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Opinión

9 de Agosto de 2012

NO al legado

Hoy se estrena #NOlaPelícula. Tuve la oportunidad de verla en un pre-estreno dedicado -por la producción y el elenco- a los estudiantes chilenos hace algunos días. Sin duda la película dará mucho que hablar, ya que te transporta a un período en el que casi todos tenemos una opinión ya formada, y te deja con […]

Giorgio Jackson
Giorgio Jackson
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Hoy se estrena #NOlaPelícula. Tuve la oportunidad de verla en un pre-estreno dedicado -por la producción y el elenco- a los estudiantes chilenos hace algunos días. Sin duda la película dará mucho que hablar, ya que te transporta a un período en el que casi todos tenemos una opinión ya formada, y te deja con diversas emociones al terminar de verla, por tocar uno de los puntos más sensibles de la reciente historia de nuestro país.

En mi caso -tenía menos de 2 años para el momento del plebiscito- no guardo recuerdos de ese momento. Por lo mismo, la película me ayudó a enriquecer la opinión que tenía respecto de este acontecimiento histórico. Sin duda no aborda muchas de las temáticas sociales de aquél entonces, como la realidad que ocurría en las poblaciones, o un énfasis en las violaciones a los DDHH, entre otras, pero sirve para apreciar varios aspectos no tan conocidos para nuestra generación y, sin duda, enriquecen el contexto: Lo patética que fue la franja del SI; las dudas y las pugnas que existieron detrás de la participación de los actores políticos opositores frente al plebiscito mismo; o que en esos días se seguía persiguiendo y manipulando la realidad por todos los medios disponibles.

Eso sí, lo que más rescato es el hecho de lograr romper con la concepción de que el espíritu detrás del “NO” era lo mismo que el espíritu que motivó a futuros gobiernos de la concertación en su teoría y actuar.

En mi opinión existen argumentos de sobra para criticar al actual y los anteriores gobiernos por las sobrexpectativas generadas en sus distintos procesos. Los cuatro gobiernos de la Concertación -en particular- han sido muy criticados por haber renunciado poco a poco a la construcción de un modelo de desarrollo que se alejara del individualista impuesto por los Chicago Boys, demanda que también estaba en la convocatoria de los partidos de oposición que convocaban al plebiscito. Pero es aquí donde es necesario hacer una distinción importante, nunca voy a dejar de agradecer a todos los que con tremendos sacrificios -yendo a la cárcel o incluso dando la vida- trabajaron y permitieron que nuestra generación haya crecido fuera del terror y del miedo de la dictadura, pero creo que 22 años después no tenemos que vivir en esa disyuntiva.

Ahora, como generación “joven” corremos el riesgo de creernos iluminados, puritanos e incorrompibles, y lamentablemente a veces caemos en juicios categóricos, en vez de hacer el ejercicio de comprender el cómo y por qué la generación de nuestros padres, tíos, profesores y abuelos, y todos quienes lucharon para terminar con la Dictadura, fracasaron en su intento por plantear una alternativa y fueron derrotados por un discurso hegemónico ligado al neoliberalismo.

Sólo comprendiendo el contexto que los llevó al poder -esto es, habiendo realizado un pacto para derrocar la dictadura, transformándolo luego en una alianza de gobierno cuyo único lazo identitario era el rechazo a Pinochet- podremos analizar críticamente aquellas prácticas y postulados políticos que no se condecían con la promesa de alegría, ni con el deseo de cambios estructurales. Todo esto debe hacerse, pero sin caer en una soberbia intelectual y moral que lo único que puede hacernos es más ciegos y débiles.

Algunos creen que esta película es proselitismo concertacionista por el hecho de recordar el camino al triunfo del “NO”. Yo creo que no es así, es más, siento que desnuda las grandes expectativas -no resueltas- que se generaron detrás de una franja publicitaria.

La película muestra una cara de la lucha contra la dictadura, contra las técnicas represivas del Estado y sobre cómo se logró contrarrestar ese miedo ocupando un lenguaje alegre, mostrando que existía una alternativa y que el poder estaba en el ciudadano. Lo más probable es que la inmensa mayoría de los estudiantes que han sido parte del movimiento estudiantil hubiésemos trabajado por el NO en esos momentos, por lo que no creo que el patrimonio del “NO” sea exclusividad de los partidos políticos. Es de todos los chilenos que se opusieron al terror de una dictadura y de quienes nos sentimos indentificados con esa lucha.

Lo que sí queda en evidencia, es que año a año -y en la medida de lo posible- esa inspiración inicial y ese protagonismo enfocado en el ciudadano se fue perdiendo, para dar paso a la aceptación del modelo, a una “contención ciudadana” y a varias políticas asistenciales y paternalistas dentro del mismo sistema, sumado a una red de operadores políticos que lograron con bastante éxito impedir un alza de los movimientos sociales a lo largo de los últimos 20 años.

Después de ver la cinta -la cual recomiendo ver- podemos contrastar que la alegría no llegó para muchos y que difícilmente esta cinta servirá para “calentar” unas elecciones con la añeja consigna “SI” vs “NO” a Pinochet.

El Dictador está muerto hace años y tras la explosión social que vivimos durante 2011 el clivaje cambió y se levantaron nuevos estandartes, como la recuperación de derechos y un “modelo” de desarrollo y de sociedad distinto al que se ha consolidado. Por lo tanto, el clivaje ya no estará entre el “SI” o el “NO” a la dictadura, sino en el “SI” vs el “NO” al legado de la Dictadura y cómo planteamos un país que no quiere comprar alegría para unos pocos, sino un Chile que quiere construirla participativamente y para todos.

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