Lejos de la pelea política de si la pobreza llega hoy a un 15% o 14,4% de la población, la medición se sigue haciendo sólo con dos canastas básicas de alimentos de 1988, la que incluye el consumo de aceite suelto pero ni siquiera elementos básicos de higiene, aún cuando los últimos índices de presupuesto familiar -que sirven para calcular el IPC- revelan que gastamos más en transporte y ni siquiera llegamos a un cuarto del presupuesto en comida.
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El problema no está en la cifra de pobreza, sino en la encuesta. Así lo afirman al menos varios economistas que, lejos de la polémica surgida por un informe de la Cepal que calculó en 15% y no en 14,4% a las personas que viven bajo la línea de la pobreza, como lo anunció en julio pasado el gobierno en la presentación de la Casen 2011, dicen que la encuesta se hace con canastas básicas de alimentos de 1988 y considerando la mitad del presupuesto en comida, cuando los nuevos índices revelan otra cosa.
Sin dejar de darle importancia al chanchullo del gobierno de Piñera para demostrar a como diera lugar que la pobreza en Chile hoy es menor que la que existía con Bachelet a la cabeza, los economistas dicen que no se puede seguir midiendo con un supuesto gasto de la mitad del dinero en comida y más encima con una canasta de necesidades básicas que se definió seis años después de una de las peores crisis que vivió el país el último tiempo (1982).
Eso es lo que dicen en la Fundación para la Superación de la Pobreza, donde explican que aún cuando la FAO y las Encuestas de Presupuestos Familiares (EPF) determinaron que los chilenos gastan un promedio de 22% de su dinero en comida, la medición de la pobreza se sigue haciendo pensando que en comer se nos va la mitad del sueldo.
“La línea de la indigencia tiene estos datos porque el año 1988 se descubrió que el primer quintil de la población gastaba el 50% de su dinero en comida y el 50% en el resto de las cosas. Pero en el país ya ha cambiado la proporción de alimentos y otros bienes y servicios. Así, que suba de 14,4% a 15% da lo mismo si no estamos midiendo como deberíamos”, dice Leonardo Moreno, director ejecutivo de la Fundación para la Superación de la Pobreza.
En efecto, la actual Canasta de Satisfacción de Necesidades Básicas incluye elementos ya desaparecidos como el aceite suelto, un completo y apenas cuatro tipos de frutas. Nada de tecnologías ni transporte, aunque en las encuestas para medir el IPC se determina que gastamos incluso más en locomoción colectiva (22,71%) que en alimentarnos (22,51%) según los parámetros de 2007.
Pobreza multidimensional
El mismo ministro de Hacienda, Felipe Larraín, lo dijo antes de llegar al gobierno: un estudio que realizó en 2008 estimó -con datos de 1997- que la pobreza en 2006 afectaba al 29% de la población (cuatro millones de personas), y no al 13,7% de la Casen de ese año. En ese momento pregonaba una actualización de la línea de pobreza por los cambios que había experimentado la sociedad chilena en más de 10 años.
Eso es lo que pide un grupo de economista que dice que si está o no en 14 o 15% “importa poco con un instrumento que tiene poca relevancia”.
En la Fundación Sol opinan lo mismo. Gonzalo Durán, economista de esa organización, dice que en algunos países (EE.UU.) la línea de la pobreza es tres veces el presupuesto para comer y que se estima que en Chile debería ser medido con 2,5 canastas, lo que elevaría la línea de la pobreza a unos 91 mil pesos y llevaría las cifras de población bajo esa línea en al menos 25%, sin siquiera actualizar la canasta.
Tanto para Durán como para la Fundación para la Superación de la Pobreza, la medición debiera ser multidimensional y contemplar otros servicios como educación, transporte, recreación e incluso bienes durables como la ropa o artículos electrónicos. “Debiera contemplarse una canasta anexa de bienes no alimentarios donde se incluyan cosas tan básicas como los sostenes para las mujeres o un slip para un hombre. Sábanas, una escoba, pilas, fósforos, desodorante. Son cosas que hay que valorar para una vida mínimamente digna”, dice.
A eso, incluso se le pueden sumar un bien como un refrigerador, al que se le asigne un valor de 0,2% anual si en promedio dura cinco años. Esto, tomando en cuenta que desde el 2013 las Encuestas de Presupuesto Familiar -clave para el cálculo del IPC- existirán cada cinco años y no diez por exigencia de la OCDE.
El verdadero Casen-Gate
Entre la defensa soterrada del gobierno a las cifras entregadas en julio pasado por el ministro Joaquín Lavín y las críticas a la Casen desde la Concertación y la academia, el conflicto revela otro debate para los entendidos: la otras cifras que rodean la encuesta.
Para Gonzalo Durán el “Casen-Gate” está desviando la atención “porque enfoca todos los flashes en un tema metodológico que sin duda es importante, pero el fondo de la discusión no debería perderse de vista que en el país, habiendo crecido en un 21% del PIB, la pobreza sube y la desigualdad también sube en torno al 14%. Esos indicadores son lapidarios porque atacan directamente a la Concertación, que estuvo en ese período, y también al actual gobierno”.
Según Durán, ni siquiera con la creación de nuevos empleos ha permitido que la gente sea menos pobre y la sociedad sea menos desigual, lo que constituye un rotundo fracaso.
Lo mismo opina Leonardo Moreno. “Eso tiene que ver con el instrumento no le hace sentido a la gente. Seguimos con una sensación de que vamos para arriba, pero eso no se traduce en la realidad. Aquí lo más grave es que se ha dañado la fe pública porque todos quedamos ‘cachudos’ cuando nos dicen que bajó la pobreza”, señala.
Benito Baranda, uno de los más críticos en este conflicto, también lo afirma. “Es preocupante que en medio de todas las medidas que se han implementado -por ejemplo, todo lo que se refiere al empleo, que ha sido bastante bueno- no hemos logrado reducir la pobreza en relación con el ingreso autónomo de las personas”, señaló el director de la ONG América Solidaria en La Segunda.
El ex director social del Hogar de Cristo le puso más pimienta al conflicto recordando que la Casen del 2002 se corrió un año también por razones políticas. “La razón más importante, pero que no se dijo esa vez, fue que la pobreza iba a salir muy alta porque nos encontrábamos en plena crisis. Entonces el tema de la manipulación de la Casen no es de hoy día”, dijo.
El hoy cuestionado ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, señaló en julio de este año que desde el próximo año se comenzaría a hacer una medición con “una canasta de consumo de los más pobres renovada” y una estimación de la “pobreza multidimensional”.
Sin embargo, esto se aplicaría con otras mediciones y no con una Casen propiamente tal, lo que desde ya es rechazado por los economistas.