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23 de Marzo de 2010

Línea 6 del Metro (o como vincular la política con los negocios y la dignidad habitacional)

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Por María Cristina Bustos y Mireya Pinto Millán / Presidentas de las Juntas de Vecinos N°11, “Nataniel Cox” y N°12, “Manuel Barros Borgoño”, Santiago

Qué duda cabe que la prensa tuvo parte activa en la campaña presidencial, con posiciones claramente relacionadas a los variados planteamientos de las candidaturas en disputa. Periodistas, y especialmente columnistas, aprovecharon al máximo, desde sus ámbitos de conocimiento o intereses, la vitrina que ofreció el ambiente electoral para proponer, interpretar, denunciar o corregir los planteamientos de uno u otro candidato presidencial.
Al respecto, vale la pena recordar que el 3 de enero, el columnista de La Tercera Pablo Allard, acusó que el anuncio de la construcción de la línea 6 del Metro, se hizo sobre la base de “una estimación preliminar” y que una inversión de esa envergadura no podía ser decidida en base a estimaciones preliminares, afirmando que sus fundamentos eran político-electorales y no técnicos, porque si fuesen técnicos se habría optado por la línea 3 (Independencia) o el eje Blanco-Av. Matta, lo que en este último caso, aumentaría la demanda de la nueva línea, dada la alta concentración de servicios de estos ejes (incluyendo los hospitales San Borja Arriarán y de Carabineros), sin embargo, se optó por un trazado que pasa, en la comuna de Santiago, por la antigua vía férrea en el límite con las comunas de Pedro Aguirre Cerda, San Miguel y San Joaquín, donde la densidad urbana es bastante menor a las alternativas desechadas.
A pesar que el anuncio tenía un evidente oportunismo político, Allard decía que claramente correspondía a un diseño que podría también plantearse como un impulso a la “renovación urbana” del entorno inmediato de este eje de transporte. No nos quedó claro si esto último era lamentado o celebrado por Allard.
De hecho, un informe de la Secretaría de Planificación y Transporte (SECTRA-MIDEPLAN), mencionado recién por el Diario La Nación el 4 de Febrero, indicaba que la rentabilidad y beneficios sociales que ofrecía la Línea 3 eran superiores a la línea finalmente escogida (la L3 marcó 8,95% versus 7,61% de la L6) y que además, con respecto a la integración con Transantiago, el informe señala que la Línea 6 es la que menos impactará al 2015 a las empresas concesionarias de transporte público. En pocas palabras, la Línea 3  “quitará” al Transantiago 290 mil pasajeros, tres veces más que la Línea 6 (131 mil usuarios).
Entonces, es evidente que siendo la línea 6 menos rentable que la línea 3, pesaron otras razones a la hora de proponerla. A nuestro juicio, esas razones no son otras que el impulso a la renovación urbana, revitalizando a la vez, el alicaído proyecto inmobiliario Portal Bicentenario en los terrenos del ex Aeropuerto de Cerrillos, que contó con la decisiva intervención del entonces Ministro de Vivienda de Ricardo Lagos y Ministro de Defensa en el Gobierno de Sebastián Piñera Echeñique, Jaime Ravinet de la Fuente.
Es más que claro, entonces, que un terminal del Metro (se denominaría Estación Pedro Aguirre Cerda) en el acceso norte del Portal, provocaría un seguro impacto a favor de su desarrollo inmobiliario.
La siguiente estación (San Eugenio) se ubicaría en el límite de las comunas de Estación Central con Santiago, seguida por una que estaría junto a la antigua fábrica textil Machasa (Club Hípico) de propiedad del Presidente Electo, y que según se dice, albergaría en un fututo próximo a Chilevisión.
La futura estación San Eugenio, se emplazaría en un actual predio fiscal -la Maestranza San Eugenio- bajo jurisdicción de la comuna de Estación Central, y en a que el 50% aproximadamente de su superficie, está declarada Zona Típica por un Decreto Supremo (en el mapa adjunto aparece delimitada por una línea roja); predio sobre el cual más de alguna mente ha imaginado o deseado convertir en un gran negocio inmobiliario. Pero lo que hasta ahora era sólo un sueño que el destino había negado, hoy se podrían dar algunas condiciones que lo convierten en una realidad inminente.

