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Opinión

4 de Febrero de 2015

Helia Molina insiste: “Todos sabemos que las personas con recursos tienen muchísimas más facilidades para abortar”

Renunció al cargo por afirmar que “en todas las clínicas cuicas de este país muchas de las familias más conservadoras han hecho abortar a sus hijas”. Una cuña de la que no se desdice. La doctora Helia Molina, que ahora está cesante por primera vez, cuenta que estas semanas han sido dolorosas y que se lamenta por haber metido las patas, pero que se queda con el cariño de la gente que la ha transformado casi en una rockstar.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

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Esta entrevista, por si acaso, será toda en on.
-¿Qué significa eso?

Que todo lo que hablemos será publicado. No quiero tener problemas después con usted.
-¿Lo dices por lo de La Segunda? Ah, ja, ja. Ok.

Lemebel le dedicó unas líneas en su última carta que subió a Facebook. ¿La leyó?
-Es tan lindo él. Un ser humano maravilloso. Me sentí súper emocionada y privilegiada que hablara de mí, junto a Gladys Marín y otras personas, en su último grito público. No éramos amigos ni nada. Sería fácil decirlo ahora que está muerto. Pero yo lo sentía mi amigo y él también. Siempre lo admiré mucho por mostrar algo de Chile, que es muy difícil de mostrar: el Chile profundo, que no está en la cresta de la ola, pero que es la verdadera esencia. Con Pedro me siento hermana en ciertas cosas. Siempre llevó la literatura hacia los niveles más vulnerables de la sociedad de manera entendible para todos. Y, yo en la salud, siempre tuve esas mismas ganas de estar en los espacios de vulnerabilidad. En mis inicios lo hice trabajando en hospitales y consultorios que tenían piso de tierra.

Lo que escribió de usted, dice así: “Para algunos este año ha sido dichoso. Para otros no tanto, como por ejemplo para mi amiga ministra, Helia Molina, a quien la derecha pérfida, golpista, hipócrita y cerda cagó. No merecen ser chilenos, porque lo dicho por Helia lo hemos pensado todos, miles de veces”.
-Él tenía esa característica, que tienen muy pocas personas, de poner los adjetivos calificativos tan fuertes. Probablemente, yo no sería tan determinante o tan potente, como él. Pero tiene razón en lo que dijo.

SIN FILTRO

Con Pedro tenían en común el no tener filtro.
-Sí, los dos nos parecemos en eso, ser un poquito brutos. Pero, bueno, no soy tan sin filtro. Lo que pasa es que un ministro tiene que ser cuidadoso con lo que dice, porque no es una persona natural, sino que es un secretario de estado. Igual traté de ser políticamente correcta cuando fui ministra. Pero eso no significa ser cínico ni mentiroso. La gente quiere que le hablen las cosas como son.

¿Siendo ministra tuvo que morderse mucho la lengua?
-¡Schi!, un montón de veces. Con los gremios, con la gente, con los alcaldes. Yo trabajaba con gente de todos los partidos. De repente uno escucha cada cosa que no es y que dan ganas de ponerse a discutir, pero nada que ver, no estoy para eso. Pero suelo decir las cosas que pienso a la cara. No soy una persona que se vaya por el lado. Es importante ser así. No soy una persona que diga ok a todo. Aparte que es fome decir que sí a todo.

Ahora con lo de las clínicas cuicas, anduvo puro metiendo la pata.
-Sí. Eso uno lo tiene que aprender. Pero a nadie le enseñan a comportarse como ministro. Debería haber tomado un curso en Los Improvisadores, con mi hijo Panqueque, para improvisar sin meter la pata, ja, ja, ja. Porque improvisé y metí la pata. Y, por lo tanto, hago mi mea culpa. En el sentido, de la forma y del momento. Pero del fondo, no.

O sea, sigue manteniendo sus dichos.
-O sea, sí. La frase fue poco feliz. Puede que el trasfondo sea cierto, y que el desconocer eso sea hipócrita, todo eso te lo compro. Pero un ministro tiene que ser más cuidadoso. Y, como dicen, por la boca muere el pez. Es verdad que este país es complejo, que tiene muchas cosas que se saben, pero no se dicen. No sé si es porque estamos en el último rincón del mundo, pero aquí hay una lógica de no decir cosas que, si bien mucha gente puede saber que son, hieren y molestan.

