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A cinco meses del espectacular rescate de los 33 mineros en Copiapó, el presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), habla de los problemas que aún se viven en ese sector y las medidas anunciadas por el Ejecutivo en el primer año de mandato.
Por Cristián Cuevas Zambrano*
Aún escucho el grito de miles de trabajadores contratistas de la minería, cuando nos movilizamos para terminar con la discriminación y la precarización del empleo en el sector durante el 2006, 2007 y 2008. Fue como un volcán que estremeció a nuestro Chile. Nosotros, el rostro visible de los Subcontratistas del Cobre, nunca imaginamos que ese accionar marcaría el movimiento sindical de esta nueva época.
De una u otra forma, el movimiento sindical tomó fuerza, los trabajadores acostumbrados a recibir derrotas, vieron que con organización, unidad, fuerza y con una conducta ética irreprochable se podían poner de pie y conseguir una victoria.
Sin embargo, cuando recién caminábamos como organización, llegó como un zarpazo la derecha al Gobierno. Su primera expresión -que serviría como globo sonda para ver el comportamiento del nuevo Gobierno- se produjo con el levantamiento de los trabajadores Contratistas en Collahuasi en mayo del 2010.
Los trabajadores demandaban los mismos derechos que nosotros como contratistas de Codelco exigimos el 2007. Ante el avance de los trabajadores de Collahuasi, el Gobierno cerró fila con las trasnacionales mineras, y por instrucción del Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter, autorizó el mayor despliegue represivo de los últimos 20 años, movilizando fuerzas antimotines, y un avión Hércules para aplastar el movimiento de los trabajadores, para así dar una señal no tan sólo a los trabajadores sino a los movimientos sociales del país, que esa sería la Nueva Forma de Gobernar ante cualquier acción de legitima movilización.
Así el gobierno de Sebastian Piñera dejó claro que impondrían sus políticas neoliberales y que su accionar sería el del gran empresariado, ni el reality vivido por los 33 mineros, ni la promesas de campaña, léase posnatal, bono marzo, nuevo trato laboral, han permitido que en los hechos desde agosto a las fecha más de 13 trabajadores de la Minería hayan muerto por accidente en el trabajo.
Que el anuncio de posnatal no privilegie a todas las mujeres e incorpore la letra chica, capciosa, donde el derecho le es arrebatado al niño y traspasado a la mujer, la que puede ser sometida o doblegada a renunciar a sus derechos, por un par de cauchas más o simplemente obligada, total… “si no me firma se me manda a cambiar no más”, le podrían decir.
Los trabajadores contratistas siguen en paupérrimas condiciones laborales, no tienen los mismos derechos que los trabajadores de planta a pesar de que respiran el mismo polvo, y que desarrollan distintas enfermedades profesionales que ni el Estado ni los empleadores asumen como su responsabilidad social.
En un año hemos pasado de la represión al reality, para continuar la profundización del desmantelamiento silencioso y la privatización de lo que queda de la principal empresa, la estatal Codelco Chile.
A pesar de este cuadro contrario a los trabajadores mineros y en general para los trabajadores y trabajadoras de Chile, se debe articular una resistencia, no es el minuto del cálculo pequeño, por el contrario, es deber de todas las organizaciones trabajar en la búsqueda de un frente común, que les permita unir fuerzas par enfrentar el despojo de derechos y la persecución sindical que se vive diariamente.
Desde la minería comienza a articularse una fuerza que librará las más amplias batallas contra las políticas de usurpación de derechos que fragua este gobierno.
Bajo la conducción de la Coordinadora de Trabajadores de la Minería, la Energía, y la Metalúrgia, estamos marcando una pauta que debe replicarse en las distintas organizaciones sindicales.
*Presidente Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) y Encargado del Departamento de Negociación Colectiva, Conflicto y Solidaridad de la CUT.