Opinión
26 de Noviembre de 2012Aprovechen las liquidaciones en Ciudad de Gaza
Ciudad de Gaza. Mientras me tomo cinco yogures Activia al hilo porque Israel ordenó evacuar de inmediato, no dejo de contemplar los fuegos artificiales. Un gringo de CNN que se llama “Press” -según indica una etiqueta que cuelga de su chaqueta- me informa que acá los fuegos artificiales se dicen “misiles”. Así que Press no […]
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Ciudad de Gaza. Mientras me tomo cinco yogures Activia al hilo porque Israel ordenó evacuar de inmediato, no dejo de contemplar los fuegos artificiales. Un gringo de CNN que se llama “Press” -según indica una etiqueta que cuelga de su chaqueta- me informa que acá los fuegos artificiales se dicen “misiles”. Así que Press no solo es tincudo sino que políglota. Mientras avanzamos por la avenida Salaheldín, el guía nos promete mostrarnos las últimas liquidaciones pero ni asomo de ver un Ripley o un Falabella, no, solo cadáveres, miseria y suciedad. La mugre desmiente que acá se esté produciendo una limpieza étnica por parte de Israel. El olor es insoportable. Cero higiene. Solo los delegados de la ONU se lavan las manos.
Percibo que los palestinos quieren hacer el amor y no la guerra aunque son bastante iletrados porque escriben “amas” con hache; por eso el Estado hebreo los educa impartiendo clases de aritmética y ya logró que los muertos sumen cien. Pero como dice mi presidente “nada es gratis en esta vida”, por eso los misiles cobran víctimas, aunque no sé a cuánto cada una. Acá se respetan las leyes de la guerra: los niños y las mujeres primero, y solo después matan a los hombres. Nadie se anima a salir. Dicen que cualquiera podría ser blanco pero yo los encuentro harto morochitos a todos, qué quieren que les diga. Mi amigo Press me invita a comer al restaurant del hotel junto a otros colegas que se llaman todos iguales, pero nos toca la mesa 3 y mejor le digo que no, porque en la mesa 3 cuentan mal a las personas y después nos va a salir un ojo de la cara. En el pasillo de regreso, dos miembros de la Jihad Islámica me preguntan si soy antisemita, y yo les respondo que el semen es solo para procrear. Comentan que les gustaría lapidarme, pero les aclaro que yo ya me saqué los vellos con láser, así que les agradezco y me encierro en mi suite. Desde mi balcón diviso la Ciudad Santa donde al parecer aún no han elegido Papa porque solo se levantan columnas de humo negro.
Las noticias de la radio indican que un cohete palestino cayó en Ashkelon y otros cinco en Kissufim, ojalá no le haya pasado nada a Luke Skywalker. Nueva lluvia de misiles. Los habitantes de Gaza se sienten tan atrapados que pienso que solo Golborne podría rescatarlos. En la calle están todos los palestinos bailando Gangman Style o simplemente saltando con cada estruendo. Hay tantos heridos que ahora entiendo por qué se llama Ciudad de Gasa. Me acuesto a leer el periódico, no entiendo nada, pero veo fotos del hospital Shifa sumido en el caos, el infierno, y el horror, aunque más abajo leo con orgullo que dice “Posta Central, Santiago”. Los chilenos, cuándo no, hacemos presencia en todas partes. Shalom.