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Opinión

28 de Enero de 2013

Los pequeños grandes temas, el cochayuyo y la conche…

La Asamblea Ciudadana de San Antonio inauguró la Biblioteca Popular Segundo Ampuero en el Sindicato de la Construcción. Ampuero era un dirigente social muy especial, despreciado y querido, un entrañable, un personaje del pueblo, al que apodábamos Kako, y que falleció hace unos meses. Su lema característico era la frase “son todos unos conchas de […]

Marcelo Mellado
Marcelo Mellado
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La Asamblea Ciudadana de San Antonio inauguró la Biblioteca Popular Segundo Ampuero en el Sindicato de la Construcción. Ampuero era un dirigente social muy especial, despreciado y querido, un entrañable, un personaje del pueblo, al que apodábamos Kako, y que falleció hace unos meses. Su lema característico era la frase “son todos unos conchas de su madre”, que sus amigos escribieron en los muros del Estadio Fiscal. En el fondo se trató de una reinauguración, porque hacía unos años habíamos hecho un primer intento en la CUT provincial en un convenio con la SECH, cuando el Kako era dirigente de la Central, pero hubo una ruptura manipulada por el sector concertacionista y tuvimos que recuperarla no sin conflicto de una dirigencia, que en la práctica desechó el proyecto y permitió la desaparición de la mayoría de sus ejemplares, por no decir el robo, y tuvimos que hacer una nueva campaña de adquisiciones.

En la inauguración se realizó un gran evento festivo que partió a las 16.30 horas, que se tomó la calle y en que participaron niños y vecinos, hasta las 23. Fue muy emotiva la ceremonia en que hablaron los dirigentes del sindicato. Yo hablé por la SECH y las compañeras Francisca y Jo, que tienen experticia bibliotecaria por haber trabajado en la biblioteca municipal, expusieron el modo de funcionamiento. La idea es que esté al servicio de la comunidad. Colaboraron con nosotros los artistas locales, músicos, poetas y gente de teatro. El taller de escrituras Buceo Táctico se encargó del cocktail (le decimos cotelé en el habla interna), es decir, de servir el vino, las empanadas y la torta con que se rajaron los trabajadores de la empresa portuaria. Hubiéramos querido cocinar un ollón de jibia como era el proyecto inicial, pero justo el día anterior la pesca estuvo mala, así que dejamos todo para el encuentro de escritores de provincia el sábado, esperando que la pesca mejore. Es probable que también incorporemos el cochayuyo, que estaba pensado en el diseño inicial, pero al Milko, uno de nuestros dirigentes, se le olvidó echarlos a remojar. Habría que agregar, también, que los compañeros del puerto donaron unos computadores dados de baja por la empresa con los que haremos un taller de alfabetización digital.

Cuento esto porque en Chile tiende a primar el ambiente enrarecido que crean los que pautean los ”grandes temas” o redactan los titulares noticiosos, aquellos que controlan y manejan el país. Y lo que hace una simple comunidad no cuenta, y no sólo eso, lo que hace autónomamente una comunidad es peligroso en la actual situación política, en la que se privilegia el control informativo y el asistencialismo manipulatorio de las autoridades cortadoras de cintas. Una simple instancia ciudadana alejada de la histeria política y del verano idiota, muy a distancia del narcisismo epiléptico de facebook, aunque el medio es útil para movilizarnos, sólo para eso, ejerce un acto soberano de independencia política; ahora que el verano playero y el tema mapuche tienen tomada la agenda, como se dice; justo en el momento en que unos criminales, pirómanos, probablemente poetas, incendian mi casa en el campo y la maldita municipalidad de Cartagena me niega su ayuda con el pretexto de que es mi segunda vivienda, cuestión totalmente falsa: tuve que arrendar en la ciudad porque la muni de Cartagua nunca se preocupó de que tuviéramos tendido eléctrico allá en la Chacarillas del Turco y yo lo necesito para trabajar en la escritura.

He leído muy poco la prensa últimamente, pero me gustaría saber si Salazar ya pontificó sobre el tema mapuche. Porque comentar ese tema hoy día es simplemente hablar de lo hablable y opinar de lo opinable, ya me imagino a los analistas políticos obligándose a decir lo que hay que decir. Pienso que la República en general debe ser defendida o autoafirmada por actos de ciudadanía, simples y prácticos, como el de armar una biblioteca comunitaria. Nuestra oligarquía nunca quiso hacerlo y nuestros cerdos políticos que siguen ciegamente sus paradigmas tampoco. Es la hora de las responsabilidades, y para eso falta educación y calidad moral y política. Aquí es cuando la perversa frase de Lagos “hay que dejar que las instituciones funcionen” cobra algo de sentido, dentro de la ficción sicótica de la seudo democracia. Eso sí, hay que entender una cosa: la política no se hace en Santiago, porque la política salió de vacaciones.

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