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Opinión

9 de Mayo de 2012

Cuando los hombres eran hombres

Al séptimo día, Dios creó al hombre a imagen y semejanza. De todos los dones con que el señor nos bendijo, el más preciado es el de nuestra virginidad. Es gracias a ella que descendemos libres de pecado al terrenal mundo de las pasiones. Tan preciado don nos aleja del mal y solo puede ser […]

Javier De Roquefort
Javier De Roquefort
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Al séptimo día, Dios creó al hombre a imagen y semejanza. De todos los dones con que el señor nos bendijo, el más preciado es el de nuestra virginidad. Es gracias a ella que descendemos libres de pecado al terrenal mundo de las pasiones. Tan preciado don nos aleja del mal y solo puede ser entregado a aquella persona con la cual nos hemos unido por medio del sagrado matrimonio. Toda otra forma de entregar nuestra virginidad, constituye una perversión.

Cuando los hombres eran hombres (hace más de veinte años), el debate sobre la virginidad era una cosa exclusiva de heterosexuales. Pero en la actualidad, en lugar de reportear temas interesantes, los medios de comunicación se han centrado en darle tribuna a quienes sostienen todos tipo de conductas indecorosas y repulsivas. Es así, como el otro día leí un asqueroso artículo referente a la “virginidad anal”. Sí, tal como escuchó: ¡virginidad anal!

Para cualquier persona normal, el término resulta incomprensible. ¿Qué es lo que tiene que ver el ano de un hombre con la virginidad? ADVERTENCIA: La siguiente explicación es asquerosamente asquerosa: “El sexo anal, sodomía o enchulada; es una práctica sexual que consiste en la violenta introducción del pene al interior del ano de la pareja”.

Por extraño que parezca, este tipo de prácticas constituye la cúspide del placer para los homosexuales, quienes tienen una extraña teoría sobre la virginidad (en este caso anal). Hace un par de semanas, Jordi Castell deslizó la posible existencia de una SEGUNDA VIRGINIDAD. Esta contradicción del lenguaje consistiría en “que al dejar pasar un par de años sin tener relaciones sexuales, el hombre recupera su virginidad”. Si usted cree que tal disparate es un invento exclusivo de Castell, se equivoca. Otras figuras públicas del mundo gay como Miguel Bose lo apoyan.

De más esta decir que obtener una segunda virginidad (normal o anal) es completamente imposible. Cuando una mujer entrega su pureza, se rompe una tela sagrada que los médicos denominan “himen”. En el caso de los hombres penetrados, se produce una deformación permanente en el recto que sigue siendo identificable incluso después de la muerte.

Esta evidencia científica, permitiría incluso determinar la sexualidad de alguien muerto. Bastaría con exhumar el cadáver y analizar la forma de sus huesos en el área anal. Si esos huesos muestran evidencia de haber sido penetrados por un pene significa que ese hombre en vida entregó su virginidad anal.

Ante esta serie de asquerosas, pero necesarias reflexiones, queda en evidencia la importancia de proteger la virginidad anal. Yo, por mi parte, nunca la he perdido (ni tengo la intención de perderla). Espero que todavía no sea demasiado tarde para quienes están leyendo está columna.

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#culee#virginidad

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