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Opinión

8 de Mayo de 2010

Sebastián Marroquín, hijo del narcotraficante Pablo Escobar: “Mi padre se consideraba Un hombre de negocios”

Catalina May
Catalina May
Por

POR CATALINA MAY • FOTO: CRISTÓBAL OLIVARES
Sebastián Marroquín es el protagonista de “Pecados de mi padre”, documental que revela, desde su experiencia, los detalles de la vida de su padre, el más famoso narcotraficante de la historia, Pablo Escobar.


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“No nos pueden prohibir que queramos a mi papá”, dice Sebastián Marroquín en el documental “Pecados de mi padre”. Se refiere a su padre Pablo Escobar, el narcotraficante colombiano que dirigió el cartel de Medellín, llegó a manejar el 80% del negocio de la cocaína en el mundo, mandó a matar a cientos de personas, logró cambiar la Constitución de su país a su favor y se hizo querido por la gente gracias a la construcción de poblaciones y canchas de fútbol.

El documental, dirigido por el argentino Nicolás Entel, cuenta la historia de Escobar, sus lujos, sus excesos, sus crímenes y su poder. También muestra a dos importantes políticos colombianos, Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán, que se opusieron a Escobar y que éste mandó a matar. Todo, con la mirada de Marroquín (antes llamado Juan Pablo Escobar) como hilo conductor.

¿Qué te decidió a contar tu historia y la de tu padre?
-El hecho de haber perdido el anonimato y haber sido expuesto en Argentina me mostró que ya no había nada que ocultar y me hizo querer compartir con las nuevas generaciones que pretenden entrar al narcotráfico como si fuera el paraíso, para que tomen conciencia del mundo violento y cruel en el que están ingresando y del que quizás no tengan retorno.

¿Cómo fue el episodio que te hizo revelar tu verdadera identidad, después de haber vivido años con otro nombre en Buenos Aires?
-Fue triste. Nos habíamos dedicado a estudiar, yo estaba dando clases en un instituto muy reconocido y de repente nos encontramos con que nos pusieron un par de esposas sólo por nuestro apellido. Un contador tenía un dinero nuestro en su propiedad y comenzó a extorsionarnos cuando descubrió quiénes éramos. Fuimos a denunciarlo y nos metieron presos a nosotros (a mí y a mi madre). Nos acusaron de asociación ilícita y lavado de dinero, cargos que la Corte Suprema desestimó en su totalidad.

¿Cómo fue vivir ocultando tu verdadera identidad?
-Para nosotros era una oportunidad, porque estábamos viviendo en el anonimato, no existía el prejuicio, nos podíamos desenvolver como personas comunes y corrientes en la sociedad y no como familiares de.

¿Una vez que salió a la luz tu verdadera identidad, cambió tu vida?
-Algunos amigos dejaron de serlo, algunas instituciones educativas se negaron a darle el derecho de educación a mi hermana. Pero no es primera vez que nos pasa, estamos acostumbrados a caminar por la vida con las puertas cerradas.

¿Ha sido muy duro para ti ser el hijo de Pablo Escobar?
-Ha sido luchar contra una corriente que pretende endilgarme, además de el título de hijo, el de cómplice.

En un momento de la película dices: “Si quiero vivir, debo hacer lo opuesto a mi padre”. ¿En qué minuto y por qué tomaste esa decisión, que contrasta con la promesa de vengar su muerte que hiciste cuando lo asesinaron?
-Transcurren diez minutos entre que yo amenazo al país, reflexiono y me retracto. Fue un momento íntimo y de profundo análisis. Había crecido en el epicentro de la violencia y había sido testigo de que esa era la única manera de resolver las cosas. Pero me desligué de eso, porque no quería repetir la historia de mi padre.

¿Por qué no?
-Cuando eres testigo tristemente privilegiado de tal cantidad de violencia, te aseguro que no tienes ganas sino de hacer la paz.

TOPO GIGIO Y COCAÍNA

¿Cómo recuerdas a tu padre?
-Era cariñoso, me contaba cuentos antes de irme a dormir, me cantaba las canciones de Topo Gigio, me enseñaba a jugar al fútbol, a montar en un elefante. Siempre le profesé el máximo amor y respeto.

Cuéntame algún episodio que grafique a este papá preocupado y cariñoso.
-Aunque él vivía en la clandestinidad, cuando podía iba y me buscaba en el colegio, como cualquier padre, pero arriesgando su integridad física. Para mí era todo un episodio, porque siempre veía partir a mis compañeros con sus padres y yo partía con 15 escoltas.

¿Cómo recuerdas tu vida en la hacienda Nápoles?
-Era como un hotel de cinco estrellas, todo estaba a la carta, podías pedir lo que se te antoje. Tenías más de 40 vehículos o motos para usarlos en el momento que quisieras, teníamos nuestra propia estación de gasolina, hacíamos paseos en los ríos con las motos de agua. Disfrutábamos mucho la naturaleza, teníamos un zoológico, mi padre se preocupaba diariamente de cuidar los animales, no los tenía sólo por ostentación, sino por amor por ellos, y yo aprendí eso de él. Fue un período breve, duró hasta que yo tenía 10 años.

