta, tan descarada que cualquier intento por justificarla es infructuoso. Es cierto, en muchos países y clubes se privilegia a socios del club local asignando un número mucho mayor de entradas para ellos. Pero nunca se impide el acceso de quienes apoyan al club o selección rival pues se entiende que la contienda debe ser abierta y equilibrada y eso incluye el espacio para la hinchada. Así como es justo que la UC pueda jugar en su estadio en partidos tan relevantes como estos, también lo es que se haga en condiciones que no signifiquen discriminaciones odiosas.

Esto no es “fair play”. Esto no es juego limpio. Este no es el deporte, el fútbol y el país que perseguimos.

Soy cruzada de corazón. Voy al estadio y me fascina el buen futbol. Soy cruzada convencida, en las buenas y en las malas –que no son pocas, dicho sea de paso-, y me avergüenza que no permitamos el espectáculo de la contienda leal. No en un equipo que habla, y quiere vivir, de valores como la nobleza y la búsqueda del ideal.

¿Cómo es posible que se haya detenido (“retenido” en el eufemismo habitual de Carabineros, que excede la legalidad) a más de 300 personas por vestir la camiseta del club albo? ¿Por qué los hinchas de Colo-Colo pueden asistir a los partidos de su equipo en el Nacional y no en el barrio alto? Dejémonos de eufemismos nosotros también. No caben allá porque ese es un espacio reservado a los iguales, no a los “otros”. No están encapuchados, no han hecho destrozos y sólo han cometido el pecado de vestir de blanco. ¿Con qué argumentos los detienen? ¿Cuál es el delito que han cometido que lo justifica? Pura ilegalidad vestida de camiseta de domingo futbolero.

¿Cómo es posible que permitamos sin indignarnos, que haya cercos que impidan acceder a un espacio de nuestra ciudad? ¿Cómo es posible que alentemos estas diferencias que sólo desunen? No quiero a los de Colo-Colo. No me gusta que ganen y mucho menos a nosotros; me alegró la tarde que les hubiéramos anotado esa “boleta”. Y sin embargo es triste ser testigos de que aquello se ensombrece con esta arbitrariedad.
Y eso no es todo. A los valientes y osados, atrevidos hinchas impenitentes que se atrevieron a cruzar el cerco de la exclusión, los sacaron 15 minutos antes del estadio. ¡¡Quince minutos antes de que terminara el partido!!

No es cierto lo que dice la canción. El pueblito de Las Condes no recibe al forastero, lo excluye y lo aparta. No es un amigo sino el extraño que no queremos cerca. Un Chile que permite algo así, no es desde luego el que queremos. Un Club que admite y alienta situaciones como estas, no es el que admiro.
Ganémosle a Colo-Colo y a la U. Hagámoslo con las armas de la limpieza de juego que se persigue en tan noble y popular deporte.

Notas relacionadas