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Opinión

3 de Enero de 2019

Juan Carlos Monedero: “La izquierda no puede seguir pegada con Rosa Luxemburgo cuando la realidad la dictan los algoritmos”

Esta semana estará de visita en Chile el politólogo español y militante de PODEMOS de España, el académico Juan Carlos Monedero. Conversamos con el intelectual sobre las deudas de la izquierda y su responsabilidad en el surgimiento de la extrema derecha. "Las generaciones más jóvenes no tienen porqué asumir toda la mochila de la izquierda del siglo XX, eso es muy arrogante por parte de la gente más mayor que quiere reclamar su biografía" asegura.

Jose Luis Fernandez
Jose Luis Fernandez
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Esta semana se estará presentando en Chile el académico e intelectual del partido español PODEMOS, Juan Carlos Monedero. El politólogo y profesor universitario viene invitado por el Partido Poder Ciudadano del Frente Amplio a compartir su experiencia política. Además Monedero se encuentra promocionando su último libro “La izquierda que asaltó el algoritmo”.

Esta es la primera vez que el intelectual e influencer de la política española pisa suelo chileno. A finales del año pasado lo hizo su compañero Iñigo Errejón, quién vino al país en el marco del encuentro A Toda Marcha organizado por Revolución Democrática. Para Monedero estos viajes sirven para afianzar alianzas internacionales entre dos países con historias políticas recientes similares.

¿Conocías Chile o el lugar donde vas a presentarte?

Me contaron y me siento muy orgulloso y honrado de visitar por fin Chile en un momento también interesante de la política del país y del continente. Pienso que la suerte de América Latina y Europa están muy ligadas. Por ejemplo las peleas que tenemos aquí (en España) son muy parecidas a las que tiene Chile. Me llama la atención lo mucho que compartimos por la heroicidad de la transición y sus mentiras. Es decir, cómo la transición fue un gesto en donde mucha gente se la jugó. Mientras que el relato que se construyó, es uno funcional para vaciar la democracia. Y esa pelea que tenemos aquí, se parecen mucho a ese discurso hueco que pretende convertir a la democracia en una pugna por el mercado en donde sólo merecen ser ciudadanos los que ganen. En ese contexto de crisis neoliberal que afecta a Chile igual que a España, que afecta a América Latina igual que a Europa, pues me lleva a compartir con gente que está intentando hacer las cosas de otra manera. Pues me resulta muy alentador.

¿De qué se van a tratar tus presentaciones?

Al ser mi primer viaje a Chile y al tener mucho contacto con América Latina, de diferentes formas, para mi es un viaje de toma de contacto con un país que creo que es muy importante y tiene una responsabilidad a nivel continental. Fíjate que después de los ciclos de gobiernos de cambio, esos países están exhaustos. Y creo que países que no han colaborado con esta gesta deben tomar esa posta, como lo ha hecho México. Creo que se ha aproximado Colombia con ese 40% de votos que sacó Petro en Colombia. Las mujeres argentinas han marcado un punto también de avance. Chile tiene una responsabilidad de colaborar a este cambio. Y quiero compartir esa posibilidad, la necesidad de que retomemos ese encuentro transatlántico que es tan importante. El Frente Amplio es además una organización hermana de Podemos y mi visita es una manera de ayudar a pensar esos lazos.

Si bien hay muchas similitudes entre las historias recientes de Chile y España, ustedes están inmersos en un contexto europeo. ¿Se puede venir desde España a Sudamérica a dar recetas de cómo enfrentar la crisis del capitalismo por ejemplo, sin caer en el eurocentrismo?

Eso sería muy arrogante. Pasó con la transición, que se vino a Chile a dar recetas, a decir estos son los pasos que tienen que seguir ustedes. Y eso es una mentira multiplicada, porque tu no puedes traspasar un modelo de un país a otro. Es falso y ocurrió históricamente con las internacionales comunistas. Recuerdo a la Internacional Comunista echando a Mariategui, porque decía que la revolución había que hacerla con los indígenas en Perú. Y esos burócratas decían “¿dónde pone Marx que la revolución es con los indígenas?”. Y el hombre respondía que “aquí la mayoría es indígena”. Y los otros le contestaban, “¿ya pero dónde dice aquí en los textos de Marx que la revolución se hace con los indígenas?”. Esa torpeza de pretender aplicar modelos de un lado a otro genera mucho dolor.