Pasemos revista a esas condiciones que el destino ha forjado. Advertimos que para entender esta maraña de palabrejas, el lector debe estar concentrado.

1.La comuna de Estación Central, fue creada en Diciembre de 1984 a partir del territorio sur-poniente de la comuna de Santiago, por lo que el predio que comprende la Maestranza de San Eugenio, heredó las normas del Plan Regulador de Santiago. Es necesario agregar que recientemente, la Municipalidad de Estación Central había estado desarrollando su propio Plan Regulador Comunal mediante financiamiento del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, pero hace un par de meses no ha tenido avances, lo que podría indicar que las cosas están siendo meditadas, seguramente, para cumplir objetivos y metas que la autoridad política local define, en algunos casos, a través de planes seccionales, esto es, áreas especiales del territorio a las que se le asigna alguna vocación o misión articuladora del desarrollo de un territorio mayor, que sin duda debe estar en sincronía con los instrumentos de planificación más generales.

2.Las normas vigentes desde 1984, quedaron obsoletas cuando se publicó en 1994 el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), toda vez que este instrumento, declaró el área de la Maestranza San Eugenio como Zona de Interés Metropolitano, por lo que el uso del suelo sólo podría destinarse a Equipamiento, Actividades Productivas, Macro Infraestructuras y/o Actividades Ligadas al transporte.

3.La calificación de Zona de Interés Metropolitano por parte del PRMS, no impide desarrollar proyectos inmobiliarios, ya que según éste, cuando en las Zonas de Interés Metropolitano se requiera subdividir el predio o efectuar construcciones para destinarlo, en todo o parte, a usos diferentes a los actuales (por ejemplo habitacionales), el permiso municipal estará condicionado a la aprobación de un Plan Seccional que debe desarrollar la municipalidad.

4.Luego, el PRMS, agrega que en las Zonas de Interés Metropolitano, se permitirá el desarrollo de proyectos habitacionales siempre que no superen el 30% del predio y se establezca el uso exclusivo de equipamiento al resto predial, o sea, al 70% restante.

5.Más adelante, este mismo instrumento establece que mientras no se formulen normas específicas en los Planes Reguladores Comunales -entiéndase por ejemplo planes seccionales-, en estas zonas se podrán desarrollar proyectos de equipamiento de educación, salud, cultura, recreación y áreas verdes.

6.Entonces, los terrenos de la Maestranza San Eugenio de la empresa estatal de ferrocarriles, pueden destinarse en un 30% a proyectos inmobiliarios, lo que puede importar altas rentabilidades.

7.Expuestos los antecedentes anteriores, entonces vale preguntarse ¿cómo se podría aumentar la rentabilidad de un proyecto inmobiliario en este predio?

a)Generando un Plan Seccional, o sea, un ordenamiento específico para ese territorio por parte de la Municipalidad de Estación Central, y el que por cierto, podría definir altas densidades, y/o,

b)Destinando el 70% restante de este predio a equipamiento, lo que se cumpliría con una estación intermodal (ya anunciada) por una parte y la Zona Típica existente hace rato, y/o

c)Levantando o reduciendo la actual Zona Típica (podría construirse a cambio de ello, un museo ferroviario con la bodega norte, las casas de máquinas con sus respectivas tornamesas y la bodega sur con su chimenea industrial, que hoy constituyen el Monumento Histórico al interior de la Zona Típica. En el mapa adjunto aparece resaltado con color rosado), a través de otro Decreto Supremo (o del Ministerio de Educación por orden del Presidente de la República, que es lo mismo), para recalcular el 30% para el desarrollo inmobiliario

8.Claro, que todo lo anterior, es posible en tanto se construya la línea 6, la que como toda inversión pública en Chile, debe probar su rentabilidad social y económica según la institucionalidad del Sistema Nacional de Inversiones.