Es que los chilenos somos muy hipócritas.
-Mis dichos, si en algo sirvieron, fue para poner en evidencia la hipocresía chilena. Pero somos así desde siempre. Hay familias donde pasan cosas raras, incestos, qué sé yo, donde todo se tapa, pero se hace igual. Y para afuera parecen unos santos que no cometen pecados. Somos un país súper conservador, impresionante, pero veo con cierto optimismo a la gente joven. A diferencia de la juventud de mi época que salían con la moral y todas esas cuestiones. La virginidad en mi época era emblema.

¿Cómo era usted cuando joven?
-Más o menos liberal. Políticamente, súper de izquierda, me pasaba en las peñas folclóricas. Para ser consecuente, tenías que estar en las peñas, cantando canciones de protestas, y leer a estos bien espesos, y quedarte toda la noche con un vino caliente. Desde el punto de vista de la liberación sexual, no tuve mucho de liberal. Porque me puse a pololear y me casé a los 18. Foome… Lo que te quería decir es que, probablemente, este exabrupto- por llamarlo de alguna manera- no generó para mí una discusión sobre el aborto, lo que me parece súper bien, sino del doble estándar de los chilenos. Pero fue feo lo que dije.

Pero revela una verdad del porte de un buque.
-En eso estamos claros. Uno hace una frase genérica que si te fijas no dice nada en especial: para empezar, ¿quiénes son cuicas?. Uno podría decir que es cuica y al final tiene la pura cara de cuica. No dije las caras, ni barrio alto, solo dije cuica. Después hablé de conservadores. O sea, teóricamente y legalmente, de qué me van a denunciar.

Parece que algunos conservadores se sintieron identificados porque saltaron a responderle.
-Como bien dije, al que le venga el sayo que se lo ponga. Si jamás se han hecho abortos en su familia, no tienen por qué sentirse identificados. No puse nombres propios. También conozco gente religiosa que sí haría abortar a una hija. Y me lo han dicho: “yo si tengo un hija de 15 años que queda embarazada, no le voy a cagar la vida para siempre”…Si no estoy diciendo nada del otro mundo, pero desde el punto de vista político era incorrecto. Lo debería haber dicho de otra manera.

¿Pero cómo lo debió haber dicho?
-Que todos sabemos que las personas con más recursos tienen muchísimas más facilidades para abortar que una persona pobre. En el fondo, quería decir que esta ley es para los pobres. Porque los que tienen recursos siempre se las arreglan. De hecho, me han llamado compañeros obstetras que me han dicho “sabes, Helia, lo que dijiste no tiene ninguna novedad. Y, además, sale más barato irse a Argentina”. El que tiene que tener el derecho por ley, es la persona sin recursos, que si toma una decisión pueda ir al hospital y decir: “mire, yo quiero esto, porque tengo derecho a decidir”.

La UDI dijo que si usted afirmaba una cosa como esa, tenía el deber de denunciar a esas clínicas cuicas.
– No denunciaría algo de lo que no estoy en contra, ¿me entiendes? No lo dije en el sentido que ellos sean unos pecadores. Lo que estoy diciendo simplemente: es que ellos pueden y los otros no. Que hay un problema de acceso. Eso es todo. Pero sonó horrible…Y La Segunda tiró eso porque ese día se destapaba el caso Penta.

¿Se la cagó La Segunda?
-Sí, pero no quiero repetir la palabra que dijiste, pero sí. Me parece que es un uso oportunista de una frase.

¿Se la terminó cagando el poder conservador?
-Como muy bien lo dijo mi amigo Pedro Lemebel. Dura, pero al hueso. Tampoco, a esta altura de mi vida, voy a echarle la culpa al empedrado. Hay que apechugar. Las cosas que uno dice pueden ser usadas en su contra. Y está claro cuál es el rol de La Segunda.