Es verdad que estamos en un mundo globalizado, estamos en una lógica neoliberal, donde se están aproximando mucho las maneras de operar de las élites. Y eso nos permite aprender mucho más que en otros momentos de la historia. Insisto, no voy a dar recetas, porque las estructuras sociales son diferentes, porque las coyunturas históricas y contextos son diferentes. Yo creo que lo que tenemos que recuperar es aquello que existía con las internacionales progresistas, las socialistas y las comunistas, que eran espacios de discusión en donde se veía lo que se compartía y lo que era diferente. Y sobre todo, creo que en este tipo de viajes, hay algo muy importante que se parece a las razones por las cuales leemos a los clásicos, que es no es tanto buscar la respuesta como buscar las preguntas. Creo que hay preguntas que pueden ser muy virtuosas. Si yo pregunto en Chile cómo es vuestro miedo y explico cómo es nuestro miedo, cuáles son las mentiras de nuestra transición y cuáles las vuestras, yo os cuento que aquí nos dijeron para la muerte de Franco “aguantad con todo, aceptad todo, porque si no vuelve la dictadura”. Si yo cuento eso en Chile, seguramente me van a decir “pues aquí hay cosas similares, después del año 88′ nos dijeron aguantad, no vaya a ser que regrese otra vez el pinochetismo”. Yo creo que compartir este tipo de experiencias es muy positivo, porque las élites sí se encuentran. Yo te aseguro que las elites chilenas y las españolas se encuentran en Davos, en el G-20 o en el G-30, o en el G-77. Se encuentran en las cumbres Iberoamericanas. Y pienso que la mejor herramienta que tenemos contra estas estrategias concertadas de las élites, es contarnos cómo pretenden engañarnos en nuestros diferentes países, porque así simplemente encontraremos una lógica común.

Esas lógicas también las encontramos en empresas españoles que están acá y nos controlan el agua, la telefonía e incluso medios de comunicaciones.

Yo te diría que las empresas ya no son nacionales. Los capitales que sostienen estas empresas son a veces de un 10% o un 15%. Ocurrió con la nacionalización argentina de Repsol YPF. La derecha española dijo que era un ataque a España. Y desde Podemos les decíamos “no mientan, el capital Español en Repsol YPF es del 15%”. Y por tanto esas empresas multinacionales por lo general no tienen patria. Cuando roban, roban igual a los chilenos o a los españoles. Te aseguro que las multinacionales y los fondos buitres cuando te desahucian en España no te preguntan si eres ecuatoriano, español o chileno, lo hacen.

Me decías que era necesario volver a crear espacios de encuentros internacionales. Sin embargo, frente a la globalización hay una resistencia incluso desde la izquierda. ¿Cómo la izquierda se puede articular internacionalmente si se opone a la globalización?

Uno de los éxitos del modelo neoliberal fue convencernos de que no hay alternativa y en segundo lugar fragmentar a los sectores populares y a las clases medias. Siempre que se ha puesto en peligro la estrategia del capitalismo en crisis, en los años 30, en los 70 y ahora, es porque los sectores populares y las clases medias se han juntado. De ahí que la estrategia principal de la derecha, de la fascista en los años 30, la derecha neoliberal en los 70, o esta derecha retroneoliberal, a partir de la crisis del 2008, siempre tienen como elemento esencial fragmentar a los sectores populares. Margaret Tatcher nunca habría podido desarrollar su ataque devastador contra los derechos laborales y contra la izquierda, si antes no hubiera dividido a la izquierda por ejemplo, haciendo propietarios a unos sectores de la clase trabajadora, vendiéndoles sus viviendas al tiempo que hacía un enorme descalabro de las viviendas de alquiler a las mayorías. En España, Felipe González desde la socialdemocracia pudo desmantelar el sector industrial porque se fragmentó a los sectores populares y a las clases trabajadoras con el hecho de que era la socialdemocracia, que tenía apoyo popular. En Chile ocurre lo mismo, hemos visto que la estrategia principal del post-pinochetismo fue prometer éxito a los triunfadores del modelo, mientras que la mayoría seguramente va a naufragar. En esa promesa de que los que tienen mérito van a ganar, rompen lo que ha sido el corazón de la izquierda, la fraternidad. Tenemos que recuperar, y no creo que sea imposible, un pensamiento crítico y es lo que he intentado desarrollar en el último libro que he escrito, que se llama “La izquierda que asaltó el algoritmo”. Tenemos que recuperar el elemento más olvidado de donde nace el pensamiento crítico, que es de la revolución francesa, que es de la ilustración y que es de la reclamación “robespierrana” de libertad, igualdad y fraternidad. La libertad se convirtió en una libertad formal, no siempre aplicada. La igualdad fue una igualdad ante la ley. Y la fraternidad que era la unión de los iguales frente a quien te subordinaba, quedó en el olvido. De hecho fíjate si será tan así que Robespierre no tiene ni una calle. Creo que la fraternidad es el discurso que nos permite encontrarnos a los que sufrimos algún tipo de subalternidad como iguales. En el momento en que nuestros iguales no nos acompañan en esa reclamación, nuestra propia lucha se debilita. Y por eso una parte sustancial de los esfuerzos de la derecha es que la fraternidad se quiebre. Por eso una de las principales tareas que debiera enfrentar. Porque las izquierdas son gentes tan dispares, que resulta muy difícil acordar qué es eso de la izquierda y por tanto parece más sensato hablar de ese espacio antaño llamado izquierda, que hoy es mucho más amplio y mucho más plural. Esto es más importante porque cabe por dos cosas. Las generaciones más jóvenes no tienen porqué asumir toda la mochila de la izquierda del siglo XX, eso es muy arrogante por parte de la gente más mayor que quiere reclamar su biografía y por tanto obliga a comulgar con una serie de hechos que no siempre tienen que formar parte de lo que uno tiene que asumir para hacer una pelea por la emancipación. Pienso en el Gulag o en todo el autoritarismo vinculado a la izquierda comunista del siglo XX. Y ha sido la socialdemocracia en nuestros países quienes han hecho los procesos de privatización y desregulación, quienes en buena medida le han abierto la puerta y brindado una alfombra roja a los procesos de desmantelamiento del Estado Social o del Estado desarrollista, que lo ejecuta la derecha.

