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Opinión

7 de Mayo de 2010

Carolina, los escupos y la comunicación

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Por Mauricio Tolosa / elquintopoder.cl

Aterrizando en Chile me encuentro con Carolina Tohá, en primera página de “El Mercurio”, insultada y escupida en un Primero de mayo.
Tantas otras imágenes se me vinieron a la memoria. De golpe, la de muchos “Primero de mayo” en que estuve en la calle, en algunos codo a codo con la misma Carolina, celebrando el día de los trabajadores y esquivando a la policía de Pinochet. Luego, la inolvidable noche del triunfo de la Fuerza de Cambio en las elecciones de la FECH, en la Escuela de Ingeniería, en la que algunos exaltados del “MDP” nos tiraron botellas y otros objetos cuando íbamos saliendo, protegiendo a la entonces emergente líder nacional Carolina.
Las botellas y los escupos están instalados desde hace rato en la política chilena, en la convivencia nacional. Quizás uno podría justificar que son el eco lejano de los asesinatos, las desapariciones y las torturas que asolaron Chile, especialmente, al movimiento político y ciudadano durante tanto tiempo. Hoy la virulencia, la descalificación, los escupos, son el lenguaje más común en las redes sociales chilenas. Cuando alguien manifiesta un planteamiento político o una crítica, los fanáticos de distinto sello no pierden oportunidad para externalizar el vómito del insulto.
Por eso, mi primera reacción ante la agresión a Carolina, mi antigua y distante amiga, es de apoyo. Si a fines de los setenta me comprometí en la lucha contra la dictadura, como tantos otros “adolecentes inconscientes”, arriesgándolo todo y sin pedir nada a cambio, fue principalmente porque quería vivir en un país donde leer un libro, escuchar una canción o emitir una opinión o ser diferente, no fuese motivo de sanción, detención, tortura o agresión por parte de nadie.
Hoy, Chile avanza con anteojeras hacia una crisis enorme en su desarrollo estructural y humano. La ceguera de la clase política y dirigente del país, el interés por la política y el negocio de corto plazo, la debilidad de las instituciones y la mediocridad de los medios de incomunicación tienden un velo que nos impide ver la magnitud y dificultad de los desafíos.
Construir el respeto y la valoración de la diferencia, la capacidad de conversar, expresar y escuchar, de abrirse a nuevas ideas y planteamientos es el primero de los desafíos. La comunicación, es primero.

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