¿Y va a dar otra entrevista a La Segunda?
-Ja,ja,ja, voy a tratar que no…Al menos, ese día no se habló de Penta, y al otro día tampoco. Pero es una estupidez. Al final, al tercer día sí se habló y todavía se está hablando. Le dieron mucho más bombo a una cosa que no era para tanto. De repente, ese tipo de ética es compleja. Tapar una noticia con otra que puede ser más vistosa. Pero, mira, hay una cuestión que hay que aprender cuando uno es ministra o está en política, es que esto es sin llorar. Yo te puedo decir que me da una pena negra no seguir siendo ministra.

¿Por qué le da pena?
-Me encantó ser ministra y me dio mucha lata dejar de serlo. Sí, sí. No va a ser uno cínica y salir diciendo “fíjate, que estaba tan cansada, que estoy regio”, no. La verdad es que estaba cansada, pero un cansancio agradable. El ministro de Salud tiene un desafío muy grande. Siempre será impopular. Hay que tener cuero de chancho. Se pasan rabias. Pero hay que tomárselo de buen humor, sino te vas al tacho por neurótica. Me encantaba estar las 24 horas del día trabajando para la Presidenta. Te lo digo con todo mi corazón, siempre supe que a la primera cagadita que me mandara, se me acabaría la cuestión.

¿Le llamaron la atención antes?
-No, para nada. Pero el ministro tiene una responsabilidad y es un cargo político. Y si dijo algo inadecuado, va a pasar eso. Y es así la cosa. Y punto. Quizá de las pocas ventajas de ser vieja es que no sientes que se acaba la vida por dejar de ser ministra. Probablemente, alguien que tiene una gran agenda detrás, o que entra a hacer política para hacer carrera, llore. Yo no. Claro, que me da lata, pero bueno.

LA SALIDA

Cuando salieron sus dichos publicados, ¿pensó que daban como para renunciar?
-Cuando vi esa noticia, no me acordaba de haberlo dicho tal cual, pero no lo niego. Pudo haber salido de mi boca y si la periodista lo puso entre comillas, confío en ella. Y supe altiro que me costaría el cargo. Que saliera eso de la ministra de Salud, usando una terminología peyorativa, capté que eso iba a ser feo, feo. Altiro hablé con el ministro Elizalde. No es que me aceptaran la renuncia en ese momento, pero le dije: te pongo mi cargo, porque no quiero generarle ningún problema a la presidenta Bachelet.

Y se la aceptaron. De hecho, en el comunicado, le quitan el piso
-Sí. Lo que pasa es que la redacción del comunicado quedó como las pelotas, en verdad. Debería haber dicho que las opiniones de la ministra no representan el sentir del gobierno y punto. Pero el que lo escribió, que no me acuerdo quién es, puso “el ministerio no avala…” Y, claro, es como una bajada de piso. Pero tiene que ver con la redacción, no creo que hubo una intencionalidad de la Secom.

Dicen que fue movida de Paula Walker, directora de la Secom…
-No sé. No creo. Esos momentos en el gobierno son bastante compulsivos.

Más allá de eso, ¿le da lata que se la hayan aceptado?
-Bueno, lógico. Porque no es que yo fracasé, o se me escaparon no sé cuántos millones de pesos, bueno, ahí hay que irse pero soplá, pero eso no me pasó. Lo que dije fue una metidita de pata, así nomás.

¿Tanto cómo para irse, dice usted?
-No, yo insistí para que me la aceptaran. A la Presidenta y el gobierno la hice pasar un mal rato.

La mayoría cree que sus dichos no ameritaban su salida.
-Sí. Pero la verdad es que no sé. No estuve en La Moneda ese día. No sé cuál será el balance que habrá hecho el gobierno.

¿Pudo hablar con la Presidenta?
-Hemos tenido conversaciones telefónicas y algunos mensajes.

¿Qué le dijo?
-Cómo se te ocurre que te voy a contar eso. En todo caso, si te preocupa, la Presidenta no me ha retado.