¿Cuál sería la tarea entonces de la izquierda hoy día?

La tarea de reproducción de eso llamado “izquierda”, tiene que ser recuperar la fraternidad. Y eso implica recordar una frase de Goethe que decía “prefiero la injusticia al desorden”. Y que por tanto la discusión no podemos hacerla con los valores de la derecha. Porque entonces la gente siempre va a preferir al original a la imitación, y al mismo tiempo estamos perdiendo la batalla principal que es la batalla por los valores. La pelea de la izquierda o de ese espacio que llamemos izquierda, tiene que establecer en el corazón de cualquier discusión, el reconocer a cualquier ser humano la misma dignidad. Ese es un punto de partida. Es un axioma, es incuestionable.

En el momento en el que partimos otorgando la misma dignidad a cualquier ser humano, preferimos el desorden a la injusticia. Es decir, estamos dispuesto contestar contra cualquier tipo de injusticia. Y ahí aparecerán las injusticias clásicas que serán de clases, de género, de razas, serán de opción sexual, nacionales, y entonces podremos armarnos desde ese presupuesto de reclamación de la dignidad. Podremos armarnos del apoyo de nuestros iguales, frente a los valores de la derecha. Tenemos que decirle a la derecha, que estás mintiendo, y para decirle eso a la derecha, necesitamos negarle la mayor.

Juan Carlos, hablaste de esta triada de valores que son la igualdad, la fraternidad y la libertad. En Chile al menos la izquierda evita hablar de “la libertad” porque se lo apropió la derecha liberal. ¿Allá ocurre lo mismo?

La libertad es un concepto originario de la izquierda. Si uno mira las discusiones en la revolución francesa, la reclamación es la posibilidad realmente de ser libres en todos los ámbitos de nuestra existencia. Y la reclamación de la fraternidad, es la posibilidad de construir esa libertad. Si uno mira un libro como el Manifiesto Comunista, dice textualmente que una sociedad socialista será una sociedad en donde la libertad de cada uno será la condición de la libertad de todos. Un tipo como Marx dice que una sociedad socialista es una sociedad donde la libertad individual será la condición de la libertad de todos. Que es lo contrario de ese sueño homogeneizador maoísta, que a mi me parece terrible.

