Cómo los Ossandón Larraín se convirtieron en los mayores evasores de impuestos en Chile

Hasta fines de 2011 Bernardo Ossandón Larraín, el administrador de la multimillonaria herencia del político y empresario Bernardo Larraín Vial, era un sujeto que ni siquiera aparecía en las páginas donde la elite empresarial posa con su mejor sonrisa. Su declaración de impuestos mostraba que percibía algo así como un millón y medio de pesos mensuales y las sociedades que gerenciaba, algunas de ellas dueñas de los terrenos más caros de Chile, gozaban de buena salud e imagen para el tata fisco. En suma, este abogadode bajo perfil era, para las autoridades fiscalizadoras, un buen pagador con sus cuentas al día.

Sin embargo, en menos de un año, Bernardo Ossandón Larraín pasó a convertirse en uno de los mayores evasores de la historia de Chile, luego que el SII resolviera “liquidarlo”, obligándolo a pagar en beneficio fiscal la suma de 220 millones de dólares, por no cancelar el impuesto a la renta, tal como reveló este lunes The Clinic Online. La decisión afectó a una sociedad creada por el clan en Panamá, llamada Real State Golden Investment (RSGI), con un espejo en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes. Se trata de la Fundación Educacional BLV, con acciones al portador. Sólo a modo de ejemplo, la suma es casi el 25 % de lo que recaudará la reforma tributaria propuesta por el gobierno para mejorar la educación chilena y casi la totalidad del presupuesto anual del Ministerio Público.

El SII acreditó que Bernardo Ossandón Larraín, mediante la figura de una “reorganización tributaria”, fue vaciando una serie de sociedades que tenía constituidas en Chile y vendiéndolas a precios irrisorios a otra llamada Lomas II, que a su vez hizo la “operación Panamá”. De allí que esta última sociedad también sería “liquidada” por el organismo en los próximos meses y la cifra, auguran fuentes que conocen del proceso, podría ser superior a los 220 millones de dólares.

Falcon Crest criollo

La historia detrás de esta decisión tributaria, que sienta un precedente para otros millonarios locales que podrían estar usando la misma fórmula, comenzó en septiembre de 2011, en el marco de una guerra familiar iniciada por su hermano Manuel Ossandón Larraín, quien reclama que fue engañado para quitarle su parte de la herencia que asciende a 200 millones de dólares.

A esa fecha, Manuel Ossandón Larraín había hecho todo lo jurídicamente posible para recuperar su tajada. Como no lo logró, presentó una querella criminal en la Fiscalía Centro Norte contra su hermano Bernardo, por los delitos de falsificación y uso de instrumento público, estafa y apropiación indebida; también por prevaricación que apunta a los abogados Marko Jürgensen y Rodrigo Ruiz Tagle que participaron de la “reorganización tributaria”.
A poco andar la fiscal de la Unidad de Delitos de Alta Complejidad, Macarena Cañas, remitió y pidió antecedentes al SII, con lo que este último organismo no tuvo más remedio que iniciar dos indagatorias: la primera por esta evasión y la segunda por fraude tributario, que aún se encuentra en pleno desarrollo. Hasta ahora la causa sigue abierta y la decisión del SII derivará en que Cañas cite a declarar en calidad de imputado a Bernardo Ossandón Larraín. En esa línea, la liquidación de 220 palos verdes también podría ser un índice para que el SII presente una querella por fraude tributario, cuestión que sólo puede hacer el organismo, ya que es el único que cuenta con la “legitimación activa” para ello.

La otra entidad que espera tomar una decisión es el Consejo de Defensa del Estado (CDE), que ya designó al abogado Estanislao Duffey para que evalúe los antecedentes para presentar –si los antecedentes así lo ameritan- una querella criminal por falsificación y uso de instrumento público que se habrían cometido durante el proceso de “reorganización tributaria”.

“Amiguis”

Los Ossandón Larraín están emparentados con los políticos de la UDI y RN, como también con el empresario Bernardo Matte Larraín, quien ha sido mencionado por la revista Forbes como el dueño de una de las mayores fortunas del país. Es una familia de religiosos fervientes, cuestión que queda demostrada en los documentos de la sociedad off shore BLV, en donde se establece que de no quedar ningún familiar vivo, los dineros irán a parar a lar arcas del Opus Dei.