Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

30 de Noviembre de 2011

Construir un nuevo sistema tributario

La necesidad de un Estado con mayor capacidad económica, y que se haga cargo comprometidamente de las desigualdades sociales actuales, al mismo tiempo que garantice los derechos sociales fundamentales, se ha hecho cada vez más patente en el mundo, particularmente en Chile, un país con escandalosas desigualdades socioeconómicas y con un Estado minimizado luego del […]

Cristobal Lagos
Cristobal Lagos
Por

La necesidad de un Estado con mayor capacidad económica, y que se haga cargo comprometidamente de las desigualdades sociales actuales, al mismo tiempo que garantice los derechos sociales fundamentales, se ha hecho cada vez más patente en el mundo, particularmente en Chile, un país con escandalosas desigualdades socioeconómicas y con un Estado minimizado luego del régimen militar.

Para lograr esto, surgen dos razones para pensar en una reforma tributaria. La primera es porque es indispensable aumentar la capacidad financiera del fisco, con el fin de hacer frente a las necesidades sociales coyunturales. La segunda razón, es que el propio sistema tributario es, por sí solo, una fuente de injusticias y desigualdades, por lo que el solo hecho de transformarlo, contribuiría también con los objetivos planteados.

¿Cuáles son las injusticias del sistema tributario chileno?

En primer lugar debemos entender que la forma en la cual un sistema tributario recolecta los tributos habla implícitamente de las ideas de justicia que tenemos como sociedad. Así, cobrarles más impuestos a los más ricos y menos impuestos a los pobres tiene concordancia con la búsqueda de una sociedad más justa, que por medio de la redistribución del ingreso persigue ser más equitativa y promover mayor igualdad de oportunidades para todos. Estas ideas de justicia son la primera profunda falencia de nuestro sistema: No es difícil demostrar que la distribución del ingreso de la población no mejora sino que por el contrario, las desigualdades se incrementan y profundizan por medio del sistema impositivo.

En segundo lugar, nuestro sistema tributario permite, a ciertos grupos privilegiados, pagar menos impuestos de los correspondientes. Chile, es uno de los pocos países del mundo en que las personas jurídicas no pagan impuestos, quien paga finalmente los impuestos son sola y únicamente las personas naturales. El impuesto de primera categoría (IPC) cobrado a las utilidades de las empresas es considerado como un adelanto del impuesto a la renta (IR) pagado por el dueño de las empresas por las utilidades que perciba. Así, las empresas en Chile NO pagan impuestos.

Si bien, el IPC se considera un adelanto del pago del IR, por parte del empresario, éste pago se hace efectivo sólo cuando este retira el dinero de la compañía, Así, para aquellos empresarios que pagan una cantidad de IR mayor a la que se le cobra a través de la empresa (es decir, aquellos que ganan más de 2,5 millones de pesos mensuales) son quienes les conviene mantener la plata al interior de la empresa, de tal manera de posponer indefinidamente el pago de su impuesto a la renta, contando con mecanismos jurídicos y económicos para poder utilizar los recursos de la empresa para fines individuales y disminuir su carga tributaria a través de de la realización de retiros en montos y periodos convenientes.. Así los empresarios en Chile tampoco pagan impuestos por sus empresas.

¿Acaso los chilenos somos estúpidos? la respuesta es, no tanto. El objetivo de este sistema se arraiga en el año 1984, con el objetivo de generar un esquema de incentivos tributarios para incrementar la inversión de las empresas en un contexto de inestabilidad social y un nivel de inversión del 10% del PIB. Sin embargo la pregunta que podría hacerse es, ¿Es este mecanismo, el día de hoy, la forma más económica y justa de incentivar la inversión de las empresas? La respuesta es rotunda e inequívoca: NO.

El día de hoy Chile cuenta con una situación económicamente estable y próspera, con una inversión total equivalente al 28% del PIB, y un contexto social diametralmente distinto que en periodos de dictadura. Por esto, carece de todo sentido económico que el Fisco mantenga un gasto equivalente al 2% del PIB por concepto de los ingresos que deja de recibir al permitir que los grandes empresarios difieran el pago de sus impuestos.

Las demandas del movimiento estudiantil y social por una educación pública gratuita y de calidad, no sólo son necesarias, sino que además financieramente viables, en la medida en que se reforme la estructura tributaria para hacerla más eficiente y justa. Dicho lo anterior, es claro que la dirección de una reforma tributaria debe ser, como línea base, la eliminación del diferimiento del pago de impuestos, de manera tal de recuperar ese 2% del PIB que reciben los más adinerados para financiar, de una vez por todas, un sistema de educación más justo y equitativo que sea concebido no como un bien de mercado, sino como un derecho social al que toda la población, particularmente los más pobres tengan igual acceso.

Cristobal Lagos, Candidato a Presidente FECH por la Lista C, Nueva Izquierda Universitaria. Nuestra Elección es Construir.

Notas relacionadas