Y si uno mira la historia del liberalismo, como diría Doctor House, siempre miente. En toda la teoría liberal que habla de la libertad, nunca en la historia, ni en la teoría, ni en la práctica le han concedido la libertad por ejemplo, a las mujeres. Por tanto la teoría liberal es una teoría de la libertad de los propietarios. Mientras que la izquierda reclama la libertad como uno de los bienes más preciados del ser humano. Nosotros lo tenemos muy claro y una de los elementos esenciales políticos de PODEMOS, tiene que ver con haber partido o haber nacido desde la asunción de la derrota de la izquierda a partir de los años 80 y 90. Y esa derrota de la izquierda de los año 90, que se encarna no con la caída del muro de Berlín el 89′ y la disolución de la Unión Soviética en el 91′. Esa caída de la izquierda tiene un elemento de responsabilidad propia de la izquierda altísimo. Y una de las enseñanzas o que trata de enseñanza más certera de lo que le pasó a la izquierda en el siglo XX, tiene que ser que no podemos intercambiar justicia por libertad. Es un gran error. Porque la derecha es la que constantemente sacrifica la libertad en nombre de la acumulación de capital. La izquierda no puede sacrificar la libertad en nombre de la acumulación general de capital aunque luego lo redistribuya. Porque el ser humano no es así, es una construcción contranatural. El objetivo de nuestra vida social que es repartir de una manera equitativa las ventajas de la vida social, de tender hacia la igualdad como objetivo, solamente se puede lograr con la fraternidad en una situación de libertad. Si no somos libres en términos económicos que no nos vengan con mentiras de que vamos a ser libres en términos vitales.

¿Y de qué libertad habla la derecha entonces?

Para la derecha -y la derecha chilena que es muy amiga de hablar de la libertad negativa- libertad es que ningún ámbito público sea estatal. O que se inmiscuya en lo privado. Mientras que desde los ámbitos emancipatorios queremos una libertad positiva, que me empodere para poder desarrollar mi vida. Es el ejemplo clásico que se pone del liberal que dice “yo no quiero que el estado me prohíba dormir debajo de un puente”. Y yo digo que yo no quiero que el estado me prohíba dormir debajo de un puente, pero quiero que el estado me garantice una vivienda para que no tenga que vivir debajo de un puente. Porque el que dice esa frase nunca duerme debajo de un puente. Son los humildes y sectores populares a los que les toca dormir debajo del puente.

Señalaste que el liberalismo nunca había logrado la libertad de las mujeres y hoy vemos que la ola feminista ha permeado a esa derecha. Iñigo Errejón decía hace un tiempo acá que sí se avanzaba cuando tus ideas permeaban a tu adversario o enemigo. ¿No estás de acuerdo en que la derecha liberal se ha ido empapando de ideas propias de la izquierda como el feminismo?

Hay una pugna histórica entre la teoría liberal y la teoría democrática. La teoría liberal es individualista, garantiza la propiedad privada, busca la división de poderes y hace hincapié en la libertad de los propietarios. Mientras que la libertad democrática se basa en justicia, busca la libertad en todos los ámbitos de la vida y por tanto reclama elementos de igualdad material para poderse desarrollar. Durante todo el siglo XIX la teoría liberal se fue haciendo democrática y la teoría democrática se fue haciendo liberal. Por eso el liberalismo nunca aceptó el sufragio universal. Si tu miras el desarrollo teórico del sufragio, los liberales nunca asumían que el sufragio no era universal. De hecho llevaban el sustrato universal al sustrato masculino. Las mujeres solamente van a votar en el siglo XX y el primer diputado de izquierdas que entra al parlamento español lo hace muy a finales del siglo XIX.

Al mismo tiempo la pelea democrática se va contaminando de principios liberales. Y va asumiendo la lucha electoral, la división de poderes. Tal es así que la generalización de los principios liberales no se debe a los liberales, no se debe a los sectores populares, especialmente a la clase obrera. Es decir que esas cosas que en el siglo XVIII y en el siglo XIX, están reclamando los liberales, todavía no está la clase obrera conformada como tal, todo eso que reclaman los liberales, quien lo va a desarrollar en el siglo XX es la clase obrera. De hecho, todo lo que más ensalzamos de nuestras constituciones son los logros de la izquierda. El sufragio, la educación pública, la salud pública, la sanidad, la igualdad, la libertad. Todos esos elementos pueden algunos de ellos haber estado enunciados en los siglos XVII, XVIII, por el liberalismo, por la burguesía, pero que lo generaliza es la clase obrera.

Por tanto hay que celebrar esa contaminación, porque creo que es muy buena para la teoría democrática asumir principios que creo son muy luminosos como el de la división de poderes. Y es muy beneficioso que la teoría liberal asuma el sufragio universal o iguales derechos o igual dignidad para todos los seres humanos.