¿No la retó? No le dijo “pero Helia”
-Para nada. Ella sabe que no hay una mala intención, pero evidentemente debe haber estado muy molesta ese día. Qué lata tener que dar explicaciones de los dichos de una ministra. Es perder el tiempo… Pero la presidenta por algo me habrá nombrado su ministra. Trabajé con ella desde antes de la primaria y en su gobierno anterior. Implementé el Chile Crece Contigo, uno de los programas emblemáticos de la protección social. Sin duda, había posturas mías que podían generar ruidos en otros partidos. El tema de las concesiones, de las que estuve en contra desde un principio. Bueno, pero no importa. En estos diez meses dejamos andando el 80% de los programas de salud que estaban en las promesas de gobierno: la Ley Ricarte Soto, el programa de enfermedades crónicas, oncológico…. Estoy contenta con el trabajo hecho.

¿Son amigas con Bachelet?
– Nos conocemos desde el año 90. La admiro y la quiero harto. Ella también. No la conocí en la universidad, porque ella es más joven que yo. Tenemos una relación cercana, afectuosa, y de conocimiento mutuo entre nuestras competencias técnicas. Ahora, si somos amigas de irnos de carrete, no. Pero me encantaría. Canta regio, es buena pal guitarreo, como yo. Tenemos sentido del humor.

EL CIGOTO

¿A usted la conmueve el cigoto?
-No, no me conmueve el cigoto. Para mí la vida es un concepto que va más allá de la semilla, del porotito, o del momento en que se junta el óvulo con el espermio. Pasa por respetar la vida de los que están vivos, de los que sufren, de los que no tienen trabajo digno, de los que no tienen acceso a lo más básico.

Los pro vida dicen que cuando una mujer aborta algo en ellas muere.
-Tú puedes interpretar un montón de cosas con las religiones. Los musulmanes matan porque piensan que se van a ir al paraíso. Entonces, respetemos lo que hacen, porque hacen lo correcto ¿o no? Tengamos cuidado, trabajemos con valores universales. La mayoría de las religiones trata de decidir por las personas, pero cuando la política se hace cargo de eso, estamos mal.

Usted en una entrevista dijo, a raíz del aborto en caso de violación: “es la mujer la que va a apechugar no es el cura ni la UDI”.
-Es que, de verdad, los que reclaman son los curas o los de la UDI. Todos los que están contra el aborto son hombres, políticos hombres, o curas que nunca van a tener hijos. Ellos no apechugan. Es la mujer la que apechuga.

¿Conoce mujeres que hayan abortado?
-Montones, poh. Cómo no voy a conocer. En mi época de juventud no había ni pastillas anticonceptivas.

¿Cómo se cuidó usted entonces?
-Es que me casé muy joven. Y lo hice, justamente, porque en mi época te casabas o te casabas nomás. No había muchas alternativas para tener convivencia de pareja. Y tuve a mi hijo altiro. En esa época eran comunes los abortos. La gente moría a patos con los abortos. Incluso, la mayoría de las estudiantes de medicina, iban donde unos aborteros. Muchas tenían infecciones. Las mujeres pobres se morían. La gente pobre se enchufaba unos tallos de perejil y se infectaban. Así llegaban al hospital y le hacían el aborto. Nadie las denunciaba. Llegaban todas con sepsias al Barros Luco, Y cuando hice mi internado me tocaba, por lo menos, treinta raspados en cada turno de mujeres que llegaban infectadas y si no las raspabas se morían. Eran otros tiempos. Después vino todo el tema de la anticoncepción que redujo la natalidad y la tasa de abortos.

Usted alcanzó a trabajar cuando el aborto se permitía.
– En ese tiempo el aborto no era tema. Nadie alegaba. Después con Pinochet la cosa cambió. En dictadura se polarizó todo. Las mujeres de izquierda eran las aborteras, las liberales, las que tenían hijos ilegítimos, las que se acostaban con cualquiera, las que se divorciaban. Todo lo inmoral era de la izquierda. Y todo lo bueno, lo moral, lo beato, era de la derecha. Pero igual se casaban, se descasaban, los gallos tenían otras mujeres, todos saben la cantidad de hijos que dispersaban en los campos. Eso habla del doble estándar que perdura hasta hoy.