9.Pero, ¿Cómo no va a ser rentable social y económicamente una inversión que a pesar de no tener el mismo impacto que si pasara por Blanco Encalada-Av. Matta o Independencia, “le lleva” estación intermodal y fija su trazado sobre la antigua línea del ferrocarril que corría de manera paralela al Zanjón de la Aguada y que por tanto, no requiere considerar importantes recursos para financiar expropiaciones, ya que es de propiedad fiscal?

10.Además, ¿cómo no preferir la línea 6 si esta no se construiría con la técnica de túnel sino que de zanja, y si además contempla menos estaciones porque están separadas por varios kilómetros una de otra, y como se ha dado a conocer recientemente, tendría mayor capacidad de descongestionar la atochada Línea 1?

11.Por último, ¿cómo negarse a que la empresa de ferrocarriles venda los terrenos de su Maestranza San Eugenio si debe saldar las deudas que han generado su ineficiencia propia o inducida?, más aún, si el precio en que se vendan estos terrenos serían seguramente altos ya que podrían desarrollar proyectos inmobiliarios, los que mientras, no se dieran las condiciones que el destino ha querido, no valdrían una justificación de venta ante los ojos de la fiscalización política y ciudadana. Esto sin contar con que una vez anunciada la línea 6, el Presidente de la República estaría muy poco dispuesto a cambiar las cosas a riesgo de pagar un enorme costo político en las comunas por donde se anunció que pasaría el metro (ya se han manifestado en este sentido, la alcaldesa de Pedro Aguirre Cerda, Claudina Núñez, y el alcalde de Cerrillos, Alejandro Almendares). En síntesis, las “fuerzas cósmicas” han permitido una convergencia de variables que favorecerían la decisión de construir la línea 6.
Pero como nosotros/as reivindicamos abiertamente y sin rodeos, la estrecha relación que debe haber entre política y creación de valores, creemos que lo verdaderamente importante es discutir cómo se garantizan una mayor cantidad y densidad de éstos, especialmente si estamos frente a recursos de todos los chilenos. En otras palabras, el desafío que deben plantearse las autoridades es cómo garantizar una incontrarrestable rentabilidad social de una inversión de esta magnitud, más allá de ecuaciones que logran reducir sus resultados a variables cuidadosamente seleccionadas y moldeadas para que las cifras cuadren para pasar el filtro técnico y formal.
Y como “nadie sabe para quien trabaja”, las “fuerzas cósmicas” (con terremoto mediante), también han generado las condiciones para que en la Maestranza San Eugenio se puedan desarrollar proyectos inmobiliarios que reporten una solución profunda a la problemática habitacional de los menos privilegiados del centro, con quienes especialmente se ensañó la naturaleza en el sismo más grande de los últimos 50 años, echando abajo sus casas.
Permítasenos abordar este tema, no sin antes mencionar el bienestar que ha traído a tantas familias el Programa de Protección del Patrimonio Familiar del MINVU, ya sea mejorando los entornos de los conjuntos habitacionales, como reparando los inmuebles dañados o financiando ampliaciones. No obstante, es nuestro deber decir que esto último -la ampliación de viviendas- se transformó para muchas familias en una solución habitacional indigna en la comuna de Santiago.
En efecto, el altísimo precio del suelo en esta comuna, fijado por la especulación inmobiliaria, que dicho sea de paso, nadie ha podido o querido parar, no permite que muchas familias puedan adquirir una vivienda en la comuna ya que el subsidio estatal no les alcanza ni siquiera para adquirir el terreno donde se emplazaría una eventual vivienda. Si la gente quiere su casa propia, lo seguro es que la puedan comprar en comunas periféricas, desintegrándose de sus redes y del centro de la ciudad, renunciando a más y mejores oportunidades para su desarrollo humano.