El problema está en que siempre que hay crisis económica, y las crisis es un elemento estructural del sistema capitalista, el liberalismo se olvida de la democracia. Es una constante. Si miras las tres grandes crisis, la de 1929, la de 1973, la Wallstreet 2008, las tres se caracterizan por sectores importantes de la derecha, abandonan la democracia. Surge el fascismo en los 30, surgen los golpes de estado y las dictaduras militares en los 70 y ahora surge la extrema derecha. Por tanto hay que ser cuidadosos en cómo recepciona la derecha principios que le niegan su propia condición de derecha. Y en España tenemos la paradoja de que la derecha se reclama constitucionalista, pero no se reclama de toda la constitución, sino solamente de trozos. No le interesan las partes de la constitución que reclaman que toda la riqueza tiene que estar sometida al interés social, que los poderes públicos liberaran todos los obstáculos que impidan el desarrollo de los españoles. La parte de la condición plurinacional no. Nosotros decimos que en España los constitucionalistas son a la constitución, lo que los carteristas a las carteras. En esa misma dirección, nos encontramos con que ahora mismo hay feministas neoliberales.

¿Y no se puede ser feminista y neoliberal?

Ser feminista neoliberal es un oxímoron. Porque el capitalismo es el principal factor de opresión de las mujeres. En el capitalismo las mujeres son las que están sometidas y quedan fuera del contrato social. Las mujeres se encargan de la reproducción, de los cuidado y entran como ciudadanas subalternas a sus padres y maridos. Es un proceso histórico de disciplinamiento. Que llegó incluso a quemarlas, como una forma de lograr su disciplinamiento doméstico para que se hicieran cargo de las tareas de cuidados y de reproducción, que eran necesarios para el desarrollo del capitalista. Ahora nos encontramos con que hay algunas mujeres de empresas que reclaman un trato igualitario de los hombres. Lo cual está bien, claro, pero esa mujer no es feminista, porque esa mujer ejerce un pequeño ámbito de feminismo en la empresa en donde está disputando con otros tiburones un espacio en el consejo de administración. Pero está sometiendo a decenas de miles de mujeres, que tienen que sufrir condiciones económicas deplorables y que tienen que multiplicar esfuerzos para mantener y sacar flote a su familia porque la condiciones económicas son inhumanas.

Ocurrió en una cumbre de la mujer en Marruecos. Las feministas marroquíes se negaron a marchar con Madeleine Albright y con Hillary Clinton. Y ellas decían “pero y estas feministas locas, si estamos peleando por sus derechos, cómo no quieren manifestarse aquí en Marruecos”. Y las feministas marroquíes les respondieron, “no se preocupen que nosotras tenemos la pelea con nuestros hombres. Si ustedes quieren ayudarnos manifiéstense delante del Fondo Monetario Internacional, manifiéstense delante del Banco Mundial, manifiéstense delante de su propio gobierno que es responsable de la situación de miseria que hace que las mujeres, que somos las pobres entre las pobres, suframos este modelo.

¿Entonces la derecha no puede ser feminista?

Claro que hay que celebrar que la derecha asuma principios democráticos. Pero cuidado que es bastante probable que los tuerzan y la derecha es especialista en torcer las cosas, para hacerlas parecer lo que no son. Cuando vas a un almacén y te venden una camiseta del Ché Guevara, seguramente es porque ya no lo ven como algo peligroso.

Hablemos de tu libro “el asalto de la izquierda al algortimo”. Cuéntanos de qué se trata.

