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Opinión

22 de Septiembre de 2012

Ay Marikita

Editorial del Diario El Espectador de Colombia La emisora Los 40 Principales, experta en producir radio juvenil, tuvo la no tan brillante idea de hacer una sección de su programa La Cama en la que sus oyentes llamaban y “denunciaban” las conductas homosexuales de compañeros de estudio o trabajo: entre risas grabadas y con un […]

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Editorial del Diario El Espectador de Colombia

La emisora Los 40 Principales, experta en producir radio juvenil, tuvo la no tan brillante idea de hacer una sección de su programa La Cama en la que sus oyentes llamaban y “denunciaban” las conductas homosexuales de compañeros de estudio o trabajo: entre risas grabadas y con un ánimo exuberante, los gestores del programa decían “ay, mariquita”, como burla de la condición sexual de los “denunciados”.

No sólo una conducta deplorable, sino también infantil, estúpida podría decirse, de la que todos, más bien, podríamos burlarnos hasta la saciedad. ¿Estamos todavía en un país que se mofa de las preferencias sexuales de alguien? ¿En serio? ¿No hemos evolucionado a instancias más altas del pensamiento de las que tiene un grupo de muchachos menores de edad? ¿Sí podremos adelantar los debates de avanzada que necesitamos, si a la par se dan estas conductas?

Lo primero es aclarar lo obvio: Colombia es aún un país altamente discriminador. De sus mujeres, de sus afrodescendientes, de sus indígenas, de sus personas con discapacidad y, como este caso evidencia, de los homosexuales, en particular, pero de los miembros de la comunidad LGTBI en general. Las personas que se consideran a sí mismas “normales”, esto es, hombres de plena capacidad física y cognitiva, blancos, de la ciudad, de estratos altos, no ven en el horizonte cómo las personas que no comparten sus formas de vida puedan ingresar fácilmente en esa odiosa categoría. Entonces los discriminan de formas directas o indirectas, de manera burda o sutil, por vía consciente o inconsciente. Es bastante triste que un país que se considera constitucionalmente pluralista y multicultural siga etiquetando a sus minorías de esta forma.

Es por eso que todas las campañas que se adelanten para erradicar la discriminación de cualquier tipo, desde su base social, son bienvenidas. No así los intentos por encarcelar a las personas que sean perpetradoras de dicha conducta. A la par de rechazar totalmente la sección ‘Ay, marikita’, y sumarnos a la corporación Colombia Diversa para que la emisora sea más respetuosa, se retracte —que ya lo hizo— y revise sus contenidos, no compartimos que la Fiscalía le haya abierto investigación a la emisora por el delito de “instigación al odio”.

No tanto porque no tenga el deber, que sí, ya que la ley antidiscriminación le da todas las facultades, sino porque no creemos que este tipo de penalidades solucionen problemas sociales de fondo. Y el ejemplo, justamente, es el caso: pese a que ya entró en vigencia la ley, y pese a que contempla la pena de prisión, una emisora juvenil se la ha pasado por la faja. No porque no importe. Sino porque olvida sus cometidos y sus alcances. El acto discriminatorio está tan naturalizado en nosotros que sus agentes creen, en la mayoría de las ocasiones, que no están cometiendo acciones de rechazo y odio.

Que los miembros del programa de Los 40 Principales, por payasos e insensatos, se disculpen. Que evalúen conscientemente los contenidos que le están impartiendo a un público joven, que es gustoso de pensar en masa. Y que se encarguen de no reproducir conductas que en nada ayudan a la sociedad. Tienen el derecho de hacer chistes, por supuesto, incluso algunos pasados de tono, pero siempre guardando un mínimo de respeto, tratando de cambiar la mentalidad que hiere a nuestras minorías y que se hace muchas veces de forma inconsciente. El tacto, el cuidado, debe ser el factor común. No por miedo, sino por conciencia propia.

Por lo demás, si no se abordan las causas, y así muchos se vayan a la cárcel, la discriminación seguirá en nuestro mundo a través de los actos más sutiles e imperceptibles. Lo que hay que apoyar son las medidas contrarias, las que amplían derechos, las que protegen: el aborto, el matrimonio igualitario, las cuotas de acción afirmativa. Sólo con esto lograremos transformar, de manera gradual, los comportamientos de nuestra sociedad.

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