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Nacional

12 de Julio de 2018

El inédito protocolo antiabusos en una gala UDD

¿Cómo un evento que pretende entregar distensión a los alumnos y alumnas de la Universidad del Desarrollo se vuelve contra ellos? Acá, la seguidilla de hechos que terminó con una quincena de mujeres borradas, agredidas y acosadas por los mismos estudiantes del plantel universitario el pasado 16 de junio.

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La Gala UDD es una “institución” dentro de la Universidad del Desarrollo: una fiesta anual, de carácter pagado, en que se congregan gran parte de los alumnos del espacio educativo. Todos los años, a manera de celebración, las facultades de la institución académica hacen fiestas en donde hay música, alumnos con sus mejores looks y alcohol.

Este año eso sí, el asunto tuvo otro carácter. Además de desarrollarse con el movimiento feminista incubándose entre los muros del recinto, también tenía otro espíritu: reunía a todas las carreras de la universidad, sin distinción.

Por primera vez, la Federación de Estudiantes de la Universidad del Desarrollo (FEUDD), liderada por Agustín Geldrés y Sebastián Lizana, unía a las 27 carreras de las sedes de Santiago. Un evento que en redes sociales se anunciaba como una noche inolvidable. “Prepárense para una experiencia de una noche de glamour y brillo donde solo deberán preocuparse de deslumbrar con sus mejores vestimentas”, aseguraba la productora Think Comunicaciones a través de Octopass, el sitio web que comercializaba las entradas.

La gala, agendada para el día sábado 16 de junio, se promocionaba con entusiasmo: “El evento del año”, aseguraba la FEUDD. Pero al mismo tiempo, como un evento al que había que ponerle atención, sobre todo las mujeres.

Durante los días previos al megaevento, en mutuo acuerdo entre la Federación y la Secretaría de Género y Diversidad Sexual (SEGESEX), se realizó un protocolo en contra del abuso y acoso en la Gala UDD. “Si ves algo, denuncia. Por una fiesta sin agresiones sexuales”, “Si te sientes agredida, es una agresión”, “No es no” son algunos de los textos de los afiches que se difundieron en el muro de la FEUDD, la SEGESEX UDD y el evento en Facebook. No solo eso. Además, se diseñó un código QR que redirigía directamente a un grupo privado que tenía como espíritu hacer denuncias y pedir ayuda en caso de emergencia el día sábado de la gala.

El evento, que tenía un valor entre 12 y 16 mil pesos para los estudiantes, prometía 30 metros de barra libre durante toda la noche con pisco, cervezas, ron y vodka, además de personal de seguridad, dj’s bailables y “bajón” a lo largo de la noche. El lugar escogido fue Los Domos de La Dehesa, un espacio a campo abierto ubicado en lo alto de Lo Barnechea. Incluso para la noche, se asignó buses de acercamiento para los que no tuvieran auto.

La fiesta finalmente comenzó a las 11:30 de la noche con un ingreso intenso desde la medianoche. Según datos de la productora a cargo de la fiesta, la gala congregó alrededor de 1.300 personas.

Según las alumnas, la efervescencia del movimiento feminista y las incipientes denuncias que han realizado miembros del plantel educativo relativos a casos de acoso, abuso y violencia sexual, han generado un clima en donde se hace necesario poner ojo a prácticas que están normalizadas en este espacio, y por eso se desarrolló un protocolo de cuidado en este tipo de eventos masivos. “Efectivamente teníamos antecedentes muy importantes que nos impulsaron a cuidar a nuestras compañeras en todos los espacios, incluso los de fiesta. A raíz de la movilización feminista que nació en la universidad se levantaron las asambleas de mujeres y se empezó a trabajar en este tema”, cuenta Dominic Kahn, miembro de la Segesex UDD y presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Psicología.

Una noche caótica

El protocolo señalaba que las personas que estuvieran resguardando a los alumnos tuvieran un distintivo en caso de que pasara algo incómodo o fuera de lugar. Tan pronto conocieran de una irregularidad, debían dirigir a la afectada a la “sala segura”, un espacio de acompañamiento que estaba disponible para acompañar a víctimas de violencia sexual. En este lugar habría estudiantes de psicología que prestarían contención y recepcionarían las denuncias, si es que ameritaba. Además, estudiantes de enfermería estarían dispuestas a apoyar a las chicas más vulnerables.

“Toda la campaña y planificación previa del protocolo de seguridad no fue ejecutada: hubo sólo dos centros de estudiantes y la Segesex que participaron de su creación. Cuando llegamos al lugar, la productora no sabía nada de este protocolo, entonces la Federación nos falló con la coordinación para que este asunto pudiera funcionar de forma orgánica. Además, no tuvimos voluntarios en el mismo lugar de baile, lo que provocó que la gente llegara sola al lugar. Eso fue caótico en un momento de la noche. Se generó una activación a las tres de la mañana donde nos empezó a pasar de todo”, cuenta Kahn.