He estado en un programa de televisión en España -antes de viajar a Chile- y ante cada análisis que yo hacía de los problemas de la derecha, me respondían con una mentira o con un ataque personal. Me obligaban a desmantelar la mentira o dejar de hablar de la crítica que hacía de la corrupción de la derecha, para tener que explicar la acusación personal que se me hacía. Esto es una constante de la derecha que controla los medios de comunicación y que ahora se ha multiplicado por algo a lo que no le hemos prestado la suficiente atención y que tiene que ver con las redes sociales y el big data. Todos nos sorprendimos hace unos años cuando mandábamos un correo electrónico o buscábamos un viaje para visitar el sur de Chile, y te mandaban anuncios de ofertas de viajes. Y como que lo notábamos, pero no nos dábamos cuenta de que estaban trenzando una red brutal de datos que nunca tuve ni la KGB, ni la CIA, ni el Mossad juntos. Por cada información has buscado en internet, hay una empresa que ha tomado nota de cuáles son tus deseos, tus esperanzas y también tus miedos. Y también tu red de amigos. Es decir que la operación de espionaje que ha hecho UBER, Facebook, Instagram y YouTube, es muy espectacular. Y siempre se decía que estos medios eran gratis. Pues estábamos pagándoles con la información que les dábamos. Hacen que sepan cosas que nosotros todavía no sabemos. Es decir que las redes sociales saben antes que tu sí eres homosexual, saben antes que tus padres si tu pareja ha quedado embarazada, o qué es lo que te aterra. Y el problema es que eso lo han vendido a gente que tiene interés en moldearnos nuestra manera de pensar. Si la escuela durante el siglo XX fue el gran articular de la homogeneidad social, hoy las redes sociales al segmentar y mandar la información concreta en virtud de toda esa información que tienen, están reventando y dinamitando ese elemento de homogeneidad social, que está en la república de Platón y es la base de la convivencia social. Creo que además este invento de manipular nuestra manera de ser, que se verifica en ese porcentaje enorme en Estados Unidos que piensan que Obama es árabe o que habían armas desde destrucción masiva en Irák. Luego se traduce también en construir odios. Ahí en Chile o acá en España, hemos establecido en los tribunales electorales la medición de los tiempos y del dinero que se puede gastar en publicidad tradicional. En cambio, no nos hemos dado cuenta de que Bolsonaro o Macri, seguramente Piñera, han ganado las elecciones por este uso de las redes sociales a través de mucho dinero, que a veces es un dinero que viene de fuentes internacionales que buscan garantizar el triunfo de determinados gobiernos. Si a esto le añades lo que llamamos el “Love Fear”, es decir, que Estados Unidos después de darse cuenta de que el 2018 ya no tiene mucho sentido formar toturadores o gente que haga desaparecer a demócratas. Pues lleva más de una década formando a jueces y fiscales. En escuelas jurídicas. Y esos tipos son los que van a utilizar cualquier resquicio legal para intentar encarcelar a aquellas personas que pese a este uso espurio de las redes de comunicación, si alguien gana la elección al margen de todo este entramado, bastante cerrado, igual pueden encarcelarlo a través de acusaciones falsas, dirigidas por jueces comprados.

¿Hay algún caso que conozcas así?

Fíjate que el caso más emblemático es el de Brasil. Lula le sacaba 30 puntos de distancia a Bolsonaro y un juez, el juez Moro, con un solo testigo, al cual le ofrecieron protección e impunidad, a cambio de denunciar a Lula, con ese único testigo que dice que tiene un ático. En el juicio el juez Moro dijo que no tenía pruebas, pero sí el convencimiento de que es culpable y encarcela a Lula. Gana Bolsonaro las elecciones y nombra a este juez corrupto ministro de Interior y Justicia.

¿Qué tiene que ver todo esto con los algoritmos? 

Quiero decir con todo esto, que los golpes de estado en el siglo XXI no serán como el siglo XX. Que no vamos a ver bombardear el palacio de la Moneda como el 73′, porque ya no hace falta. Tu puedes controlar a un país a través de medios pacíficos. No vamos a ver a Alemania arrasando la barrera aduanera con Polonia como en el 39′, porque tu puedes poner de rodillas a Grecia sin pegar un solo tiro. Y con esto quiero llamar la atención de la izquierda, que no puede seguir anclada en miradas del pasado. No puede seguir leyendo a Rosa Luxemburgo, cuando la realidad la están dictando los algoritmos. Y he procurado pues, sobre la base de la fraternidad, como ese elemento que creo que es obligatorio para la reconstrucción del pensamiento emancipador, prestar atención a esta realidad tecnológica del siglo XXI, que está cambiando el mundo del trabajo, las comunicaciones, el medio ambiente, que tenemos todos que enfrentarlo para tener respuestas, sino vamos a seguir en la impotencia como izquierda.

¿ Este llamado de atención le cabe también a la nuevas izquierdas como Podemos o el Frente Amplio, que son más jóvenes, o sólo a la izquierda clásica?

Claro que es luminoso leer a Marx y Rosa Luxemburgo, por supuesto. Pero si tu no entiendes que estamos en un mundo con teléfonos celulares, en donde la principal mercancía es la información que no es un bien escaso. A diferencia de toda la construcción del capitalismo durante el siglo XX, que se basaba en vienes escasos, la información no es un bien escaso. Si no tenemos elementos para entender estas cosas, vamos a pensar que la búsqueda de la emancipación de un joven chileno en el 2018, es igual que la de un joven chileno en 1973 y no es verdad. Creo que eso nos lleva a la impotencia.

¿Esta idea la desarrollas más en tu libro?

Mira, en el libro este, una de las preguntas que yo me hago es porqué las víctimas siguen votando a sus verdugos. O de una manera indirecta, por qué este auge de la extrema derecha en un momento de crisis del modelo que había propuesto la derecha. Hay que entender, y esto vale para España y para Chile, el ciclo de impugnación que abre la crisis de 2007 sigue abierto. Los ciclos de impugnación tienen que ver con que las crisis generan muchos damnificados. Y los damnificados se enfadan con lo que existe en términos políticos, la democracia liberal burguesa, y en términos económicos, el modelo capitalista.