¿Usted abortó?
-No lo necesité. Ni se me pasó por la cabeza. Me casé tan rejoven y tuve dos niños altiro. Después me puse la T de cobre, y no fue problema. Cuando me divorcié de mi primer marido, me la saqué. Luego, me casé con un hombre soltero y me la volví a poner. No quería tener más hijos, pero tuve tres hijos más. Tampoco tuve una hija adolescente que hubiera querido abortar ni que haya quedado embarazada a los quince años. La vida no me presentó eso.

Pero si su hija le hubiera dicho que quería abortar.
-Lo habría evaluado. Si mi hijita se hubiera embarazado a los quince años, no sé lo que hubiera hecho, pero lo habríamos conversado mucho. Pero si me preguntas, habría tratado que no abortara. Yo la podría haber ayudado. No habría sido un drama tan grande. Pero ese es mi caso. Es un tema individual, de cada persona, no lo condeno. Tampoco soy de la idea de que la cabra chica de 14 años tenga que abortar.

¿Está a favor del aborto libre?
-Tengo mis reservas al respecto. El hecho de tener una buena política de sexualidad reproductiva, educación en los colegios, sexualidad sana y protegida, con el acceso a todos los anticonceptivos gratuitos que hay en Chile, no me hace sentir que sea fundamental establecer una ley de aborto libre. Cuando falla todo eso, hay que ver caso a caso. El aborto no va a solucionar nada si la vida sexual todavía sigue siendo un tema que no se conversa.

¿Por qué se arma tremendo escándalo cuando se habla de aborto?
-Hay solo cuatro países en el mundo que no tienen aborto terapéutico. Y ahí está Chile.

Una vergüenza
-La ONU le ha recomendado a Chile que legisle a favor del aborto terapéutico. Es una cosa de derechos humanos. No estamos hablando de que aquí se le ocurrió una cosa escandalosa al gobierno, sino que estamos asumiendo una responsabilidad como país de entregarles el derecho que les corresponde a las mujeres. Obviamente, hay que debatir. Pero no puedes presentar como argumentos los dogmas de fe.

Como lo hace la derecha.
-Claro. Debiera haber un respeto a la conciencia individual. Cada uno debiera decidir. Si la mamá es católica y no quiere abortar, que no aborte. Esa es su decisión. Y la que quiere, también. Y si un doctor dice que no quiere hacerle un aborto a nadie, está en su derecho, porque es la objeción de conciencia. Pero no existe la objeción de conciencia colectiva.

Pero hay médicos que han dicho que si se aprueba el aborto, no los practicarían.
-De seguro son los mínimos, yo los conozco a todos. Lo importante es que la institución se encargue de que los derechos de las mujeres sean respetados.

Soledad Barría en The Clinic dijo: “no me venga a decir el doctor Mañalich que en su clínica no se practican abortos”.
-El aborto terapéutico se ha entendido como una decisión del médico. Si estás haciendo una operación y la mujer tiene una hemorragia y va a morir el feto, salvas a la madre. Es obvio. Y eso pasa en todos lados. Pero esto es distinto. Lo que queremos hacer es que la mujer tenga el derecho a decidir y no el doctor. Ahora, hay muchas formas que se pueden enmascarar abortos, pero eso no es tema. Eso es de perogrullo. No hay que ni dar datos ni ninguna cosa.

Cuando dijo lo del aborto en clínicas cuicas ¿es porque lo ha visto o le contaron?
-He trabajado muchos años en salud. Soy pediatra, pero he estado en muchas clínicas. Y he visto mucho, pero no te voy a dar detalles, porque comprenderás uno tiene casos a su alrededor. Y no haría demanda. Solo lo haría si supiera de un tipo, que en forma clandestina, en un lugar que no es apropiado, está haciendo un aborto a una mujer pobre y la expone a condiciones precarias. A ese tipo hay que denunciarlo para que lo agarren y no lo siga haciendo. Me llama la atención que el tema del aborto terapéutico sea tan controvertido, pareciera que estuviéramos en la Edad Media. Si estuviéramos hablando del aborto libre, entiendo que se generen polémicas, ¿pero por el aborto terapéutico?