De esta manera, los residentes del centro, observan como se encuentran sentados sobre una “mina de oro”, pero sin poder rentabilizarla, ya que sus propiedades pueden tener un escaso valor comercial, pero paradojalmente el lugar donde están emplazadas, no (al menos para ellos). De esta forma, las familias del centro no entienden cómo no pueden usar su patrimonio, por ejemplo, construyendo una vivienda donde antes hubo una casa que se fue con el terremoto, o bien, construyendo una segunda vivienda en su terreno, disponiendo de un subsidio que no los fragmente y que no los desarraigue. Al respecto, algunos dirán que no existen instrumentos legales para hacerlo. Bien, entonces hay que hacerlos.
Hoy, la pérdida de inmuebles y patrimonios familiares no hacen sino aumentar el déficit habitacional que ya existía en Santiago, y que hasta ahora sólo se ha abordado desarraigando familias que ven limitado su actual y potencial desarrollo humano, o simplemente aplicando soluciones indignas como la de la ampliación de la vivienda, ya que el subsidio para esta aplicación -el programa de mejoramiento de viviendas-, ha estado siendo usado también para dar solución habitacional a muchas familias, que ven en este instrumento la oportunidad de construir una pieza para “allegarse”, y no negarse el derecho a un mejor acceso a los servicios y a una mayor integración.
¿Están condenados los pobres del centro a no tener una solución habitacional digna y verdadera, o es que se tienen que conformar con esta solución tercermundista de la ampliación, o bien, irse a vivir a barrios periféricos dejando atrás sus redes, su capital social, sus potencialidades, a cambio de una construcción que les permita tener privacidad, o en última instancia, vendiendo sus terrenos a empresas inmobiliarias que ven caer los ya exiguos precios de los terrenos, a causa del terremoto? Creemos que no.
De nada sirve que los informes de SECTRA los conozca la opinión pública después de anunciada la construcción de la línea 3. De nada sirve que se destaque ahora que es posible que la línea 3 y 6 se construyan simultáneamente.
De nada sirve porque las decisiones sobre los recursos de todos los chilenos no se deben tomar empatando un proyecto que no es rentable con uno que sí lo es. El proyecto que no es rentable socialmente, aunque sea más barato (y rentable para el desarrollo inmobiliario privado, en especial del Portal Bicentenario), sigue sin ser rentable, a no ser que incluya otras dimensiones y variables que lo conviertan en tal, como ocurriría si se destinara parte de la superficie de San Eugenio para construir viviendas dignas para quienes no la tienen o simplemente la perdieron a causa del terremoto.
El terremoto reciente, ha demostrado que la gente no quiere que Chile siga siendo un país de privilegios, sino que quiere un país de oportunidades. Aprovechemos, entonces, que las providenciales “fuerzas cósmicas” han alineado muchos factores para que se tomen decisiones que pueden ser históricas, y de esta forma, aplicar y ampliar a la clase media, el subsidio de mejoramiento de vivienda, así como destinar predios fiscales como el de la Maestranza de San Eugenio para la construcción de inmuebles habitacionales que incluyan a quienes perdieron su casa en el terremoto o simplemente no la tenían antes de éste.
Ahora tienen la palabra, el Presidente Sebastián Piñera Echeñique; Magdalena Matte Lecaros y Catalina Parot Donoso, a quienes éste designó como ministras de Vivienda y Urbanismo, y de Bienes Nacionales, respectivamente; a los presidentes de los directorios de EFE y del Metro de Santiago, que también designa; y los Alcaldes de Estación Central, Rodrigo Delgado Mocarquer; y de Santiago, Pablo Zalaquett Said.
Todos ello/as tienen la oportunidad de demostrar que con justicia, es posible contribuir a hacer de Chile un país verdaderamente moderno.

Santiago, Marzo de 2010

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