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Opinión

19 de Julio de 2011

Las mujeres y los videojuegos

Por Alberto Medina para www.elnuevodia.com Hace poco, una amiga y compañera de trabajo me hizo la siguiente pregunta: ¿Por qué no hacen videojuegos para mujeres? Su interrogante tiene muchas respuestas. La primera y más sencilla es: los hay. No serán tantos y, muchos de ellos, no serán muy buenos, pero existen y siempre han existido […]

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Por Alberto Medina para www.elnuevodia.com

Hace poco, una amiga y compañera de trabajo me hizo la siguiente pregunta: ¿Por qué no hacen videojuegos para mujeres?

Su interrogante tiene muchas respuestas. La primera y más sencilla es: los hay. No serán tantos y, muchos de ellos, no serán muy buenos, pero existen y siempre han existido videojuegos dirigidos a captar la atención y el interés de las niñas y jóvenes. La segunda respuesta, ya un poco más compleja es: no hacen falta. Aunque los estereotipos y clichés ligados a la industria de videojuegos apuntan hacia lo contrario, las estadísticas recientes revelan que alrededor de un tercio de los ‘gamers’ son las ‘gamers’ y que en algunos renglones, como en el de juegos por Internet, la proporción de féminas aumenta a 40%.

Pero estas estadísticas no me convencen. Casi todos estos estudios cuentan a las personas que juegan Farmville o Diner Dash o similares jueguitos casuales en Facebook y otros lares; juegos que yo catalogaría más como ‘actividades virtuales’ que como videojuegos. De eliminar a las ‘gamers’ que disfrutan mayormente o exclusivamente de éstos, creo que la proporción sería mucho más baja y mostraría un panorama más fidedigno de la situación.

Así que a las mujeres no les interesan tanto los videojuegos como a los hombres. ¿Por qué?

Otra pregunta complicada. Muchos piensan que es porque los videojuegos son todo acción, soldados, carros, explosiones, pistolas, violencia y todo otro asunto o tema que, culturalmente, siempre le ha interesado más a los hombres. Tiene algo de cierto, y seguramente explica por qué más hombres que mujeres juegan Gears of War o Call of Duty, pero no lo explica todo, porque estoy seguro que una mayor proporción de mujeres vio Transformers 3 que la que jugó el juego de Transformers 3; que una mayor proporción de mujeres vio la película Hitman que la que jugó los títulos que inspiraron el filme.

Así que no puede ser cuestión del tema; tiene que haber algo sobre la esencia de lo que es jugar un juego que atraiga más a varones que a féminas. Aparentemente, estudios científicos ya lo han demostrado. Estudios como éste, reseñado en el New York Times, en el cual se determinó que los cerebros de los hombres experimentaban mayor placer al jugar un jueguito computadorizado bobo, de mover una bolita, que los cerebros de las mujeres.

No me sorprendió el resultado de ese estudio. Y es que los hombres y las mujeres somos distintos, ninguno mejor ni peor que el otro, pero distintos. Respondemos a distintos estímulos, tenemos distintos valores, intereses, etc, etc etc. (Claro, todo esto es generalizando, pero esa es la única manera de discutir estas cosas). Y, a mi entender, una de las diferencias fundamentales es la obsesión con competir. Y, no competencias importantes, como sacar buenas notas – esa sí que está requeteprobada le importa más a las mujeres – sino el tipo de competencia como ver por cuánto tiempo uno puede mantener en el aire una bolita, o cuántos zombies puede matar en Resident Evil, o cuántas veces puede ganarle al amigo en Mortal Kombat, o cuantos puntos puede meter con José Juan Barea en NBA 2K. Todo videojuego es una competencia, un reto, ya sea contra otro jugador, contra la ‘computadora’ o contra uno mismo, y a los hombres nos encantan los retos.

A las mujeres (y, repito, hablo en términos generales y no pretendo describir perfectamente a todas las féminas del planeta) les interesa más otra cosa: las experiencias. Recientemente jugaba Final Fantasy XIII con mi novia, quien sacó la guía gigantesca del juego, que había estado siguiendo desde el principio. Luego me contó que hizo lo mismo con Final Fantasy X, y que lo ha hecho con otro sinnúmero de juegos. Para mí es algo impensable; yo quiero ser el que enfrenta y se sobrepone a todas las dificultades, a los enemigos más trabajosos, a los laberintos más difíciles de navegar. Ella no; ella prefiere poder disfrutar tranquilamente de la historia, de los personajes, la música, los elementos visuales y todo elemento que no necesariamente tiene que ver con la parte del juego que es, valga la redundancia, un juego.

Si pensamos en los juegos que han tenido gran popularidad entre las mujeres, creo que vemos un patrón ligado a esta idea. RPGs como Final Fantasy requieren mucho tiempo y esfuerzo de parte del jugador (o jugadora), pero la recompensan constantemente con más y más de esas añoradas experiencias (una trama con impacto emocional, personajes interesantes, etc.), a diferencia de otros juegos, en los cuales la gran recompensa por terminar de matar a un grupo de enemigos es pasar a otro cuartito a enfrentar a otro grupo más poderoso.

The Sims, por ejemplo, tiene muy poco de juego y mucho de experiencia; de hecho, el punto del título es vivir la vida de un ser humano. Nada es competencia, y todo es dar un ‘click’ aquí y un ‘click’ allá. Igualmente con Farmville, etc. juegos que no requieren habilidad, en el cual el progreso depende de cuánto tiempo se les dedica y de cuántos ‘amigos’ uno tiene ayudando a uno. El elemento social, me parece, es crucial, y creo que es lo que ha atraído a tantas mujeres a MMOs como World of Warcraft; juegos que sí requieren cierto nivel de destreza y que pueden tener bastante de reto, pero todo en un marco de exploración, de confraternización, y con una libertad de acción y movimiento que muchos otros juegos no tienen.

Hay mucho más que decir sobre este tema, pero pienso que la idea principal es ésta: los hombres nos conformamos con cualquier reto, por eso seguimos comprando ‘shooter’ inmundo tras ‘shooter’ inmundo, y no necesitamos más motivación para matar a un monstruo que no sea la oportunidad de pelear con un monstruo un poquito más grande, y así sucesivamente. Las mujeres son más complejas, piden más, y si van a invertir tiempo y dinero en algo va a ser en un videojuego que les provea una experiencia completa y compleja a tono con sus sensibilidades. O sea que no es cuestión de hacer juegos para mujeres… es cuestión de hacer juegos mejores.

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