¿Y en esos contextos emergen nuevas fuerzas de izquierda?

Es correcto, es lo que pasa. ¿Pero qué ocurre? El sistema también reacciona y es de una ingenuidad tremenda pretender que si tu reaccionas desde la izquierda, no habrá una contrarreacción desde la derecha. Entonces ante la crisis neoliberal y la emergencia de una desafección de contenidos críticos con el gobierno capitalista y la democracia liberal, el sistema va a poner en marcha un aparato propagandístico intentando convencernos de que no hay alternativa. Ahí los economistas son los principales mercenarios en esa tarea. En segundo lugar, van a presentar grandes coaliciones. Es decir que los dos grandes partidos que han organizado la política durante el siglo XX, se ponen de acuerdo. Una tercera medida, es buscar un “insider” que haga de “outsider”. Es decir, buscas a alguien que sea muy del sistema, pero que parezca que es un anti-sistema. Bolsonaro es un tipo que lleva 30 años viviendo de la política. Y se presenta como un anti-sistema. Igual que la extrema derecha en España, que es un partido liderado por un tipo que lleva toda su vida trabajando en la política. Si eso falla, no nos engañemos, si fallan esas tres estrategias, la cuarta será la violencia. Porque el fascismo siempre es el plan B del capitalismo en crisis. 

¿Y qué responsabilidad le cabe a la izquierda en este mapa?

La izquierda ante este enfado popular, por el empeoramiento de sus condiciones vitales, con motivo de la crisis, intentó ofrecer una alternativa. Ahí es donde nace PODEMOS. Reacciona también la derecha y se pinta un Podemos de derecha, como es Ciudadanos. Y ahora se inventa un Podemos de extrema derecha, financiado por le propio sistema, que es VOX. Y démonos cuenta de que hay dos grandes líneas que nos obligan a operar de dos maneras diferentes. La línea de enfado de las mayorías con el sistema, con los partidos políticos, con las instituciones, con el Estado. Esa desconfianza hacia lo colectivo, la podemos derivar hacia una reconstrucción virtuosa de lo colectivo o se puede utilizar por la extrema derecha como una crítica que va a culpar a las izquierdas, va a culpar a los inmigrantes,  a los “enemigos de la patria”. Es decir que en esa desafección, hay una disputa por quién va a cargar con la responsabilidad. Los verdaderos responsables son los sectores que financiaron, que son los corruptos, que son los que hacen guerras y generan desplazamientos inmigrantes. Los que devastan los países, si van a ser esos los que cargan con la culpa, o van cargar con la culpa los chivos expiatorios. Donde también están las mujeres. La imputación de responsabilidad por parte de la extrema derecha, de ese enfado abstracto, están los inmigrantes, los izquierdistas, los sindicatos y las mujeres.

¿Luego qué sigue?

Y eso nos lleva a un segundo elemento. En las crisis hay gente enfadada, porque de repente le han truncado su ascenso social. Le han truncado sus sueños y ve su bienestar amenazado y le genera una nueva inquietud, y hay una parte importante que podemos canalizarla de manera virtuosa que posicione de ahondamiento democrático. Pero luego también hay un renacimiento de la reacción, que es donde va a trabajar fuertemente la derecha. Y en este renacimiento, nos vamos a encontrar con que la derecha va a orquestar ataques falsos a los inmigrantes, por ejemplo. Van a señalar a los políticos débiles, a los flojos que no son capaces de enfrentar a los peligros de la patria, van a señalar a las mujeres que tienen a los hombres asustados y sometidos. Van a buscar cualquier tipo de chivo expiatorio. Igual que ayer fueron los judíos. Pero van a atacar a su verdadera amenaza: a Podemos, al Frente Amplio, a los intelectuales que tienen posiciones correctas.

¿Cómo debe reaccionar la izquierda ante esa amenaza?

La conclusión de todo esto que parece tan confuso, es que la izquierda ha tenido que manejar un equilibrio entre estar fuera de ese sistema que genera un profundo enfado. Pero al mismo tiempo estar adentro del sistema para hacer leyes que solventen los problemas. Podemos es una fuerza política muy joven, que va a cumplir ahora en enero cinco años. Y en esos cinco años ha aprendido a entrar en las instituciones y ha aprendido a salir y volver a la calle. Y está en ese viaje, aguantando unos ataques brutales del sistema, porque el sistema identifica que quien supone una real alternativa, es Podemos. Seguramente, el Frente Amplio también sufrirá enormes ataques por esa derecha que quiere mantener el estatus quo. El error de la izquierda suele estar en dejar el espacio de la impugnación a la derecha; en la política no hay huecos, y si tu dejas el hueco de la impugnación libre, lo va a ocupar la derecha. Y en segundo lugar, quizás ha vuelto a ser ingenua en no entender que la derecha está en pie de guerra cuando el capitalismo está en crisis. Y por tanto no cabe ningún tipo de ingenuidad.

