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Opinión

1 de Septiembre de 2011

Pilatos y el silencio por Manuel

El gobierno solicitó la renuncia del general de Carabineros que descartó la investigación interna por la muerte de un disparo del joven Manuel Gutiérrez en medio de las movilizaciones por el paro y las reivindicaciones estudiantiles que hoy resulta que al parecer realizó un uniformado raso. Pero antes, fue el propio gobierno el que aceptó […]

Paula Vial
Paula Vial
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El gobierno solicitó la renuncia del general de Carabineros que descartó la investigación interna por la muerte de un disparo del joven Manuel Gutiérrez en medio de las movilizaciones por el paro y las reivindicaciones estudiantiles que hoy resulta que al parecer realizó un uniformado raso. Pero antes, fue el propio gobierno el que aceptó sin rechistar que aquello ocurriera y tendió un manto blanco de credibilidad a esta afirmación, incorporando y haciendo propia incluso la tesis de que se trataba de una muerte por una riña entre bandas.

Luego vendría el ya tradicional carnaval de declaraciones y acciones (u omisiones) desafectadas y elusivas. Ninguna exigencia de respuestas desde la averiguación ni asunción de responsabilidad institucional. En la creencia, tal vez, de que las directrices, los apoyos ciegos, la victimización en la ineficacia y el soporte de los abusos de autoridad son gratuitos.

Rasgar vestiduras de severidad dando de baja a uniformados de bajo rango, intentando aplacar con ello a la bestia enfurecida que pide justicia y castigo, es insuficiente y absurdo.

Porque ¿quién es el que entrega y autoriza el uso de armas de fuego avanzadas -uzis!!!– en la represión de las manifestaciones ciudadanas? ¿Quién valida métodos violentos para coartar la expresión comunitaria? ¿Quién enardece los ánimos con expresiones autoritarias y altisonantes –además de fuera de foco y tiempo, con dolorosas reminiscencias- y prohibiciones sinsentido? ¿Quién incita con Fuerzas Especiales disfrazadas de guerra a plena luz, con numerosos contingentes cual huestes a la espera del enemigo y que incluso se atreven a dar el primer paso en la agresión?

Miles de personas detenidas por atreverse a expresar su opinión no son un azar. Guanacos, lacrimógenas, imágenes provocadoras de aguerrida expectación, palos y hoy hasta armas no son tampoco un acaso.

Es sintomático que la manifestación más masiva y pacífica haya sido aquella que se dio con menos presencia policial preventiva, con la excusa de que era un encuentro familiar.

No es tiempo de silencios y omisiones. No es tiempo de Pilatos que lavándose las manos apoyan afirmaciones y actuaciones insólitas. Tampoco haber dejado de reaccionar duramente en tiempos de la Concertación (donde quienes hoy ejercen la autoridad tenían la labor de oposición activa en la denuncia de las irregularidades que pudieran observar y callaron y apoyaron), puede empatarse. La muerte de mapuches a manos de carabineros en esos años es igualmente deuda de democracia y duele tanto como la actual. Y todas merecen respuestas contundentes.

Es tiempo de respuestas, de cambiar de rumbo; de escuchar a la ciudadanía sin soberbia ni agresiones tiranas. El apoyo ciudadano se gana a punta de credibilidad, responsabilización y cuenta transparente en el actuar.

En la negativa a asumir responsabilidades políticas e institucionales, tenemos que preguntarnos: ¿hasta dónde van a llegar? ¿Qué es necesario para que se termine esta espiral de violencia institucional y autoritaria? ¿Qué necesita Carabineros para comprender que seguir girando a una cuenta de ahorro finita le hará perder el favor ciudadano? ¿Bastará con esta muerte?

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