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31 de Marzo de 2009

Érase una vez Concepción (Primera parte)

Por

Por Italo Polizzi

Recuerdo como si fuera ayer la celebración del triunfo del No en Concepción… un mar de gente esperanzada cantando y hondeando banderas con in disimulada felicidad.
Han pasado veinte años desde aquella gesta y no exagero si afirmo que en la última década ésta ciudad, mi ciudad, ha caído en un oscurantismo más propio de una dictadura que de un régimen democrático, responsabilidad de una administración alcaldicia de extrema derecha que se reelige indefinidamente gracias, curiosamente, al voto popular.
En el ámbito ecológico, el resultado han sido los cerros habitados repletos de antenas celulares cancerígenas, las constructoras privadas trabajando impunemente sobre los humedales, el Río Andalién rellenado- por empresas con autorización municipal- que colapsa en los inviernos inundando las poblaciones y las varias y hermosas lagunas del Gran Concepción contaminadas, peligrosas e inservibles, pues ya no existe un programa que asegure su mantención y hermoseamineto para convertirlas en lugares seguros, que generen empleos y que permitan la recreación familiar en un entorno agradable y propicio a la actividad cultural y de esparcimiento.
Ahí pasamos al segundo ámbito, tan o más desastroso aún: la Cultura. En una ciudad que se enorgullecía de ser la capital cultural de Chile, de tradición universitaria y que había dado muchas de nuestras más importantes agrupaciones musicales, movimientos políticos y grupos contraculturales, la situación actual es para llorar a mares. En la prensa escrita hay un monopolio que pertenece al Mercurio (que estigmatiza a las minorías y que es panfleto electoral de la Alianza), en la Universidad los guardias se dedican a hostigar a sus estudiantes y de los liceos municipales en los que estudió mi generación (como el Martínez de Rozas, que se cae a pedazos) ya no salen bandas de rock, ni campeones deportivos ni futuros universitarios. Bueno, que se puede esperar si del jugoso presupuesto municipal penquista (mas de 14 mil millones de pesos) se destina menos del 3% a la educación en la que se forma el 50% de los estudiantes de la zona.
Es justamente en los barrios donde se “educan” nuestros muchachos, donde la gravedad de la situación llega a ser catastrófica. Si el centro de la ciudad se caracteriza por sus baldosas sueltas, la inexistencia de ciclovías, las gaviotas comiendo desperdicios fuera de los restaurantes y la inseguridad galopante, es en los barrios donde la decadencia de Concepción muestra su peor cara. Sin un proyecto de ciudad, sin siquiera un claro plan regulador, las poblaciones periféricas están echadas a su suerte. Es allí donde las adolescentes se embarazan a diario y nuestra alcaldesa tan pro-vida (pero partidaria de la pena de muerte y del asesinato de perros vagos) les niega la píldora del día después, poniéndose ella como ejemplo de maternidad. Es allí donde ella ha logrado voltear las directivas de las Juntas de Vecinos (lo intentó en la nuestra, sin lograrlo) llegando en persona a intervenir electoralmente ofreciendo canastas familiares, anteojos sin receta médica y sacos de cementos para que voten por sus candidatos, los que una vez electos reciben sueldo, celular y hasta algunos tienen la desfachatez de vivir en las Sedes Vecinales. Es allí, donde en poblaciones dominadas por matones, traficantes de pasta, ladrones angustiados y habitadas por vecinos temerosos, la totalidad de las casas tenían a fin de año una bandera naranja que decía: Jacqueline Van Rysselberghe, Alcaldesa.

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