El avance de la extrema derecha es un hecho. Allá ya ingresó al parlamento Andaluz. ¿Cómo la izquierda le hará frente al resurgimiento institucional de la extrema derecha?

Primero, en Andalucía han entrado porque ha habido un 41% de abstención. No es que el votante de izquierda haya votado a la derecha, sino que la derecha ha rearticulado sus votos. Una parte muy pequeña del Partido Socialista y de Podemos ha votado a Vox, un 10% – 15%. Es decir que han captado muy poquitos votos de la izquierda. Pero han captado votos principalmente del Partido Popular.

¿Pero qué le pasó a la izquierda?

Lo que le ha pasado a la izquierda es que hubo un 41% de abstención. Es decir, que la izquierda no ha emocionado y esa es la gran interrogante, ¿por qué no hace emocionar? ¿Por qué ese ciclo de impugnación que sigue abierto, ese enfado con los partidos, con la corrupción, con las desigualdades, la incertidumbre, todo ese caldo de insatisfacción no ha sido capaz de representarlo la izquierda? Ese es el problema.

La izquierda, por una lado, tiene que denunciar que todos estos sectores son vieja política. Siempre. Y hay que pugnar con ellos en valores. Esa es una de las cosas que la izquierda, o el sector amplio de la izquierda, recupera o no hay solución. Es decir tú no puedes discutir con los muertos que te coloca el adversario político. Si defiendo a los refugiados, es porque los derecho humanos forman parte de mi manera de estar vivo. Si yo no quiero pisar alguien, no forma parte de ese alguien me trae beneficios o paga impuestos. La manera que yo he elegido vivir en mi país y en mi sociedad, es no pisar a los demás. Por tanto la izquierda tiene que recuperar los valores. Es decir, una cosa que no nos hemos dado cuenta, es que cuando mejoran nuestro nivel de bienestar, una parte importante de nuestra cotidianidad está asignada por el consumo. Una parte de nuestra vida la hacemos a través del mercado. Y los valores del mercado sin darnos cuenta, van enterrando los valores de lo comunitario. Sin darnos cuenta vamos convirtiéndonos en consumistas. Eso es lo que explica porqué en sociedades prósperas hasta un 30% de la gente consume ansiolíticos y antidepresivos, porque sin darnos cuenta entramos en una espiral donde tenemos bienestar material, pero no tenemos felicidad.

Por eso creo que la izquierda amplia tiene que recuperar los valores de la dignidad humana. Los valores de la alegría, de la amistad, de lo comunitario, recuperar el valor de la familia y no dejárselo a la derecha. Esa familia no tiene que ser la hétero-patriarcal, donde la mujer está sometida al marido, donde los hijos están sometidos a los padres, donde no hay ningún tipo de libertad, donde hay constantemente amenazas, ante cualquier conato de libertad. Esa familia no nos interesa, pero la familia tenemos que recuperar, porque es el espacio en donde las mayorías desarrollan sus vidas.

¿Por dónde se empieza entonces? 

Creo que tenemos que buscar soluciones concretas que vayan desbordando el marco del sistema. Ustedes, por ejemplo, lo hicieron cuando plantearon acabar con el CAE. Esa lucha es una concreta que mejora la vida de la gente. Acá hicimos una ley que evite los desahucios. Otra que ley que entra en vigor ahora en enero en España, es la subida del salario mínimo de un 23%, algo que a la gente la identifica, porque es una propuesta que mejora su vida. Y para poder hacer esto hemos tenido que discutir con Bruselas sus propuestas neoliberales. Es decir, las cuestiones concretas son también ideológicas y las defiendes siempre -y esto es esencial- contra los enemigos de la democracia. Yo creo que la izquierda perdió de vista a sus enemigos. Porque formó parte también de esa cotidianamente de consumo, donde entendimos que vivir era consumir.

Juan Carlos Monedero se presentará este viernes a las 18:30 horas en la explanada de la Usach. Mismo lugar en que expuso Silvia Federicci, a finales del 2018, y otras figuras internacionales, como Angela Davis.

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