¿Recibían muchas visitas en la hacienda?
-Todas las esferas de la sociedad en algún punto quisieron congraciarse con mi padre. Políticos, fuerzas militares y policiales, presidentes, ex presidentes, reinas de belleza, actores, presentadores de televisión, dueños de medios de comunicación, gente de los estratos más bajos y de la clase empresarial. Nadie pudo haber llegado tan lejos solo.

¿En qué minuto te empezaste a dar cuenta de quién era tu padre?
-Eso comienza el año 84, con la muerte de Lara Bonilla, el ministro de Justicia de entonces (que Escobar mandó a matar). La vida cotidiana cambió y pasamos a vivir en el exilio en Panamá y con mi padre huyendo de ahí y para siempre. Cada vez se fue haciendo más difícil tapar el sol con la mano.

¿Cómo te relacionabas con la cocaína entonces?
-Nunca vi a mi padre consumirla. Me dijo que la había probado una vez y que no le había gustado, que era un veneno que se vendía pero no se consumía. Y que si la quería probar le dijera y lo hacíamos juntos. Esa confianza me quitó la curiosidad.

¿Le creíste que no consumía?
-Absolutamente. Él no tenía pelos en la lengua. Me decía que consumía marihuana.

¿Nunca te revelaste contra tu padre?
-Yo siempre me opuse a su violencia y se lo dije. Él estaba lleno de excusas para eso. Yo le reprochaba por el narcoterrorismo y él me decía que las primeras víctimas habíamos sido nosotros con el atentado del edificio Mónaco, y que él tenía que dar una respuesta a eso.

ESCOBAR PRESIDENTE

En la película te preguntas: “¿Qué le hizo cruzar los cables a mi papá y untar de sangre el narcotráfico?”. ¿Qué fue?
-Creo que fue cuando Rodrigo Lara lo denuncia y él no podía revertir esas palabras. Eligió la violencia y sólo generó más violencia en su contra.

Pero también la gente lo quería mucho, porque construyó poblaciones, canchas de fútbol, iglesias, etc.
-Mi padre disfrutaba regalando a los pobres lo que necesitaban, devolverles su dignidad. Nunca amasó tal cantidad de dinero para sí, sino que quería compartirlo con las clases sociales abandonadas por el Estado, ese era su disfrute.

¿Por qué eligió el narcotráfico para lograr eso?
-En principio los Estados habían generado un vacío sobre la esfera del narcotráfico y mi padre aprovechó ese momento. Cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde. Los tramposos van diez años luz adelante que las sociedades.

Le gustaba la política también.
-Como ya tenía el poder del dinero, sólo quedaba el poder de las masas para conquistar, era una adicción. Él ingresó al partido Liberal, pero más allá de eso, lo impulsaba ayudar a la gente verdaderamente necesitada.

Él venía de ahí, ¿no?
-Sí, fue uno más entre esa masa, tuvo que abandonar sus tierras por la violencia política, que ya estaba en Colombia antes del nacimiento de mi padre.

¿Él realmente creía que podía ser un gran narcotraficante y Presidente de Colombia al mismo tiempo?
-Perfectamente. Casos se han visto.

Una mezcla macabra entre narcotráfico y política fue lo que permitió que en 1991, en Colombia se cambiara la Constitución para eliminar la extradición, como tu padre quería.
-El narcoterrorismo ejerció un poder de amedrentamiento frente al Estado y la población y sometió a casi todos a los narcotraficantes. Fue una mezcla de miedo y de corrupción.

¿Trató de meterte en su negocio?
-Siempre me dijo que si yo quería ser médico, me regalaría el mejor hospital del país, o si quería ser estilista, me iba a dar el mejor salón de belleza. Siempre alentó mi libertad para elegir, nunca me invitó a participar de su legado. Pero no se avergonzaba de lo que hacía, se consideraba un hombre de negocios. La violencia vino después.

En el documental vemos que vuelves a Colombia y te reúnes con los hijos de los dos políticos asesinados por tu padre.
-Tuve mucho miedo, no sabía qué iba a pasar conmigo en Colombia, pero tenía la convicción de que había que hacerlo, de que era un mensaje de reconciliación para el país, en busca de la paz.

¿Tienes miedo aún? Cuentas que alguna vez le ofrecieron plata a tus amigos por matarte.
-El miedo ha sido mi compañero de cuarto toda la vida. Cuatro millones de dólares le ofrecieron a mis amigos para que me envenenen.

¿Qué piensas de la legalización de las drogas?
-Todos coinciden en que el acto de prohibir es lo que genera la violencia. Pero no tengo una opinión bien formada aún.

“PECADOS DE MI PADRE”
Director: Nicolás Entel
29 de abril al 2 de mayo, 13 horas.
CineMundo, Paseo Los Dominicos, Stgo.
Sala de Cine, PUC, Valparaíso.
www.eldocumentaldelmes.cl

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