Otra de las testigos de la Segesex, presente en la “sala segura”, fue Catalina Garrido, estudiante de enfermería y presidenta del Centro de Alumnos de esa carrera. “Los recursos no nos acompañaron y no nos acompañó el hecho de que no había ambulancia disponible. Las chicas de salud, que éramos dos, terminamos atendiendo a las niñas que llegaron porque prácticamente estaban inconscientes, desorientadas”.

Sobre la presencia de la ambulancia, desde la productora aseguran que, por la cantidad de asistentes al evento, no tenían la obligación de tenerla “pero sí teníamos una disponible. Justamente esa noche había eventos en Parque Titanium, Centro Parque, entonces se dio que las ambulancias estaban un poco colapsadas. A mí como productor se me avisó que venía con retraso, pero como el evento comenzó recién a las 11:30 horas, la ambulancia no se necesitó hasta la hora peak del evento tipo dos de la mañana. Y ya estaba en el recinto desde las 1:30 horas”. Desde la Segesex desmienten estos hechos.

Esa madrugada llegaron 15 alumnas a la “sala segura”. Muchas fueron a pedir ayuda, porque habían sufrido agresiones sexuales puntuales: toqueteos, violencia psicológica y acoso sexual.

“Fue bien duro para la Segesex porque hay que hacer un manejo de crisis ahí: en donde sucedió el trauma, justo cuando las víctimas están en pánico y se quieren ir del lugar. Eso fue lo más desgastante. Creemos que pudieron existir muchos más casos de vulneración sexual, pero no llegaron a la sala segura, por la poca difusión que hubo”, asegura Kahn.

También se estudia el consumo de drogas entre los asistentes. Once personas, de la quincena que llegó al espacio de seguridad, ingresó con las mismas características: intoxicación, pérdida de memoria y desvanecimiento.

“Nuestra experiencia como productores de eventos nos ha enseñado que ninguna fiesta con barra abierta es completamente tranquila, porque los jóvenes hoy en día muchas veces toman hasta borrarse. Se presta para discusiones entre parejas, personas muy borrachas o peleas. No fue tranquilo, pero no pasó nada grave, no se tuvo que ocupar la ambulancia ni activar otro tipo de protocolo”, explican de Think Comunicaciones.

“Nosotras llegamos y terminamos acomodando la situación a los recursos que teníamos porque finalmente no teníamos la gente suficiente atendiendo. Originalmente había voluntarios de los centros de estudiantes, de la Federación y la Segesex. En total, una estimación de 40 voluntarios para ayudar en caso de que el asunto se saliera de las manos. Pero en lo concreto no fue así. Éramos ocho personas asistiendo a las víctimas”, agrega Kahn.

Desde The Clinic intentamos acceder a la Federación de Estudiantes de la Universidad del Desarrollo, pero hasta el cierre de esta edición no quisieron referirse al tema.

“Uno de los análisis que hicimos fue que no se pueden hacer estos eventos hasta que no exista una educación feminista presente en nuestros espacios y que estemos en procesos de deconstrucción evidentes, porque o si no van a seguir existiendo esta clase de situaciones de violencia a distintas escalas, sobre todo estando en estados de ebriedad”, dice Kahn y agrega: “Se escuchaba de lejos: “maraca”, “puta”, hombres que eran demasiado prepotentes con las chicas que estaban ahí. Los hombres estaban muy curados y empoderados. Muchos de nuestros compañeros se reían de nosotras porque estábamos cumpliendo un rol de seguridad. Nosotras no tomamos justamente para resguardar la seriedad del tema. Nuestro accionar fue finalmente lo único seguro para las mujeres de la universidad”.

Actualmente, a través de la organización autónoma ‘UDD Organizadas’, estudiantes del recinto están trabajando en la elaboración un petitorio interno con enfoque de género, que promueva la educación no sexista y que resguarde la integridad de las alumnas.

En lo que respecta a las estudiantes que fueron acompañadas durante la fiesta, desde la Secretaría de Género y Diversidad Sexual reconocen que están haciendo un acompañamiento a los casos que se presentaron esa jornada del 16 de junio. Pero aseguran que se deja a criterio de la persona afectada la resolución de cada episodio ocurrido en esta gala.

“Nosotras sí o sí, vamos a querer seguir cuidando la integridad de nuestras compañeras. Obviamente hay procedimientos que se pueden mejorar y lógicamente necesitamos más personas que nos ayuden a entregar un mejor acompañamiento a las víctimas y a tener un mejor manejo en este tipo de situaciones. Creo que es necesario continuar, y como proyección, no podemos hacernos las desentendidas con lo que pasa en este tipo de eventos ni en la universidad”, concluye Kahn.

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