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Opinión

19 de Junio de 2010

Bachelet en Sudáfrica

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Por Juan Pablo Gutiérrez

Muchos se preguntan qué anda haciendo Michelle Bachelet en Sudáfrica. Algunos ven en su presencia una particular de forma de “hacerle sombra” a Piñera, otros una manera de conservar la vigencia de su cercanía y popularidad que tantos dividendos le trajo a su gobierno y que la tiene hasta el día de hoy como la Mandataria más querida entre los chilenos. Hace un tiempo atrás, Cambio 21 publicó un reportaje dónde comparaba la buena relación de Bachelet con la dirigencia futbolera chilena, versus el cada vez más tirante y forzadamente protocolar intercambio entre Piñera y la ANFP. Sin embargo,en lo que respecta a la invitación a Sudáfrica, Bachelet se la tiene más que merecida: ella junto con Harold Mayne-Nicholls, tuvieron la visión de entender como pocos los beneficios de aumentar la competitividad del deporte chileno. A algunos el ambiente excesivamente futbolizado que trae la Copa del deporte más lindo del mundo les puede parecer exagerado, innecesario. Quienes así razonan, no se han detenido a pensar que Chile es un país que carece de una imagen País coherente y afianzada en el resto del mundo. Cierto es que contamos con 2 premios Nobel; cierto es que somos la puerta de entrada a la Antártica y a la Patagonia (más conocida afuera que el propio país que la alberga); no obstante lo anterior, todavía cuesta hacer reconocible a nuestra nación por tópicos que no sean “Pinochet” y “Zamorano” acaso entre los más futbolizados del Viejo Continente. Nos engañamos creyendo que somos una potencia turística, lo cual tampoco tiene su correlato en la realidad, debido a que hay lugares recónditos del planeta en África, Asia, Oceanía e incluso aquí mismo en Sudamérica que generan un atractivo inmensamente mayor que recorrer Torres del Paine, por lejos lo más conocido de Chile turísticamente hablando ¿Festival de Viña? ¿Don Francisco? Sí, pero sólo en Centroamérica, latinos en Usa, y una fracción de España. Tener un fútbol verdaderamente competitivo nos brindará satisfacciones más allá de la natural de celebrar goles y es que posicionaría al país en el Mundo. Si todo el dinero que se ha invertido en crear Comisiones para mejorar la Imagen País de Chile (con ese ambiguo y deslavado eslogan de all ways surprising ) se ocupara en mejorar tanto la infraestructura e institucionalidad deportiva del país (Chiledeportes de paso, para que nunca más sea usada como caja pagadora de favores políticos) no tendríamos que esperar a que alguna bataclana chilensis pillara desprevenido a algún miembro de alguna Casa Real europea, ni ninguna de esas casualidades estrambóticas del destino, que finalmente no son más que eso: eventos aleatorios que fruto del acaso generan algún rédito. De manera que Bachelet a su manera, demostró que tampoco en el fútbol, ni en ningún otro deporte se puede dejar que opere la mano invisible. Porque fue justamente dejando que operara la mano invisible que sufrimos lo que sufrimos futbolísticamente hablando. El deporte es un tema que corresponde prioritariamente al Estado: Así lo entendió la Unión Soviética, así lo entendió China y vaya que en los Juegos Olímpicos nunca les ha ido mal. Que distinto serían nuestros resultados si en cada capital de provincia, existiera un centro deportivo de alto rendimiento, que captara a nuestros talentos desde la infancia, si los gastos en inscripciones, implementos y giras fueran de algún modo subvencionados por el Estado. Entonces dejaría de pesarnos en el saludo al amigo cuando es forastero la palabra Pinochet como si la historia del país se hubiera detenido con una lápida encima en septiembre de 1973.

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