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Opinión

23 de Diciembre de 2011

El PC, Corea del Norte y los derechos humanos

Hace algunas semanas recibí muchas críticas por afirmar en Twitter que el homenaje a Krassnoff era un insulto al respetado e independiente sistema legal chileno que, luego de una minuciosa investigación, lo había condenado a 144 años de reclusión por su participación en numerosos casos de derechos humanos. Incluso un diputado del Partido Comunista chileno […]

Jon Benjamin
Jon Benjamin
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Hace algunas semanas recibí muchas críticas por afirmar en Twitter que el homenaje a Krassnoff era un insulto al respetado e independiente sistema legal chileno que, luego de una minuciosa investigación, lo había condenado a 144 años de reclusión por su participación en numerosos casos de derechos humanos. Incluso un diputado del Partido Comunista chileno me dijo, en privado, que aprobaba mi comentario.

Pero los derechos humanos no son exclusivos a un solo grupo político: son universales. Hace poco me enteré de otro “homenaje”, esta vez en forma escrita, del mismo PC chileno, en el que solidariza con Corea del Norte por la reciente muerte de Kim Jong-Il, en un tono que me pareció tan surrealista como hipócrita. Me gustaría decir que me sorprendí, pero fue decepcionantemente predecible.

A diferencia de muchos miembros del PC, personalmente tuve la inédita oportunidad de visitar Corea del Norte en septiembre de 2004, mientras estaba a cargo del Departamento de Derechos Humanos de la Cancillería británica. Me encontré con un país económicamente quebrado, políticamente aislado y hermético. Dirigido por Kim Jong-Il, ahí no sólo no existe la posibilidad legal de pedir rendición de cuentas, sino que la crítica al sistema en sí está absolutamente prohibida. Le pregunté a mi guía oficial, que seguía cada uno de mis pasos, por qué cada norcoreano parecía llevar una insignia con la imagen de su líder en su solapa. “La verdad es que es voluntario”, me comentó sin ironía, “pero todos se tienen que ofrecer”.

Eso sería divertido si no fuese tan trágico. Corea del Norte, pienso, tiene el peor récord de violaciones a los derechos humanos en el planeta. El gobierno controla todos los aspectos de la vida de las personas, quienes gozan de menos libertades básicas que cualquier otro pueblo. Libertades que, con justa razón, los miembros del PC chileno esperan que sean respetadas en su totalidad en Chile y otros lugares. La capital de Corea del Norte, reservada sólo para la elite leal al gobierno, es zona prohibida para una gran mayoría, y los escasos recursos económicos son desviados a un gigantesco y ostentoso aparato militar, empobreciendo aún más a un pueblo que tras la Guerra de Corea en los 50 tenían el mismo PIB de Corea del Sur, y cuyo estándar de vida es ahora un quinceavo del de sus vecinos del sur.

Pero se pone peor. A fines de los 90 una gran hambruna causada por las políticas estatales provocó la muerte de por lo menos un millón de personas. Y en fotos satelitales se ven gigantescos campos de concentración donde centenares de miles de personas (no sólo los críticos del sistema, sino que también sus familias) están presas hasta hoy. Sumémosle a esto el consistente y condenatorio testimonio del cada vez mayor número de norcoreanos que han escapado a Corea del Sur, o de las historias de aquellos que han huido hacia China.

Esto no lo digo yo. Con el apoyo de Chile, la Asamblea General de la ONU recientemente respaldó por una abrumadora mayoría una nueva resolución criticando a Corea del Norte por este horroroso récord. Por años y de manera consistente, Corea del Norte les ha negado la entrada a los observadores de derechos humanos de la ONU, sin importar su nacionalidad. ¿Puede eso deberse a que tienen algo terrible que ocultar? ¿Está el PC chileno interesado en saber si la gente en Corea del Norte efectivamente está feliz de vivir en su paraíso socialista?

Y ahora el PC ofrece su pésame y los mejores deseos al nuevo líder de Corea del Norte, quien paradójicamente es el hijo del difunto y nieto del fundador del país, Kim Il-sung, quien continúa siendo llamado el ‘eterno Presidente’, incluso habiendo muerto hace ya 17 años. ¿Creen que Marx o Lenin aprobarían un gobierno hereditario de este tipo? Yo creo que no, pero esto no parece molestarle al PC.

Veamos si Corea del Norte logra mejorar su rumbo bajo el mando del joven e inexperimentado Kim Jong-un. Espero que sea así por el bien de millones de norcoreanos que viven esta miseria, pero honestamente dudo que la situación cambie. El ‘Gran Sucesor’ como ha sido llamado por los medios estatales locales, seguirá rodeado por viejos militares igual de enfermos, aislados y corruptos que su padre, y por un ejército no muy contento de tener como su líder máximo a alguien que apenas el año pasado fue nombrado general de cuatro estrellas sin haber servido siquiera un día. En el mundo globalizado del siglo XXI, ¿se justifica un sistema de este tipo? ¿Merece moralmente seguir en esta línea, mientras produce tanto daño a su propio pueblo?

De acuerdo al PC, la respuesta sería que sí. Pero, en paralelo, son ellos mismos los que demandan el respeto por los derechos humanos para todos sus partidarios, especialmente dentro de Chile. ¿Qué significa esto, sino el nivel más absoluto de hipocresía? Termino aquí parafraseando a mi cantante favorito, Bob Dylan: “apunta con un dedo y otros tres te apuntarán a ti”.

* El autor es Embajador Británico

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