LA UDI

Usted le terminó dando un festín a la UDI.
-Así es, nomás.

Dijeron que usted polarizaba el país.
-Nunca imaginé que alguien me diera tanto valor. Imagínate que yo polaricé el país, quién soy yo para hacerlo. Estoy tranquila, porque ellos nos van a dar festín para rato con el caso Penta.

Salen hablar de moral y buenas costumbres con el caso Penta encima…
-Bueno, es que los de la UDI son doble estándar.

¿La UDI tiene moral para hablar de temas valóricos?
-La derecha emite juicios de opinión que no siempre se rigen con su proceder en la vida. Pero eso puede pasar en cualquier ámbito y no lo voy a personalizar en la UDI. El caso Penta es digno de análisis. Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

La semana pasada se aprobó el Acuerdo de Unión Civil. Qué le parece.
-Me parece súper bien. Hay que respetar esas formas de vida, que no tienen nada de malo, y que no quieren apegarse a los cánones tradicionales, como es casarse. Hay gente que por opción no se casa, y eso es válido también. Ese argumento que dice que atenta contra la familia, me molesta. El que se casa también se divorcia. Cada uno opta vivir como quiere. Hay muchas parejas gay, que viven toda la vida, uno se muere y la familia despoja a su pareja. Es terrible eso.

¿Está a favor del matrimonio homosexual?
-Absolutamente, y que puedan adoptar también. En Estados Unidos, conocí familias gays con hijos. Y que sus hijos eran heterosexuales y tremendamente adecuados, o sea, ni mejor ni peor, normales. No veo ninguna dificultad.

LA VOLÁ

¿Qué ha hecho en el último mes?
-Un poco a ordenar mi vida. Me he dedicado a hacer trámites personales. Es una cosa súper rara. Esta es la primera vez que estoy cesante.

Pero imagino que ya ha recibido ofertas. Incluso, suena de candidata a alcaldesa de Cerro Navia.
-Nadie me lo ha ofrecido. Nunca he sido candidata de nada ni a jefa de curso. Me han ofrecido trabajar en las universidades de Santiago y en la Chile. También en organizaciones internacionales. Pero no he decidido nada. Trabajo no me va a faltar. Decidí que hasta marzo no voy a tomar ninguna decisión Estoy abierta a entrar a cualquier espacio donde pueda aportar en el gobierno de Bachelet. Si es una comuna, un distrito, o en una iniciativa, da lo mismo. Tampoco me niego a postular a un cargo de elección, pero no sé si lo haría. No soy tan joven, si tuviera 50 años me tiro de lleno a candidata a senadora.

Tengo entendido que usted se fumó un pito hace unos dos años, nomás.
-Hace un tiempo atrás, ya de vieja, la probé. Le dije a un amigo “tanto que estoy pensando en sacarla de droga dura, que me gustaría probarla”, y me cayó pésimo. Parece que era muy buena la marihuana, ja, ja, ja. Muy fuerte. No me volé, pero me produjo una cosa de despersonalización, como que yo veía todo desde fuera, pero nada bueno. Me sentí angustiada, fuera de mí, y me cargó esa sensación de no controlar todas las variables. Mis hijos se rieron hasta morirse de mí.

¿Le vino bajón?
-No, si le pegué como tres pitiás, nomás. Pero nunca más. Soy partidaria de sacarla de la lista uno, aunque tampoco hay que santificarla. Pero no es una droga dura. Produce re poca capacidad adictiva. Pero hay un 5% de gente que prueba la marihuana, la pasta base o la cocaína y se hace adicta, porque son personalidades adictivas. Pero eso pasa también con el alcohol y el cigarro. Los que dicen que la marihuana es el escalón para otras drogas, no creo. Los que fuman marihuana no jalan coca ni fuman pasta base. Yo sí que he estado rodeada de jóvenes y de mis hijos, por lo tanto sé. Es parte de la realidad nomás.

¿Le gustó la portada del The Clinic que sacamos después de su renuncia?
-Sí, porque podrían haberme puesto más fea. Estuvo linda. Me gustó eso de que justo la sacaron a los nueve veces como Dios manda, ja, ja, ja.

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